Maldito cabrón de mierda.
Me sentía una estúpida por su culpa.
Estábamos jugando a quien coño le da más celos al otro y terminaríamos cometiendo estupideces por inmaduros.— ¿Nos vamos entonces a por tus cosas? — preguntó Rafael aguantandose la risa.
— Si mi jefe no me necesita para nada más nos vamos sí — contesté directamente mirando a Rodrigo, que apretaba los labios hirviendo en rabia.— Pues no vas a poder porque te necesito para más cosas — casi pude sentir a varios resoplar y mientras los demás se iban de la sala, la morena, Joshua, los hermanitos y yo, seguíamos en una batalla campal ahí dentro — pero no te preocupes Rafael que cuando acabe con ella es toda tuya.Ladeé la cabeza torcí un ojo hacia él, y casi pude sentir mi cuello traquearse— ¡Déjame Rodrigo!...— Espera hostia. Deja que te explique — le dí un codazo para que me bajara pero no conseguí casi nada. Se quejó y siguió conmigo pataleando hasta la cabaña.— No te he pedido explicaciones y no creo que tengas que darmelas, así que evítanos un momento incómodo a los dos — le espeté cuando me dejó en el suelo y me conseguí reponer. Pude verlo cerrar la puerta con brusquedad y respirar acelerado tratando de calmarse antes de girarse hacia mí.— No te he utilizado Lucy, es... Complicado.— Vale, perfecto, ya lo has dicho, te he oído... ahora me largo.No quería la típica explicación tan estúpida como súper gastada de : “ no es lo que parece”.Desde luego daba igual lo que pareciera, por
La voz salvadora de Rodrigo inundó mis sentidos y me sentí protegida casi instantáneamente.La bestia delante de mí separó sus manos de mi cuerpo y me alejé enseguida, pegándome a mi jefe que tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos antes de llevarla a su boca y besar mis nudillos.— Esta mujer es mía, mí mujer, mi esposa, mi tesoro para proteger — las palabras teñidas de engaños volaban al viento y a pesar de todo me hacían sentir tan a gusto que pensé en lo maravilloso que sería si fueran ciertas — no la toques nunca más.— Tranquilo magnate — dijo mi ex payaseando y dejando claro que conocía perfectamente a Rodrigo — solo saludaba a una vieja... — se detuvo cínico — en fin, que ahora sé que es toda tuya. Espero que sepas estar a la altura de sus gustos, pecu
— Deja que te bese por favor, he extrañado demasiado esta boca — restregaba sus labios por los míos, con los ojos cerrados y aún acomodado sobre mi cuerpo permisivo.— Rodrigo... ¿Que estamos haciendo? — las palabras eran susurradas en su boca y nuestros alientos jugaban juntos a devorarse y provocarnos más — apenas nos conocemos, nos hemos acostado sí, y nos deseamos sin control, también — me detuvo su mirada clavada en la mía — pero, ¿Tu de verdad crees que es inteligente que nos enredemos juntos en una historia sentimental?Podía sentir que ya el yate había entrado en alta mar y no había manera de escapar de aquella conversación con él. Sinceramente creía que sería fácil dejarnos llevar y para este mes juntos pero en el minuto en que decidimos hacerlo, un mar de circunstancias de nuestros pasados
Me senté girándome hacia él, presionando la sábana contra mi torso, de forma falsamente pudorosa.— ¿Por qué te has quedado callado Rodrigo? — mirarlo en aquella postura tan varonil y sensual me distraía, pero estaba ansiosa por oír su repuesta.— Me gustaste desde el primer minuto — confesó tan tranquilo, acomodando su mano libre bajo las sábanas sobre mi muslo — me diste la oportunidad de tenerte en mi cama y no pude detenerme. Tomé la oportunidad que me diste nena. No me mires así.Empujando las sábanas y sacudiéndome su mano de mi cuerpo, comencé a buscar a tientas la luz de la lámpara de noche y una vez encendida conseguí arrastrarme por la cama y tomar su camisa para ponermela por encima de mi desnudez.Me levanté anudando a la vez mi nuevo atuendo y su mirada sobre mí, no
El mar. Un yate. Desayuno postorgasmo en medio de cubierta, con mi jefe en medio de una videollamada luciendo sexy y todo un machoman poderoso y demandante, era el amanecer perfecto para un día perfecto en un perfecto momento de mi vida.Habíamos pasado toda la noche anterior haciendo el amor. Llegados a ese punto, ya sin protección y dejando pasar todas las conversaciones que teníamos pendientes entre gritos, gemidos, rugidos y múltiples orgasmos.Mordí mi trocito de piña sin dejar de mirar, mientras chupaba el juguillo de la fruta y el sonido que mis labios hacían llamaba la atención de mi jefe que mal intentaba ocultar una sonrisa, lo esculturalmente bueno que estaba él. Sin dejar de rememorar en mi mente toda la actividad sexual de la noche anterior.Bebió agua y prosiguió con su reunión a la que no me dejó
— Vístete por favor — el tono duro en la voz de Rodrigo no me pasó por alto y era justo lo que me hacía falta para darme cuenta de que estaba desnuda.Me levanté corriendo y salí por la cubierta rumbo al camarote pero no pude evitar escuchar las siguientes palabras de Rafael, y luego de mi jefe, que me hicieron frenar en seco y volverme hacia él.— Vaya vaya Ro — decía divertido Rafael desde su propio transporte marítimo, justo al lado de nuestro yate — si llegamos cinco minutos antes los encontramos retozando desnudos.— Si pronuncias solo cinco sílabas más, retozaré con mi puño en tu boca. ¿Que cojones hacen aquí? — no tenía la costumbre de escuchar a Rodrigo decir palabrotas pero se veía más que molesto.En el agua, sobre una moto enorme estaban Rafael y
Rodrigo sabía esquivar muy bien las preguntas, o yo era pésima manteniendo el interés en sus respuestas.Tal vez era un movimiento evasivo natural de mi mente, pues quería disfrutar de lo que tenía con él, sin los típicos problemas que empezaban a aflorar cuando todo dejaba de ser divertido e informal, y pasaba a ser titulado como "relación ".Sabía, que detrás de las palabras malintencionadas de Rafael se escondían misterios, que en el fondo, si lo pensaba bien, no tenía porqué averiguarlo; ya habíamos definido que lo nuestro sería un mes en el caribe, trabajando y pasándolo bien en la cama, hasta que volviéramos a España y Rodrigo dejara de ser mi jefe, para ser únicamente mi socio.— Toma preciosa —me dijo ofreciéndome un mojito que había aprendido a preparar y ya entre unos y otros llevaba
~ Rodrigo ~—Podemos...La miraba tan hermosa, tan mía, tan ella, tan libre, y me sentía más miserable de lo que ya de por sí era.La había obligado a confesarme algo que ya sabía y de la que a mi manera, la había estado protegiendo todo este tiempo y por eso era que ella se sentía tan a salvo de él, sin saber que de quien sí no estaba a salvo, era de mí.Su cuerpo encajaba en el mío con un nivel de perfección que solamente la mano de Dios podía crear. Ella estaba destinada a ser mía, como yo estaba destinado a ser suyo. Solo que la parte rastrera de mí, había jugado un par de fichas sucias para tener todo de ella.Tomé su rostro medio borracho, tan bien otra de mis culpas, y lo besé como el loco que era y estaba por ella.<