Tenía una mordedura horrible en la pantorrilla. Gemí asustada, cubriendo mi rostro. Pero de igual forma, me impulsé para seguir corriendo. Mis pasos se detuvieron al escuchar un alarido de dolor. Al girarme, contemplé que el lobo dorado, había podido con todos y se retiraron. Sin embargo, él, quedó sobre el suelo de nieve.
Me giré dispuesta a retirarme, algo me detuvo en ese instante. Cerré los ojos y tragué saliva en seco. Estaba corriendo en la dirección de aquel lobo herido. Me cubrí la boca soprendida, estaba desangrándose. Dos mordeduras se encontraban en su cuello. Me hinqué de rodillas frente a él. Acaricié su pelaje, hasta llegar sobre su cabeza. —Estarás bien –comenté temblorosa sin saber que hacer ¿Cómo podría cargar un lobo tan pesado? Mis pensamientos me invadieron, hasta que con las pocas fuerzas que tenía, se puso de pie. Comenzó a caminar, la tormenta se intensificaba sobre nuestras cabezas. “Vamos ¿quieres congelarte humana?”, preguntó otra vez y asentí sin entender en verdad que estaba pasando. Deduje que el frío estaba enloqueciéndome. Comenzamos a caminar, de vez en cuando lo abrazaba para ayudarle a caminar, debido a su debilidad. Pero ¿qué otra cosa podía hacer? Si me iba corriendo, de igual forma no podría con la culpa y quizás, el camino estaría cerrado por la nieve. Avanzamos por el campo blanco, hasta que frente a nuestros ojos apareció una preciosa cabaña. Lo seguí e ingresamos, yo abrí la puerta. Por dentro, había leña esperando ser encendida y fue lo primero que hice. Siempre llevaba un encendedor en mi bolso, no me pregunten porque. Comencé a encender y el lobo, se tiró sobre la alfombra emitiendo un gruñido de dolor. Suspiré, pero corrí hacia el baño por suerte había un botiquín. Me senté frente a él, mis ojos se encontraron con los suyos. Eran de un azul muy profundo. Unté una gasa con alcohol, y la acerqué a su herida, me gruñó mostrando sus dientes. —No te haré daño –susurré y emitió un resoplo. Comenzó a gruñir cuando el liquido hizo contacto con su piel lastimada. Mordí mis labios sin saber que hacer para detenerlo, se lastimaría más. Lo abracé. De un momento al otro, se detuvo. Su respiración comenzó a calmarse, y me sentí… tan extraña. Era como estar en casa, sin estarlo. Mis ojos observaron sus parpados cerrados y suspiré de alivio. Seguí curándolo, y aunque se removía en sueños, me dejaba. Pronto, lo envolví en vendaje y ya estaba mejor, al menos así se veía. Me senté junto a él, debido al calor que emanaba y algo más que extrañamente, me unía. Cerré los ojos y me quedé dormida, bajo el calor de las llamas. Horas mas tarde, me desperté sobresaltada. Confundida, me percaté que frente a mí, sentía piel. Asombrada, me giré despacio. Algo tibio, estaba en contra de mi espalda. —Mierda –susurré aterrada. Era él, el rey. Estaba dormido pacíficamente, y… Desnudo. Completamente desnudo. Era hermoso. Su rostro salpicado de pecas, y su cabello algo colorado mas que rubio, le daba un aspecto angelical. Tenía un brazo detrás de su nuca, y mostraba su pecho fornido, con algunos vellos. Estiré la mano, tenía tanto apetito en ese instante. Gemí, y abrí los ojos sorprendida. Solamente con verlo, había tenido un orgasmo. Sin poder evitarlo, mis manos recorrieron mis pantalones hasta entrar. Volví a gemir, cuando mis dedos alcanzaron mi zona intima. Estaba completamente atrapada en el cuerpo del hombre lobo. Mi corazón latía con fuerza, pero no podía detenerme. Mis dedos se deslizaron con lentitud, explorando el calor de la carne.. ¿Cómo podía sentir así algo tan prohibido? Me tensé, abrí los labios en un silbido silencioso. Mis dedos continuaron recorriendo mis erectos senos, en busca de más. —¡Oh, Dios mío! —susurré en silencio mientras cerraba los ojos y me dejaba llevar. Nunca me había tocado, mucho menos al lado de un hombre tan precioso. Sin saber por qué, sentí una inmensa pasión por este hombre lobo misterioso. ¡Era tan poderoso y tan fuerte, pero también tan indefenso! Le besé la nuca, y los gemidos fueron más intensos. Comencé a recorrer con ansias aquel cuerpo de piel blanca, en algunas partes estaba cubierto por pecas. Sus axilas, eran sensuales incluso. Sus brazos, estaban llenos de venas y musculos. Gemí sintiéndome perdida al tocarlo, era tan calido. Él abrió los ojos, tomó mis muñecas y sus ojos me observaron. El calor del hombre lobo aumentaba y se esparcía por todo mi cuerpo, mientras me movía con lentitud y precisión. Pude sentir los latidos de su corazón, estaban iguales a los míos. Mis gemidos eran ahora algo más que sordos murmullos. Nos estiramos adelante, nuestros labios se encontraron en un beso apasionado y carnal. Fue como si algo latía en mi interior, llevándonos hacia un destino incomprensible. Pude notar percibir un cambio en su comportamiento; era como si cada beso que compartía, se intensificara. —No puedo dejar de desearte —murmuró el hombre lobo. Y esas palabras me prendieron más. —Tú no sabes nada de mí —le enfrenté. —¿Por qué me deseas tanto? El hombre lobo se mostró poco comprensible. —Porque tú lo deseas también. Tu corazón tarde por mí. —¡No es verdad! —protesté, intentando despegarme de él. Los ojos de Zane, me observaron con una intensidad que logró erizar mi piel. —Si no quieres aceptarlo, no quiero saber nada más. ¡Quizás deberías seguir tu propio camino! —resopló. Lo observé y tuve un sentimiento desconocido ¿Qué era esto? ¿Qué estaba haciendo en su cuerpo? — ¿Qué estás haciendo? —pregunté. — ¿Estás tratando de controlarme? ¡Eres un hombre lobo, eso es lo que hacéis!—No, te estoy mostrando qué significa ser una loba —gruñó el hombre lobo. — ¿No sientes un impulso dentro de ti? ¿No sientes una fuerza que te empuja hacia mí?
Traté de ignorarlo, pero era cierto. Había algo dentro de mí, que no podía ser controlado. Algo que me llevaba a querer entregarme a él. Estaba tan excitada, aún mi vagina estaba mojada y deseaba sus dedos en mi piel. —Tú estás haciendo esto. ¡Es parte de tu magia de hombre lobo! —Le exclamé enojada, cubrí mis pechos que delataban la excitación. Él comenzó a dar vueltas alrededor. — ¿Tú crees que esto es mágico? —preguntó el hombre lobo, el dorso de su mano rozó mi mejilla. —Por supuesto que es mágico —respondí—¡Esto no es normal! —¡Todo lo normal se desmorona en mi presencia! ¿Quién sabe lo que podría suceder? —¡No te acerques a mí! —grité retrocediendo. —¡Estoy asustada! ¡No sé qué está ocurriendo! —¡Entonces, déjate llevar! —rugió el hombre lobo, recorriendo el suelo hasta mi. —¡No! —grité. Por dentro quería que me desnudara y me hiciera todo. Me giré aterrada de todas las sensaciones, y eché a correr hacia la puerta. El hombre lobo siguió mis pasos, rascando y agarrando el suelo con sus garras. Pude ver de reojo, sus ojos ardiendo de deseo ardiente. Pude llegar hasta la puerta y la abrí ¿Adónde iría? ¿Qué podría hacer? Supe que debía volver hasta el hospital, pero el hombre lobo me persiguió. Sus pies eran más rápidos que los míos, y pudo capturarme antes de que llegara a la salida. —¡No me ataques! —grité empujándolo hacia atrás.—Yo soy tu cambio —me dijo el hombre lobo —. Te encuentras ante la frontera de una nueva vida, una nueva era, una nueva forma de vida.Tragué saliva con fuerza, lo observé dudosa sin comprender sus palabras.—¿Qué estás diciendo?—Te convocaré a ser una loba —dijo él.—¡Por favor, piensa un poco más en ti mismo! —dije.—¡No puedo dejar que te vayas! —gruñó el hombre lobo— . ¡Debes convertirte en una loba!—¡¿Por qué?!—No me importa si odias a los humanos —dije —. ¡No tengo por qué convertirme en una loba!El hombre lobo gruñó, su cara se ensombreció más. Pero entonces me alejé, él, me observó a la distancia y juré ver una sonrisa en la niebla. Por fin había llegado al hospital, suspiré de alivio al ver que estaba rodeado de policías. Dí mi declaración, comentando que él había intentado asesinarnos a todos, las cámaras mostraron el momento exacto que el se golpea contra la pared, pero… no aparecía la niña.Aquello me pareció confuso. Pero no pude decir nada más, por suerte no había
—Demuéstrale que no son todos iguales. El señor Jhonson, es… buena persona ¡Hazme caso y demuéstrale lo contrario! –Ordenó y negué, seguí caminando y cerré los ojos –no podrás separarte y él… aunque esté con otras tampoco.—Espera… ¿qué tiene que ver el señor Jhonson? –quise saber y ella se encogió de hombros —¿Por qué dices que no puedo separarme de tu padre? –quise saber cansada de su discurso.—Porque se necesitan. Quise replicar algo más, seguí avanzando pero me detuve. Al girarme, ella ya no estaba. Observé en todas las direcciones posibles, fruncí las cejas ¿Cómo…?—¿Estás bien? –preguntó una voz, era Matias un compañero.—Sí. ¿Despertó el señor Jhonson? –quise saber y él asintió. —Sí, está parado mirando a la ventana.—Pero… —comenté sorprendida y seguí a Matías –no podía caminar –comenté y el se encogió de hombros. Al ingresar, ví la espalda y trasero del señor Jhonson, causó risa en mí. Lo cubrí con una manta, pero mi sonrisa se borró.Pude notar claramente, sobre su espald
Al otro día, me sentí extraña. Mientras estaba en cada clase, mis pensamientos sobre Zane con otras mujeres no me dejaban tranquila. Nunca había sido así, ni siquiera con William, sabiendo que él estaba con otra persona. ¿Por qué ahora era distinto?Observé de reojo a Lucía concentrada en sus deberes.—Dime que te pasa –comentó sin levantar la vista y suspiré —¿es por tu hombre misterioso?—Es… complicado. Su hija… me visitó y… mencionó de manera inocente que su padre… —murmuré y cerré los ojos sintiéndome avergonzada –era visitado por mujeres todo… el tiempo.—¿Y eso te afecta? –preguntó directamente e hice una mueca con los ojos cristalinos –Oh… si que te afecta.—Me molesta, es decir… ¿por qué? No comprendo. Ni siquiera con William… me pregunté qué hacía cuando se marchaba.—Ese tipo era un hijo de…—Sí. Sí. Pero… nunca estuve tan… así. Quizás son las secuelas que me dejó ese amor doloroso –reflexioné y ella se encogió de hombros.—Por suerte ya no lo volviste a ver –señaló hacia mí
Una enfermera encuentra a una niña congelada en el exterior de su hospital y la rescata. Después de atenderla, descubre que la pequeña tiene un don mágico que le permite curar heridas y predecir el futuro. La niña la lleva a su manada, y se desarrolla una tensa relación con su cruel padre, el Rey de la Manada.Ailín.Observaba con aburrimiento, los vendajes que acomodaba mientras tarareaba una canción. El día, estaba bastante gris señalaba que una lluvia aterrizaría sobre nuestras cabezas. —Solamente me faltan dos horas más –susurré intentando darme ánimos, pero obtuve lo contrario. Comencé a pasearme por todas las habitaciones, percatándome si alguien necesitaba ayuda.Al terminar la ronda, me senté junto a la encimera de la cocina. No había nadie, todos se habían marchado a excepción de Carlos, el guardia. Odiaba estos turnos rotativos, pero ¿cómo me escucharían? Si era la mujer sin hijos, disponible según ellos. Solamente tenía a mis padres, y el recuerdo de mi difunta hermana gem
Al intentar apartarlo, no pude. Mis manos, estaban atadas y comencé a llorar desesperada. Sollocé y él, intentó besarme.—¡Ayuda! –grité.—Esperé… este momento ayer durante todo el día. Pero… apareció esa maldita niña –comentó y gruñó.Pero cuando cerré los ojos para esperar mi triste destino, el peso de su grotezco cuerpo desapareció. Al abrir los ojos, me encontré con la niña frente a mí. Parecía sana, sus heridas estaban aún vendadas. Pero su mirada, causó escalofríos en mí.—Niña… ¿te sientes bien? –quise saber y ella asintió, se acercó para liberar mis manos y suspiré de alivio. Al girar el rostro, observé perpleja que Carlos estaba muerto en contra la pared —¿Cómo…?—Hay que irse –anunció y negué.—No podemos salir, por la nieve –susurré y ella se giró soltándome de manera brusca.—Te llevaré con mi padre –comentó y la observé sin entender –Yo… ahora tendré una nueva madre.Confundida, la seguí. Mis pasos se volvieron inestables, hasta que me topé con ella. Avanzamos durante tod
Me tomó del cuello, sus uñas largas y filosas recorrieron mi vena. Sentí temblores ligeros, y de pronto su boca se acercó a mi piel. Abrí los ojos con sorpresa y emití un gemido al sentir su boca tan cerca.—Imposible –espetó lanzándome a dos metros de distancia. Caí en el suelo, observando confundida al hombre.—Ella me ayudó padre –comentó Yes colocándose en frente de mí, su modo protector causó alivio aunque también me sentí sumamente nerviosa.—Es una humana asquerosa ¡Debe morir! –exclamó y ella negó, comenzó a llorar.—Por… favor…—¡Encierrenla en la habitación C! –exclamó y no comprendí. Me tomaron de los brazos, luego que la puerta fuera abierta. —¡No! ¡Ayuda! –exclamé, pero fue en vano. Pronto me empujaron contra una habitación oscura. La luz se encendió y me sorprendí enormemente. Era preciosa, con colores que quizás nunca había apreciado.El suelo, estaba cubierto por una alfombra y la cama, era de princesa. No pude observar nada más, cuando de pronto, alguien abrió la pue