Me tomó del cuello, sus uñas largas y filosas recorrieron mi vena. Sentí temblores ligeros, y de pronto su boca se acercó a mi piel. Abrí los ojos con sorpresa y emití un gemido al sentir su boca tan cerca.
—Imposible –espetó lanzándome a dos metros de distancia. Caí en el suelo, observando confundida al hombre. —Ella me ayudó padre –comentó Yes colocándose en frente de mí, su modo protector causó alivio aunque también me sentí sumamente nerviosa. —Es una humana asquerosa ¡Debe morir! –exclamó y ella negó, comenzó a llorar. —Por… favor… —¡Encierrenla en la habitación C! –exclamó y no comprendí. Me tomaron de los brazos, luego que la puerta fuera abierta. —¡No! ¡Ayuda! –exclamé, pero fue en vano. Pronto me empujaron contra una habitación oscura. La luz se encendió y me sorprendí enormemente. Era preciosa, con colores que quizás nunca había apreciado. El suelo, estaba cubierto por una alfombra y la cama, era de princesa. No pude observar nada más, cuando de pronto, alguien abrió la puerta. La niña me observaba con un semblante apagado. Se acercó a mí, sostuvo mi mano y suspiró. —Lo siento… —comentó y sonreí débilmente. —Lo intentaste. Te agradezco que me defendieras –susurré y ella asintió con los ojos tristes. –Lo convenceré. —Él… odia a la humanidad –comentó y aquello me dio curiosidad –somos… licantrapos. —¿Hombres lobos? –quise saber y ella movió la cabeza. —Algo… así. —¿Por qué odia a la humanidad? –pregunté, y la observé dudosa. Sus ojos cayeron en el suelo, e hizo una mueca. —Hace muchos años… La puerta se abrió, e ingresó su padre. El hombre, lanzó afuera a su hija y cerró la puerta tras de sí. Lo observé llena de pánico, mi saliva apenas podía pasar por mi garganta. Estaba desconcertada y temblorosa. —¿Me asesinará? –quise saber y mis ojos se clavaron en los suyos. Su torso, estaba cubierto por una camisa y pantalones. —Claro ¿por qué te mantendría con vida? –preguntó toscamente, y sus manos tomaron las mías. Me giró la palma, y sus garras se deslizaron con sutileza sobre mi piel. —No me haga daño… se lo pido yo… puedo hacer lo que necesite. Puedo ser necesaria –susurré aterrada y comenzó a reírse burlón. —¿No hacerte daño? ¿Y cuál sería la parte divertida de no matarte? –preguntó, entonces supe lo que debía hacer: seducirlo para evitar mi asesinato. —Puedo… ser muy dispuesta –comenté con una sonrisa que no llegaba a mis ojos. Deslicé con sutileza la manga de mi sweater hasta quedar con una blusa de tirantes. Mis pechos, se mostraron puntiagudos para él. El hombre, estiró la mano y envolvió con la palma, mis pechos. Me subí a su regazo sin pedir permiso, y comencé a besar su cuello fornido. Sus manos tomaron mi trasero y me giró bruscamente. Quedé boca a boca en contra del suelo. Una tensión sexual se extiende por la habitación. El hombre lobo se inclinó sobre mi, sentí algo duro en contra de mis glúteos, sin dejar de respirar con dificultad. Sus manos se apretaron contra mi trasero con una fuerza salvaje. Mi cuerpo vibro con necesidad, mientras sus ojos se clavaban en los mío. Le devolví la mirada con un aire seductor. Con cada segundo que pasaba, el ardor se intensificaba. —¿Estarás bien con esto? —susurré. Él respondió sin palabras, tomándome en sus brazos y arrastrando hacia él con una fuerza desbordante. Luego, su mirada se volvió lobuna. Me quedé sin aliento mientras él me atrapaba y me hacía deslizar por el suelo. Estaba sometida y para cualquier otro ser humano pudo parecer asustadora, pero extrañamente me sentí a salvo en sus manos. —¿Cómo te llamas? –pregunté agitada por la excitación. Me observó y abrió la boca: —Zane… Su aliento se calentó mientras se acercaba a mí con lentitud. ¡Cielos, estaba tan cerca! ¡Podía sentir el gélido roce de sus dientes sobre su cuello! Gemí al sentir su aliento caliente en contra de mis labios. No sabía que ocurría, primero quería matarme y ahora… sentí una enorme atracción sexual hacia él. Lo besé. Sus labios eran carnosos y dulces. Gemí al sentir su lengua entrando a mi boca. Su respiración se volvió pesada, a la par con la mia. Me moví hacia él con un deseo salvaje, mientras mi cuerpo vibra al ritmo del latido del corazón. Su boca descendió hasta mi cuello, y él dejó escapar un gruñido bajo. ¡Sus dientes oscuros arañaban mi piel! Era como si quisiera atraparme y sentir mi calor. Podía sentir a mi corazón latir más fuerte a cada segundo que pasaba. ¡Su cuerpo se movió hacia mi, impulsando hacia la pared con un fuerte golpe! —¿Qué? —pregunté confundida, lo observé con los ojos desorbitados y asombrados. —¡Tú solo eres una humana asquerosa! —gruñó el hombre lobo, dándome la espalda y alejándose de mi lado.Cerró la puerta y quise abrir pero no pude, estaba encerrada. Toqué mis labios sintiendo un extraño pesar que no se iba con el paso de los minutos. En el resto del día, me refugié en aquellas cobijas calidas.
Escuché muchas veces los gritos de Jes, intentando entrar pero se lo impidieron. Mi final estaba predestinado, me matarían. Si acaso pudiera seducirlo, todo sería mas sencillo. Pero era virgen, ni siquiera sabía lo que era el sexo con mis veintidós años. Me sentí patética. Ahora me arrepentía de no haber salido, y haber estudiado. Sabría que caricias hacerle al hombre lobo, como besarle. Pero era una inexperta en el área. Mordí mis labios sintiendo pena en ese instante, hasta que finalmente me quedé dormida. Al día siguiente, mis ojos se abrieron y mi estomago protestó. Frente a mí, se encontraba Yeseraye, observándome con sus risos. Tenía una bandeja enfrente, de apetitosa comida. —Traje para ti. —Gracias… tengo mucha hambre, muero –comenté y comencé a comer el huevo que estaba sobre el plato cerrando los ojos –está delicioso. —Morirás de todas formas –comentó y la observé –lo siento. Intenté convencer a padre pero… —Esta bien. No te preocupes por mí. Al menos… pude salvarte –susurré y ella sonrió. Luego me dejó sola y mis pensamientos me invadieron. Pensaba en como seria mi muerte. Un sinfín de escenarios invadieron mi mente. Quise llorar por todo pero no podía mas que rezar para que fuera lo menos doloroso posible. Mis ojos se cristalizaron, y lloré hasta que alguien abrió la puerta. —Una humana… —comentó una mujer muy hermosa. Me observaba con una pizca de asombro. Sus pasos silenciosos, se deslizaron por la habitación hasta llegar hacia mí. Levantó mi barbilla con sus dedos finos. —¿Tú… me matarás? –quise saber aterrada y ella se rió. —Soy la prometida del Alfa. Llegaron… rumores –comentó y pronto sus uñas se afilaron en contra de mi cuello. Observé sorprendida. —¿Qué quieres…? —Nadie toca a mi hombre, he sido su prometida por cincuenta años y… —¿Por qué aun no se han casado? –no pude evitar preguntar, cuando me tomó del cuello. El oxigeno apenas pasaba y empecé a toser. Mis manos se envolvieron en torno a las suyas, pero no me soltaba. —Maldita rata asquerosa ¿cómo te atreves a tocar a mi hombre? —Él… tenía… asco… de mí –pude decir y me soltó –no deberías tener miedo por mí. Soy una rata después de todo según tú –susurré tomando mi cuello. Mi voz era rasposa. Cuando se acercó furiosa y sus uñas se convirtieron en dagas filosas, que iban hacia mi cuello, pero algo la detuvo. Era él, Zane. Sostenía la mano de la mujer con fuerza, ella gemía de dolor y se hincó de rodillas frente a él. —Yo… me encargaré de matarla ¡Largo! –exclamó gritando tan fuerte, que incluso ella se asustó. —Lo lamento señor –comentó incAilínndo el rostro al suelo y huyendo de prisa. Suspiré de alivio, aunque no sabía que muerte sería peor. —Gracias –comenté y comenzó a reírse. Lo observé dudosa, mientras me abrazaba intentando darme calor. —Lo hice porque no pueden desafearme. Si digo que yo te asesinaré, será así –comentó y dí un paso atrás observándolo aterrada. —¿C—cuando moriré? –quise saber y sonrió. —Eso… lo veremos –comentó y sus manos recorrieron mi cuello, luego se detuvo en mi escote. Gemí, y mi respiración se aceleró al sentir sus manos en mi piel. No se que me ocurría cuando se acercaba. Sus labios, buscaron mi cuello y comenzó a succionar rápidamente esa zona. Gemí y envolví mis piernas alrededor de su cintura. Me dejó caer con brusquedad en la cama, pero eso provocó mas excitación por mi parte. Abrí los ojos sorprendida, cuando sus manos tocaron mi zona intima. Abrí la boca para replicar algo, pero me silenció cuando sus manos recorrieron mi boca. Gemí, cuando sus dedos expertos comenzaron a recorrer mi zona intima. Pero un sonido de afuera, lo desconcentró. Se apartó y salió de la habitación dejándome sumamente confundida y excitada sin poder comprender que demonios había ocurrido ¿Acaso quiere tener sexo conmigo? —Quizás después me mate –comenté aterrada y me cubrí el rostro, ahogando un sollozo. Al no saber mi destino, había observado de reojo las telas, los objetos filosos. Pensando en terminar con mi vida. Pero no podía hacerlo ¿Cómo podría morir y dejar a mis padres? Pero entonces pensaba: —¿Y si acaso mi muerte era peor? No. No. Debía hacer algo, convencer al Alfa de alguna manera. No sabía mucho acerca de su naturaleza, ni siquiera tenía idea de nada. Pero decidí, escabullirme. Al acercarme a la puerta, observé la cerradura y al girarla, me percaté que no estaba encerrada. —Quizas pueda irme –pensé en voz alta y sonreí. Avancé con sigilo por los pasillos, cuando de pronto me crucé con una adorable niña de risos. —Yes… —comenté y ella me observó. Tomó mi mano. —Vamos. Dejé la puerta abierta –murmuró y suspiré de alivio –lamento haberte traido en esta situación. Yo… solamente quería una mamá –comentó con la voz quebrada e hice una mueca. —¿Quieres escapar conmigo? –pregunté y ella negó. —Nunca parará de buscarnos Lo mejor es que te vayas –susurró y asentí. Tomadas de la mano, comenzamos a correr por todo el sitio. Estaban todos dormidos al parecer, los pasillos desciertos me lo confirmaron. Cuando llegamos al exterior, el sonido sordo del silencio nos envolvió. Avanzamos corriendo y llegamos a la salida. Yes, me tomó de la mano y con sus ojos preciosos cubiertos de largas pestañas me observó. —Gracias… —susurró y la envolví en un abrazo. —Gracias por eso pequeña –murmuré y ella asintió. Al salir, sentí un enorme alivio que envolvió mi corazón. Comencé a correr, de pronto me detuve al escuchar el sonido extraño de unos aullidos ¿Acaso hay… lobos? Aterrada, avancé aún mas rápido. Quizás afuera había otras manadas. No lo sabía. Lloré mientras corría con mas velocidad, hasta que sentí un fuerte empujón. Al girarme rápidamente, me encontré con un lobo blanco gruñéndome. —Lobito… —comenté y mis ojos se cristalizaron. Cuando abrió la boca lo suficiente para tragarme de un bocado, cerré los ojos ¿Este sería mi triste final? ¿Comida por un lobo? Quise llorar pero no pude. Simplemente acepté mi destino. Pero de pronto, dejé de sentir el peso de sus patas sobre mis piernas. Al abrir los ojos me encontré con un lobo con el pelaje dorado y algo ondulado. Al mirarme, supe que se trataba de Zane. “Corre”. Asentí aunque confundida ¿ese lobo me hablo? Seguí corriendo torpemente, cuando de reojo pude notar que habían mas lobos detrás de mí. M****a, estaba jodida. Avancé lo suficiente, pero al no tener estado físico sentí mis piernas ardiendo. Caí de rodillas agotada, y ya estaba rodeada de lobos. Me gruñían y quería llorar en ese instante. Pronto apareció el lobo dorado, estaba frente a mí. Gruñía a los demás hasta que comenzó a pelear y suspiré de alivio pero no pude levantarme al percatarme de que estaba herida.Tenía una mordedura horrible en la pantorrilla. Gemí asustada, cubriendo mi rostro. Pero de igual forma, me impulsé para seguir corriendo. Mis pasos se detuvieron al escuchar un alarido de dolor. Al girarme, contemplé que el lobo dorado, había podido con todos y se retiraron. Sin embargo, él, quedó sobre el suelo de nieve. Me giré dispuesta a retirarme, algo me detuvo en ese instante. Cerré los ojos y tragué saliva en seco. Estaba corriendo en la dirección de aquel lobo herido. Me cubrí la boca soprendida, estaba desangrándose. Dos mordeduras se encontraban en su cuello.Me hinqué de rodillas frente a él. Acaricié su pelaje, hasta llegar sobre su cabeza. —Estarás bien –comenté temblorosa sin saber que hacer ¿Cómo podría cargar un lobo tan pesado? Mis pensamientos me invadieron, hasta que con las pocas fuerzas que tenía, se puso de pie.Comenzó a caminar, la tormenta se intensificaba sobre nuestras cabezas. “Vamos ¿quieres congelarte humana?”, preguntó otra vez y asentí sin entender
—Yo soy tu cambio —me dijo el hombre lobo —. Te encuentras ante la frontera de una nueva vida, una nueva era, una nueva forma de vida.Tragué saliva con fuerza, lo observé dudosa sin comprender sus palabras.—¿Qué estás diciendo?—Te convocaré a ser una loba —dijo él.—¡Por favor, piensa un poco más en ti mismo! —dije.—¡No puedo dejar que te vayas! —gruñó el hombre lobo— . ¡Debes convertirte en una loba!—¡¿Por qué?!—No me importa si odias a los humanos —dije —. ¡No tengo por qué convertirme en una loba!El hombre lobo gruñó, su cara se ensombreció más. Pero entonces me alejé, él, me observó a la distancia y juré ver una sonrisa en la niebla. Por fin había llegado al hospital, suspiré de alivio al ver que estaba rodeado de policías. Dí mi declaración, comentando que él había intentado asesinarnos a todos, las cámaras mostraron el momento exacto que el se golpea contra la pared, pero… no aparecía la niña.Aquello me pareció confuso. Pero no pude decir nada más, por suerte no había
—Demuéstrale que no son todos iguales. El señor Jhonson, es… buena persona ¡Hazme caso y demuéstrale lo contrario! –Ordenó y negué, seguí caminando y cerré los ojos –no podrás separarte y él… aunque esté con otras tampoco.—Espera… ¿qué tiene que ver el señor Jhonson? –quise saber y ella se encogió de hombros —¿Por qué dices que no puedo separarme de tu padre? –quise saber cansada de su discurso.—Porque se necesitan. Quise replicar algo más, seguí avanzando pero me detuve. Al girarme, ella ya no estaba. Observé en todas las direcciones posibles, fruncí las cejas ¿Cómo…?—¿Estás bien? –preguntó una voz, era Matias un compañero.—Sí. ¿Despertó el señor Jhonson? –quise saber y él asintió. —Sí, está parado mirando a la ventana.—Pero… —comenté sorprendida y seguí a Matías –no podía caminar –comenté y el se encogió de hombros. Al ingresar, ví la espalda y trasero del señor Jhonson, causó risa en mí. Lo cubrí con una manta, pero mi sonrisa se borró.Pude notar claramente, sobre su espald
Al otro día, me sentí extraña. Mientras estaba en cada clase, mis pensamientos sobre Zane con otras mujeres no me dejaban tranquila. Nunca había sido así, ni siquiera con William, sabiendo que él estaba con otra persona. ¿Por qué ahora era distinto?Observé de reojo a Lucía concentrada en sus deberes.—Dime que te pasa –comentó sin levantar la vista y suspiré —¿es por tu hombre misterioso?—Es… complicado. Su hija… me visitó y… mencionó de manera inocente que su padre… —murmuré y cerré los ojos sintiéndome avergonzada –era visitado por mujeres todo… el tiempo.—¿Y eso te afecta? –preguntó directamente e hice una mueca con los ojos cristalinos –Oh… si que te afecta.—Me molesta, es decir… ¿por qué? No comprendo. Ni siquiera con William… me pregunté qué hacía cuando se marchaba.—Ese tipo era un hijo de…—Sí. Sí. Pero… nunca estuve tan… así. Quizás son las secuelas que me dejó ese amor doloroso –reflexioné y ella se encogió de hombros.—Por suerte ya no lo volviste a ver –señaló hacia mí
Una enfermera encuentra a una niña congelada en el exterior de su hospital y la rescata. Después de atenderla, descubre que la pequeña tiene un don mágico que le permite curar heridas y predecir el futuro. La niña la lleva a su manada, y se desarrolla una tensa relación con su cruel padre, el Rey de la Manada.Ailín.Observaba con aburrimiento, los vendajes que acomodaba mientras tarareaba una canción. El día, estaba bastante gris señalaba que una lluvia aterrizaría sobre nuestras cabezas. —Solamente me faltan dos horas más –susurré intentando darme ánimos, pero obtuve lo contrario. Comencé a pasearme por todas las habitaciones, percatándome si alguien necesitaba ayuda.Al terminar la ronda, me senté junto a la encimera de la cocina. No había nadie, todos se habían marchado a excepción de Carlos, el guardia. Odiaba estos turnos rotativos, pero ¿cómo me escucharían? Si era la mujer sin hijos, disponible según ellos. Solamente tenía a mis padres, y el recuerdo de mi difunta hermana gem
Al intentar apartarlo, no pude. Mis manos, estaban atadas y comencé a llorar desesperada. Sollocé y él, intentó besarme.—¡Ayuda! –grité.—Esperé… este momento ayer durante todo el día. Pero… apareció esa maldita niña –comentó y gruñó.Pero cuando cerré los ojos para esperar mi triste destino, el peso de su grotezco cuerpo desapareció. Al abrir los ojos, me encontré con la niña frente a mí. Parecía sana, sus heridas estaban aún vendadas. Pero su mirada, causó escalofríos en mí.—Niña… ¿te sientes bien? –quise saber y ella asintió, se acercó para liberar mis manos y suspiré de alivio. Al girar el rostro, observé perpleja que Carlos estaba muerto en contra la pared —¿Cómo…?—Hay que irse –anunció y negué.—No podemos salir, por la nieve –susurré y ella se giró soltándome de manera brusca.—Te llevaré con mi padre –comentó y la observé sin entender –Yo… ahora tendré una nueva madre.Confundida, la seguí. Mis pasos se volvieron inestables, hasta que me topé con ella. Avanzamos durante tod