—Demuéstrale que no son todos iguales. El señor Jhonson, es… buena persona ¡Hazme caso y demuéstrale lo contrario! –Ordenó y negué, seguí caminando y cerré los ojos –no podrás separarte y él… aunque esté con otras tampoco.
—Espera… ¿qué tiene que ver el señor Jhonson? –quise saber y ella se encogió de hombros —¿Por qué dices que no puedo separarme de tu padre? –quise saber cansada de su discurso. —Porque se necesitan. Quise replicar algo más, seguí avanzando pero me detuve. Al girarme, ella ya no estaba. Observé en todas las direcciones posibles, fruncí las cejas ¿Cómo…? —¿Estás bien? –preguntó una voz, era Matias un compañero. —Sí. ¿Despertó el señor Jhonson? –quise saber y él asintió. —Sí, está parado mirando a la ventana. —Pero… —comenté sorprendida y seguí a Matías –no podía caminar –comenté y el se encogió de hombros. Al ingresar, ví la espalda y trasero del señor Jhonson, causó risa en mí. Lo cubrí con una manta, pero mi sonrisa se borró. Pude notar claramente, sobre su espalda una mordida pequeña. —Mierda –comenté sorprendida y el se giró. —Me siento renovado, ¿me dieron un pinchazo en la espalda? Sentí eso y cuando quise saber sentí… que tenía veinte años ¡Increible! –comentó con felicidad y me reí. –Primero hablé con una niña encantadora y luego, me dormí. Sabía quién había sido. —Yes… —comenté en voz baja, sonreí y comencé a realizarle estudios al señor Jhonson. Estaba sentada en la terraza de mi departamento. Sostenía una taza de café entre mis manos, mis cejas estaban fruncidas intentando averiguar que m****a había pasado. Pero todo me llevaba que la niña tenía poderes curativos. La enfermedad del señor Jhonson, se había ido. Estaba sano. Y era tan extraño. Observé de reojo mi carpeta, mañana tenía que ir a la universidad. No tenía ganas pero para nada. Cerré mis ojos sintiéndome perdida y cansada. Quería ser licenciada en enfermería pero al costo de perder mi estabilidad. Primero había empezado la carrera para impresionar a William, pero poco a poco, comencé a sentir que una licenciatura, no era para mí. No obstante, la terminaría. Pero las palabras de aquella niña, invadieron mi mente. Además, la imagen de Zane teniendo sexo con otras mujeres, me produjo un… profundo pesar que produjo que mi puño se cerrara con enojo. —¡Imbecil! ¡Luego de besarme, besa a otras mujeres! —grité furiosa y me toqué el pecho, al encontrarme a Zane de pie, frente a mi balcón. Abrí los ojos con sorpresa y él, sonrió. Caminó despacio, y no pude evitar bajar la vista a su torso desnudo y… el resto. Era enorme, su miembro estaba… —¿No deberías mirarme a los ojos? –preguntó y avergonzada, lo miré. —No deberías andar desnudo… tendrías que ponerte ropa –comenté temblorosa y avanzó dando pasos hacia mí. A medida que retrodecía uno, él daba dos. Hasta que finalmente mi nariz, chocó contra su pecho. La sonrisa en su rostro, causó estragos en mí. Su mano derecha, levantó mi barbilla encontrándome con sus ojos azules. Mis bragas ya estaban mojadas para ese instante, deseaba tantas cosas que… —Te las hago –comentó con voz ronca y sus ojos, se volvieron mas oscuros –te hago todo loq eu te imagines… —Yo… no quiero nada –mentí apartándome, dando un largo paso hacia atrás. Escuché su risa y me giré con una ceja levantada —¿No tenías un ejército de mujeres a tu merced? —¿Celosa? –quiso saber y abrí la boca intentando protestar. Pero ya era tarde, llegó a una velocidad sorprendente, para abrir mis piernas y subirme a la barra. Comenzó a dejar besos en mis pantorrillas, hasta subir a mis glúteos. No pude evitar gemir. Su boca contra mi piel estaba provocando un dulce dolor, que corría hasta la zona íntima de mi. Mordí el labio, tratando de contener gemidos y gruñidos de placer. Él empezó a rozar mi piel con su lengua, y sus besos se hicieron más profundos. Me puse rígida. —¡Oh, Dios mío! Estaba siendo invadida por una marea de sensaciones contradictorias, desde el asombro hasta el deseo. ¡Era absurdo! ¡Me estaba sintiendo a merced de alguien que le había jurado a sus huesos un instante antes! —¿Te estoy gustando? —murmuró él, sin dejar de besarla. —No... Él emitió un resoplido. —Estás temblando. ¿Estás bien? —le preguntó, sus ojos brillaron y su mano descansó en su piel caliente. —¡No lo hagas! —grité. —¡Necesito que me dejes ir! Pero él no se mueve. — ¿Estarías segura de querer salir de aquí? —Sí —respondi aún excitada, mi voz sonó mucho más dura y determinada que mi forma de estremecerse. —¡Quiero irme! Él se detuvo y me miró. —Está bien —gruñó —. ¡Pero no puedo dejar que te marches así! El hombre lobo recorrió la habitación, buscando algo. Yo lo observaba con la mirada fija y los ojos cerrados, esperando para ver qué haría a continuación. —¡No te acerques! —le advertí enojada— . ¡Si no me deja ir, gritaré a la policía! El hombre lobo se volvió hacia mi. —¡Pensé que estabas preocupada por mí! — Miré su cuerpo, casi perfecto. Mis ojos recorrieron la puerta, y volvieron a él. ¿Dónde estaba esa bengala que él había mencionado antes? El hombre lobo sospechó. — ¿Quieres gritar a la policía? —preguntó, y su mano apretó mi mejilla. —¿O quieres saber qué me tienes tan interesado? ¿Prefieres… que te haga el amor? Zane se detuvo frente a mi, pude notar su piel caliente y su respiración, rápida. —Necesito que me escuches —dijo —. ¡No puedes simplemente salir de aquí! ¿Lo entiendes? Negué con la cabeza. —¿Por qué no? —Porque soy yo quien lo quiere —afirmó él —. ¡Y tú eres mi alma gemela! — ¿Estás loco? —pregunté— . ¿Es una especie de chiste? ¡Machista! Él sacudió la cabeza. —Ningún chiste, querida. El destino nos juntó y no me voy a rendir por una noche pasada. Resoplé intentando de mantener la compostura y no me dejaría convencer tan fácilmente. —¿Por qué no puedo simplemente irme? ¡Te he dado lo que querías! El hombre lobo se agachó y la miró a los ojos. —Porque ahora también eres mi compañera —dijo él —. —¡¡Compañera!? ¡¿Eso es todo lo que quieres!? —exclamé enojada, mi voz resonó por las paredes, y el hombre lobo sonrió. —También te deseo —dijo él. —Pero… — quise decir, pero estaba atónita. Él me besó, profundamente, sus brazos me rodearon. Mi cuerpo respondió al instante. Y…. siempre tenido mis propios deseos secretos, pero ahora que estaban siendo satisfechos, mi cuerpo comenzó a exigir más. Me apreté contra él, moviendo las caderas para recibir más de su presencia. Él mordió mi cuello. Comencé a gemir con más fuerza. —¡Oh, Dios! —grité. Él me miró, y sus ojos relucieron con una ansiedad que jamás había visto en un hombre. —¡Ay, Dios! —rugió él— La mano de él comenzó a recorrer mi cuerpo, mientras el movimiento rítmico de las caderas continuaba. Mi carne se estremeció en su interior, sentí cada una de las partes de él que chocaban con la suya. Dejé escapar un leve gemido de placer y permití que él dominara mi cuerpo. Los movimientos de él se intensificaron. Su aliento se convirtió en un rugido. Su voz empezó a sonar más gruesa y gutural. Podía sentir su deseo creciente. Era como si estuviera a punto de explotar. La luz de la luna entró en la habitación, resplandeciente y brillante. Comencé a sentir como si fuera a estallar. Se sintió atrapada en un espacio sin fin. Sus gemidos aumentaron de volumen, y aún así, quería más. sigue Él se derrumbó sobre ella. Ella se recostó en su cuerpo y su ritmo se relajó. Me quedé con el corazón acelerado, incapaz de articular palabras. Estaba realmente ocurriendo esto. ¿Era una locura o un sueño hecho realidad? Me incorporé con un respingo, llevé mi mano a la frente. ¿Qué había sido eso? ¿Un sueño? ¿Una pesadilla? Estaba todavía en el balcón de mi habitación. El viento helado acariciaba mis hombros, y los árboles se agitaban alrededor. ¿Había sido un sueño?Al otro día, me sentí extraña. Mientras estaba en cada clase, mis pensamientos sobre Zane con otras mujeres no me dejaban tranquila. Nunca había sido así, ni siquiera con William, sabiendo que él estaba con otra persona. ¿Por qué ahora era distinto?Observé de reojo a Lucía concentrada en sus deberes.—Dime que te pasa –comentó sin levantar la vista y suspiré —¿es por tu hombre misterioso?—Es… complicado. Su hija… me visitó y… mencionó de manera inocente que su padre… —murmuré y cerré los ojos sintiéndome avergonzada –era visitado por mujeres todo… el tiempo.—¿Y eso te afecta? –preguntó directamente e hice una mueca con los ojos cristalinos –Oh… si que te afecta.—Me molesta, es decir… ¿por qué? No comprendo. Ni siquiera con William… me pregunté qué hacía cuando se marchaba.—Ese tipo era un hijo de…—Sí. Sí. Pero… nunca estuve tan… así. Quizás son las secuelas que me dejó ese amor doloroso –reflexioné y ella se encogió de hombros.—Por suerte ya no lo volviste a ver –señaló hacia mí
—Mierda… otra vez no –maldije sintiéndome excitada. Es que esos sueños, eran tan… verdaderos y a veces pensaba que estaba enloqueciendo. Enojada conmigo misma, observé la ventana.Ya era de mañana, por suerte había algo de sol y supe que era mi oportunidad para salir. Tomé una mochila, con comida, algunas medias porque mis pies se congelaban con facilidad. Caminé dando pasos dudosos.Pero seguí aquel camino, lo recordaba. Incluso me pareció poder sentir el aroma de aquel lobo en contra de mi nariz. Mis pasos avanzaron, junto con mi corazón bombardeando con una fuerza inédita.Cada paso se transformó en centímetros más cercanos hacia mi destino. Finalmente llegué, mordí mis labios al mirar la entrada y emití un suspiro atroz que envolvió mis fosas nasales. Bajé tal cual lo había hecho la vez anterior, la puerta se abrió ante mí.Al ingresar, pude ver muchos niños corriendo y riéndose. Me reí, sintiendo un ambiente agradable. Hasta que finalmente, caminé con algo de rapidez. Necesitaba
Capítulo 9.Abrí los ojos sorprendida, frente a mí: estaba William, mi ex novio. Compraba algo con una gran sonrisa, y cuando sus ojos se encontraron con los míos, arrojó todo al suelo.Me acerqué sin dudarlo. Pero al recordar las noches interminables de sufrimiento, no pude avanzar. Salí corriendo en otra dirección, mientras las lágrimas empapaban mi rostro.—¡Ailín! –exclamaba su voz. Su voz. Aquella que aún podía recordar como si hubiese sido ayer. Tenía videos que aún no podía eliminar, recuerdos que poco a poco se perdían en nuevas experiencias.Pero no esperaba verlo, entonces me detuve perpleja.Sus palabras cobraron un sentido extraño en ese instante, su otra mitad, ¿acaso él…? Claro, seguramente tiene un alma gemela, por eso… no podía dejarla.Él se detuvo agitado, como si hubiera corrido una maratón. Se detuvo sobre sus rodillas y me sonrió. Pude recordar aquella sonrisa, cada vez que me decía que me quería, o cuando me daba alguna sorpresa.No esperaba verle, y aquello me de
No lo hubiera imaginado, pero viéndolos a ambos, pude notar un leve parecido entre ambos. Aquello me desconcertó, observé perpleja a mi ex novio, y mis pensamientos fluyeron. El Alfa, me soltó con prisa, y sus ojos me observaron ferozmente.—¡Eran pareja! ¿Cómo se te ocurre hermano? –preguntó furioso Zane y lo tomó del cuello, elevándolo por el aire. Me cubrí el rostro, sorprendida lo arrojó varios metros sobre el suelo. Corrí a su lado.—¡William! ¡Basta Zane! –exclamé mirándolo con reproche, sus ojos me observaron con un brillo que me erizó la piel. Asintió con una mueca y se alejó corriendo.—Estoy bien –comentó William y suspiré dejándome caer atrás. Cerré los ojos sintiéndome perdida.—Debo… liberar a mi amiga –comenté y me puse de pie con dificultad. Luego me detuve, lo observé con dudas a William y dije: —¿Sabías quién era?—No. No tenía idea… bueno, podía sentir que tenías un aroma parecido a Zane, pero… eras humana y no creí que…—Fuera su mate. Bien. ¿Dónde está tu pareja? –
Sus dedos se movieron con suavidad a través de su piel, como si estuviera probando un dulce. Ella tragó saliva y miró con incredulidad a su compañero. ¿Por qué estaba haciendo esto?Sin previo aviso, Zane empujó su cuerpo contra el suyo, y ella se tambaleó hacia atrás.—¡Háblame! —le ordenó él.Ella no pudo más que balbucear.—¿Qué?—Lo que sientes —dijo él, sus ojos eran inusualmente claros.—No... nada. —Ella giró la cabeza, esperando que se apartara. Pero él se acercó más.—Dime qué sientes, o lo buscaré en tu interior.Ella miró con incredulidad a Zane y trató de zafarse.—¡No me hagas esto!—¡No seas ridícula! —gruñó él— . ¡Me das todo lo que quiero!Ella tragó saliva y trató de ponerse en pie, pero se encontró atrapada por su brazo.—¡Déjame!Ella se tocó su brazo y trató de apartarse. Pero sus fuerzas eran insignificantes en comparación a las suyas, y no pudieron hacer más que moverse, inútilmente.—¡¿Qué quieres de mí?!Zane suspiró, y sus ojos se llenaron de una forma que la
Una cachetada, resonó en toda la habitación. Abrí los ojos con sorpresa al percatarme, lo que había hecho. Aterrada, cubrí mi rostro con lágrimas y el corazón bombardeando con fuerza ¿Cómo se me ocurrió?—Yo…—¡Largo! –exclamó y su voz bramó.—Yo…—¡Largo! –exclamó furioso tomándome del cuello. Mis pies ya no tocaron el suelo, estaba flotando en el aire sintiéndome con falta de oxígeno. Aquello no pareció interesarle, porque siguió enojado. Hasta que empecé a tener sueño.Me soltó, y me dí un fuerte golpe en contra el suelo. Me marché corriendo y llorando aterrada. Nunca había visto sus ojos así, llenos de odio como si me tuviera asco. Pero sus caricias, provocaron tantas cosas que jamás nadie había hecho. Ni siquiera William.Entonces, en ese pequeño instante. Lo comprendí. Entendí porque se iba, aunque de igual forma me protegiera. Entendí que quizás, era una sensación en contra de su voluntad. Y quizás… si me quería.Llegué frente a la puerta de Yeseraye. La misma, me observó con u
Zane.—¡Largo! –exclamé a la mujer que llegó. Me sentía frustrado, mi miembro no se volvía erecto con ninguna mujer. Había probado con docenas de ellas. No. No podía pensar en… esa asquerosa humana.—¡Mierda! –exclamé enojado y le dí un fuerte golpe al colchón. De pronto, ingresó una chica. Era delgada con su cabello rubio y ojos marrones. Me observó y avanzó hasta llegar en silencio frente a mí –Nombre.—Soy Ani…—Empiezas con A –comenté con una sonrisa seca, de pronto la puerta se abrió. Uno de mis hombres, ingresó agitado. —¿Qué?—Vimos a nuestra futura Luna, de la mano con otro hombre.Mis ojos se abrieron con sorpresa. La chica aún estaba de pie frente a mí.—Lo dejaremos cuando vuelva –com
Ailín.Al llegar a casa, me quité los zapatos. Me sentí decepcionada, una parte de mí había esperado que él, se hubiera ido para verme. Pero no era así, me senté sobre la cama comiendo mis uñas y sintiéndome patética.Emití un resoplo, mientras suspiraba mi mala suerte. Cerré los ojos antes de quedarme dormida.Una parte de mí, esperándolo entre mis sueños.—¿Estas… bien? –quiso saber y asentí, pero pronto mi boca fue envuelta por la suya. Me perdí entre sus labios y nos besamos hasta perder la consciencia. Gemí sintiéndome demasiado perdida y pronto su enorme miembro, entró en mi interior. Estaba encima de mí y mis piernas se abrieron para darle acceso. Estaba demasiado excitada, no soportaba la idea de no sentir su pene en mí. No comprend&iacu