Veintitrés

Ignacio suspiró y se puso la corona, Salomé aplaudió, Violet y Mariska no pudieron ocultar sus risas al ver el rostro del indominable Ignacio cediendo al capricho de la mujercita de la cual había dictaminado, no conseguiría cambiar en absoluto su vida.

—¿Ahora qué? —se encogió de hombros…

—Ofrézcale un espectáculo, Ignacio —sugirió Violet bebiendo zumo de naranja y disfrutando del rostro del hombre.

Sin una idea, pero ya muy metido en su papel, Ignacio empezó hablarle gracioso, actuar gracioso, logrando mantener a madre e hija riendo y concentradas.

—Violet no me estás prestando atención —protestó Mariska al verla disfrutar el show.

—Lo siento, es que es muy divertido —volvió su atención a medias a su manager.

Ignacio había finalizado el show cuando Salomé se levantó, se acercó, busco el modo para abrazarlo, él la cargó, ella quiso bajarse, él permitió que lo hiciera, sin apartar su mirada, vio como la pequeña se acostó a unos centímetros de él, él hizo lo mismo, se quedaron mirando,
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