Treinta y uno

—Bien, Violet, acepto —dijo sin pensarlo y al recapacitar se justificó—. No es que me interese su vida, es por el bienestar de Salomé, y porqué me parece una buena idea, lo que sugiere, Violet.

—No estaba con el doctor, aún no me propone salir, solo estaba en el spa.

—Hola, hola, hol… —simón irrumpió en la oficina y se quedó asombrado al ver a Violet—. Caray hombre, lo siento, no sabía que estabas ocupado, puedo volver más tarde.

Con su entera atención en Violet, Simón esperaba la respuesta de Ignacio.

—No, no te preocupes, Simón, ella es Violet y esta hermosa mujercita es mi hija, Salomé.

—Mucho gusto, señorita, soy Simón —le dejó un beso en la mano que hizo que Ignacio rodeara su escritorio hasta ellos—. Es mucho más hermosa que en las fotos señorita.

—Sí, simón, apártate, es decir, deja a Violet en paz, mira, ella es mi hija.

—No, pero, si no me está molestando Ignacio, mucho gusto señor, es usted muy amable.

Violet sonrió amable e Ignacio frunció el ceño al ser de nuevo Ignorado.

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