Treinta y tres

Violet bajó del auto y quiso ayudar con Salomé, pero él se negó, le indicó el camino y Violet pudo notar lo nervioso que estaba.

—¿Se encuentra usted bien, Ignacio?

—Sí, es solo que espero que el este lúcido, es como un niño, pero es un hombre agradable, sé que si está de buen ánimo le gustará conocer a Salomé.

Ella sonrió, habían llegado con la enfermera encargada, quien le dijo que se encontraba bien, lo que generó satisfacción a Ignacio.

El hombre se encontraba viendo desde su cómodo sillón un programa, sintió la puerta abrirse y no se molestó en mirar.

—Señor Josh, tiene visita —informó la enfermera siendo ignorada.

—Papá, papá —balbuceó Salomé, logrando llamar la atención del hombre.

—Hijo, mi hijo, has venido, ¿y este par de señoritas? —se puso de pies con la dificultad que el paso de la edad había provocado a su cuerpo, erguido, caminó hacia ellos—. Salomé... se parece a mí Salomé.

—Hola padre, así es, se parece a mamá, ella es Salomé, es mi hija.

Salomé se quedó mirándolo, hiz
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