Ignacio respondió la llamada de su novia, ella era una prestigiosa cardióloga, mientras él conducía con dirección a la clínica a recoger a Fermina, Violet jugaba con su pequeña, cuando estaba con ella no existía nada más. Entre sus responsabilidades, su hija era la más importante.
«Sé que no hace falta, me tienes a mí, pero no estaría nada mal saber quién es tu padre, antes de que tenga que explicarte la manera tan vergonzosa en que fuiste concebida» pensaba, en tanto le hacía cariños a Salomé.—Lana, ¿te importaría hacerte cargo unos minutos de Salomé? Le he pedido a la empleada tomarse el día, haré yo el almuerzo.Lana se acercó y se hizo cargo de la pequeña, Violet preparó todo y volvió con ellas.—¿Usted cree que la niña se parezca a su padre?—Puede ser, en mi familia nadie es rubio, y mucho menos de ojos de color.—De todos modos es usted una morena muy hermosa, la niña Salomé, por el contrario, es rubia y tiene ojos grises, tal vez tenga su suerte y siga sus pasos, una famosa modelo.—Ella será libre de elegir ser lo que guste, me alegro mucho de que esté bien, tal vez lo asmática también es por parte de su padre.—Posiblemente, creo que huele a quemado, señorita Violet.Violet corrió, por suerte no se había quemado nada, sirvió el almuerzo, alimentó a su pequeña y jugó con ella hasta que se quedó dormida.—Yo paso con el postre Ignacio, sabes que no me gustan, si estás comiendo es porque estás ansioso. ¿Qué sucede?—Todo está bien, es solo esa joven, es tan irresponsable que si falta mañana, rescindiré del contrato y la demandaré, así aprenderá a ser responsable.—Si lo crees conveniente adelante, ¿Ignacio irás conmigo al cumpleaños de mi sobrina o nos inventamos una excusa? Ya sabes que habrá varios niños.Ignacio suspiró y fue suficiente, Fermina llamó a su hermana para mentir y no asistir.—Ha sido un almuerzo agradable, te veo en casa —se despidió Ignacio después de pagar la cuenta.—Ok, y ya no consumas más calorías Ignacio —respondió sumergida en su móvil.Ignacio aprovechó para visitar a su padre, su único familiar con vida, sufría de demencia, lo tenía en el lugar más prestigioso de la ciudad, gozaba a pesar de su condición de excelente trato y condiciones, en tanto Ignacio disfrutaba de los cortos momentos de lucidez que tenía su padre. Violet se había acostado al lado de su pequeña, intentando recordar algo más del padre de su hija.Acarició la suave piel de Salomé y se preguntó, una vez más, si todos esos rasgos inexistentes en su familia, eran por parte de él. Violet cerró los ojos, agradeció poder regresar al trabajo, era un contrato exclusivo y por ende debía cumplir.Violet se había despertado horas más tarde, con el llanto de su bebé, le hizo el cambio de pamper, le dio el medicamento y se dispuso a compartir con ella.El día estaba llegando a su fin, Ignacio dejó a su padre después de haberlo visto dormir, el hombre actuaba como un niño en ocasiones, aun así Ignacio, quien decía no tolerar a los niños, le tenía la misma paciencia y amor que recibió de su parte.Condujo a la empresa, realizó algunas actividades necesarias, estuvo al tanto del adelanto que había logrado Michael, no había sido mucho, pero era mejor que nada, Ignacio evitó molestarse por el asunto de la joven irresponsable.Siendo un poco más de las 8 pm, Ignacio dejó todo en orden en su oficina. Se despidió con la frialdad que lo caracterizaba de sus empleados y al igual que ellos, fue a su casa, donde lo esperaba ya la inminente cardióloga, en sus habituales pijamas de satín, usadas como señal de deseos, en sus organizadas vidas incluso la intimidad parecía ser algo programado.Ignacio llegó a casa, saludó con un beso en la coronilla a su novia, recordó el significado de las pijamas de satín, después de ducharse, cumplieron con lo que para ellos era lo más lejos que se permitían llegar con las emociones, era el momento en que se desahogaban y parecían ser otras personas, después como dos simples conocidos, se dispusieron a dormir,Violet permanecía despierta, su bebé se negaba a dormir, y por suerte ella tenía paciencia.Dos horas más tarde, Violet cantaba una canción de cuna a Salomé, con la intención de poder descansar, dormir temprano, hacía parte de su rutina, para mantenerse radiante y garantizarse seguir siendo la novedad ante la competencia, le había costado, pero finalmente había logrado dormir a la pequeña.—Señorita Violet… señorita Violet…Lana decidió organizar a la niña Salomé.—Buenos días, Lana, me quedé dormida muy tarde, supongo que pasó de nuevo. Hola princesa, veo que estás mejor, ¿estás lista para tu primer día laboral con mamá?La pequeña extendió los brazos y Violet se hizo cargo, la llevó con ella, Lana entró y mientras Violet se duchaba, ella le hacía mimos a la pequeña.—Estás muy hermosa Lana, estamos preciosas, llamaré al chofer y guardaespaldas —dijo Violet.Lana recogió todo y la siguió.Unos minutos después llegaron el chofer y guardaespaldas, Violet se hizo cargo de la pequeña y facilitó la dirección a chofer.—Sé que le vas a agradar a mi jefe, eres una princesa encantadora, perdóname amor por exponerte de este modo, pero no quiero dejarte y mucho menos puedo faltar a esta sección de fotos una vez más.—No se preocupe, señorita Violet, la niña Salomé es un amor, claro, a menos que esté malita, es cuando suele llorar.—Lo sé, y Lana, recuerda que puedes llamarme Violet, dejemos las formalidades, somos amigas, creo.Ella sonrió, Ignacio se había ido a trotar para liberar tensiones antes de ir a la oficina, Fermina se había ido a casa y se preparaba para comenzar con su día laboral.Violet había llegado a la empresa, con una fachada tan pulcra y profesional, que esperaba que ese mismo profesionalismo tuvieran las personas que en ella laboraban.—Buenos días, señoritas —saludó el portero—. Lo siento, no se permiten menores de edad y mucho menos bebés.Violet sabía que lo de menores tenía sentido, pero su hija era un bebé, el lugar parecía seguro, insistió, aun así no le permitieron el paso.—Soy la modelo Violet Mauco, me están esperando, para una sesión de fotos, llame a su jefe, por favor.—Lo siento señorita, si es la modelo usted puede pasar, pero la niña no.—Llame a su jefe, no entraré sin mi hija.—Hagamos algo, entre usted y compruebe que son reglas del jefe —dijo el portero.—Está bien, Lana, espérame un momento, iré a hablar con ese tipo, no le haré esa sección si no permiten que tú y mi hija entren.Lana asintió, Violet dejó un beso en la mejilla de su pequeña y dijo volvería, el portero negó con la cabeza, sabía que no conseguiría nada, conocía a su jefe al “robot”.Violet había llegado, en cuanto dijo su nombre, la secretaria sin escucharla la dirigió con Michael, quien empezó hablarle de trabajo, ella seguía intentando ser escuchada.—Vístete y ve a la sesión de maquillaje, el estudio está listo, los fotógrafos esperan —dijo Michael.—No, ¿no me estás escuchando? Estoy diciend…—No, no, nena luces fatal, ve a que te maquillen —interrumpió de nuevo.No importaba cuanto intentara hablar, Violet era jalada de un lado a otro, sin que hubiera logrado hablar.—¿Quién diablos es usted y que hace en mi empresa con un niño? —exigió Ignacio saber al ver a Lana y la pequeña.—Lo siento, señor, se los advertí, pero…—¿Qué es lo que hace usted aquí? No es un lugar para niños…—Señor, yo estoy con mi jefa, ella nos pidió venir, verá, la pequeña está enferma y…—Me importa un comino, váyase ahora mismo, no es un lugar para niños, no es una guardería.Ignacio cogió a la mujer por el brazo, sin importar que llevara a la pequeña encima, quiso sacarla, Violet quien había logrado librarse de los empleados de Ignacio, se percató de la situación.—¿Qué le pasa imbécil? —reclamó, jaló al hombre y sin pensarlo lo empujó—. Están bien Lana, ¿mi bebé está bien?—¿Señorita Williams? —inquirió Ignacio al reconocerla de las fotos—. ¿Me puede usted explicar que demonios significa esto?—Es usted un misera…Violet se quedó asombrada al ver al hombre maduro enfrente de ella, no solo por lo apuesto que era. Violet miró a su hija.Ojos grises, cabello rubio, al igual que el hombre parado enfrente de ella, Violet no solo vio esas similitudes, era el rostro del hombre que vagamente aparecía en sus recuerdos.—Ust… ust… usted —logro balbucear Violet.—Señorita Williams, ¿me puede usted explicar que es lo que sucede aquí?Ella seguía asombrada, no podía creer lo que su mente sugería, aquel hombre frente a ella, era el padre de su pequeña.—¡Señorita Violet! —Lana la había sacudido logrando que reaccionara.—Señ… señ… señor, esta es mi hija, está enferma y yo la he traído conmigo, no podía dejarla sola —tartamudeó Violet.—¿Su hija? ¿Qué demonios, esto es una broma, verdad?—No, no, señor, esta es nuestra… es mi hija, Salomé, ella está enfer…—Me importa un comino, sus asuntos familiares, además de irresponsable, incumplida, es una mentirosa, sus archivos no hablan de una mujer con hijos, no trabajaré con alguien como usted.Violet estaba sorprendida.—A qué se refiere, señor, ¿alguien como yo?—Tiene una hija, no tendrá tiempo para trabajar, no me gusta perder el tiempo.—Señor, pero yo no…—Esta despedida, considere el contrato inválido, mi abogado se pondrá en contacto con usted.Violet se había quedado asombrada, abrió los ojos como platos mientras escuchaba las amenazas de demanda del hombre, de lo que eso le haría a su carrera.Ignacio se retiró furioso, Violet se quedó parada cuál estatua.—Señorita Violet lo mejor es que nos vayamos —dijo Lana—. ¿Señorita Violet?Violet empezó a caminar, sin salir de su asombro, llegaron hasta el auto y su primer acto fue llamar a Mariska, su amiga y diseñadora a la que le debía su éxito.—Hola Violet, ¿Qué tal ha ido tu sesión de fotos? ¿Cómo está mi ahijada?—Encontré al padre de mi hija, Mariska, él, mi nuevo jefe es el padre de mi hija.—¿Qué, pero qué dices? Violet no puede ser posible, ¿no has leído? A Ignacio O’kelly no le gustan los niños.—No, no lo hice, pero no te miento, es él, Mariska es su rostro, es el rostro que recuerdo, mira sus fotos y ve los rasgos de Salomé.Mariska esperó en la línea mientras comprobaba la información.—Caray, sí, si tienen el color de ojos y cabello, ¿pero no será solo una coinciden
Violet se quedó sorprendida.—Papá, apa—repitió la pequeña.Ignacio sonrió.—Hola mujercita, no soy tu papá, ¿así que puede hablar? ¿Esperaban a su esposo señorita Williams?Violet estaba concentrada mirando al hombre delante de ella, mordía la manzana con pensamientos nada sanos.—Señorita Williams, ¿está usted bien?—Papá —repitió insistente Salomé.—No soy papá, pero he traído esto para ti —extendió la mano con un piano acto para bebés a partir de los 12 meses, en color azul.—Amor, no, el señor no puede cargarte, es alérgico a los bebés —reaccionó finalmente Violet—. Soy madre soltera, señor.Ignacio la miró con cierto asombro y carraspeó.—Veo que se ha tomado el tiempo de investigar, no entiendo, porque llevar a la niña, si sabía esa información.—No, no lo sabía, me enteré hace horas, estoy dispuesta a pagar lo que sea que cueste esa demanda, mi hija está primero, ¿Qué hace en mi residencia señor O’Kelly? Es decir, el asunto lo llevarán mi representante y nuestro abogado.—Quer
—Sí, si estamos bien Lana, y si el gruñón estuvo aquí, sabes, además de que comprobé que es el padre de Salomé, me he dado cuenta de que no es tan alérgico a los niños, como dice.—¿Está segura de que es él, señorita Violet?—Lo estoy, tiene el tatuaje en la espalda, un ave fénix, recuerdo ese rostro y bueno, por alguna razón Salomé lo llamó papá, debiste ver su rostro, claro intentó disimular con una sonrisa, tiene una sexi, por cierto, es muy apuesto —dijo Violet y mordió la manzana que previamente había cogido.—¡Hmmm! Es un hombre comprometido, por lo que tengo entendido, señorita Violet, en cuanto a que es el padre, me alegro de que la niña Salomé vaya a contar con su figura paterna, ¿cuándo le dirá o ya lo sabe?—Supongo que no me recuerda, y no te preocupes, leí que está comprometido, para mi mala suerte, no le gustan las jóvenes, con que acepte a Salomé estará bien. ¡En cuanto a decírselo!Violet suspiró y le recibió de nuevo a Salomé.—Supongo cuando esta princesa se gane su
Salomé acariciaba la mejilla de la pequeña, en tanto pensaba en que ojalá a Ignacio no le costara tanto aceptar a Salomé.—No fuiste planeada, pero eres lo mejor que me ha pasado y espero que tu padre, al saber la verdad, pueda por lo menos sentir lo mismo —murmuró Violet mirándola completamente enamorada.Después de un par de horas, Ignacio había llegado a su casa, dejó como habitual sus objetos, se retiró la ropa y se dio una ducha.Se acercó al espejo y al observar su cabello rubio, pensó en que necesitaba hacerse un recorte, recordó a Salomé.«Como pueden ser posibles tantas casualidades, se llama como mi madre, tiene mi color de ojos y cabello, podría perfectamente pasarla por mi hija» pensó y sonrió sarcástico al recordar que eso para él era una nula posibilidad.Ignacio terminó con lo que hacía y se fue a su estudio en casa, al no sentir sueño decidió trabajar un poco; sin embargo, lo que pretendía hacer perdió importancia, al encontrarse concentrado viendo en redes los éxitos
—Papá, pa, papá —dijo Salomé y extendió sus bracitos al ver al hombre acercándose.Violet sonrió rígida para ocultar los nervios, quería pedirle a la pequeña que no llamara al hombre de ese modo, para no ponerlo en aprietos. Pero sabía que la pequeña no le podía entender, solo se dejaba llevar por su instinto, era lo que suponía Violet, Salomé siguió insistiendo.A Ignacio no le importó que todos sus empleados lo estuvieran viendo, para contradecir aquello que tenía como regla inviolable, cero niños en su empresa, en su presencia, todos lo vieron extender las manos al acercarse a la pequeña, incluso se olvidó de saludar a los presentes.Salomé, al estar en brazos del hombre, se recostó en el pecho del mismo, como si buscara abrazarlo, Ignacio sonrió mientras la sostenía.—Hola pequeña, Así que insistes en adoptarme como tu figura paterna, vaya, creo que no pudiste haber hecho una peor elección —dijo el hombre recordando que no le gustaban los niños.Salomé levantó su pequeño rostro y
Lana miró al hombre, completamente asombrada, fingió no haberlo escuchado.—Vamos mujer, no me haga repetir la pregunta, sé que me escuchó.—Solo usted puede estar tan ciego para no darse cuenta —balbuceó Lana.—¿Qué ha dicho? —inquirió el hombre ya cabreado.—Lo siento, señor, no sé quién es el padre de la pequeña, creo que la madre, la señorita Violet puede responder a su pregunta.—Muy bien, reciba a la niña, por favor…Lana extendió los brazos, Salomé se negó, Ignacio la dejó en brazos de Lana y sin importar que esta se hubiera quedado llorando, salió con una molestia que no se explicaba de su oficina.—Señor Ignacio, quería mostrarl…—Ahora no Liana.Ignacio sacudió su mano para indicarle a la mujer que lo seguía, que no era un buen momento.—Jefe, pero…—Dije que ahora no Liana, ¿acaso está usted sorda?La mujer negó con la cabeza y se quedó atrás, Ignacio había llegado al estudio fotográfico.—¿Dónde está la modelo?—¿Cuál señor?Ignacio miró al hombre fulminante.—Disculpe, la
—¿Tú me elegiste verdad? Supongo que eres mi karma, mira cuántas reglas me tienes violando.Salomé sonrió y cogió la corbata.Ignacio se sentó, sentó a la pequeña en el escritorio y como si solo estuvieran ellos dos, le dedicó toda su atención, la miraba y no comprendía lo aferrada que estaba ella a él.Sintió ternura, ella le extendió los brazos, la acercó y ella buscó acomodarse.—Tiene sueño —dijo Violet, acercándose.Intentó cogerla, lo único que obtuvo fue una sonrisa esquiva de Salomé.—Espero no tener que llevarlo a vivir a casa —dijo Violet ante la actitud de su hija—. Dele esto por favor.—¿Qué es? —inquirió Ignacio mirando el vaso de boquilla.—Leche, sé cuidar de mi hija, esperaré a que se duerma para poder irnos.—No, es decir, en cuanto se duerma me gustaría que podamos hablar, deseo hacerme responsable, que lleve mis apellidos, asumiré mi responsabilidad.—No es necesario, prefiero que se aleje, que mi hija no se siga encaprichando con usted, es mejor ahora antes de que
Violet regresó a la sesión fotográfica, Ignacio le echó una ojeada a Salomé y se sentó, abrumado, confundido.Su presencia era necesaria, en algunos sectores, en la toma de algunas decisiones.A Michael se le había ocurrido la grandiosa idea de pedir a Violet interferir, nadie quería molestar al “robot” especialmente en su estado de ánimo.Violet hizo una llamada a Lana y pidió le comunicara con Ignacio, al escuchar su voz tan varonil y autoritaria, incluso solo respondiendo con tranquilidad, Violet suspiró.—Cuide de mi hija, Lana, si se despierta y me solicita, llévela ante mí, sin importar el lugar donde esté, claro a menos que no sea seguro para ella, o la ocupación que tenga.Ignacio había logrado salir, antes dejado un beso en la cien de su hija, calmado salió hacerse responsable del caos que había en el lugar.Tomó las decisiones pertinentes y dispuso a todos a trabajar.La sesión fotográfica estaba por finalizar, entre recesos que Violet aprovechaba para llamar a Lana y saber