Violet se quedó sorprendida.
—Papá, apa—repitió la pequeña.Ignacio sonrió.—Hola mujercita, no soy tu papá, ¿así que puede hablar? ¿Esperaban a su esposo señorita Williams?Violet estaba concentrada mirando al hombre delante de ella, mordía la manzana con pensamientos nada sanos.—Señorita Williams, ¿está usted bien?—Papá —repitió insistente Salomé.—No soy papá, pero he traído esto para ti —extendió la mano con un piano acto para bebés a partir de los 12 meses, en color azul.—Amor, no, el señor no puede cargarte, es alérgico a los bebés —reaccionó finalmente Violet—. Soy madre soltera, señor.Ignacio la miró con cierto asombro y carraspeó.—Veo que se ha tomado el tiempo de investigar, no entiendo, porque llevar a la niña, si sabía esa información.—No, no lo sabía, me enteré hace horas, estoy dispuesta a pagar lo que sea que cueste esa demanda, mi hija está primero, ¿Qué hace en mi residencia señor O’Kelly? Es decir, el asunto lo llevarán mi representante y nuestro abogado.—Quería disculparme con usted y con su pequeña, ¿Salomé, dijo que es su nombre verdad?—Sí, ese es el nombre de mi hija, señor.—Qué casualidad. Salomé era el segundo nombre de mi madre, y su pequeña no solo llevas su nombre.Violet tragó grueso, eran increíbles tantas casualidades, por un momento pensó que el hombre la recordaba, que su seguridad le daría la razón, era él.—¿A qué se refiere? —preguntó ansiosa.—Su cabello, sus ojos, tiene esos rasgos también de mi madre, los heredé, supongo que debe parecerse al padre —dijo analizando a Violet.Violet suspiró, el hombre solo creía que era una casualidad.Salomé extendió los brazos una vez más, Ignacio no pudo negarse, entregó el regalo a Violet y extendió sus brazos, recibió a la pequeña, no de muy buena gana.La niña se quedó mirándolo, como si intentara grabar su rostro.Le tocó la nariz e Ignacio sonrió.—Hola princesita—dijo el hombre.Salomé recostó su pequeño cuerpo al hombro de Ignacio.—¿Qué le sucede, está ella bien? —preguntó él preocupado.—Sí, señor O’Kelly, solo significa que le agrada.El hombre sonrió y empezó a sobar la espalda de Salomé, ella levantó el rostro y empezó a jugar con el rostro del hombre.—Pa-Pa-Pa-Pa-Pa.—Sabes algo pequeña, tú también me agradas.Ignacio tocó la pequeña mejilla de la bebé intentando ser cariñoso, sonrió y pretendía devolverla a su madre, la pequeña se negó, se aferró a él.—Lo siento, señor, mi hija no suele tener ese tipo de apegos con extraños.—Ni yo con bebés —murmuró el hombre—. Está bien, puedo tolerar esto, ¿le parece si hablamos mientras la señorita decide volver con usted?—Le repito, si se trata de su demanda, mi representante ya se está haciendo cargo, señor O’Kelly.—Ignacio, puede llamarme Ignacio, ¿puedo sentarme?Violet asintió y caminó para dirigirlo, Ignacio tragó grueso al caminar de tras de la mujer y admirar su figura, se preguntó cómo era posible que tuviera esa figura, siendo madre.—¿Desea algo de tomar, Ignacio?—Agua por favor.Violet se alejó, dado que el refrigerador estaba a distancia prudente, para ver a su hija.«Como carajos es que además de tener una niña en brazos, estoy pensando que su madre es muy atractiva» se reprochó al recordar su regla de cero jóvenes, cero bebés.Ignacio dejó sus pensamientos y se dispuso a seguirle la corriente a la pequeña que parecía aún no terminar su análisis, parada en una pierna del hombre, lo seguía mirando.Se ayudó de la camisa del hombre para abrazarlo de nuevo, Ignacio sintió ternura, y aunque no se explicaba el sentimiento que aquello le generaba, sí se cuestionaba el comportamiento de la pequeña.Quien al ver a su madre de regreso finalmente le extendió de nuevo sus brazos, Violet se sentó, dio a Salomé un juguete y se dispuso a escuchar al hombre.Ignacio se disculpó, ofreció un aumento y modificar el contrato con horarios flexibles, estaba haciendo todo cuanto creía, para no dejar ir a Violet, cuando ella le expuso que no le importaba la demanda, que tenía muchas opciones, él duplicó cualquier oferta que ella pudiera recibir.—¿Qué le parece mi propuesta señorita Williams?—Me gusta, es generoso lo que ofrece, pero quisiera algo más.—Por supuesto, después de que esté a mi alcance, ¿qué más sería, señorita Williams?—Si acepto este trabajo, usted, claro en compañía y bajo la supervisión de Lana, la niñera, se hará cargo de mi hija, el tiempo que demore cada sesión.Ignacio se puso de pies, suspiró, miró a la pequeña.—¿No llora mucho? ¿No hace muchos berrinches?—Lo normal a su edad, Ignacio.—No soy padre, de hecho había considerado ser alérgico a los niños, en especial las niñas, no podría saber a qué le llama normal.—Es un amor, un ángel capaz de doblegar hasta el más duro de los corazones, estará con su niñera, es mi única condición, señor Ignacio.Lo pensó por unos minutos más, escuchó a la pequeña llamarlo papá de nuevo, mientras jugaba en la adecuada y cómoda alfombra a su disposición.Salomé se paró y quiso levantar el juguete que el hombre le había llevado.Ignacio alcanzó a darse cuenta y se acercó antes de que la pequeña se cayera, evitándole un mal rato.—Tiene reflejos de padre, pasó la prueba, Ignacio.Violet se acercó, mientras le recibía a la pequeña lo miró, no tenía dudas de que era él, se quedaron con la pequeña en medio sin decidir quién la sostendría, el mundo pareció haberse detenido para ambos.—¡Lo siento! —reaccionó Ignacio—. Está bien, acepto, me haré cargo de su hija, cada vez que me sea posible y que esté en compañía de su niñera. ¿Es todo, señorita Williams?—Violet —dijo ella en tanto pensaba en cómo descubrir ese tatuaje.—¡Perdone! —replicó confundido.—Que puede llamarme Violet, Ignacio.—Muy bien Violet, supongo que es momento de irme.Violet suspiró, no se le había ocurrido nada, para descubrir si él era ese hombre, del cual a ella no le quedaba dudas, preguntar directamente con la reputación del hombre, se le hacía una pésima idea.—¿Ha pensado en una sesión fotográfica, en islas margaritas? —inquirió ella con la intención de saber si él decía algo revelador.—Honestamente no —respondió con simpleza—. Buenas tardes, señorita Violet, la espero en esa sesión mañana.Pretendía marcharse y se detuvo, se giró lento y se acercó.—Te veo mañana pequeña —dijo apenas rozando la nariz de Salomé con su grueso dedo.—Papá —dijo extendiendo las manos una vez más.—No, no puedo cogerte, lo siento—Es solo una niña, no va a morderlo, hacerle daño, señor Ignacio.Sonrió sarcástico y no le importó, se marchó dejando a la pequeña con los brazos extendidos, salió y cerró.Mientras caminaba con dirección a su auto, un sentimiento de culpa lo invadía.Buscó en su bolsillo su móvil, sonrió al darse cuenta de que lo había olvidado.Exhaló y regresó por el, llamó a la puerta.—Disculpe, es solo que olvid…—Su móvil —dijo ella extendiéndolo.Ignacio le sonrió a la pequeña, quien pareció haber entendido, ya no le extendió los brazos, no le dio importancia a su presencia.—¿Está bien, señor O’Kelly? —preguntó al verlo pensativo.—Así es, hasta mañana, señorita Violet.Violet sonreía mientras miraba al hombre que ya se había despedido, pero no se movía.—¿Tiene usted un tatuaje en la espalda? —se animó finalmente a preguntar.—Veo que ha investigado bien, señorita Violet, ¿cómo es que sabe usted eso?—¿Entonces si tiene un tatuaje en la espalda, Ignacio?—Tal vez, señorita Williams, tal vez, si me está investigando, debería pedir que le den información completa.«Es lo único que recuerdo del padre de mi hija» pensó en responder.—Lo leí por ahí y sentí curiosidad, ¿lo tiene, señor Ignacio?—Así es, un ave fénix.Violet sonrió, el hombre frente a ella era el padre de su hija, ya no había dudas.Se quedaron en silencio de nuevo, mirándose, mientras Salomé jugaba con el cabello de su madre.El teléfono de Ignacio interrumpiendo el evidente momento de mutua atracción.—Lo siento, es mi mujer, que tenga una buena tarde Violet, también para ti, pequeña.Violet sintió cierta tranquilidad al saber que había encontrado al padre de su hija, al menos era de su gusto, pensó recordando su preferencia por los hombres maduros.—Así que has reconocido a tu padre, bien, ya que tengo certeza, tú me vas a ayudar, antes de decirle quiénes somos, tú vas a doblegar el corazón de ese troglodita, vas a enamorarlo.—Papá —dijo y miró a la puerta al sentir abrirla.—No amor, no es papá, es Lana.—¿Señorita Violet, están bien? Acabo de ver al gruñón de su jefe abajo.—Sí, si estamos bien Lana, y si el gruñón estuvo aquí, sabes, además de que comprobé que es el padre de Salomé, me he dado cuenta de que no es tan alérgico a los niños, como dice.—¿Está segura de que es él, señorita Violet?—Lo estoy, tiene el tatuaje en la espalda, un ave fénix, recuerdo ese rostro y bueno, por alguna razón Salomé lo llamó papá, debiste ver su rostro, claro intentó disimular con una sonrisa, tiene una sexi, por cierto, es muy apuesto —dijo Violet y mordió la manzana que previamente había cogido.—¡Hmmm! Es un hombre comprometido, por lo que tengo entendido, señorita Violet, en cuanto a que es el padre, me alegro de que la niña Salomé vaya a contar con su figura paterna, ¿cuándo le dirá o ya lo sabe?—Supongo que no me recuerda, y no te preocupes, leí que está comprometido, para mi mala suerte, no le gustan las jóvenes, con que acepte a Salomé estará bien. ¡En cuanto a decírselo!Violet suspiró y le recibió de nuevo a Salomé.—Supongo cuando esta princesa se gane su
Salomé acariciaba la mejilla de la pequeña, en tanto pensaba en que ojalá a Ignacio no le costara tanto aceptar a Salomé.—No fuiste planeada, pero eres lo mejor que me ha pasado y espero que tu padre, al saber la verdad, pueda por lo menos sentir lo mismo —murmuró Violet mirándola completamente enamorada.Después de un par de horas, Ignacio había llegado a su casa, dejó como habitual sus objetos, se retiró la ropa y se dio una ducha.Se acercó al espejo y al observar su cabello rubio, pensó en que necesitaba hacerse un recorte, recordó a Salomé.«Como pueden ser posibles tantas casualidades, se llama como mi madre, tiene mi color de ojos y cabello, podría perfectamente pasarla por mi hija» pensó y sonrió sarcástico al recordar que eso para él era una nula posibilidad.Ignacio terminó con lo que hacía y se fue a su estudio en casa, al no sentir sueño decidió trabajar un poco; sin embargo, lo que pretendía hacer perdió importancia, al encontrarse concentrado viendo en redes los éxitos
—Papá, pa, papá —dijo Salomé y extendió sus bracitos al ver al hombre acercándose.Violet sonrió rígida para ocultar los nervios, quería pedirle a la pequeña que no llamara al hombre de ese modo, para no ponerlo en aprietos. Pero sabía que la pequeña no le podía entender, solo se dejaba llevar por su instinto, era lo que suponía Violet, Salomé siguió insistiendo.A Ignacio no le importó que todos sus empleados lo estuvieran viendo, para contradecir aquello que tenía como regla inviolable, cero niños en su empresa, en su presencia, todos lo vieron extender las manos al acercarse a la pequeña, incluso se olvidó de saludar a los presentes.Salomé, al estar en brazos del hombre, se recostó en el pecho del mismo, como si buscara abrazarlo, Ignacio sonrió mientras la sostenía.—Hola pequeña, Así que insistes en adoptarme como tu figura paterna, vaya, creo que no pudiste haber hecho una peor elección —dijo el hombre recordando que no le gustaban los niños.Salomé levantó su pequeño rostro y
Lana miró al hombre, completamente asombrada, fingió no haberlo escuchado.—Vamos mujer, no me haga repetir la pregunta, sé que me escuchó.—Solo usted puede estar tan ciego para no darse cuenta —balbuceó Lana.—¿Qué ha dicho? —inquirió el hombre ya cabreado.—Lo siento, señor, no sé quién es el padre de la pequeña, creo que la madre, la señorita Violet puede responder a su pregunta.—Muy bien, reciba a la niña, por favor…Lana extendió los brazos, Salomé se negó, Ignacio la dejó en brazos de Lana y sin importar que esta se hubiera quedado llorando, salió con una molestia que no se explicaba de su oficina.—Señor Ignacio, quería mostrarl…—Ahora no Liana.Ignacio sacudió su mano para indicarle a la mujer que lo seguía, que no era un buen momento.—Jefe, pero…—Dije que ahora no Liana, ¿acaso está usted sorda?La mujer negó con la cabeza y se quedó atrás, Ignacio había llegado al estudio fotográfico.—¿Dónde está la modelo?—¿Cuál señor?Ignacio miró al hombre fulminante.—Disculpe, la
—¿Tú me elegiste verdad? Supongo que eres mi karma, mira cuántas reglas me tienes violando.Salomé sonrió y cogió la corbata.Ignacio se sentó, sentó a la pequeña en el escritorio y como si solo estuvieran ellos dos, le dedicó toda su atención, la miraba y no comprendía lo aferrada que estaba ella a él.Sintió ternura, ella le extendió los brazos, la acercó y ella buscó acomodarse.—Tiene sueño —dijo Violet, acercándose.Intentó cogerla, lo único que obtuvo fue una sonrisa esquiva de Salomé.—Espero no tener que llevarlo a vivir a casa —dijo Violet ante la actitud de su hija—. Dele esto por favor.—¿Qué es? —inquirió Ignacio mirando el vaso de boquilla.—Leche, sé cuidar de mi hija, esperaré a que se duerma para poder irnos.—No, es decir, en cuanto se duerma me gustaría que podamos hablar, deseo hacerme responsable, que lleve mis apellidos, asumiré mi responsabilidad.—No es necesario, prefiero que se aleje, que mi hija no se siga encaprichando con usted, es mejor ahora antes de que
Violet regresó a la sesión fotográfica, Ignacio le echó una ojeada a Salomé y se sentó, abrumado, confundido.Su presencia era necesaria, en algunos sectores, en la toma de algunas decisiones.A Michael se le había ocurrido la grandiosa idea de pedir a Violet interferir, nadie quería molestar al “robot” especialmente en su estado de ánimo.Violet hizo una llamada a Lana y pidió le comunicara con Ignacio, al escuchar su voz tan varonil y autoritaria, incluso solo respondiendo con tranquilidad, Violet suspiró.—Cuide de mi hija, Lana, si se despierta y me solicita, llévela ante mí, sin importar el lugar donde esté, claro a menos que no sea seguro para ella, o la ocupación que tenga.Ignacio había logrado salir, antes dejado un beso en la cien de su hija, calmado salió hacerse responsable del caos que había en el lugar.Tomó las decisiones pertinentes y dispuso a todos a trabajar.La sesión fotográfica estaba por finalizar, entre recesos que Violet aprovechaba para llamar a Lana y saber
—Dime ahora mismo lo que está pasando Ignacio, acaso es lo que me temo, esa mujer es tu amante y ella tu hija, ¿verdad?—El asunto es complicado, pero no tengo nada con Violet, al menos no una relación amorosa, te explicaré todo cuando regreses, es lo mejor.—Muy bien Ignacio, esta misma noche viajaré, ahora debo dejarte, Ignacio lo nuestro siempre ha sido sólido, yo de verdad espero que lo que tengas que decir no lo afecte, te elegí por obvias razones, tú y yo tenemos mucho en común, hemos sido una pareja casi que perfecta, no lo arruines, Te veo más tarde Ignacio.—Te veo más tarde Fermina.Ignacio dejó la llamada y pasó su mano por su mentón. Sabía lo complicado que tenía la situación, no se había mostrado muy amable con otros niños, especialmente con los sobrinos de su novia, debía no solo explicar que tenía una pequeña hija, sino que su madre era una joven, esas que tanto le había mencionado, no toleraba.Salomé disfrutaba del paseo por los diferentes departamentos, en compañía d
—Tiene razón, es usted el que la vive, el que sabe si le gusta o no —respondió Violet y volvió a jugar con su pequeña.Ignacio continuaba conduciendo, tratando de ignorar a las mujercitas como decidió llamar al par que tenía claro habían llegado a sacudir su vida cuál huracán. Trataba de concentrarse e ignorar a la mujer enseñando vocabulario a la pequeña acostada aún en sus piernas.Suspiró y decidió conducir, echando una ojeada de vez en cuando.A Violet le había llamado mucho la atención Ignacio, pero había decidido mantener una relación laboral y amistosa por su hija, era un hombre comprometido y respetaba eso.—Hemos llegado —dijo finalmente Ignacio, al tiempo que bajó para abrir la puerta del auto.Violet pudo observar como llegó Lana y acompañantes.Ordenó a los hombres podían retirarse, Lana subió las cosas de Salomé y era seguido por ellos, Salomé parecía tener sueño.Ignacio la llevó con él, seguía a las mujeres.—Iré a mi habitación, si me necesita no dude en llamar, los de