No recuerdo como he llegado a esta pequeña habitación con paredes blancas y un intenso olor a clorox lo acompaña,
Estoy postrada en una camilla con una camisa de fuerza que rodea mis pequeños brazos y torso, observo mi alrededor y no veo otro color que no sea el fastidioso blanco. intento recordar, pero nada llega a mi mente, solo el recuerdo de mi nombre y edad nada más. Con un poco de dificultad me levanto de la cama en la que me encuentro, no alcanzo a dar ni dos pasos cuando mis piernas me fallan. Ahogo un grito de dolor, es frustrante no saber que ocurre ni donde me encuentro, con todos esos pensamientos me hago ovillo en el suelo, mientras lloro sin parar haciendo que el dolor en mi cabeza vaya aumentando.
Desde hace más o menos una hora que estoy aquí tirada en el frio suelo, nadie ha venido a buscarme y he intentado miles de formas poder quitarme la camisa de fuerza, pero lo que conseguí fue lastimarme los brazos y llorar un rato más hasta quedarme sin lágrimas.
Mis parpados se van cerrando poco a poco, pero el ruido de la puerta siendo abierta me lo impide.
Un hombre de avanzada edad entras acompañado de lo que parece ser dos enfermeras. No emito ningún ruido, ni intento parame del frio suelo, mi cuerpo no responde y mi garganta duele con cada respiración y saliva que voy pasando.
— sabes por qué estás aquí — el hombre se acerca con sus manos dentro de su asquerosa bata dando su aire de superioridad — bueno ya que no respondes, será más fácil hablar sin interrupción — el viejo le hace señas a una de las enfermeras haciendo que esta me inyecte en el cuello, el líquido quema en mi interior, pero intento no demostrar cuanto me afecta.
— empecemos … te preguntaras donde te encuentras … pues … te doy la bienvenida a la clínica psiquiátrica BQ donde te vamos ayudar con tu problema, te recomiendo que seas obediente y no causes ningún daño o sino nos veremos obligados a enviarte al subterráneo — estas últimas palabras las susurra en mi oído, no sé, pero la forma tan macabra con la que resalta palabra por palabra hizo que mi cuerpo temblara involuntariamente.
— espero que sepas guardar tus garras pequeña gatita — todo comenzó a darme vueltas y las ganas de vomitar fueron tantas que solo alcance a mover mi cabeza un poco y expulse todo, los que se encontraban en la habitación se enojaron con mi acto tan repentino
— llévenla a la cama y limpien el suelo — antes de que el viejo pueda moverse vuelvo a vomitar, pero esta vez en sus zapatos y me da una satisfacción ver su cara de asco, horror y enojo que no me arrepiento.
Las dos enfermeras me levantan y me tiran sin ninguna delicadeza en la dura cama
El sabor amargo en mi garganta es un poco molesto, sin embargo, volteo a ver el hombre que ahora se encuentra sentado en el borde de la cama
— acuérdate que debes comportarte — saca una pequeña correa de la cama y comienza a amarrar mis tobillos a los lados de esta, aprieta tan fuerte que un quejido de dolor sale de mi garganta haciendo que este me vea con burla.
— denle el calmante y nadie puede entrar sino hasta que se cumplan las dieciséis horas.
Una enfermera vuelve y me inyecta en el cuello, pero esta vez el líquido no es muy fuerte. Siento como mi cuerpo se relaja y el dolor queda en segundo plano hasta que solo veo la oscuridad llamando a mi puerta y yo gustosa la dejo pasar.
Fuertes gritos me despiertan, veo por todos lados, y me doy cuenta que estos provienen de afuera de la habitación, mi cuerpo ha recuperado un poco de fuerza, sin embargo, no me puedo levantar de la cama porque mis tobillos se encuentran atados, estoy un poco incomoda en la estúpida cama. Vuelvo a escuchar los gritos, pero esta vez se escuchan más desgarradores y aterradores, por la rendija de la puerta observo como la sombra de algunas personas pasan apresuradas y luego todo queda en absoluto silencio, sin embargo, me desespero cuando veo un joven de no más de dieciocho años de edad entrar en la habitación con un cuchillo en su mano, su pijama esta bañada en sangre y por donde pasa va dejando huellas escarlatas.
Su mirada refleja locura y su actitud demuestra miedo, poco a poco se acerca con su cuchillo en alto, sus dedos llenos de sangre pasan por mi mejilla haciendo que me estremezca y esto parece encantarle pues repite la misma acción en todo mi rostro dejándolo manchado.
— eres muy linda — no digo nada y solo observo sus movimientos
El cuchillo va descendiendo desde mi mejilla izquierda hasta mi cuello, el ardor hace que una lagrima se resbale por mi rostro, la sangre sale manchando la camisa de fuerza y las sábanas blancas de la cama.
— la locura está presente en todos, sino que unos están menos cuerdos que otros — su risa retumba por la habitación.
Siento su lengua lamer la sangre que sale por la gran herida hecha por el cuchillo, mientras sus manos pasan por mis piernas, me retuerzo bajo su agarre haciendo que este se moleste.
— quédate quieta conejita — susurra riéndose mientras clava el cuchillo en mi muslo haciendo que grite con todas mis fuerzas.
La puerta se abre dejando ver como cuatro personas entran por está quitándome de encima al demente del cuchillo.
No me doy cuando he empezado a llorar, pero no me importa, el cuchillo sigue enterrado en mi muslo, la sangre mancha todo a su paso.
El demente intenta liberarse del agarre de los cuatro hombres, pero uno de ellos lo inyecta haciendo que este se vaya calmando hasta quedar dormido.
Todos salen de la habitación sin importarles en absoluto mis enormes heridas por las cuales no deja de salir sangre, me desespero y empiezo a pedir ayuda, la vista se me nubla por la gran perdida que estoy teniendo, las pocas fuerzas que había recuperado se fueron en cuestión de segundos dejando que la debilidad y miedo embargue mi cuerpo.
Sigo gritando dando batalla hasta el último momento, pero mi garganta se cierra y con ella mis esperanzas de que alguien llegue a curarme.
— ¡rápido!, ha perdido mucha sangre — vuelve a entrar dos enfermeras y tres hombres más, me quitan la camisa de fuerza y las correas de mis tobillos, pero nada de eso me importa sino el dolor incesante que recorre todo mi cuerpo.
Las voces se van oyendo cada vez más lejos, la luz desaparece dando lugar a las tinieblas de la inconsciencia.
Me despierto por el fuerte dolor de cabeza, el pitido de una maquina hace que me dé cuenta de mi alrededor. El silencio es tan aterrador que el miedo de que me vuelvan a atacar hace que mi ritmo cardiaco se acelere avisando de mi estado a la persona encargada. Un hombre entra con su típica bata de doctor y una carpeta café en su mano, mis ojos no se despegan ni un segundo de aquel hombre de piel bronceada y enormes ojos verdes. Se da cuenta que lo observo y levanta la vista, me sonríe amablemente causando que quiera coser su boca, a paso lento se acerca y toma nota. — veo que ya despertó señorita Tania, voy hacerle algunas preguntas — su amabilidad me irrita un poco — ¿cuantos años tienes? — su pregunta me descoloca un poco, pero le respondo — veinticuatro — respondo segura porque eso es lo único que recuerdo. Una lluvia de preguntas siguió, y mi respuesta fue la misma, lo único que recuerdo es una habitación llena de sangre y nada más,
Me asignaron una habitación medio decente sin ningún objeto con el cual pueda dañar a alguien o dañarme a mí misma, una pequeña muchacha me curo las heridas con delicadeza y también me entablillo la muñeca, su presencia fue como luz para mí, mi ira se esfumó y fue remplazada por una ternura deliciosa que no puse objeción ante sus cuidados. Tengo un pequeño armario donde solo hay cuatro mudas de ropa, una cama un poco más grande que la anterior y suavecita pareciera que duermo en algodón de azúcar, no creo que sea tan malo el subterránea como me lo han pintado. Puedo moverme libremente por la habitación. Me acuesto en la cama, pero no duro ni dos minutos cuando escucho una alarma. Salgo al corredor a ver que sucede y lo que veo me deja impactada, al fondo de este se encentra un paciente musculoso con un cuchillo, apuñaleando sin piedad a una hermosa joven que le da batalla, mis piernas no responden y siento como jalan mi brazo para moverme, al voltear veo que es la ti
Allison llora, y yo me desespero más.—porque la alarma no suena— porque nadie ha avisado de lo que sucede, tengo que salir y avisar para que controlen esto— está bien, yo te cubro mientras tú sales y avisas, no sé cuánto tiempo pueda resistir… confió en ti, no me decepciones — asiente y se limpia las lágrimas con el dorso de su mano. Tiene una pequeña herida causada por el golpe y de esta sale sangre haciendo que algo se active en mi interior queriendo salir.Abro la puerta y empujo con todas mis fuerzas a los dos gorilas que se encuentran enfrente, y veo como Allison sale de la habitación sin que se den cuenta.Ambos me acorralan y veo como dejan las pinzas en la mesa de la entrada como si les estorbara, y solo quedan con el tubo de metal cada uno, recibo golpe tras golpe de cada uno, mi cuerpo esta adolorido, pero intento mantenerme en pie
Dejo que observarla y decido hablarle.— hola — le doy mi más grande sonrisa. — qué tal si me cuantas tu historia de cómo lograste estar con un brazo enyesado - su rostro se ensombrece, pero decido continuar — estoy aburrida y no sé cuánto tiempo tenga que estar acá.Suspira, y me regala una sonrisa, y deja de observarme para ver su brazo.— solo si me cuentas también lo que te ocurrió, cuando llegaste estuviste a punto de irte al otro lado, los doctores se volvieron como locos, pero lograron estabilizarte — estoy asombrada, casi me voy.—está bien.— cando llegue al subterránea me pusieron con una compañera de cuarto, todo iba bien hasta cuando los doctores empezaron a suministrarle medicamentos para su recuperación, ella sufría de depresión, y cuando la llevaban a los laboratorios para los e
No puedo conciliar el sueño, cada vez que cierro mis ojos, siento que en cualquier momento alguien va a entrar y matarme. … Me despierto exaltada, no sé en qué momento de la noche me quede dormida, pero agradezco que nada malo me haya pasado. Mi cuerpo está más cubierto por vendajes que por cualquier cosa, parezco una momia y sé que con ver mi rostro se asustarían los pacientes, estos días han sido un martirio, golpes vas y viene, heridas sanan y otras llegan, la sangre corre y otras veces está seca, no sé cómo he resistido tanto tiempo en este puto infierno. Escapar ha estado en mis planes, pero no recuerdo nada como para salir y pedir ayuda, mi vida es frustrante y soy una persona con problemas de agresión, eso me perjudicaría más en el mundo fuera de esta isla. —es hora de tomar el desayuno, por favor diríjanse al comedor para empezar su día con toda la energía. — se escucha por los enormes parlantes, cada mañana es lo mismo,
Las puertas se cierran, y veo como un humo blanco llena la habitación donde antes me encontraba, uno a uno va cayendo en el suelo y la alarma de la cual no me había dado cuenta que sonaba dejo de hacer el ruido molesto para encender una luz azul en el comedor. El humo deja de salir y tanto los amigos de venus como nosotras nos encontramos viendo tras las puertas, todos han regresado a sus habitaciones o a la sala roja por motivos de seguridad. — por favor vuelvan a sus habitaciones, nosotros nos encargaremos de esto — un enfermero pasa por nuestro lado mientras digita unos códigos a lado de la puerta haciendo que este deje abrir la reja que se encuentra al otro lado del comedor dando paso a un pasillo con aproximadamente veinte personas cubiertas por un extraño traje de plástico. Somos empujados por el enfermero y salimos de nuestro trance, lo último que alcanzo a ver es como los ponen en camillas y salen hacia aquel pasillo. … Estoy acostada
en las dos horas que llevo despierta me han suministrado unos seis sedantes para poder dormir, pero ninguno ha hecho efecto en mi sistema, parece somo si fuera inmune. — eres la primera paciente que nos ha dado más trabajo dormir — un enfermero se sienta a mi lado en la silla metálica. — no tengo la culpa que mi cuerpo combata contra lo que me suministraron — hablo arrastrando las palabras. Una carcajada retumba por la habitación, y me percato del color peculiar de sus ojos, son de un color violeta intenso. Cuando se percata de mi mirada, su semblante cambia a uno serio y espeluznante. — en el laboratorio ocurrió un accidente haciendo que algunos que se encontraban allí les afectara algunas partes de su cuerpo, como en mi caso cambio el color de mis ojos — se levanta de la silla y se acerca a paso amenazante a mi lado. Uno de sus dedos juega con algunos mechones de mi cabello mientras el otro recorre mi rostro y cuellos, cada toque suyo hace q
Sus manos toman posesión se mis senos, mientras muerde mi abdomen, nada de esto causa efecto en mí, pero hago que salgas suspiros y jadeos para que siga concentrado en mi cuerpo. Cuando siento como mi muñeca es liberada de una correa y sigo con la otra y acelero el movimiento, cada toque en mi cuerpo es más combustible para la ira que va creciendo. Cuando me he zafado de las correas de mis brazos y pecho, la verdadera aventura comienza. Agarro el pequeño objeto en mi mano derecha y apuñalo su espalda, el hombre se separa un poco perturbado por lo que acabo de hacer. — pero que mier... — antes de que termine de hablar, vuelvo a clavar el bisturí en su pectoral, la sangre mancha su tez blanca. El demonio cae al suelo, mientras preciosa la enorme heria de su pectoral, y antes de que pueda reaccionar, quita la correa de mi cuello y las del resto que incomoda tanto a mi cuerpo. Cuando estoy por las correas de mi tobillo derecho, siento como agarran