CAPITULO 4

 Allison llora, y yo me desespero más.

— porque la alarma no suena

— porque nadie ha avisado de lo que sucede, tengo que salir y avisar para que controlen esto

— está bien, yo te cubro mientras tú sales y avisas, no sé cuánto tiempo pueda resistir… confió en ti, no me decepciones — asiente y se limpia las lágrimas con el dorso de su mano. Tiene una pequeña herida causada por el golpe y de esta sale sangre haciendo que algo se active en mi interior queriendo salir.

Abro la puerta y empujo con todas mis fuerzas a los dos gorilas que se encuentran enfrente, y veo como Allison sale de la habitación sin que se den cuenta.

Ambos me acorralan y veo como dejan las pinzas en la mesa de la entrada como si les estorbara, y solo quedan con el tubo de metal cada uno, recibo golpe tras golpe de cada uno, mi cuerpo esta adolorido, pero intento mantenerme en pie y darle tiempo a Allison. Me defiendo lo más que puedo, pero ellos llevan la ventaja por ser dos y tener un objeto con el cual me están lastimando. Mi mente maquina observando la habitación para encontrar un objeto con el cual dar batalla, pero lo único que veo son las grandes pinzas que se encuentran en la entrada, están demasiado lejos para llegar y arriesgado bajar la retaguardia porque cualquier movimiento puede hacer que la muerte se lleve mi alma.

Sus ojos están inyectados en un rojo, sus labios están morados y las ojeras resaltan, parecen cansados, pero al mismo tiempo con energías suficientes para matar.

— me está cansando que des batalla y no mueras, eres una rata escurridiza — la voz de castaño eriza mis vellos.

Antes de poder articular una palabra, siento como el metal golpea mi cabeza haciendo que la pared me reciba. Mi columna tráquea, mi cabeza palpito, mi vista se nubla, dejándome un poco desorientada, sacudo mi cabeza y esquivo el golpe del rubio.

De un momento a otro me encuentro con las enormes pinzas en cada mano, veo como el castaño se aproxima con la furia reflejada en sus ojos y entonces lanzo las pinzas, estas se clavan en su frente haciendo que la sed de sangre y venganza nublara mi juicio.

Este cae al piso donde, dejando que las pinzas se claven más en su frente, estoy tan perturbada por la escena que me por un momento me olvido del rubio hasta que siento como algo filoso traspasa mi pierna izquierda arrancándome un grito de dolor, la sangre chorrea el piso, una patada me impacta en el suelo, su pie pisotea mi cráneo y de mi herida veo como un cuchillo causante de mi pena sobresale de mi pierna, intento cogerlo, pero no puedo.

No sé porque nadie llega, mi cuerpo está agotado, tengo heridas y sangre por todo mi cuerpo, y antes de que el rubio acabe con mi miserable vida veo como el castaño se levanta quitándose las pinzas y corriendo hacia el hombre que pisotea mi cráneo.

El cuello de mi atacante es abierto y la sangre corre como el agua de un hermoso manantial

Ahora todos estamos tirados en el duro suelo, veo como la muerte se lleva el alma de los dos hombres tendidos en el suelo, estoy esperando mi turno, pero este nunca llega, de fondo escucho la alarma y sé que dentro de poco llegara la ayuda solo espero que no tarden.

El cansancio y las graves heridas están pasando factura a mi cuerpo, me levanto poco a poco haciendo que cada musculo grite de dolor y se queje por mi acción.

Estoy a instantes de sentarme en la cama cuando mis rodillas fallan, me acomodo dejando que mi espalda repose en el borde de la cama, mi vista se va nublando y mi corazón va a mil por hora, el aliento se me va acabando y ante mi último suspiro veo manchas moverse en la habitación de un lado para otro.

Mi cabeza me duele como el infierno, de a poco voy abriendo los ojos para que la luz no me ciegue, mi boca está seca.

Veo a mi alrededor y me percato que no soy la única que se encuentra en este pequeña clínica, en unas dos camillas más allá se encuentra una muchacha pelirroja con un brazo enyesado y una venda que cubre su frente, al igual que yo, ella me observa y detalla cada parte de mi cuerpo, sé que debo estar del asco, pues sus ojos demuestran asombro y miedo, voltea su cara hacia otro lado cuando se percata de mi mirada neutra y sombría que le estoy dando, nunca me ha gustado que la gente me observe más de lo debido cuando me encuentro en una situación un poco complicada.

El recuerdo de lo sucedido hace tan solo unas hora hace que la ira comience a atacar mi sistema, lagrimas espesas caen por mi rostro, siento impotencia por dejar que las cosas llegaran a tal extremo, que ahora me encuentro postrada en una camilla y los dos gorilas muertos por sus acciones descabelladas, sé que en parte tuve la culpa por no controlar mis impulsos agresivos, intente dar tiempo sin que nadie saliera lastimado, intente hacer lo posible por dejar que mi mente se mantuviera tranquila, hice todo lo que estuvo en mis manos por mantenerme en pie y no dañar, pero todo se fue a la m****a cuando mi cuerpo recibió cada ataque de esos maniáticos, no quería morir y debía hacer algo por impedirlo.

Al igual que ellos lo di rodo por vivir y matarlos, cada movimiento de ellos fue un impulso más para mí, podía sentir la adrenalina corriendo por mi cuerpo, pero no me arrepiento de haber hecho lo hice por permanecer en este mundo, todavía tengo cosas que recordar y descubrir con todo lo que está pasando.

— veo que ya te despertaste — salgo de mis pensamientos y volteo a ver a el hombre que se encuentra a escasos pasos de mi - vamos hacerte unos exámenes, espero que cooperes — no digo nada y solo asiento con mi cabeza, no tengo intenciones de herir a nadie, ya tuve suficiente con lo de hace rato y solo quiero ayuda con mi cuerpo adolorido.

 Cuando ya me ha hecho el chequeo necesario, sale de la sala habitación improvisada en la que me encuentro y deja entrar una enfermera que me ayuda a comer, ninguna dice nada, y el silencio que se forma es cómodo, cada una en sus pensamientos, con sus miedos y frustraciones carcomiendo nuestros cerebros.

Cuando me deja sola, observo un punto fijo en la pared, sin pensar en nada, ni dejar que mis demonios ataquen en mi momento vulnerable.

En cada respiración y segundo que pasa me voy relajando, hasta que escucho una voz tímida.

— ho-la — me giro hacia la voz y la pelirroja se sonroja cuando le sonrió, su timidez me parece tierna, cada facción de su rostro es delicado, y su cara desprende ternura, pero sé que solo es una fachada de lo que realmente es, todos mostramos inocencia, pero somos demonios que en cualquier momento saltar para acabarte sin que puedas verlo venir.

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