Hay una cosa que me molesta.Ella es… tan moralista.Y yo, bueno…No soy tan bueno.No pretendía ser tan codicioso, pero ella es algo que deseo.Nunca había ansiado tanto la compañía del amor.¿Qué fin tiene? si no de enloquecer, ser vulnerable hasta destruir.De ella lo quiero todo.Tanto que me va a enloquecer.Pero no seré suave.No.Lo que quiero de ella no puedo obtenerlo así.Seré tan arrollador, tan despiadado, una bestia que solo la hará caer en la sumisión.Sin rosas, sin ángeles ni cantos, sin cosas doradas ni brillos cautivadores.Lo que quiero de ella es tan sublime que no hay explicación. Lo quiero todo.Aunque la vida se me consuma en ello.
Solo diez minutos para que terminé el ciclo.Estoy hecha un mar de nervios desde... bueno, desde que supe que viajaría a Nueva York, no puedo solo ser yo.Intenté murmurar una canción, canturreándome para calmarme, pero no servía. Cuando estoy de nervios y la presión me aflige, me olvido de las tonterías particulares que salen de mi boca.Y en esos diez minutos.La puerta de mi oficina chocó contra la pared y pegué un brinco en mi asiento, Dany entró a mi oficina, como el tremendo huracán que era. —¿Qué haces aquí? —pregunté con un chillido y el corazón a punto de salirse de mi pecho.Mi hermana cruzó los brazos y se recargó en el umbral, su dramático cabello negro alborotado, con la base que le habían hecho recientemente, lo llevaba corto y lo mecía como una esfera.—No me digas que lo olvidaste —bufó mordiéndose la mejilla, meció el cabello hacia atrás con dramatismo.Mierda, si lo hice, me olvidé por completo.—No... no... jamás lo olvidaría —me reí con nerviosismo —¿es tu cumplea
Debía ver a Dakota en la entrada del aeropuerto.No me quité los lentes hasta que me pidieron mis cosas en el registro y fue cuando vi a Dakota esperándome impaciente, saltó como un resorte cuando me vio.—Dime ¿Cómo te fue? ¿Qué hicieron? a qué es un papucho — pero la sonrisa se le borró en cuanto me vio —¿Qué te hizo ese maldito? —Suspiré.No tuve el valor para llamarle anoche a Dakota y contarle lo que había sucedido, humillada me había hundido en mi cama, intentando calmarme, para cuando desperté era de madrugada y por más que me había esforzado para borrar los rastros del llanto de anoche, no pude hacerlo del todo.—No ... no fue nada —titubee, intentando apartarme un poco de la gente para que no escuchara un malentendido drama.—¿Te pegó? ¿abuso de ti? Dime para que lo demandemos...Miré alarmada a mi alrededor, un poco asustada porque alguien la escuchara, me apresuré a callarla. —Sch — le llevé una mano a la boca — no fue nada de eso — miré a mi alrededor, pero nadie nos habí
Abrí los ojos pasmada, inmóvil ante aquella palabra tan grotesca.Él se regocijó ante mi reacción y sonrió anchamente.—¿No tienes algo que decir?Su aliento me acarició la cara, se relamió los labios, al tiempo que acortaba el espacio y me besaba con fuerza, con avidez su lengua se abrió paso a la mía.Me turbé, no supe cómo reaccionar ante ello, un extraño calor me embargó, era una sensación que había olvidado desde hace mucho y para mi fuerte estupor, cedí ante la imponencia de aquel desconocido que devoraba mi boca, con hambre hábil, sabía a alcohol y olía a perdición, un poco de vainilla y madera que me hicieron apretar las piernas, había algo dulce en su aroma que hacía marearme aún más. Cerré los ojos y llevé mis manos hasta su pecho ya desnudo, atraída como una posesa por su embriagante aroma. Dejó mis labios con un gruñido y viajó hasta mi cuello, mordiéndome, bajó sus manos hasta las solapas de mi vestido y lo subió casi de un tirón hasta mi cintura, la cabeza me
—Responde —dijo zarandeándome, enojada.Dakota tenía un afán tan fuerte que a veces se aferraba a él.—Escucha —dije con calma, para estas horas ya había mitigado un poco mi frustración —anoche yo... —mis mejillas se tiñeron de rojo, agaché la cabeza, no hay forma linda de decirlo, pero, por fortuna no tuve que, y ella lo entendió.—¡No! —chilló como una loca y soltó gritos fuertes que me tapó los oídos y me hizo reír con algo de vergüenza —, cuéntame... ¿eso fue salvaje? —me miró las manchas ahora un poco verdosas, el hielo y el aloe era milagroso.Ahora si me cubrí con mucha vergüenza.—La verdad es que no recuerdo mucho de lo que pasó, estaba borracha.—¿Qué?—No sé cuánto bebí —me apresuré a decir —, me equivoqué de piso y terminé en un cuarto con un tipo brusco que me dio más bebida y comenzó a desnudarse (que por cierto no estaba nada mal) dijo cosas muy grotescas y después...—¡¿Y después?!Me mordí el labio.—Desperté en su cama, asustada y sin poder caminar.Dakota llevó sus
Después de una cena muy tranquila, por mi parte, Dakota charlaba con las personas a nuestro alrededor, intenté hacer conversación con la mujer que tenía a lado, alguien ya entrada en los cincuentas, esposa del ricachón a su lado, un tal señor Allen.Charló sobre sus hijos, que vivían en Dubái, ambos eran pilotos, uno había seguido al otro cuando tuvieron la oportunidad, así que ahora se encontraba sola.—Creo que no podrás entenderme —me dijo con un poco de tristeza y cansancio—, tener hijos es sufrir lentamente hasta que crecen y te dejan.—Tengo dos —contesté dándole un sorbo a mi copa de agua. Me miró como si estuviera loca y soltó una ligera risa.—No te burles de mi jovencita, tienes el mundo por delante, eres demasiado joven para comenzar a sufrir por eso.Sonreí comprensiva.—No puedo bromear con la existencia de mis hijos.—¿Hijos?Asentí.—Mellizos —sentí empatía por la señora, sabía a qué se refería—, tienen cuatro años.Hizo un mohín incrédulo.—No dejes que te rompan el
Una semana antes del evento. —No puedes hacerle eso ¿estás loco? —explotó Eros, con aquella pasión juvenil inundándolo.La situación no era tan complicada, ya había tomado mi decisión. Pero al revisar el caso con mi hermano menor, simplemente explotó. —¿Qué harías tú? —le pregunté.—Nada de esto, seguramente —explotó desesperado —, esto no lo esperaba de ti.Resoplé y eché la cabeza hacia atrás, en el respaldo de mi sillón. Su gran pasión moral me ocasionaba risa. —¿Por qué no solo hablas con ella sobre esto? —pensaba en soluciones —. Seguramente se puede remediar con un buen asesor y...—Escucha —le dije severo —, ella (la que sea que escoja) necesitará apoyo financiero, lo cual, estoy dispuesto a ceder, a cambio solo le pediré que me acompañe a las ridículas cenas que nuestra madre nos obliga a asistir.—Y la vas a utilizar—frunció los labios y el ceño.—¿Por qué no? —me encogí de hombros.El color carmesí del rostro de mi hermano, no tenía preció, en cualquier momento se le iban
Entonces soltó una fuerte carcajada, aunque, carecía de alegría.Me estremecíAhora me sentía atrapada de verdad.Estrechamente calumniada.Pero si seré imbécil, por aceptar tal cosa a cambio de que el sueño de mi amiga y el mío continúe a flote y sobre todo el prestigio para mis hijos.Mi cuerpo... por dinero.¿Cuánto dinero tenía este hombre? Aquel Cadillac que nos había esperado en la entrada del hotel era impresionante.¿Y si se dedicaba a otra cosa?Abrumador, peligroso.Ya mis instintos estaban despertando, si es que estaban dormidos.—Fue tu voluntad —me contestó osco, pero se apartó de mí.Aunque quisiera contestarle y decirle que era un idiota total, decidí no hacerlo. Miré hacia la ventana, enojada conmigo misma por ser tan imbécil.Estaba tergiversando todo, estaba acorralada, encadenada, lista para ser lanzada al océano, pero solo él tenía esa decisión, de lanzarme y también de mandar a sus tiburones.Oh, no, esto era peor que ser una prostituta.Era más ser una esclava.C