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CAPÍTULO 4 LOS HIELOS Y EL ALOE SON MILAGROSOS

—Responde —dijo zarandeándome, enojada.

Dakota tenía un afán tan fuerte que a veces se aferraba a él.

—Escucha —dije con calma, para estas horas ya había mitigado un poco mi frustración —anoche yo... —mis mejillas se tiñeron de rojo, agaché la cabeza, no hay forma linda de decirlo, pero, por fortuna no tuve que, y ella lo entendió.

—¡No! —chilló como una loca y soltó gritos fuertes que me tapó los oídos y me hizo reír con algo de vergüenza —, cuéntame... ¿eso fue salvaje? —me miró las manchas ahora un poco verdosas, el hielo y el aloe era milagroso.

Ahora si me cubrí con mucha vergüenza.

—La verdad es que no recuerdo mucho de lo que pasó, estaba borracha.

—¿Qué?

—No sé cuánto bebí —me apresuré a decir —, me equivoqué de piso y terminé en un cuarto con un tipo brusco que me dio más bebida y comenzó a desnudarse

(que por cierto no estaba nada mal) dijo cosas muy grotescas y después...

—¡¿Y después?!

Me mordí el labio.

—Desperté en su cama, asustada y sin poder caminar.

Dakota llevó sus dedos fríos pintados de un bonito blanco y me tomó por las mejillas, mirándome fijamente, apretándome las mejillas.

—No puedo creerlo ¡Estas radiante! ¡Mírate! —me giró hacia el espejo —,el cabello te brilla, tus ojos son grandes y tienes esa estúpida sonrisilla que no se te quita de la boca.

—¡Ya se! —chillé entre puchero—. Pero estábamos ebrios —susurré —, y no se su nombre, ni él el mío—ahora la encaré —, ni si quiera me dio tiempo para decirle que... que no era una zorra.

Me lanzó una mira desconcertante.

—No entiendo...

—No hablamos, él estaba esperando a una... una prostituta.

Dakota abrió la boca y la imaginé como una caricatura exagerada.

—Él, quien quiera que fuese, estaba esperando a una prostituta y... creo que me trató como tal, pero —me estrujé el cabello completamente avergonzada—, al parecer lo disfruté.

Dakota comenzó a sofocar una especie de carcajada que más parecía omitir un ladrido.

—Sé que tengo con que compararlo... pero los recuerdos de esos años y lo poco que recuerdo de esta noche, creo que ha sido...abrumadoramente...

—Mi er da —pronunció las sílabas despacio y con sorpresa —te acaba de sacudir el mundo ese desconocido.

La miré un poco abrumada.

—Fue solo una noche.

—Una muy buena noche —apremió —, ¿crees que lo veas hoy?

Sacudí la cabeza.

—No creo que quiera volver a verlo.

.

.

.

Para la noche, de nuevo, me atacaron los nervios.

Las marcas casi ya no existían, así que solo tuve que cubrir con un poco de maquillaje.

Me embroqué el vestido rojo satín oscuro, que hacía contraste con mi piel, un escote en V profundo que llegaba al final de mis pechos, pero los cubría bien, pequeñas y delgadas tiras lo sostenían, un poco drapeado en la cintura que le daba la impresión justa para acentuarme la figura, me llegaba hasta los talones, usando claro, las zapatillas.

No estoy acostumbrada a usar un color tan sensual, pero, sé que esta es una ocasión especial, al menos, mi aspecto no es de alguien que provoca (ya he tenido suficiente comprobación de los hombres), además, mi amiga siempre es la que se lleva todas las miradas, así que, por ese lado, no tengo problema, solo debo soportar esta noche y listo.

Me hice el peinado simulando una tiara con mi propio cabello, este, abultado caía hacia atrás, liso.

De esta manera, mis hombros, cuello, pecho y espalda estaban descubiertos.

No te ves bien. ¿Piensas impresionar así a alguien?

Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos, apreté mis uñas en las palmas, para aliviar un poco mi estrés, odiaba cuando mi propia mente actuaba en mi contra, era una lucha constante, además de fingir que todo estaba bien.   

—Es demasiado expuesto —protesté con mi amiga.

Hizo una cara graciosa, como pato mientras se colocaba el rubor.

—Ya lo tienes puesto, nena.

Vamos, Holly, será solo un día.

Le di una miradita a mi chaqueta que sobre salía de mi maleta… no, no Holly no lo hagas.

Dakota insistió en maquillarme, protesté mucho para que no lo cargara y casi me amarra contra la silla para que me colocara las pestañas. Al final, terminó triunfando.

Intenté no verme en el espejo, pero fue en vano, al mirarme veía a otra persona, alguien quien tal vez se veía bien, pero, no me contemplé por completo, evadí mi rostro del espejo y preferí concentrarme en otra cosa.

—¿Tienes el discurso? —pregunté numerando con los dedos.

—Si.

—¿Te llamaron para confirmar la proyección?

—Sí.

—¿Estás lista?

—Sí, Holly, sí, ya, ¿podemos irnos?

Después de una intensa tensión por mi parte cuando bajábamos del ascensor para dirigirnos al enorme salón del hotel, con cada paso que daba, sentía frio, pero no era un frio externo, sino, un frio interno que me corroía por los nervios.

Esto era un tormento, solo quería que pasara.

Al contrario de la noche anterior, en aquel salón un tanto victoriano, un tanto elegante de esta época, había música electrónica que, hacia parecer el salón irreal, dos épocas fraccionadas y fusionadas entre sí.

Está poca madre, como dice tu hermana —dijo Dakota alucinada.

—No debes aprenderle esas groserías —le hice una mofa —pero tienes razón.

Los trajes y vestidos largos, cortos y exuberantes sobraban en este lugar, nunca había asistido a una cena de beneficio, pero era la cosa más increíblemente elegante, despilfarradora y maravillosa que había contemplado.

Un hombre de traje completamente negro nos recibió en la entrada, dimos nuestros nombres he hizo que un chico nos guiara hasta nuestra mesa.

—Holly —llamó alguien a mi espalda.

Por inercia giré hacia atrás al llamado de mi nombre.

Un hombre alto, de buen porte, sonreía con entusiasmo mientras se acercaba hacia nosotras con un aire despreocupado.

—¿Es él? —preguntó Dakota a mi lado.

Negué lentamente, me descubrí, también, negándome a apartar la mirada de aquel monumento.

—Es un papucho —chilló por lo bajo mi amiga.

Me sonrojé un poco.

—Sí, creo que sí.

El hombre llegó hasta nosotras, balanceando entre sus manos una copa de vino, una sonrisa en la boca y la mano en su bolsillo.

—Por fin te encuentro, Holly, “chica de los animales”

Abrí la boca con sorpresa ¿Cómo había olvidado a este hombre? Incluso su nombre.

—¿Quién es? —preguntó Dakota curiosa, revoloteando las pestañas, hacia él.

—Eh... —reí nerviosa —él es...

Lo miré en busca de ayuda, soltó una leve risita.

—Soy Nicholas, pero, díganme Nic.

—Ella es mi mejor amiga y colega, Dakota Sparrow.

Dakota alzó su mano, demasiado entusiasmada, y Nic la tomó en un beso leve en su dorso.

—¿También eres chica de los animales? —preguntó con burla y mirada picara.

—No, solo de los niños... aunque son parecidos.

Los tres soltamos carcajadas.

—Chica de los animales, escuché que presentarán su proyecto.

—Soy Holly —gruñí —y sí.

—Estoy entusiasmado por escucharlas, es muy raro ver caras nuevas y además hermosas.

—Gracias —apremié —Dakota subirá a presentarlo.

—¿A caso no lo harán ambas?

—No, yo... yo no...

—Holly es un poco tímida, pero no por eso deja de ser excepcional—no supe si mi amiga me sonreía a mi o a él.

—Noté su vasto conocimiento —le dio un trago a su copa, me miró entrecerrando los ojos —pero me gustaría ver sus habilidades.

Sonrió de lado antes de darle otro sorbo y sin dejar de mirarme.

¿Qué m****a? Este tipo estaba loco.

¿A caso está coqueteando?

Me sentí demasiado extraña.

Tenía a mi despampanante amiga babeando por él, ¿en qué estaba pensando al lanzarme esta mirada tan lasciva?

—Si continúa burlándose de una mujer que bebió demasiado no dejará mucho que decir sobre usted —contra ataqué.

Silbó por lo bajo.

—Tímida pero bastante acertada, es una extraña combinación.

—Le puede impresionar bastante, Nic —sonrió Dakota con malicia.

Suspiré, esos dos leones estaban jugando con su presa, era evidente que yo lo era, Dakota no es tonta, percibió aquella mirada que me lanzó Nicholas, y magistralmente cedió, pero, yo no estaba dispuesta a proseguir.

Nicholas era guapo, mucho, muy guapo.

Cabello castaño peinado como una estrella del cine de oro, ojos azules profundos, un rostro rectangular, de esos que te hacen tentar a morderle la barbilla, la cual estaba muy bien rasurada. Tenía un par de lunares, uno en el entrecejo y otro en la mejilla, que se acentuaba cuando sonreía descaradamente.

Después de eso, no hubo mucho que decir. Nos guio hacia una mesa, con otras personas muy elegantes, nos enzarzamos en una conversación sobre los conocimientos de Nicholas para con el resto de las personas, a quien conocían bastante.

—A todo esto —dije un poco titubeante, pero dejé guiarme por la curiosidad —si no es intromisión ¿Qué hace aquí?

Nicholas, que ahora iba por su quinta copa de vino y aun se veía bien.

—Digamos que soy un asesor —sonrió de lado y después algo captó su atención —las veré en un momento, si me disculpan.

Lo vimos marcharse, reuniéndose con alguien.

—Si no lo atrapas, se irá como muchos otros.

—¿De qué hablas?

Dakota me lanzó una mirada amenazante.

—¡Ah, eso! —capté —, mira, se ve que es un buen tipo, arrogante y guapo, pero no creo que sea comprometido.

—No lo sabrás si no lo conoces mejor, Holly —frunció los labios —no existen los cuentos de hadas.

Solté el poco aire que había retenido, bajé la mirada al platillo frente a mí y moví un poco el tenedor.

¿Cuántas veces he escuchado esa frase?

—Sé que no existen —contesté no queriendo seguir con eso, pero debía terminar de una buena vez —, entiendo tu preocupación —sonreí cansada —, pero esto no es lo que quiero —apreté los labios —, no quiero seguir en búsqueda de algo que seguramente aún no está por suceder.

—Holly, si no buscas las oportunidades...

—Las oportunidades no se buscan —la miré fijamente —ellas te encuentran solas —miré hacia el escenario, donde ya comenzaban a ajustar el micrófono para la presentación —uno decide si las toma o las deja ir.

—Insisto con él, vi cómo te mira, no sabrás si es una oportunidad, no lo sabrás si no lo conoces mejor, Holly, solo charla un poco y trata de no volverlo uno más de tus amigos —rodeó los ojos —, como algunos con los que has salido.

Abrumada, así me sentía, solo fruncí los labios y continúe comiendo la pasta frente a mí. Conocer tipos no iba conmigo, ni hacerles platica ni mucho menos coquetear, incluso hacerlo me parecía muy nostalgico, había algo en mi que no me dejaba avanzar en esa área de mi vida, y qué frustrante era por que ni yo misma podía salir de aquí.

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