—Necesito que revises las gráficas de medio año—le indiqué a Eros—, debes cerciorarte de que todas superen el año pasado—este frunció el ceño. —Ya lo hice—me extendió su tableta—, mientras jugabas a la cacita, Nicholas y yo trabajábamos como debería—recriminó. —Está completamente idiotizado—convino Nicholas—¿Quién lo diría? —se burló. —Dejen de joderme y entreguen sus trabajos. —Sigo pensando que solo eres la figura publica y no el jefe real—se quejó Eros, dejándose caer sobre el sillón. —Déjalo, deberá compensarnos jugosamente por hacer su trabajo—sonrió anchamente Nicholas. No tenía problema con ello, puedo darles una fortuna con tal de continuar estando con Holly. Continuamos con el trabajo atrasado, bueno, mi trabajo, firmas, lecturas, revisión de proyectos, cosa que ya habían pasado por revisión de Eros y Nicholas. Pasado de las seis ya no me concentraba, espiaba a cada minuto el reloj, en muchos años, era la primera vez que me sentía ansioso y nervioso por tener una cita.
El silencio para mí fue asfixiante. Resiste un poco más, Holly, me grité mentalmente una y otra vez. No me dolía ni un carajo el vientre. Me dolía el maldito pecho y la cabeza. Solo quería recordarte de nuestra apuesta. El eco de esas palabras me martilleaba por sobre mis gritos mentales, para luego atravesarme el pecho con la contestación de Adam, Para tu información, estoy ganando ¿no ves? Estaba al borde del colapso. Una apuesta, una m*****a apuesta entre los dos, entre esos malditos bastardos sin escrúpulos, por eso James había querido que lo siguiera para hablar, porque sabía lo que pasaría. El día de ayer se había enterado por los niños que Adam y yo saldríamos a cenar juntos, sabía la hora y el lugar exactos. Hoy mientras traía a los niños a la casa de mis padres había querido hablar, pero como yo estaba de los nervios me negué. Sí, me conocía tan bien el infeliz que sabía perfectamente que lo seguiría. Quizá ahora se estaba regodeando de lo lindo por su triunfo. Mald
Hay una cosa que me molesta.Ella es… tan moralista.Y yo, bueno…No soy tan bueno.No pretendía ser tan codicioso, pero ella es algo que deseo.Nunca había ansiado tanto la compañía del amor.¿Qué fin tiene? si no de enloquecer, ser vulnerable hasta destruir.De ella lo quiero todo.Tanto que me va a enloquecer.Pero no seré suave.No.Lo que quiero de ella no puedo obtenerlo así.Seré tan arrollador, tan despiadado, una bestia que solo la hará caer en la sumisión.Sin rosas, sin ángeles ni cantos, sin cosas doradas ni brillos cautivadores.Lo que quiero de ella es tan sublime que no hay explicación. Lo quiero todo.Aunque la vida se me consuma en ello.
Solo diez minutos para que terminé el ciclo.Estoy hecha un mar de nervios desde... bueno, desde que supe que viajaría a Nueva York, no puedo solo ser yo.Intenté murmurar una canción, canturreándome para calmarme, pero no servía. Cuando estoy de nervios y la presión me aflige, me olvido de las tonterías particulares que salen de mi boca.Y en esos diez minutos.La puerta de mi oficina chocó contra la pared y pegué un brinco en mi asiento, Dany entró a mi oficina, como el tremendo huracán que era. —¿Qué haces aquí? —pregunté con un chillido y el corazón a punto de salirse de mi pecho.Mi hermana cruzó los brazos y se recargó en el umbral, su dramático cabello negro alborotado, con la base que le habían hecho recientemente, lo llevaba corto y lo mecía como una esfera.—No me digas que lo olvidaste —bufó mordiéndose la mejilla, meció el cabello hacia atrás con dramatismo.Mierda, si lo hice, me olvidé por completo.—No... no... jamás lo olvidaría —me reí con nerviosismo —¿es tu cumplea
Debía ver a Dakota en la entrada del aeropuerto.No me quité los lentes hasta que me pidieron mis cosas en el registro y fue cuando vi a Dakota esperándome impaciente, saltó como un resorte cuando me vio.—Dime ¿Cómo te fue? ¿Qué hicieron? a qué es un papucho — pero la sonrisa se le borró en cuanto me vio —¿Qué te hizo ese maldito? —Suspiré.No tuve el valor para llamarle anoche a Dakota y contarle lo que había sucedido, humillada me había hundido en mi cama, intentando calmarme, para cuando desperté era de madrugada y por más que me había esforzado para borrar los rastros del llanto de anoche, no pude hacerlo del todo.—No ... no fue nada —titubee, intentando apartarme un poco de la gente para que no escuchara un malentendido drama.—¿Te pegó? ¿abuso de ti? Dime para que lo demandemos...Miré alarmada a mi alrededor, un poco asustada porque alguien la escuchara, me apresuré a callarla. —Sch — le llevé una mano a la boca — no fue nada de eso — miré a mi alrededor, pero nadie nos habí
Abrí los ojos pasmada, inmóvil ante aquella palabra tan grotesca.Él se regocijó ante mi reacción y sonrió anchamente.—¿No tienes algo que decir?Su aliento me acarició la cara, se relamió los labios, al tiempo que acortaba el espacio y me besaba con fuerza, con avidez su lengua se abrió paso a la mía.Me turbé, no supe cómo reaccionar ante ello, un extraño calor me embargó, era una sensación que había olvidado desde hace mucho y para mi fuerte estupor, cedí ante la imponencia de aquel desconocido que devoraba mi boca, con hambre hábil, sabía a alcohol y olía a perdición, un poco de vainilla y madera que me hicieron apretar las piernas, había algo dulce en su aroma que hacía marearme aún más. Cerré los ojos y llevé mis manos hasta su pecho ya desnudo, atraída como una posesa por su embriagante aroma. Dejó mis labios con un gruñido y viajó hasta mi cuello, mordiéndome, bajó sus manos hasta las solapas de mi vestido y lo subió casi de un tirón hasta mi cintura, la cabeza me
—Responde —dijo zarandeándome, enojada.Dakota tenía un afán tan fuerte que a veces se aferraba a él.—Escucha —dije con calma, para estas horas ya había mitigado un poco mi frustración —anoche yo... —mis mejillas se tiñeron de rojo, agaché la cabeza, no hay forma linda de decirlo, pero, por fortuna no tuve que, y ella lo entendió.—¡No! —chilló como una loca y soltó gritos fuertes que me tapó los oídos y me hizo reír con algo de vergüenza —, cuéntame... ¿eso fue salvaje? —me miró las manchas ahora un poco verdosas, el hielo y el aloe era milagroso.Ahora si me cubrí con mucha vergüenza.—La verdad es que no recuerdo mucho de lo que pasó, estaba borracha.—¿Qué?—No sé cuánto bebí —me apresuré a decir —, me equivoqué de piso y terminé en un cuarto con un tipo brusco que me dio más bebida y comenzó a desnudarse (que por cierto no estaba nada mal) dijo cosas muy grotescas y después...—¡¿Y después?!Me mordí el labio.—Desperté en su cama, asustada y sin poder caminar.Dakota llevó sus
Después de una cena muy tranquila, por mi parte, Dakota charlaba con las personas a nuestro alrededor, intenté hacer conversación con la mujer que tenía a lado, alguien ya entrada en los cincuentas, esposa del ricachón a su lado, un tal señor Allen.Charló sobre sus hijos, que vivían en Dubái, ambos eran pilotos, uno había seguido al otro cuando tuvieron la oportunidad, así que ahora se encontraba sola.—Creo que no podrás entenderme —me dijo con un poco de tristeza y cansancio—, tener hijos es sufrir lentamente hasta que crecen y te dejan.—Tengo dos —contesté dándole un sorbo a mi copa de agua. Me miró como si estuviera loca y soltó una ligera risa.—No te burles de mi jovencita, tienes el mundo por delante, eres demasiado joven para comenzar a sufrir por eso.Sonreí comprensiva.—No puedo bromear con la existencia de mis hijos.—¿Hijos?Asentí.—Mellizos —sentí empatía por la señora, sabía a qué se refería—, tienen cuatro años.Hizo un mohín incrédulo.—No dejes que te rompan el