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CAPÍTULO 1 HOLLY GRACE AUSTEN

Solo diez minutos para que terminé el ciclo.

Estoy hecha un mar de nervios desde... bueno, desde que supe que viajaría a Nueva York, no puedo solo ser yo.

Intenté murmurar una canción, canturreándome para calmarme, pero no servía. Cuando estoy de nervios y la presión me aflige, me olvido de las tonterías particulares que salen de mi boca.

Y en esos diez minutos.

La puerta de mi oficina chocó contra la pared y pegué un brinco en mi asiento, Dany entró a mi oficina, como el tremendo huracán que era. 

—¿Qué haces aquí? —pregunté con un chillido y el corazón a punto de salirse de mi pecho.

Mi hermana cruzó los brazos y se recargó en el umbral, su dramático cabello negro alborotado, con la base que le habían hecho recientemente, lo llevaba corto y lo mecía como una esfera.

—No me digas que lo olvidaste —bufó mordiéndose la mejilla, meció el cabello hacia atrás con dramatismo.

M****a, si lo hice, me olvidé por completo.

—No... no... jamás lo olvidaría —me reí con nerviosismo —¿es tu cumpleaños?

—Holly no me jodas...

Tras Dany, mi secretaria, la señorita Dash, entró a mi oficina trastabillando, con los lentes cayéndose de su nariz.

—Señorita Austen — dijo sofocada — le recuerdo que me pidió recordarle diez minutos antes de la cita para el vestido de su hermana ...—poco a poco la señorita Dash fue apagando la voz en cuanto vio a mi hermana tendida en el umbral.

Dash abrió los ojos con sorpresa.

—Dime — resoplé mientras me recargaba en mi silla y me pasaba una mano por el cabello — ¿dónde estabas que no viste a Dany? —mascullé, quería estrangularla.

Dash miró a mi hermana, quien le lanzó una miradita de pocos amigos, ya de por sí, Dany intimidaba con la mirada que se cargaba y la pobre Dash siempre era un juguete para mi hermana. Sentía pena por ella, veía mucho de Dash en mí.

—Lo lamento... —después me miró como si recordara algo —¡Ulises Tomazo está en la línea!

—¿Qué? —la miré malhumorada —siempre debes empezar con eso, Dash, fuera de mi vista.

—¿Quién es ese tal Ulises? —preguntó enfurruñada Dany, esquivando a Dash —¿un pretendiente? —levantó las cejas sugerentes.

—Cállate —la amenacé.

Inhalé y exhalé antes de tomar el teléfono.

—Holly Grace Austen al habla —contesté, mientras ignoraba a Dany que comenzaba a hacer gestos curiosos.

Del otro lado de la línea se escuchó remover algo.

—Señorita Austen, es un gusto hablar con usted —la voz profunda de Ulises siempre hacia recordar mi infancia —¿podemos dejar los formalismos? Te conozco desde que eras pequeña, soy como un tío viejo.

Solté una risilla.

—Está bien, tío Yuli.

Danielle abrió la boca.

—¿Es el tío Yuli?

—¿Quién es? ¿es la pequeña Bambi?

Puse la alta voz.

—Sí, está aquí.

—Hola pequeño bribón.

—Tío Yuli, ha pasado un tiempo.

—Lo es, si, lamento no poder verlas en estos últimos años, Nueva York me ha consumido hasta el tuétano —tras la línea, parecía que el tío Yuli sonreía.

—Ya estas viejo, debes descansar—se burló Dany.

—No quiero ser como tu padre, que se dedica a ver el canal de deportes y coleccionar carros de juguete— ambas soltamos risas—Bueno —prosiguió él — llamo para confirmar tu asistencia a la caridad, Holly.

De nuevo, el recordar ese viaje me ponía los pelos de punta.

—Ah... sí, claro... dos lugares.

—Perfecto, ya estoy ansiando ver todas las propuestas que te darán, encontré al perfecto inversor para ti.

Apenada y agradecida, así me sentía en este momento, y quizá un poco abrumada.

—Hum.... gracias tío —me removí un poco en mi asiento — ¿Quién es? —me llevé una mano al cuello.

—Espero que los conozcas —sonó entusiasta — es el corporativo West.

—Oh, no he escuchado sobre ello.

—Sería perfecto que investigaras un poco... he... debo irme, me hubiese gustado hablar un poco más contigo y ese bribón.

—Te escuché—bromeó Dany.

La risa del tío Yuli se filtró y ambas nos miramos cariñosas.

—Te veré en Nueva York, tío.

—Adiós, chicas.

Después de colgar, Dany se desperezó en la silla detrás del escritorio.

—No recordaba el nombre del tío Yuli, siempre fue tío Yuli para mí.

—Ni yo —comencé a guardar mis cosas —sé que te debo una disculpa Dany, lo olvidé por un momento... he tenido... muchas cosas que hacer... pe... pero reservé la cita para la tienda de novias con anticipación —le tranquilicé antes de que se exaltara — tranquila, solo esperaremos que papá y mamá pasen por los chicos.

—Bien —me miró revoloteando las pestañas, hace eso cuando tiene algo en mente —¿puedo sonar la campana?

Solté un suspiro.

—Hazlo, pero... justo a las 3.

—Sí, sí.

Alguien tocó a mi puerta, levanté la mirada, mi amiga y colega, Dakota, entro a mi oficina con el libro de registros de preescolar en la mano.

—Hola, Dany ¿estás lista para lo blanco? —saludó a mi hermana con un beso en la mejilla.

Dany me miró ceñuda.

—¡Ves, a ella no se le olvidó!

Rodee los ojos.

Mi hermana Danielle estaba comprometida y a un mes de su boda quería ver los vestidos, aunque se veía bastante relajada como para una boda próxima, al parecer casarse era toda su ilusión.

.

Justo a las tres de la tarde Danielle tocó la campana de la escuela, tomé mis cosas y corrí hasta la salida, donde la formación de los niños para entregarlos a sus padres esperaba ya inquietos por sus vacaciones de verano.

Desde hace cinco años, mi mejor amiga Dakota y yo abrimos una escuela privada, pese a todos los obstáculos, al fin pudimos cumplir nuestro sueño, ella se encarga del área preescolar y yo del área básica, nos va bastante bien, hemos tenido estos cinco años sin dificultades y siempre velamos por el bienestar de nuestros niños y de nuestros maestros.

Sin embargo, hace un par de semanas, el tío Yuli me llamó, obviamente era algo que nunca había esperado.

Se había enterado de nuestra escuela y quería ayudar un poco, así que nos invitó al evento de caridad para la educación, que probablemente será bastante interesante, llegarían muchos peces gordos, el tío Yuli esperaba que presentase nuestro proyecto, “Academia De La Rosa”

Dakota y yo despedimos a todos los niños deseándoles un feliz verano al igual que a los profesores.

—¿Confirmaste nuestros boletos? —le pregunte a mi amiga, quien desde hace un par de días está revoloteando por el viaje.

—Claro que si ¿piensas que dejaré pasar un viaje como este?

Solté una carcajada, el evento estaba programado para mañana por la noche, ella quería llegar temprano para ir de compras, aunque pasaríamos tres días en Nueva York, no le quitaba la sonrisa de pensar en disfrutarlos con una dicha total.

Aunque, mis padres se llevarían a los mellizos de vacaciones a una playa y lugares de paso, en sí, una semana sola, de la cual, no estaba preparada.

A pesar de eso, yo no tenía cabeza para pensar en disfrutar de esos tres días, me enfocaba más en la presentación del proyecto ante muchas personas importantes, sobre todo a ese tal corporativo West.

—¿Estas preparada para presentar el proyecto?

—¿A caso soy una niña? —rodeó los ojos. 

—Ya, solo estoy un poco nerviosa —y lo estaba, sería la primera vez en presentar ante mucha gente nuestro logro.

—Te entiendo.

Eché una hojeada hacia atrás, Dany estaba con los mellizos, intentando enseñarles una gran oruga que llevaba en las manos, de alguna manera me sentía extraña, me alejaría de ellos por una semana, sabía que debía tomarme unas “vacaciones” ellos me superaban en número, pero se me encogía el corazón irme.

El último niño fue recogido y mis padres llegaron aparcando su Ford SUV frente a la escuela.

Mamá bajó, abaniqueandose con sus manos por el calor que hacía, completamente abochornada. Se encontró con nosotros.

—Es una pena que no pueda ir a ver los vestidos —dijo con puchero en cuanto Dany y los mellizos estuvieron cerca—pero sé muy bien que escogerás el más precioso —le extendió las manos a Dany para que se agachase a su altura, si mi madre era muy bajita, tomó a Dany de las mejillas, luego se giró hacia mí —tomaras fotos ¿verdad? —dijo amenazante, solo ella podía pasar de un estado de ánimo a otro.

—Claro que sí —me apresuré a decir, nadie podía negarse.

—¡Abue! —chilló Alice, saltando del agarré de su tía y se lanzó hacia su abuela.

—Oh, mi pequeña — le dio un cariñoso beso en la mejilla y después hizo lo mismo con Tony.

—Sí, claro, dejamos de ser sus pequeñas en cuanto estos pollitos aparecieron —gruño Dany hacia mí.

—Claro que si —soltó mamá con burla —perdiste tus privilegios.

Me agaché para con mis hijos.

Alice y Tony Ly, tenían cuatro años, mis pequeños mellizos.

—Los veré en una semana —les hablé con añoranza, acomodé un poco el cuello de la camisa de Tony —diviértanse con los abuelos.

—Nos vamos a divertir —dijo Alice sonriente —iremos a Fullerton Beach

—Podré observar el comportamiento de los turistas —dijo Tony determinado — y su ignorancia contra el derecho de los animales y la ecología.

Me reí y le despeiné el cabello.

—Está bien, pero nada de abrumar al abuelo como la última vez.

Mis padres tenían la tradición de llevarse a los mellizos en fin de semana, pero solo eran dos días, nunca me había alejado tanto tiempo de ellos.

—Lo prometo —ladeó los ojos y me dedicó una sonrisa.

.

Después de las despedidas, Dakota se subió a su auto y nosotras nos subimos a mi Volkswagen Caribe.

—Ya debes cambiar de auto —Dany arrugó la nariz —esta del asco.

—Hey, es un clásico y está en las mejores condiciones.

—Lo que digas.

Para ser una novia que estaba por casarse dentro de un mes, Danielle estaba bastante tranquila, sería una boda sencilla, lo que no sería sencillo era encontrar un vestido con sus gustos exagerados.

Dakota nos siguió hasta la tienda de novias Afrodita.

Una infinidad de vestidos de novia de diferentes formas, colores y tamaños, Dakota se paseó junto a Dany en los estantes exhibidos con los ojos brillantes.

Estaba emocionada por mi hermana y estaba emocionada por ver tantos vestidos que el aroma del lugar, tan relajante, los brillos de los vestidos y la suavidad que demostraban, me maravillaban y me abrumaba.

Había un sentimiento de tristeza que se enterraba en el fondo de mi corazón, ese sentimiento que en estos últimos años había ignorado, recuerdos que me dolían, una nostalgia reprimida, porque nunca había tenido la oportunidad de anhelar un vestido como estos, pero al igual que hoy, lo dejaría de nuevo hacia atrás. Empujé hasta el fondo aquella sensación conocida y me dediqué de lleno a la felicidad de mi hermana.

Esperamos un par de minutos en recepción y después una mujer llegó por nosotras para acompañarla al segundo piso, comenzó con sus preguntas sobré qué buscaba y su rostro reflejaba los cientos de novias indecisas que habían cruzado por su razón.

Después de que Dany escogiera cinco vestidos de diferentes formas, mientras se preparaba para mostrarlos, otra chica nos sirvió una copa de vino.

Decliné su oferta y pedí un poco de agua.

—Sabes, tendrás que dejar ese porte de aguafiestas cuando estemos en Nueva York —me regaño Dakota mientras se bebía de un trago el vino y pedía otra copa.

—Sabes que no he bebido alcohol en años.

—Tres años para ser exacto —rodeo los ojos, esta vez le dio un trago pequeño —como sea, debes relajarte ¿iras a tu cita de hoy?

Solté un suspiro largo y tendido.

Dakota se empeñaba mucho, muchísimo en sacarme de mi zona de mamá huraña, vivía por y para mis hijos, solo tenía tres tipos de pensamientos, Tony, Alice y trabajo, no había medios, ni distracciones, para mí era un punto final para el resto de mi vida.

Mi amiga, durante estos largos años, se dedicaba a arreglarme citas, siempre pensando que sería el indicado, pero cada uno de ellos siempre huía cuando mencionaba a mis hijos, desaparecían tan rápido como habían llegado

—Me estoy hartando de las citas ¿sabes? Este será el último.

Bebí mi agua, mientras Danielle salía de vestidor con un vaporoso vestido sin mangas y con corset.

—Nop —dije rápido —pareces quinceañera. 

Dany bufó y bajó de la plataforma tan rápido como subió.

—Sé que vas a divertirte esta noche —los castaños ojos de mi amiga centellearon con malicia.

Dos horas después y sin ningún vestido que encontrar, dejé a Dany frente al trabajo de su prometido y después puse marcha hacia mi casa.

Estaba muy tentada a cancelar la cita de hoy con un tal Henry, solo tenía un par de fotos que Dakota me había mandado y varias conversaciones por W******p en las que parecía un buen tipo.

En cuanto llegué a casa comencé a ducharme y vestirme, la cita era a las siete en un club ¿Qué tanto podía esperar?

Intenté no ser sugerente, solo con jeans y una camiseta rosa que mostraba un poco el escote. Llegué diez minutos tarde, sintiendo con cada paso que daba una presión, no quería estar allí.

Entré al club atestado de gente que movía los cuerpos y se embriagaba, bueno, era un lugar diferente para una cita. Aun contra todo mi ser me obligué a entrar.

Había música en vivo, miré mi celular donde el mensaje de Henry aún estaba en la barra de notificaciones, estoy en la barra decía.

Me dirigí hacia esta, había muchas personas, entré ellos, divisé un poco el rostro de Henry, quien estaba entretenido con la chica tras la barra, gruñí por lo bajo.

Me acerqué.

—¿Henry?

El tipo giró la cabeza, evidentemente con un par de tragos encima.

—¿Holly? —sonrió torpe —¿eres tú?

—Si —aliviada, saqué el banco de la barra —no creí que...

—Pensé que eras más alta —masculló —Dakota dijo que eras una diosa, no una muñeca de pastel.

—¿Disculpa? —parpadee sorprendida.

—Oye, nena, no es mi culpa que no seas tan agraciada como lo dicen —mis mejillas se tiñeron de rojo—Como sea ¿vas a querer un trago?

Las personas tras Henry escucharon lo que dijo y comenzaron a burlarse, apreté mi bolso entre las manos, completamente humillada

Salí de ese lugar escuchando las burlas de aquellas personas ebrias, y las lágrimas salieron poco a poco, aunque intentara detenerlas, me odié, por lo impotente que me hacía sentir esto, me odie por no haber hecho nada.

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