El trayecto le pareció eterno, debía atravesar la ciudad desde los conjuntos residenciales aceptables, hasta el área este, donde estaban las grandes mansiones. Eso era lo bueno de ser una niña rica. Se vivía donde se quería.
Al llegar, Rafael, el hombre de seguridad le dio acceso a la casa, cruzó la verja, se estacionó y salió del vehículo, estaba subiendo las escaleras a la entrada principal cuando la puerta se abrió para dar paso a una preocupada Connie.
-Cariño, ¿qué sucede?
-¡Michaell me engaña!- y dicho aquello se arrojó a los brazos de su amiga sollozando y dándole libertad a las lágrimas que oprimían su pecho.
Cinco minutos más tardes estaban en la habitación de Connie, con Rita gimiendo y sorbiendo por la nariz, mientras le contaba la historia.
-¡Ese hijo de perra!- grito Connie enfurecida- Te juro que lo voy a matar.
-No vale la pena- gimió Rita.
-Ese desgraciado hace llorar a una de mis mejores amigas y tú me dices que no vale la pena matarlo. Si fuese por mí, iría ahora mismo a buscarlo y le arrancaría la piel de las pelotas al infeliz. Valla que es un imbécil, ¡la perra oxigenada de la secretaria!, te juro que le mataré.
-Me quiero morir- gimió Rita sobre la almohada, entonces la furia de Connie cesó un poco y la estrechó entre sus brazos.
-Sssshhh, tranquila nena. Estoy aquí para apoyarte- inmediatamente sacó su teléfono y marcó, dos, tres, cuatro repiques y nada. Volvió a insistir y de nuevo la enviaba al buzón, algo enojada volvió a marcar y al segundo repique;
-¡Connie!
-¿Dónde diablos te metes?
-En el trabajo. No sé si lo has notado, pero una bibliotecaria no atiende llamadas durante su jornada, así que sé breve cariño.
-Me interesa una mierda tu estúpida biblioteca- Connie, casi podía jurar que Gillian, estaría rodando los ojos- debes venir a mi casa inmediatamente.
-No puedo Connie, apenas es medio día. No puedo ausentarme.
-Tengo un código azul.
-¡¿Qué?!- gritó alarmada y luego volvió a susurrar- ¿Un código azul?, ¿ Qué sucede Connie?
-Rita nos necesita más que nunca, me interesa muy poco lo que harás para zafarte de tu estúpida jefa- Gillian casi gritó de desesperación, Connie nunca cambiaría, siempre sería la niña mandona y consentida- pero es necesario que vengas. No puede esperar así que mueve tu estúpido trasero hasta mi casa o iré por ti a la biblioteca.
-Voy para allá- dijo Gillian, sin dudar por un segundo que Connie cumpliría con su promesa.
-Me estallará la cabeza- se quejó Rita en un sollozó.
-No cariño, te buscaré un analgésico, pero te juró que antes de que te estallé la cabeza a ti, Michaell Kreyernnet dejará de respirar- había terminado su frase cuando el celular de Rita sonó.
-Seguramente será él- nuevas lágrimas comenzaron a caer.
-Yo atenderé.
-No Connie- intentó impedirlo, pero era inútil, ya Connie tenía el celular en la mano y después de haber confirmado que efectivamente era Michaell, tomó la llamada.
-Rita, cariño debemos hablar. . .
-Rita no tiene nada que hablar contigo maldito infeliz.
-¿Connie?. . . Connie, déjame hablar con ella, puedo explicarlo.
-¡No me digas!- dijo irónica- ¿ puedes explicar que Rita haya encontrado tu pene, en la vagina de tu secretaria?, yo creo que eso tiene una sola explicación, y es que eres un maldito infiel desgraciado y sin escrúpulos. Aléjate de Rita o te juro que te pondré una bala entre cejas.
Y sin más colgó la llamada. Rita la miró con ojos completamente abiertos. No dudaba de las palabras de su amiga, la protegería con su vida de ser necesario.
Eso es lo que admiraba de Connie, no tenía miedo a enfrentarse a quien fuese con tal de protegerlas a Gillian y a ella.
Rita no supo cuándo se había quedado dormida, pero unos gritos la despertaron. Cuando abrió los ojos pudo ver que Connie sostenía su pistola y se encaminaba hacia la puerta.
-¿Connie?, ¿Connie, qué sucede?
-Nada cariño, vuelve a dormir- le sonrió y salió de la habitación, inmediatamente Rita saltó de la cama y corrió tras ella, la alcanzó en el recibidor sosteniendo la pistola firmemente, apuntando hacia Michaell.
Habían tres chicas del servicio que miraban la escena con los ojos abiertos. Y Michaell había elevado las manos en señal de que estaba derrotado.
-Connie, déjame conversar con ella.
-No tienes nada que decirle así que marchate. Susy abré la puerta- la mujer obedeció- ahora Michaell, sal de mi casa o juro que te disparo.
-Connie, no Connie.
-Rita, vuelve a la habitación cariño.
-No Connie. No lo mates.
-Este infeliz no merece que supliques por su vida. ¡ Sal de mi casa Michaell!- gritó y él obedeció, aún con ambas manos elevadas. Ella le siguió hasta la salida, le vio bajar las escaleras y girarse hacia ella.
-Connie. . . por favor. . .
-No hago favores a perros infelices que maltratan y lastiman a mis amigas, desde hoy en adelante eres persona no grata en mi casa, ni en mi vida, vete junto a la zorra de tu secretaria.
-No. . .yo. . . - Intentó acercarse, entonces Connie retiró el seguro de la pistola.
-Un paso más y te vuelo la cabeza.
-¡No!- gritó Rita nerviosa, Connie bajó las escaleras y Michaell se alejó un poco.
-Connie, solo debes dejarme hablar con ella.
-Te metiste con la chica equivocada hombre, seré mujer, pero Rita tiene quien la defienda, ahora da la vuelta, sube tu puto trasero al auto y vete de mí casa- Michaell se negó a ceder, y se aproximó un paso, entonces Connie elevó la pistola y disparó al aire.
Todos los que observaban la escena dejaron de respirar por un segundo. El rostro de Michaell se tornó grisáceo
-Si das un solo paso más mi próximo tiro será en tus pelotas. Y si no te vas ahora mismo quizás termines con una bala en un hombro.
Michaell entró a su carro y se alejó de la propiedad a toda prisa.
-¡No puedo creer que hayas hecho eso!- gritó Gillian acercándose a ellas, nadie se había percatado de su presencia. Rita temblaba como papel, no sabía si besar o golpear a Connie.
-Pues lo hice- se encogió de hombros.
-¡Puede demandarte!, ¿estás demente?
-Que lo haga si quiere. Él estaba en mi propiedad, que me demande. Ya veremos como termina tras las rejas.
-Connie, no puedes ir por la vida disparándole a la gente.
-¡Disparé al aire cariño!, tengo muy buena puntería, si hubiese decidido lastimarlo, estaría en el suelo sangrando.
-¡Estás loca Connie!
-Vamos, entra y conversemos con Rita, quizás luego serás tu quien quiera usar mi pistola.
Estar con las chicas era la mejor manera de superar cualquier problema. Ellas le ayudaban a mantenerse centrada, a no perder la cordura que siempre le ha caracterizado.Ellas conformaban un trio divertido y bastante diverso.Gillian. . .Ella era una hermosa pelirroja de grandes y hermosos ojos verdes, una cara muy dulce y hermosos labios llenos. Ella era la tímida, la sensata, Gillian siempre sosegaba las disputas, intervenía a favor de todos y conciliaba las diferencias.Gillian trabajaba en la biblioteca Central, amaba su trabajo tranquilo, allí podía relajarse entre lo que más amaba; los libros. Ella, con su carácter dulce y dócil era considerada por muchos como el típico ratón de bibliotecas. Tenía un hermoso cuerpo, un hermano pequeño, una madre amorosa y un padre alcohólico que los había abandonado.Aún no había encontrado el amor, aunque todos los días soñaba en cómo sería ser
Un año más tarde Rita es una mujer feliz, alegre, divertida y lo más importante; es una mujer divorciada. Ha dejado atrás el amor que sentía por Michaell, ese amor que tanto daño le había hecho, ahora era una chica en busca de diversión, y de recuperar los años que había malgastado amando al infiel de su marido. Fue muy duro superar aquello, pero afortunadamente Connie y Gillian, nunca la abandonaron, le brindaron un apoyo incondicional en todo momento.Michaell, no había querido entender que lo mejor era no seguirse lastimando y acabar con la falsa de matrimonio que tenían.-No Rita, te lo suplico cariño- había pasado sus nerviosas manos por el cabello- no me dejes, fui un tonto, lo sé. Cariño, he cometido errores pero te amo.-¿Errores?, que no sepas mantener la bragueta en su lugar no es un error, eso se llama traición Michaell, y yo no estoy dispuesta a tolerarlo, no soportaré ningún engaño, no pasaré por alto ninguna falta porque no te he dado motivos pa
Rita, se estira perezosamente en la cama, su despertador anuncia el comienzo de un nuevo día. Tuvo en intenso deseo de quedarse en cama, tenía años que no se sentía así, pero no podía dejar que la pereza le ganara. Debía ir al trabajo o Adam la mataría. Sin animo se arrastró hasta la ducha, quizás el agua fría lograra alejar la flojera que invadía su cuerpo.Después de unos veinte minutos estaba lista para ir a la oficina. Se encontraba en la cocina del pequeño apartamento tomando zumo de naranja, con un panqueque. Lavó el plato, lo guardó y lo secó.El lejano sonido de su móvil la sobresaltó, corrió a buscar su cartera, rebuscó entre sus cosas. Allí estaba, en el fondo.-Hola- respondió sin siquiera percatarse de quién era.-Hola cariño- la tierna y suave voz de Gillian, llegó a través del aparato.-Cariño, buen día. ¿Cómo amaneces?-Pues muy bien. Hoy llega mi nueva asistente y estoy dándole gracias al cielo por ello, cre
-Bien, las matemáticas pueden esperar. ¿Me dirás qué es un código amarillo?Rita, sintió que sus pulmones dejaban de funcionar. Y ahora, ¿ cómo saldría del problema en el que la loca de Connie, la había metido?-Es algo que. . . bueh. . . Realmente no tiene importancia.-Para mí la tiene Rita, se supone que yo soy parte del código amarillo- le dedicó una sonrisa burlona.-No lo entenderías.-¡Pruébame!- responde cruzándose de brazos.-Es. . . .Solo algo entre chicas. . . los colores- me siento estúpida por no conseguir una forma inteligente de explicarlo sin tartamudear. Yo, la racional Rita- pues, los colores indican diferentes situaciones.-Eso puedo imaginarlo- responde arqueando las cejas. Su tono es burlón, como si ella hubiese dicho una estupidez.-El azul es. . . para indicar una emergencia mayor. . . algo que no puede esperar, que necesita
-Te mataré Connie, juro que te mataré- dijo Rita, mientras se abalanzaba contra Connie, quién estaba de pie junto a la puerta con Gillian.-¡Rita!- grita Gillian, interponiéndose entre ellas- cálmate, tú nunca has sido violenta.-Merece que la mate Gillian- gime desconsolada y caminando rápidamente hasta el sofá que está en la sala y se deja caer gimiendo.-Por eso le dije a Gillian, que viniéramos juntas. Sabía que estarías como una loca- respondió Connie, con aire despreocupado.-¿Cómo pudiste hacerme eso?- Rita, la mira con odio- ¡Me haz avergonzado con el amigo de Adam!-Oye, por cierto- dijo Connie, ignorando la furia de Rita- ¿ desde cuándo son amigos?, esta como quiere el hombre Rita, es un código amarillo realmente jugoso.-¡No es un código amarillo!- gritó frustrada.- ¡No es un maldito código amarillo!- sintió que le saltarían las lágrimas. Amaba a su amiga, pero en aqu
Rita, llegó al trabajo con mucho tiempo de anticipación, no había tenido buena noche. Hugh Scott, se había paseado libremente por su cabeza, y había interrumpido sus sueños. Se sentó sobre la silla de cuero sintiéndose algo frustrada. Había salido con algunos hombre después de que su relación con Michaell, terminará, se había sentido muy bien con algunos de ellos, había disfrutado de su compañía, pero ninguno la había perturbado tanto como este hombre.Al parecer era muy bueno en su trabajo, se mostraba divertido, inteligente y con una inquietante habilidad para leer sus pensamientos y expresiones. Nada más pensar en él, sentía como su respiración se agitaba violentamente. Llamaron a su puerta logrando sobresaltarla.-Adelante- Entró su nueva asistente; Karen, quién traía una gran sonrisa-Buenos días Rita.-Buen día Karen, ¿cómo estás hoy?Karen Smith, era una mujer realmente atractiva, con una hermosa cabellera color cobrizo, sus enormes ojos eran muy
Hugh.Casi dejo escapar una risa cuándo ella enfurecida me preguntó:-¿Se puede saber a qué juegas?- le preguntó con voz entrecortada.-No sé a qué te refieres- respondo mintiéndole.-Por supuesto que lo haces- se levanta enfurecida- has estado. . . has estado tocándome deliberadamente.-¿De qué hablas?- levanto ambas cejas.He intentado incomodarla, ver hasta dónde es capaz de resistir, y debo admitir que ha soportado bastante. Mi intención es llevarla a los límites, hasta desearla ansiar con desesperación, un beso, un roce. . .-Sabes perfectamente de lo que hablo y. . . y. . . no estoy dispuesta a tolerarlo.-Vamos Rita, exageras. Han sido casualidades.-No. No lo han sido- responde mirándome fijamente, pero por su gesto sé que comienza a dudar, sus hermosos ojos grises me miran cómo indagando en mi rostro.-Rita- me pongo en pie- no te he estado tocando.-¡Claro que sí!, y no sé qué es lo que te
Rita. . .Llego a casa sin mucho ánimo, me dejo caer sobre el sofá de la sala y cierro los ojos agotadas. Lo normal es que mi cabeza a estas horas esté embotada de números y cuentas, pero hoy solo está llena de unos sensuales labios y unos magníficos ojos.¡Rayos!Quiero llorar de frustración porque Hugh me ha dejado queriendo más, me siento como una pequeña niña a la que le dieron de probar un exquisito dulce y de pronto se lo arrancaron de la boca dejando el sabor en ella y en anhelo de seguir comiendo.Resoplo enfadada.No puedo hablar con Gillian, se supone que está en su cita con John, seguramente la dulce Gillian, se ruborizaría y me diría que lo mejor era dejarle claro a ese hombre que no era adecuado que me tocara de esa manera.Pero lo cierto es que ese no es el consejo que necesito horita, o no es el que quiero. Creo que el consejo que anhelo es el de Connie, la loca rubia me diría que no lo piense y me arroje a l