Roxanne tartamudea de sobresalto al oír sus palabras.
Es que esto no puede estar pasando. Con dos meses de embarazo no cree que pueda aguantar otra sorpresa u otra siguiente emoción porque explotará ahí mismo.Antes de siquiera responder, observa que Paul da unos pasos hacia atrás. Y al mismo instante siente la mano en su hombro, y la copa de frente a su rostro.—Tal cual lo pediste, mon amour. Aquí tienes.Richard conserva esas gigantes sonrisas plasmadas en su rostro cuando le estira su copa de vino. Roxanne la toma de una buena vez y traga hasta el fondo porque la clara sensación de necesitar otro sentido provoca una sequedad en la garganta. La presencia de Paul Fournier está repleta de descaro y de atrevimiento.—De seguro la junta estará más cercana a lo que creíamos, papá. Todos están de acuerdo en que sigues estando aquí hasta que las acciones suban —Richard saca la conversación con una misma sonrisa que recae en ella de la misma forma, amigable—. Espero que el señor Quentin esté contento con la información que le darás, aunque hubiese preferido verlo por aquí.Roxanne pasa la lengua dentro de su boca con un disimulado sentido de rabia al saber la ironía de sus palabras. Tan sólo quiere estar con la hija de él, con quién siempre al parecer compartía las penas de una forma en la que nunca lo hizo con ella.—Creo que hubiese preferido tenerlo aquí —es Paul quien responde.Roxanne ni siquiera lo mira. En vez de eso, gira el rostro para encontrarse que en la entrada, vestida elegantemente y en manos de un hombre un poco mayor, hace acto de presencia Olivia Quentin, de hecho, la hija de su jefe. Roxanne entreabre ligeramente los labios una vez la observa. ¿Qué es lo que hace aquí?Llama la atención de varios hombres incluido el que tiene en brazos al instante.—Es tu día de suerte, papá. Ella es la hija de Quentin. ¿No te gustaría que viniera para conversar?—Me disculparás pero estoy ya de salida —Paul deja la copa en la bandeja que trae el mesero—. Me marcho ya. Señorita Smith, un placer conocerla. Espero verla pronto otra vez —como si quisiese meterse dentro de su propia alma le da una ojeada a Roxanne que hasta empieza a sumergirse en el propio pecado por sentir que se le va el aire—. Con permiso.Richard despide a su padre sin decir algo más porque Paul se marcha nada más con eso.Roxanne mira hacia otro lugar para conseguir aunque sea una sola posibilidad de recuperarse de todo eso.Y cuando no cree que puede pasar otra inevitable situación precaria, Richard la nombra con suavidad.—Sabes que estás aquí por el señor Quantin. ¿Te gustaría acércate hacia Olivia?—Querido, tú sabes que la señorita Quantin siempre ha estado muy al margen conmigo. Yo prefiero no involucrarme al menos que ella lo pida.Richard se carcajea un poco, la agarra de la cintura y besa su mejilla.—Espera un momento.—¿A dónde vas? —pregunta Roxanne. Él no debe estar hablando en serio.—Me acercaré a saludarla. Espera aquí, ¿Quieres?Y con un último beso se separa de Roxanne. Así sin más queda en soledad y en soledad, y sin otra cosa qué decir porque no le da tiempo de pensar en lo que Richard se atrevió hacer delante de sus narices, mira con fijeza cuando saluda a Olivia, tomándola de la cintura, sonriendo en su mejilla y de la más amigable y coqueta manera dirigiéndose hacia ella con más entusiasmo. Roxanne se muerde los labios, asintiendo y se da la vuelta.¿Qué dirá el alrededor? E incluso, ¿Qué dirá Olivia? Porque ya la observa, y recibe una mirada de saludo en su sitio, mientras sigue abrazada a Richard.Oh, está más que hirviendo por la clara evidencia que le está mostrando. "Me acosté con tu novio antes y después."Roxanne vuelve a tomar otra copa. Comienza a caminar fuera del salón. Ahora mismo lo menos que le interesa es que Richard venga detrás suyo. Es obvio que no lo hará.Quizás Mia se ha metido en una conversación con los otros jóvenes de administración, y es mejor así porque no piensa lidiar con más preguntas. De una vez por todas algo en su mente se enciende.Recuerda las palabras que había dicho Paul Fournier antes de dar un paso hacia atrás.Richard nunca debió verle la cara de tonta. El piso del CEO siempre se consigue en el último. Presiona el botón y espera que el timbre del ascensor la saqué del pensamiento. ¿Qué carajos va a hacer?Sus tacones resuenan conforme avanza. La oficina queda justo como lo imaginó. Al final del pasillo. Da un suspiro gigantesco antes de tocar, y sin que nadie responda por el otro lado, la puerta se abre.La lujosa suite que está delante de sus ojos le roba el aliento. Varias veces había entrado porque Richard siempre decía que él es el vicepresidente de la compañía Fournier. La realidad es bastante distinta de lo que esperaba.—Adelante.Observando la vista de Florida, casi junto al mar, esa aura de misterio corrobora sus dudas. Vuelve a verlo en este día tan desdichado para ella. Se lleva la mano hacia el vientre y da un paso. No es su intención mostrarse nerviosa pero trata de no aparentarlo.—No tengo todo el día —es lo que dice Roxanne—. Señor, así que hágame saber lo que desea.Paul Fournier simplemente se gira. Ya no lleva su blazer, solo una camisa blanca arremangada.—Tampoco yo, señorita Smith. Pero este asunto es bastante serio.Roxanne rueda los ojos.—Sé muy bien lo que sucede, señor. Pero no estoy aquí para que me hagan saber lo que ya sé —declama con los ojos entrecerrados—. ¿O es que seguirá amenazándome aún cuando sabe que yo no he hecho nada?—¿O es que acaso planeó una venganza por la traición de Richard?—¡Ah! Nuestros problemas no son de su incumbencia, con todo el respeto. ¡Estoy aquí para negociar!Paul se cruza de brazos, alzando su rostro.—Ya nos entendemos. Porque también quiero proponerle algo, señorita.La tensión que se vive entre los dos no se romperá al menos que se acerquen y hagan saber de esa ansia que se observa en sus ojos.Roxanne se limpia la comisura con su uña pintada.—¿Proponerme algo? ¿De qué habla o que…?—Necesito una asistente de viajes. Programar las reuniones por lugares en donde se encuentran las compañías Fournier y que esté a mi lado como una secretaria.Roxanne no puede creer su palabra.—Ya tengo trabajo, señor.—Renuncie.—¡¿Qué…?! —Roxanne se ahoga de la impresión—. ¡No puedo hacer eso!—Si, señorita. Si puede —Paul se acerca.Roxanne se aprieta los labios. Trata de calmar su rabia.—Con una condición.Paul inclina el rostro.—A ver —incita.Antes de poder decir algo más, tiene que enderezarse y recuperar las fuerzas.—Necesito un pago adelantado para cubrir mis gastos y la asistencia de un médico para mi hermana.Paul la mira de arriba hacia abajo.—Trato.No esperaba tan rápido su confirmación así que la toma de sorpresa. Usualmente, los hombres huyen de una mujer interesada. Éste no.—Y un abogado para mi hermano. Y que esté al tanto de su caso para empezar otro juicio y declararlo inocente —suelta Roxanne así sin más. No tiene tanta oportunidad para decir que estaba mal o no. Ojo por ojo—. Pero no debe ser todo el tiempo. Tengo que descansar.—¿Por qué?Roxanne tiene que esperar otra respiración. "¡Porque estoy embarazada, por eso!" Pero no lo dirá, ni en un millón de años. ¡No!—Que sea esto meramente profesional, señor. No puedo divulgar mis cosas personales.—No creo que seas la misma mujer de ese día. Sé más de ti de lo que imaginas.—Primero; olvídese de eso. ¿Es todo por hoy? Pediré una cita para el cronograma de sus reuniones, pero debe darme tiempo para arreglar mi antiguo trabajo. ¿Ya? Con permiso.Antes de dar un paso hacia atrás, Paul toma su mano, deteniéndola.—Eso no es solo lo que debemos arreglar.—No hay nada de qué hablar, señor. Olvide todo eso. De que existo y de lo demás más. Porque…—¿O me dirás qué olvidas como me robaste los besos?Roxanne jadea cuando lo siente cerca suyo.—Esto no debe ser posible. No puede ser usted..—Pero lo soy. Y no vuelvas a decir que te olvidé porque ya no puedo hacerlo. Ya no. Estuve noches pensando en tus labios. Y ahora estás frente a mi atada con otro hombre…—Ese hombre que es-—Callate, Roxanne. No recuerdes su nombre ahora mismo.Y la toma por detrás del cuello. Roxanne necesita tragar saliva, aún cuando de todos los hombres en la tierra, el único que le había hecho sentir cosquilleos, estaba enfrente suyo después de un tiempo.—Tan sólo déjame besar tus labios, porque ya no puedo aguantar.Y finalmente estrella su boca contra la suya.El mismo sentimiento que cobraba vida desde el mismo instante en que colocó sus ojos en él vuelve a poner su mente de cabeza. Y aún más cuando desde lo más profundo de su ser este beso apasionado crea un deseo más brutal, mucho más vehemente. Las manos la siente sobre su cintura, que luego alza desde el suelo para colocarla en la mesa mientras el beso se profundiza y la necesidad de recordar esa noche se apodera de ambos. La manera en la que Paul hace suyo sus labios fue algo con lo que soñó por noches, que la tuvo sin dormir, anhelando, soñando con volver a sentirlo. —Esto está mal —tartamudea Roxanne. Aún así el beso no se detiene y parece profundizarse aún más. Incluso ya lo siente sobre su cuello. —Necesito de ti, debes saberlo. —Pero —Roxanne cierra sus ojos cuando vuelven a buscarse y acoplan sus labios. El deseo se vuelve algo ya verídico, y si siguen de esa forma harán un desastre en esa oficina. El cuerpo de Paul se afinca sobre Roxanne pero un timbre de dentro de s
—¡Usted ha perdido la cabeza! —exclama Roxanne cuando se atreve a dar un paso hacia atrás—. Le dije que me diera tiempo de arreglar mis cosas. ¿Por qué se aparece por aquí? ¿Quién se cree que es?!La respuesta de Paul no se deja pasar. —Soy su jefe. Horas era lo que necesitaba —responde Paul desde el otro lado—. Súbase a mi auto. No perderé el vuelo por usted. Roxanne se queda sin habla. Piensa en Mia, en su hermano, y hasta de este…mendigo trabajo con ese señor barrigón que no hacía sino humillarla cada vez más. —Necesito hablar con mi hermana, no puedo irme así sin más sin despedirme. O me deja hacerlo o no hay trato. Paul se toma el tiempo de mirarla. Finalmente se quita los lentes y unos ojos azules relucen bajo la luz del sol de esa mañana.—Le doy cuatro horas. Se vuelve a introducir al auto como si nada hubiese pasado, dejando a Roxanne sin habla y con una reacción como si fuese visto un fantasma. Por la misma rabia tira el café al suelo y se lleva el plástico hacia su ca
Roxanne nunca ha salido de Florida, y eso significa no haber visto prácticamente nada del mundo. Poner un pie en semejante ciudad es algo que la abruma al principio, y por instinto lleva su mano hacia su vientre con prontitud. Hace un rato que habían aterrizado y otro chófer del señor Paul Fournier ya estaba esperándolos. Momentos después volvían a estar juntos en el carro, pero estaban lo suficientemente cerca como para no oír la respiración del otro. Roxanne aprovecha mirar por la ventana, para admirar los edificios y esa vida parisina que sólo miraba en la televisión o en las redes. No obstante, se endereza mientras mantiene una carpeta sobre su regazo. Carraspea. —¿En dónde me hospedaré, señor?—En mi casa.Una vez lo oye, Roxanne abre sus ojos negando rotundamente. —Jamás —suelta con rapidez. Pero luego pone la espalda recta y alza el mentón—. Prefiero un hotel mientras tanto estoy trabajando para usted.Paul se encoge de hombros, mirando su reloj de mano. Por supuesto que e
Roxanne tiene que sentarse mientras Paul se agacha y toma su tobillo. Todavía tiene algo de incomodidad desde que se habían alejado de todo esa primera impresión con su hija. No sabe si puede mirar otra vez a Paul pero como están las cosas, lo más probable es que le cuesta de ahora en adelante. Un pequeño quejido sale de sus labios sin querer al tratar de afincarlo. —¿Le duele mucho? —Paul finalmente se arrodilla un poco para verificarlo. Roxanne se arregla en la silla, pero niega un poco después de un momento. —No mucho. Sólo tengo que ponerme una compresa de hielo y ya —Roxanne se levanta con cuidado, suspirando. Se da cuenta que Paul sigue de rodilla—. Richard nunca me dijo…que tenía una hermana.—Richard se le olvidó decir varias cosas —Paul cubre su tobillo con una gasa con una delicadeza extrema. Si pudiese decir que estar enfrente de este hombre le depararía un sentimiento al que no podía describir no mentiría. Roxanne siente la respiración desacelerada cuando las manos toc
Roxanne traga saliva, hundida en el sofá por lo que depara la poca distancia que le traen recuerdos que no debe tener en la mente ni mucho menos cuando tiene a centímetros a Paul Fournier. Carraspea—¿De qué habla?—Te quedaste dormida y pronunciaste mi nombre en el auto, Roxanne. La severidad en las palabras de Paul dictan claramente lo que había ocurrido, pero ella no se acuerda de haber dicho algo así. Su cuerpo se estremece. ¿Acaso dijo algo más? ¿Mencionó algo sobre su embarazo…? —Eso no es verdad —vuelve a decir—, y si lo fue, pues, perdóneme. Usualmente habló cuando estoy dormida…—es lo que puede decir, y aunque está tranquila en su lugar, la distancia corta que acorralan ambos no está bien. Pero Paul finalmente se aleja, entrecerrando los ojos. Roxanne siente el alivio de respirar y se acomoda en el asiento.—Una vez te recuperes dile a mi chofer que te lleve al hotel. Mañana hay reunión a las 9 —dice Paul mientras se arregla su blazer azul marino con total normalidad—, no
No esperaba encontrarse nunca con Richard de esta forma y que eso fuese lo primero que preguntara. Creyó que estaría más tiempo en Florida de lo que había pensado. ¿Qué diantres estaba haciendo en París justo en ese momento?—El señor Forunier me hizo una mejor proposición de la que ya tenía —se arregla su pelo rubio hacia su hombro. Richard se cruza de brazos. —¿Y por qué no me lo dijiste? No me has llamado desde hace varios días —Richard se da cuenta que la amiga de Roxanne está tomando su café como si nada y señala con la cabeza—. ¿Te gustaría explicarme en el auto?—Todavía no puedo irme, tengo que regresar a trabajar —Roxanne toma su bolso y Marie, disimulando con una sonrisa, se levanta.—Entonces te pasaré buscando cuando termines. Te llevaré a la casa para cenar —Richard se acerca para tomarla de la cintura y depositar un beso en sus labios—, y así me contarás los detalles.Roxanne se tensa con el tacto de Richard y no disfruta para nada de su toque ni de sus besos. Da una f
Se le seca la voz a Roxanne de una vez por todas. Tiene que sostener la copa con fuerza para no dejarla caer al suelo en este estado de conmoción. ¿¡Ha escuchado lo que dijo?—No, no —traga saliva y balbucea con prontitud—. ¿Que si tengo un hijo?—Escuché perfectamente lo que acabas de decir, Roxanne —Paul inclina el rostro mientras se acerca.—. Tienes un hijo, así lo has dicho. Roxanne trata de buscar una mentira.—He visto que te encanta que yo actúe como un loco, oyendo cosas donde no las hay, ¿No es así? —Paul se mete las manos en sus bolsillos, dirigiendo una mirada oscura hacia Roxanne—. Habla. ¿Dónde está tu hijo? Y no te atrevas a mentirme.Roxanne quita la mirada de Paul porque sino perdería los estribos. ¡Estaba pérdida! Pero no es una chica que se deja manipular así sin más, mucho menos dejarse intimidar por algo así. Él no puede saberlo, no puede.—Es Brooke, mi sobrino.Suelta de improvisto. Paul pestañea después de oírla.Roxanne sigue con su mentira sin detenerse a mir
Como ese mismo toque que habían vivido en aquellos instantes, la necesidad de comenzar a reunir las fuerzas que Roxanne necesita para separarse de esfuman. Por completo lo hacen. Nunca antes había estado tan sedienta por un beso como lo está ahora. Paul la toma por la cintura e intensifica el beso mientras la lleva hacia atrás justo en en el escritorio. Roxanne siente finalmente que su cuerpo choca con la calidez y el bulto que siente sobre su pierna. Si tan sólo no hubiesen sabido nada de aquello. Si tan sólo hubiesen ignorado que había un problema de por medio, quizás hubiesen continuado con ese beso. Pero la realidad es otra.El toque de la puerta paraliza a Roxanne de inmediato y ni siquiera puede saber si lo que está haciendo es una broma. En ese mismo instante Roxanne se separa de Paul.—¿Está loco? —exclama Roxanne mientras del escritorio—. Estamos locos —se corrige a sí misma—, tdos aquí saben que soy la prometida de su hijo. Esto será un escándalo si se llega a saber. No