Roxanne traga saliva, hundida en el sofá por lo que depara la poca distancia que le traen recuerdos que no debe tener en la mente ni mucho menos cuando tiene a centímetros a Paul Fournier. Carraspea—¿De qué habla?—Te quedaste dormida y pronunciaste mi nombre en el auto, Roxanne. La severidad en las palabras de Paul dictan claramente lo que había ocurrido, pero ella no se acuerda de haber dicho algo así. Su cuerpo se estremece. ¿Acaso dijo algo más? ¿Mencionó algo sobre su embarazo…? —Eso no es verdad —vuelve a decir—, y si lo fue, pues, perdóneme. Usualmente habló cuando estoy dormida…—es lo que puede decir, y aunque está tranquila en su lugar, la distancia corta que acorralan ambos no está bien. Pero Paul finalmente se aleja, entrecerrando los ojos. Roxanne siente el alivio de respirar y se acomoda en el asiento.—Una vez te recuperes dile a mi chofer que te lleve al hotel. Mañana hay reunión a las 9 —dice Paul mientras se arregla su blazer azul marino con total normalidad—, no
No esperaba encontrarse nunca con Richard de esta forma y que eso fuese lo primero que preguntara. Creyó que estaría más tiempo en Florida de lo que había pensado. ¿Qué diantres estaba haciendo en París justo en ese momento?—El señor Forunier me hizo una mejor proposición de la que ya tenía —se arregla su pelo rubio hacia su hombro. Richard se cruza de brazos. —¿Y por qué no me lo dijiste? No me has llamado desde hace varios días —Richard se da cuenta que la amiga de Roxanne está tomando su café como si nada y señala con la cabeza—. ¿Te gustaría explicarme en el auto?—Todavía no puedo irme, tengo que regresar a trabajar —Roxanne toma su bolso y Marie, disimulando con una sonrisa, se levanta.—Entonces te pasaré buscando cuando termines. Te llevaré a la casa para cenar —Richard se acerca para tomarla de la cintura y depositar un beso en sus labios—, y así me contarás los detalles.Roxanne se tensa con el tacto de Richard y no disfruta para nada de su toque ni de sus besos. Da una f
Se le seca la voz a Roxanne de una vez por todas. Tiene que sostener la copa con fuerza para no dejarla caer al suelo en este estado de conmoción. ¿¡Ha escuchado lo que dijo?—No, no —traga saliva y balbucea con prontitud—. ¿Que si tengo un hijo?—Escuché perfectamente lo que acabas de decir, Roxanne —Paul inclina el rostro mientras se acerca.—. Tienes un hijo, así lo has dicho. Roxanne trata de buscar una mentira.—He visto que te encanta que yo actúe como un loco, oyendo cosas donde no las hay, ¿No es así? —Paul se mete las manos en sus bolsillos, dirigiendo una mirada oscura hacia Roxanne—. Habla. ¿Dónde está tu hijo? Y no te atrevas a mentirme.Roxanne quita la mirada de Paul porque sino perdería los estribos. ¡Estaba pérdida! Pero no es una chica que se deja manipular así sin más, mucho menos dejarse intimidar por algo así. Él no puede saberlo, no puede.—Es Brooke, mi sobrino.Suelta de improvisto. Paul pestañea después de oírla.Roxanne sigue con su mentira sin detenerse a mir
Como ese mismo toque que habían vivido en aquellos instantes, la necesidad de comenzar a reunir las fuerzas que Roxanne necesita para separarse de esfuman. Por completo lo hacen. Nunca antes había estado tan sedienta por un beso como lo está ahora. Paul la toma por la cintura e intensifica el beso mientras la lleva hacia atrás justo en en el escritorio. Roxanne siente finalmente que su cuerpo choca con la calidez y el bulto que siente sobre su pierna. Si tan sólo no hubiesen sabido nada de aquello. Si tan sólo hubiesen ignorado que había un problema de por medio, quizás hubiesen continuado con ese beso. Pero la realidad es otra.El toque de la puerta paraliza a Roxanne de inmediato y ni siquiera puede saber si lo que está haciendo es una broma. En ese mismo instante Roxanne se separa de Paul.—¿Está loco? —exclama Roxanne mientras del escritorio—. Estamos locos —se corrige a sí misma—, tdos aquí saben que soy la prometida de su hijo. Esto será un escándalo si se llega a saber. No
Roxanne se queda muda en su sitio. El corazón le late mil por hora y no puede entender que en realidad, esa clase de noticias hacen que su pecho se estruja. Siente miedo, angustia, y sus ojos no pueden aguantar más lágrimas que caen sobre sus mejilla—Mi bebé —murmura, abatida—. No, no. No puede ser.—La doctora dice que debes guardar reposo, que debes estar bien y no agarrar rabia. Ven, todo está bien. Me imagino que el señor Fournier lo sabe.Roxanne mira hacia el techo con pesar.—No, el padre de mi hijo no lo sabe —confiesa Roxanne—. Es que…es complicado.—¿Y tienes familia? —Marie se sienta a su lado con cuidado de no lastimarla. Sus ojos están un poco abatidos pero recupera una sonrisa para reconfortarla. —Están en Estados Unidos, ambos. Una es de crianza y otro es mi hermano —Roxanne se acomoda en el asiento y gira la cabeza. Su mejilla queda recostada de la almohada. —¿Y tus padres? —se atreve Marie a preguntar.Roxanne parpadea lentamente. —Mi madre falleció hace un tiempo
—¿Me estás amenazando, Richard? ¡No voy a dejar que vengas aquí y me trates como una mentirosa! ¿Quieres hablar de infidelidad? ¿En serio? ¿Tú entre todos los hombres quieres hablar de infidelidad cuando muy bien sabes que me engañaste durante nuestro noviazgo? ¡Nunca me quisiste! No me quieres ahora. ¡Deja ya de fingir! Roxanne pierde los estribos después de oír esas clases de cosas provenientes de Richard. Incluso en ese estado, donde su embarazo la pone mucho más sensible y con las emociones al borde, no tiene porqué retroceder a lo que por mucho tiempo tenía guardado en su pecho. ¿Por qué se dejó humillar tanto tiempo por este hombre? Tan sólo fueron siete meses, dos de los cuales parecieron un cuento de hadas. Los demás, un sólo infierno. Sin embargo, había conocido a ese extraño en ese bar, y pasó lo que pasó. ¿Era una especia de venganza por parte de Richard? ¿Acaso sabía que conocía desde mucho antes de su formal presentación a su padre? No tenía tiempo para decir sí lo sabí
Roxanne niega con la cabeza incluso cuando sus palabras atemorizan y a a vez impresionan. No es un temor por la amenaza, sino por la innegable sensación de que algo ocurre también dentro de Paul. No sólo es ella. ¿Pero qué ganaría diciéndole la verdad? ¿De Richard? ¿De su…bebé? La cabeza le da vueltas un momento después. Pero no hay nada en este mundo que quisiera más y en este preciso instante que desaparecer lejos de la familia Fournier. Pero eso era lo que quería su mente. Su corazón gritaba que le explicara y le dijera la verdad. —No hay nada que pueda hacer. No se preocupe, sólo son cosas personales. Mis cosas personales —Roxanne esnifa y da un paso hacia un lado. Aunque la voz le tiembla un poco debido a los sollozos y los ojos rojos dan a entender otra cosa—. Continuemos, señor Fournier. Estoy aquí para cumplir con mi trabajo.Paul la mira de reojo cuando la ve pasar. Está enojado por la manera en la que sostiene ese ceño fruncido y los labios estirados en una línea firme. Lo
—¿Señorita? La esperaré abajo. Roxanne sale de su ensueño y le da una sonrisa disimulada a Trevallier quien dentro de poco se aleja por el pasillo. Necesita varias explicaciones para esto pero no negará a la cita que se le ha ocurrido de improvisto al monseiur Fournier. Decide un vestido acentuado a su cuerpo de color azul, con escote pronunciado y unos tacones alto de color blanco. Su cabello rubio lo ata en un moño a lo alto y el sonrojo parece ser clave todavía para sus mejillas. Un rojo carmesí adorna sus labios. Si es un restaurante no duda que sea lujoso. ¿Qué hay de malo por una vez en la vida ser vanidoso? Roxanne le agradece a Trevallier de su interés y de su mano ofrecida para entrar en la limusina. París de noche es mucho más bella. Encantadoras calles llenas de luz y vida, esparciendo el encanto por el que eS conocida y no decepcionando a Roxanne cada vez que pensaba con fantasías sobre la ciudad. El carro se detiene frente a un restaurante de esos que con sólo l