Roxanne se queda muda en su sitio. El corazón le late mil por hora y no puede entender que en realidad, esa clase de noticias hacen que su pecho se estruja. Siente miedo, angustia, y sus ojos no pueden aguantar más lágrimas que caen sobre sus mejilla—Mi bebé —murmura, abatida—. No, no. No puede ser.—La doctora dice que debes guardar reposo, que debes estar bien y no agarrar rabia. Ven, todo está bien. Me imagino que el señor Fournier lo sabe.Roxanne mira hacia el techo con pesar.—No, el padre de mi hijo no lo sabe —confiesa Roxanne—. Es que…es complicado.—¿Y tienes familia? —Marie se sienta a su lado con cuidado de no lastimarla. Sus ojos están un poco abatidos pero recupera una sonrisa para reconfortarla. —Están en Estados Unidos, ambos. Una es de crianza y otro es mi hermano —Roxanne se acomoda en el asiento y gira la cabeza. Su mejilla queda recostada de la almohada. —¿Y tus padres? —se atreve Marie a preguntar.Roxanne parpadea lentamente. —Mi madre falleció hace un tiempo
—¿Me estás amenazando, Richard? ¡No voy a dejar que vengas aquí y me trates como una mentirosa! ¿Quieres hablar de infidelidad? ¿En serio? ¿Tú entre todos los hombres quieres hablar de infidelidad cuando muy bien sabes que me engañaste durante nuestro noviazgo? ¡Nunca me quisiste! No me quieres ahora. ¡Deja ya de fingir! Roxanne pierde los estribos después de oír esas clases de cosas provenientes de Richard. Incluso en ese estado, donde su embarazo la pone mucho más sensible y con las emociones al borde, no tiene porqué retroceder a lo que por mucho tiempo tenía guardado en su pecho. ¿Por qué se dejó humillar tanto tiempo por este hombre? Tan sólo fueron siete meses, dos de los cuales parecieron un cuento de hadas. Los demás, un sólo infierno. Sin embargo, había conocido a ese extraño en ese bar, y pasó lo que pasó. ¿Era una especia de venganza por parte de Richard? ¿Acaso sabía que conocía desde mucho antes de su formal presentación a su padre? No tenía tiempo para decir sí lo sabí
Roxanne niega con la cabeza incluso cuando sus palabras atemorizan y a a vez impresionan. No es un temor por la amenaza, sino por la innegable sensación de que algo ocurre también dentro de Paul. No sólo es ella. ¿Pero qué ganaría diciéndole la verdad? ¿De Richard? ¿De su…bebé? La cabeza le da vueltas un momento después. Pero no hay nada en este mundo que quisiera más y en este preciso instante que desaparecer lejos de la familia Fournier. Pero eso era lo que quería su mente. Su corazón gritaba que le explicara y le dijera la verdad. —No hay nada que pueda hacer. No se preocupe, sólo son cosas personales. Mis cosas personales —Roxanne esnifa y da un paso hacia un lado. Aunque la voz le tiembla un poco debido a los sollozos y los ojos rojos dan a entender otra cosa—. Continuemos, señor Fournier. Estoy aquí para cumplir con mi trabajo.Paul la mira de reojo cuando la ve pasar. Está enojado por la manera en la que sostiene ese ceño fruncido y los labios estirados en una línea firme. Lo
—¿Señorita? La esperaré abajo. Roxanne sale de su ensueño y le da una sonrisa disimulada a Trevallier quien dentro de poco se aleja por el pasillo. Necesita varias explicaciones para esto pero no negará a la cita que se le ha ocurrido de improvisto al monseiur Fournier. Decide un vestido acentuado a su cuerpo de color azul, con escote pronunciado y unos tacones alto de color blanco. Su cabello rubio lo ata en un moño a lo alto y el sonrojo parece ser clave todavía para sus mejillas. Un rojo carmesí adorna sus labios. Si es un restaurante no duda que sea lujoso. ¿Qué hay de malo por una vez en la vida ser vanidoso? Roxanne le agradece a Trevallier de su interés y de su mano ofrecida para entrar en la limusina. París de noche es mucho más bella. Encantadoras calles llenas de luz y vida, esparciendo el encanto por el que eS conocida y no decepcionando a Roxanne cada vez que pensaba con fantasías sobre la ciudad. El carro se detiene frente a un restaurante de esos que con sólo l
¿Algo más placentero que sentir a Paul bajo sus piernas, haciendo y deshaciendo todo lo demás, todo lo que creyó y lo que nunca había creído que sentiría con otro hombre? Desde esa noche no dejó de pensarlo, y en el primer instante que lo volvió a ver tan sólo pensaba en ese noche, unidos, desesperados de pasión y con una conexión que no había tenido con nadie. Con absolutamente nadie. Las manos de Paul se habían aferrado a sus muslos hasta llegar a sus nalgas, intensificando el movimiento de sus labios sobre su entrada, dejando a una eufórica y sudada Roxanne bajo su toque. Un sentido descomunal con cada roce hacía su entrada, y el gruñir de Paul cuando sentía la mano de Roxanne sobre su cabeza para que no dejara de hacer lo que estaba haciendo. Se había apoderado por completo de Roxanne. Hasta saciarla por completo y verla retorcerse de placer en la cama. —No creo que pueda aguantar más, Paul. Por favor —Roxanne tragó saliva, jadeando después cuando lo vio alzarse, saborearse los
Roxanne alza la mirada, entrecerrando los ojos. ¿Así que es su ex? El recuerdo de las noches que han pasado juntos la acorralan un poco. Victoria Mareu es una mujer realmente hermosa. Pero no esperaba esa respuesta y tampoco la manera en la que se lo dijo. Roxanne carraspea un poco.—Entiendo —y bebe su café mientras desvía la mirada. —¿No bebes un vino? —le pregunta Victoria.—No —responde María Teresa mientras arregla su chaleco—. En estos momentos no —¿Hay motivos para no beber vino en esta hermosa noche? —al contrario de lo que había pensado, Victoria la mira con suavidad. Roxanne se siente un poco incómoda de estar a su lado. Hay muchas cosas que pasan en su vida y al parecer, ambas están compartiendo una misma razón: Paul Fournier. —Tengo que trabajar mañana —le sonríe a Victoria.—Por supuesto —le responde Victoria—. Ah, me alegra mucho que las cosas hayan cambiado en la compañía de Fournier. Hace un tiempo que iba, ya sabrás porqué. Pero hemos superado esa etapa y lo ví h
Todo su cuerpo se tensa, y es peor porque siente la mala vibración en su vientre y en su pecho. Un nudo se forma en su garganta al tan sólo imaginar que Paul sepa la verdad. Si fuera por ella ya se hubiese levantado del mueble sólo para huir como una cobarde. Roxanne necesita tener que aguantar la tos que se apresura en hacerla callar pero no puede controlar el miedo que siente cada vez más. Se quita la manta que cubre su regazo y antes de que el doctor de otro paso más toma su muñeca. —¡No! Por favor no —le ruega Roxanne—. Yo misma se lo diré, pero no lo debe saber ahora. Dígale que solo fue un resfriado, que ayer me mojé con la lluvia. Pero por favor no le diga que estoy embarazada. El doctor hace una mueca de impresión y de confusión al mismo tiempo al escucharla. ¿De qué se trata esta clase de súplica? —Pero señorita no puedo hacer eso, va en contra de la confianza que tiene el señor Fournier en mí. Me pidió que le dijera lo que tenía, y usted está en un estado delicado ahora
¿Acaso Richard escuchó lo que habían hablado? ¿Acaso había oído siquiera lo que Paul le estaba diciendo y su propia negación? No es que se sienta impresionada, sino por la inmensa malinterpretación de las cosas que podría causar este momento. ¿Cómo podría tomarlo siquiera? Sólo quiere irse lejos de estos hombres y desaparecer para siempre. Roxanne carraspea.—El señor Fournier está indicando algunas cosas que he pasado por alto y que ha costado la pérdida de dinero.Suelta de una vez. No tiene tiempo en pensar en otra cosa y en cómo fingir que en realidad estaba escapando de esos ojos azules que la vuelven cada vez más una tonta. Los ojos de Richard reposan en los de Paul y los entrecierra.—Pero no te da el derecho de hablarle así, ni mucho menos tocarla —Richard se apresura en jalonear a Roxanne hacia su lado, quien abre sus ojos pero que de inmediato se remueve. Richard sólo ignora su movimiento—. Tampoco tienes el derecho de mandar a tus empleados en estas horas fuera de las est