CAPITULO 20No se siente en el instantes capaz de responde, no en el momento, y aunque pudiese, ¿qué respuesta quiere escuchar? ¿Qué respuesta quiere dar ella? El congelo de su corazón, de su habla y de su respiración claramente indican lo que siente, y negándose a cubrir esa falta de tranquilidad apoderándose de cada centímetro de su cuerpo. Y Roxanne no pude negarse a la tentativa de decir algo…Se cruza de brazos, y aunque quiere aparentar tranquilidad, no puede. El turbamiento está dentro de su cuerpo y estará por un largo tiempo.—¿Qué estás haciendo, Paul? —es lo único que Roxanne es capaz de contestar. Y aunque quisiera negarlo, retroceder y volver a la vida que tenía mucho antes de conocerlo aquella noche, algo la impulsa a continuar. Un impulso que nace de la necesidad que refugia su curiosidad—. ¿Por qué…?—Una respuesta, Roxanne. La interrumpe Paúl sin cuidado, mucho más controlador y desesperado por oír la negativa o la tentativa. No tiene tiempo para oír rodeos. Está ahí
21. —Te noto extraña, ¿Estás bien, Roxanne? Le pregunta Marie al instante. Como si volviera a pisar la tierra, Roxanne despierta del sueño. Quita la mirada rápidamente de Paul. Una radiante sonrisa le dirige a Marie y se acomoda en el asiento. —Lo estoy. ¿Por qué lo preguntas? —toma un sorbo del zumo que ha pedido. Marie mastica el limón de su bebida antes de contestarle. —No pareces muy bien del todo. ¿A quién has visto?—Es que estar en París por primera vez no es algo que vives todos los días. Pero debo cuidar de alguien aquí —se lleva la mano hacia su vientre—. Y temo que ya me dice que me marche. Marie se carcajea por lo bajo. —Estoy segura de que el niño debe estar más que divertido ahora. No ha nacido y ya está en París. Y hablando de él, Roxanne, ¿Le has contado ya…? Bueno, no quiero ser entrometido pero ¿Le has contado a su padre? “Sólo me falta levantarme y decirle a Paul: serás padre otra vez.” Es lo que piensa Roxanne al instante. Mueve sus labios y se pone de pie.
Roxanne abre sus ojos con impresión. Incluso siente el vacío en su estómago que disfraza la conmoción. El grito que ha lanzado Victoria incluso retona hasta en el más mínimo rincón de su mente. —No, por Dios —trata de decir, con los ojos abiertos—, no es así. ¿De qué está hablando? No es lo que cree- —¡Por Dios! ¡Qué atrocidad! —expresa Victoria, tal como hubiese visto a un fantasma o algo peor. Para ella, no hay algo peor sino esto. Con un dedo los señala a ambos, en medio del camino y con la mirada furibunda, enrojecida por el pensamiento que ahora la enloquece—. ¿¡Es que…?! Es que…—Victoria controla los gritos de incredulidad, y poco a poco su sorpresa se va transformando en discordia que claramente se observa en cada gesto—. No lo puedo creer. Paul coloca a Roxanne detrás de él, empujándola con delicadeza. —Estás viendo cosas donde no las hay —es lo que dice. Sus ojos azules mantienen la mirada en ella—. Malinterpretas las cosas, Victoria. —¿Malinterpretar las cosas? ¡No sea
Es algo que toma de sorpresa a Roxanne, quien baja su mano de su cabello mientras observa fijamente a Paul. Nunca había dudado de la relación entre ambos porque, fervientemente, sabía y conocía que la relación entre Paul y Richard es la razón por la que ahora mismo siente que sus cabeza va a explotar. —No lo sabía —comienza Roxanne, algo confundida.—Creí que ya debías saberlo —Paul le acaricia la mejilla—. Te llevaré con tus hermanos.Roxanne sostiene su mano también, y aún más calmada, niega con suavidad.—Sigue siendo tu hijo —pese a eso sigue sonriendo y comienza un camino de caricia en la mejilla de Paul. Se da por tragar saliva, calmando los estragos de su cuerpo. Pero Roxanne no es capaz de pensar en otra cosa—, no sé si lo que estamos haciendo sea lo correcto, pero no debimos venir cuando Victoria piensa de esa forma…—Ya, no sigas pensando en eso ni en ella —Paul trata de tranquilizarla, con un beso en sus labios que saben simplemente a cielo. El tormento no es algo que está
—¡¿Novio?! —Mia se atraganta una vez lo oye y da un paso hacia atrás—. ¡Señor Fournier! Pero es que usted es…Andrew mantiene su nueva de disgusto cuando da una ojeada tanto a Roxanne como al hombre a su lado, en una posición que lo tomó como altivo. Antes de pensarlo, comienza a echar humo por la nariz y por los oídos.—¿Richard? ¿Qué hay de Richard?—Él no es mi pareja —es lo mismo para Roxanne. Su cuerpo está temblando bajo el toque de Paul porque ha sido capaz de mencionar algo como eso delante de su familia. ¡Es algo incluso para perder la razón! Vuelve a retomar la palabra—. Richard me engañó. ¡Y ya basta! No me cambies la conversación. Vístete porque tenemos que visitar el tribunal. —No, un momento. Me vas a explicar quién es éste tipejo y qué hace aquí. ¿Cómo se atreve a pasar a la casa? ¿Quién se cree que es? —No hay mucho qué decir de mi. Soy el novio de tu hermana, y ahora que lo sabes otra palabra más hacia Roxanne y tendré que interferir de una manera que no te gustará.
Sostiene a su sobrino con fuerza cuando las palabras de Mía salen de ella, sin esperarse. Esas palabras y esa sentencia la conmocionan y no hay lugar donde esconderse, donde meter la mente y la expresión anonadada de su rostro cuando Roxanne se da cuenta lo que significa éstas palabras, y peor aún, después de tanto sin oír su nombre: su padre.Roxanne abre sus ojos. El recuerdo de su abandono la azota. Se hizo cargo de sus dos hermanos a la edad de diecisiete, y sin obtener ninguna ayuda, con una madre recién fallecida y un padre alcohólico, sus sueños se vinieron abajo al igual que sus deseos por seguir luchando por todo lo que alguna vez le había dicho a su madre, y que no tenía ni mantenía ya en su vida porque maduró lo tanto que pudo para darle a sus hermanos algo qué comer. Su padre simplemente se esfumó de la tierra y de su vida. Les dejó sólo la casa del vecindario y siete años después, no había vuelto a oír de Elijah Smith. Su sangre se congela. Pasó mucho tiempo tratando de
Las palabras no salen de su boca, porque es un sufrimiento constante el que se siente con cada paso. Brooke observa a su tía derramar las lágrimas que una vez se quita de su mejilla para endurecer la expresión y mostrar ningún índice de desconsuelo. El mismo que sintió hace tanto tiempo atrás, sin ningún apoyo, sin nadie que estuviera allí para decirle que estarían bien y saldría de ésta. Sino hubiese sido por Dorothea, no sabe que sería de su vida en estos instantes. Fue la única quienes los apoyó y le tendió la mano después de que una joven Roxanne llegara a su casa para que le ayudara con sus hermanos que no habían probado ningún bocado en el día. Dorothea los acogió, los cuidó, y cuidó de Andrew y Mía, siendo la última más pequeña. Roxanne no terminó el colegio y fue la primera en trabajar. Poco a poco fue surgiendo y con su manera dinámica de trabajar y gustar a sus superiores, obtuvo varios trabajo. Cuando se había dado ya cuenta, Andrew también había elegido la vida del traba
—¿Qué estás diciendome? Tal vez no vuelva a respirar correctamente después de esto. Tal vez no vuelva siquiera dormir bien por las noches después de éste día y quizás no recibiera un perdón de alguien que claramente tendrá que recibir una explicación que, sin saber cómo ocurrió, se le salió de las manos. ¿Todo el mundo lo sabe?¿Todo el mundo sabe que está…embarazada…?Hiperventila cuando se levanta y camina por toda la sala. Su ceño está apretado, pero su conmoción indica que sin duda alguna ha perdido la razón.—Esto no puede estar pasando —refleja su angustia y desesperación tocándose la cabeza—. ¿¡Cómo que todo el mundo, Marie!? ¿¡Cómo se atrevió a decir algo así!?—No lo sé, amiga. Pero lo único que sé es que toda la compañía ahora sabe de esto —cuando las palabras de Marie salen de improviso su corazón se detiene. ¿Toda la compañía? Esto no puede estar sucediendo—. ¿Él no es el padre, verdad…?—¡Por supuesto que no! —exclama, desesperada y enojada—. Por Dios, yo debo volver.—T