No necesita sentarse en ese lugar, moviendo la pierna de un lado a otro, como si estuviera a punto de romper el piso con sus tacones a la espera dramática de aquel resultado. ¿En qué estaba pensando siquiera? ¿La atracción debería considerarse prohibida? Con creces, porque desde joven no había sido incoherente con sus decisiones. Pero esto…esto se ha salido de sus manos.
—¡Roxanne! —oye a su lado. Un alivio recorre su espina dorsal cuando ya se levanta y abre los brazos para recibirla. Su hermana de crianza y gran amiga suya, de esas donde compartes la copa, y los secretos del alma. De su misma estatura pero de pelo rojo como el bermellón, la toma entre sus brazos con suavidad—. Vine lo más rápido que pude.—Gracias Mia, es que esto está matándome. Aunque no es bueno que estés aquí. ¿Te tomaste tus medicamentos?—¡No hablemos de mí, Roxanne! ¿De qué hablas? ¡Me asustaste por ese teléfono!—Tienes que calmarte, porque sino perderemos ambas la cordura y yo ya estoy que se me sale el corazón…—¿Señorita Smith?La pregunta sale de un hombre en bata blanca detrás de ella, con una carpeta sobre sus manos.—Soy yo.—Los exámenes están listos. Acompañeme.—¿De qué exámenes está hablando? —Mia pregunta confundida, comenzando a caminar junto a ella.—¡Espera a que lo oiga decir de un doctor! Si lo oyes decir de mí, te tendré que llevar cargada por la impresión.Dentro de la oficina, mira hacia sus manos, apretadas y sudando mientras el doctor comienza abrir el sobre. Cuando empieza la cuenta regresiva para oír de ese veredicto, aprieta las manos de Mia. Pensando solo "Que no sea, que no sea."—Felicidades —entonces deja salir el doctor. El aire sale de sus pulmones—. Usted está embarazada.La lluvia de la ciudad ya está deteniéndose. Así que aprovecha entrar en el lugar, resonando los tacones y con una copa en la mano.
Está vestida como debe de ser. Un vestido formal y stilettos negros.La junta directiva empezará en unos segundos en la compañía de su prometido: Richard Fournier. Ha estado comprometida con él hace apenas unas semanas. Sin querer entrar en detalles por no querer recordar lo que habían vivido, estuve un tiempo soltera después de haberse enterado de su infidelidad, pero Richard llegó a vecindario, trajo un anillo y con todo el mundo viéndola, tuvo que decir que sí. ¡Ah! Cree que puede engañarla así tan fácil, pero no pensará en eso. El único idiota es él, que cree que una mujer perdona un engaño de la noche a la mañana. ¡Jamás! Roxanne Smith nunca dejaría que alguien la tratase como un desecho; aceptar la mano de Richard tenía algo más oculto. Es un francés que es heredero de la empresa de su padre, una multimillonaria que radica en Florida.Es la asistente del dueño de la compañía asociada. Y justamente hoy la ha mandado para que asista a la reunión en su nombre. No objetó, aunque quiso hacerlo incontables veces.Tiene días con malestar, dolores de cabeza y hasta vómitos. Cree que simplemente es uno de esos achaques que llegan de vez en cuando en esos momentos de espera. Está nerviosa también, porque desde dos semanas que no ve a su "prometido."Le había dicho que pronto le presentaría a su familia porque desde que lo había conocido, sólo conocía al padre de Richad por el nombre, no en persona, porque nunca lo había visto ni en foto.Deja la copa en donde está la mesa y se arregla el lápiz labial rojo.Entra a la reunión. Varios hombres ejecutivos están de pie, hablando y compartiendo una que otro chiste mientras empieza la junta.—Querida.Oye a su lado. El rostro se tensa al verlo y traga saliva. Pero aún así recibe un beso en su mejilla. Es Richard Fournier, su prometido.—Estás bellísima, Roxanne —Richard la observa de arriba hacia abajo—, demasiado hermosa.Toma un suspiro, pero termina por sonreír y le toma la mejilla.—Muchas gracias —expresa—. ¿Cómo estuvo tu vuelo?Richard toma su mano y empiezan a caminar.—Ya sabes, pesado. Bastantes horas de París hasta acá. Y bueno, creo que valió la pena.Al mirar a Roxanne, está sonriendo otra vez.—¿Sucede algo?¡Bastante cosas suceden! Pero no es capaz de mencionar una cosa. Tiene que hablar severamente con Richard, y no puede pasar de ese día. No cuando…su compromiso está en juego y todo por culpa suya, porque cualquier cosa podría salir mal en sus planes. Esos de vengar la traición de su prometido.—Richard —comienza, despacio y expectante—. Debemos hablar.—Por supuesto, querida. A ver, ¿Qué quieres decirme?—Es que yo…Richard observa encima de su hombro, e inevitablemente se le forma una sonrisa. La toma de los brazos.—Perdón por interrumpirte querida pero tengo algo que decirte también —Richard saluda con una mano a la persona que se acerca por detrás de ella.—Richard, es importante que hablemos. Muy importante, tan sólo escúchame y…—¡Papá! Por aquí. Estás justo a tiempo. Déjame presentarte a mi prometida, Roxanne Smith.Así que tiene que dejar de verlo para girarse por completo.Las piernas flaquean, el cuerpo tiembla de sobresalto y la respiración se atora en su garganta cuando se da cuenta a quien tiene al frente. Es un hombre, de ojos profundos y mirada penetrante, de ese color azul que también reposa en quien al parecer, es su hijo. No es la apariencia lo que la impresiona y mucho menos el sentido que mueve todas sus entrañas y hacen que aprieta por consecuencia el brazo de Richard.No, no. Esto no puede estar pasando.—Muy hermosa tu chica, hijo. Un placer. Paul Fournier a sus órdenes.Roxanne engulle la saliva pero no puede esperar más a estrechar su mano, sonriendo a medias y con falsedad.—La familia también quiere conocerla, así que es posible que marchemos a París para que la conozcan. Querida, mi padre vino para quedarse un tiempo en Florida por su compañía. Y aproveché el momento para que ambos se conocieran. Ya era hora, ¿No?Roxanne mueve la cabeza, como si tuviera razón.—Es un placer al fin conocerlo, señor. Richard me ha hablado mucho de usted —pronuncia con cautela, sumergida en la gran y vasta penuria que es recuperar la calma. ¿¡Cómo lo lograría si…?!—Richard también me ha hablado mucho de ti —el señor Fournier responde con suavidad. Tiene una voz cautivadora y un tono suave pero profundo—. Es un alivio que ya nos hayamos conocido.Ambos se quedan viendo y Roxanne no da para más. No en ese momento.—Iré al baño, si me disculpan.Ambos hombres la dejan pasar hacia la puerta.Roxanne aprovecha para llegar hacia el baño, tomar agua de ese grifo y abrir los ojos.—¡Este es tu peor día, Roxanne Smith! ¡Eres una boba, boba!Empieza a decirse. Sin embargo, la tanta rabia que acumula se ve caminando sobre su estómago, revolviendolo, y luego creando unas repentinas náuseas que necesitan salir ahora mismo de su cuerpo. Roxanne abre la primera puerta, se arquea y deja salir todo el vómito que le ha dejado ese repentino mareo.Se endereza repentinamente. Y se toca el rostro.—Ay, por Dios —exclama, con los ojos abiertos—. Ay, por Dios.—¿Roxanne?Tiene que salir del baño, encontrándose a Mia, que la ve ya horrorizada por su estado.—¿Qué te ocurrió? ¡Todos están preguntando por ti allá afuera! Yo creo que es momento que le digas ya a Richard que estás esperando un hijo.—Ese hijo no es de él —suelta Roxanne de una vez—. Eso es lo que estaba tratando de decirte ese día en el médico.—¿De qué estás hablando, Roxanne? —Mia inclina la cabeza con recelo. No le están gustando estas palabras.Roxanne vuelve a mirarse en el espejo, recuperando las fuerzas.—Hace meses que…estuve en un bar y conocí a un hombre, y bueno…—¿¡Te acostaste con un desconocido!?Roxanne no quiere responder a eso. Ya ni siquiera lo sabe.—Lo que tienes que saber es que estoy cien por ciento segura de que no es suyo. Él y yo no hemos estado juntos.—Roxanne, mujer, ¡Ahora sí has hecho la peor cosa en tu vida!—Eso no es lo peor —Roxanne se tapa los labios—. El verdadero padre está aquí.Por supuesto que lo está. El único hombre con el que había pasado tan sólo una noche en un club de Florida fue un hombre en los cuarenta, atractivo y varonil. Y ese hombre es Paul Fournier: el padre de su hijo y enterándose justo el día de hoy, también el padre de su prometido.—¡Roxanne Smith! ¿En qué te has metido? Conforme avanzan por el pasillo de la compañía de los Fournier incluso el estruendo sobre el alrededor recae sobre su cabeza. Tanto que tiene que pensar para poder recuperar esas fuerzas que les arrebató la sola idea de estar frente a ese hombre. Frente de Paul Fournier. El recuerdo de esa noche está tan vivido como si hubiese sido ayer.—Te invito unas copas —había sido lo primero que dijo cuando se acercó a la barra.Roxanne estaba pensativa por su propia familia, bastante problemas ya había tenido con su hermano en la cárcel, con Mia lidiando por el tratamiento para su enfermedad y sin cómo pagar sus medicinas y del hijo de su hermano, de dos años a quien el juez le había dado la custodia para quedarse con él. Pero ahora la madre de Brooke, el niño, había hecho todo lo posible por quitarle la custodia en esos días, y lo había logrado. Su jefe la tenía todo el santo día de pie, de aquí para allá, y sin un gramo de piedad, la hacía correr de
Roxanne tartamudea de sobresalto al oír sus palabras. Es que esto no puede estar pasando. Con dos meses de embarazo no cree que pueda aguantar otra sorpresa u otra siguiente emoción porque explotará ahí mismo. Antes de siquiera responder, observa que Paul da unos pasos hacia atrás. Y al mismo instante siente la mano en su hombro, y la copa de frente a su rostro. —Tal cual lo pediste, mon amour. Aquí tienes. Richard conserva esas gigantes sonrisas plasmadas en su rostro cuando le estira su copa de vino. Roxanne la toma de una buena vez y traga hasta el fondo porque la clara sensación de necesitar otro sentido provoca una sequedad en la garganta. La presencia de Paul Fournier está repleta de descaro y de atrevimiento. —De seguro la junta estará más cercana a lo que creíamos, papá. Todos están de acuerdo en que sigues estando aquí hasta que las acciones suban —Richard saca la conversación con una misma sonrisa que recae en ella de la misma forma, amigable—. Espero que el señor Quent
El mismo sentimiento que cobraba vida desde el mismo instante en que colocó sus ojos en él vuelve a poner su mente de cabeza. Y aún más cuando desde lo más profundo de su ser este beso apasionado crea un deseo más brutal, mucho más vehemente. Las manos la siente sobre su cintura, que luego alza desde el suelo para colocarla en la mesa mientras el beso se profundiza y la necesidad de recordar esa noche se apodera de ambos. La manera en la que Paul hace suyo sus labios fue algo con lo que soñó por noches, que la tuvo sin dormir, anhelando, soñando con volver a sentirlo. —Esto está mal —tartamudea Roxanne. Aún así el beso no se detiene y parece profundizarse aún más. Incluso ya lo siente sobre su cuello. —Necesito de ti, debes saberlo. —Pero —Roxanne cierra sus ojos cuando vuelven a buscarse y acoplan sus labios. El deseo se vuelve algo ya verídico, y si siguen de esa forma harán un desastre en esa oficina. El cuerpo de Paul se afinca sobre Roxanne pero un timbre de dentro de s
—¡Usted ha perdido la cabeza! —exclama Roxanne cuando se atreve a dar un paso hacia atrás—. Le dije que me diera tiempo de arreglar mis cosas. ¿Por qué se aparece por aquí? ¿Quién se cree que es?!La respuesta de Paul no se deja pasar. —Soy su jefe. Horas era lo que necesitaba —responde Paul desde el otro lado—. Súbase a mi auto. No perderé el vuelo por usted. Roxanne se queda sin habla. Piensa en Mia, en su hermano, y hasta de este…mendigo trabajo con ese señor barrigón que no hacía sino humillarla cada vez más. —Necesito hablar con mi hermana, no puedo irme así sin más sin despedirme. O me deja hacerlo o no hay trato. Paul se toma el tiempo de mirarla. Finalmente se quita los lentes y unos ojos azules relucen bajo la luz del sol de esa mañana.—Le doy cuatro horas. Se vuelve a introducir al auto como si nada hubiese pasado, dejando a Roxanne sin habla y con una reacción como si fuese visto un fantasma. Por la misma rabia tira el café al suelo y se lleva el plástico hacia su ca
Roxanne nunca ha salido de Florida, y eso significa no haber visto prácticamente nada del mundo. Poner un pie en semejante ciudad es algo que la abruma al principio, y por instinto lleva su mano hacia su vientre con prontitud. Hace un rato que habían aterrizado y otro chófer del señor Paul Fournier ya estaba esperándolos. Momentos después volvían a estar juntos en el carro, pero estaban lo suficientemente cerca como para no oír la respiración del otro. Roxanne aprovecha mirar por la ventana, para admirar los edificios y esa vida parisina que sólo miraba en la televisión o en las redes. No obstante, se endereza mientras mantiene una carpeta sobre su regazo. Carraspea. —¿En dónde me hospedaré, señor?—En mi casa.Una vez lo oye, Roxanne abre sus ojos negando rotundamente. —Jamás —suelta con rapidez. Pero luego pone la espalda recta y alza el mentón—. Prefiero un hotel mientras tanto estoy trabajando para usted.Paul se encoge de hombros, mirando su reloj de mano. Por supuesto que e
Roxanne tiene que sentarse mientras Paul se agacha y toma su tobillo. Todavía tiene algo de incomodidad desde que se habían alejado de todo esa primera impresión con su hija. No sabe si puede mirar otra vez a Paul pero como están las cosas, lo más probable es que le cuesta de ahora en adelante. Un pequeño quejido sale de sus labios sin querer al tratar de afincarlo. —¿Le duele mucho? —Paul finalmente se arrodilla un poco para verificarlo. Roxanne se arregla en la silla, pero niega un poco después de un momento. —No mucho. Sólo tengo que ponerme una compresa de hielo y ya —Roxanne se levanta con cuidado, suspirando. Se da cuenta que Paul sigue de rodilla—. Richard nunca me dijo…que tenía una hermana.—Richard se le olvidó decir varias cosas —Paul cubre su tobillo con una gasa con una delicadeza extrema. Si pudiese decir que estar enfrente de este hombre le depararía un sentimiento al que no podía describir no mentiría. Roxanne siente la respiración desacelerada cuando las manos toc
Roxanne traga saliva, hundida en el sofá por lo que depara la poca distancia que le traen recuerdos que no debe tener en la mente ni mucho menos cuando tiene a centímetros a Paul Fournier. Carraspea—¿De qué habla?—Te quedaste dormida y pronunciaste mi nombre en el auto, Roxanne. La severidad en las palabras de Paul dictan claramente lo que había ocurrido, pero ella no se acuerda de haber dicho algo así. Su cuerpo se estremece. ¿Acaso dijo algo más? ¿Mencionó algo sobre su embarazo…? —Eso no es verdad —vuelve a decir—, y si lo fue, pues, perdóneme. Usualmente habló cuando estoy dormida…—es lo que puede decir, y aunque está tranquila en su lugar, la distancia corta que acorralan ambos no está bien. Pero Paul finalmente se aleja, entrecerrando los ojos. Roxanne siente el alivio de respirar y se acomoda en el asiento.—Una vez te recuperes dile a mi chofer que te lleve al hotel. Mañana hay reunión a las 9 —dice Paul mientras se arregla su blazer azul marino con total normalidad—, no
No esperaba encontrarse nunca con Richard de esta forma y que eso fuese lo primero que preguntara. Creyó que estaría más tiempo en Florida de lo que había pensado. ¿Qué diantres estaba haciendo en París justo en ese momento?—El señor Forunier me hizo una mejor proposición de la que ya tenía —se arregla su pelo rubio hacia su hombro. Richard se cruza de brazos. —¿Y por qué no me lo dijiste? No me has llamado desde hace varios días —Richard se da cuenta que la amiga de Roxanne está tomando su café como si nada y señala con la cabeza—. ¿Te gustaría explicarme en el auto?—Todavía no puedo irme, tengo que regresar a trabajar —Roxanne toma su bolso y Marie, disimulando con una sonrisa, se levanta.—Entonces te pasaré buscando cuando termines. Te llevaré a la casa para cenar —Richard se acerca para tomarla de la cintura y depositar un beso en sus labios—, y así me contarás los detalles.Roxanne se tensa con el tacto de Richard y no disfruta para nada de su toque ni de sus besos. Da una f