CAPÍTULO 37. ESTOY... ESTOY...

—Ma… ¿mamá? —tartamudeó Mía, viendo con ojos desorbitados cómo Malena se ponía de pie y se acercaba a ella—. ¿Qué… qué hace aquí?

Malena la envolvió en un abrazo apretado.

—Solo quería asegurarme de que estabas bien —dijo acariciando su rostro con ternura.

Mía tragó en seco y se retorció los dedos sin saber exactamente qué decir. Había esperado cualquier cosa menos que la encontraran a menos de doce horas de haber decidido escapar… pero después de todo estaba hablando de escapar de Malena Di Sávallo, el mismo diablo tendría que ayudar al que pretendiera eso.

Mía se quedó estática, sin saber muy bien qué decirle.

—Hija, escucha, no estoy aquí para hacerte un interrogatorio —aseguró Malena con un

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