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CAPÍTULO 4: “ESA ES LA ACTITUD, DULCE”.

Veo cómo los hombres dentro de la sala asienten ante mis palabras.

—Por lo que queremos usar una forma de atraer contratos a la antigua, con el fin de asegurar enlaces con clientes que se sientan parte de la compañía. Y para desmostrarlo, no sólo me he enfocado en los porcentajes a nuestro favor. — digo y detengo la presentación en las láminas de porcentajes de ganancias.—Sino en contraer una relación estable con los nuevos clientes;  ya que si se sienten en confianza y atendidos, los clientes pasarán rápidamente de ser eventuales, a clientes fijos para cualquier tipo de exportaciones.— explico.

Escucho cómo algunos expresan su opinión positiva sobre el proyecto y sonrío.

—Me tomé la libertad de hacer un pequeño experimento con cinco clientes a los que contacté online, guiándome por las posibles nuevas rutas que tomemos y la ubicación de la producción de su rubro…—Digo y paso a la siguiente lámina de la presentación. — Resulta que de cinco clientes, cuatro han preestablecido las cláusulas y términos de contratos de transportación de forma online con Dryden Company.— informo y veo unas cuantas bocas abiertas.

De pronto la sala se llena de aplausos y yo me siento sonrojar.

Le doy una mirada rápida a Caleb y lo noto sonriéndome.

—Creo que no debemos hacerte gastar más saliva en la presentación, Cadence. Tu idea es maravillosa y creo que debe ser puesta en práctica cuanto antes.— dice el señor John, poniéndose de pie y comienza a aplaudir.

La sala entera se pone de pie aplaudiendo y yo no me siento merecedora de tanto halago.

—Gracias.— digo sonriendo.

—Me parece que el proyecto promete mucho, estoy muy orgulloso del trabajo que ambos han logrado. Cadence es muy capaz en todo lo que se propone, y Caleb sin duda es inteligente, hábil y con un temperamento bastante manso.—dice sarcásticamente el abuelo poniéndose de pie y yo casi suelto una carcajada ante sus palabras.—¿Qué tan pronto podrían viajar a firmar esos contratos?— pregunta seriamente y yo suspiro.

—Por mí… ahora mismo, señor.—digo y él asiente, dándole una mirada a Caleb.

—Pues les sugiero que vayan a empacar, porque me encargaré de todos los gastos. Necesito que me traigan esas firmas y otras más, si es posible.— dice y yo sonrío.

Caleb luce impresionado y yo sólo siento que no puedo contener mi alegría.

Si no estuviéramos rodeado de ejecutivos, estuviera colmándole las mejillas de besos al abuelo.

—Pues, tal parece que el meeting ha terminado.— dice el señor John y todos salen de la sala, sonando bastante emocionados.

El resto del día pasa en un abrir y cerrar de ojos, firmando uno que otro documento y organizando con Caleb el papeleo que debemos tener listo para la respectiva ejecución del proyecto aprobado.

Estoy terminando de organizar todo en mi oficina cuando escucho que tocan la puerta.

—Adelante.— digo y veo entrar al abuelo Matthew, luce radiante.

—Pero qué dulce más inteligente.— dice y me abre los brazos.

Me fundo en su abrazo y secretamente, deseo para él mucha salud y vida para seguirlo disfrutando.

—Gracias, abuelo. Muchas gracias.— susurro en su pecho.

De pronto siento que me suelta y señala en dirección a la oficina.

—¿Por qué no estás en casa empacando?—pregunta de pronto.

—Estoy organizando unas cosas antes de… Espera, ¿Por qué debería estar empacando ahora mismo?—pregunto confundida.

—Oh, de seguro no has leído mi mensaje. Mi asistente compró sus boletos, el viaje es en un par de horas.— dice tranquilamente y las alarmas suenan en mi cabeza.

—¿Qué? Un par de horas es poco para lo que debo organizar, abuelo.— digo y rápidamente tomo mis pertenencias del escritorio.

Me aseguro de no estar dejando atrás nada importante y cuando me giro, el abuelo está en la puerta de la oficina, sosteniéndola para mí.

—Vamos, debes empacar rápido.—me apresura y salimos de la oficina.

Cuando llegamos a casa, él baja a la cocina y yo subo a mi habitación.

Comienzo a escoger ropa para llevar y me decido por dos tipos; la muy elegante para cualquier reunión importante y la que es más cómoda, para los momentos en los que esté descansando.

Recordando que uno de los clientes está en Cancún, decido incluir en la maleta mi traje de baño y algunos shorts.

—¿T-tan r-rá-pido?—pregunta Jared entrando en mi habitación.

—Sí, alguien compró el boleto para hoy mismo, así que debemos apresurarnos.— susurro, concentrada en cerrar la maleta.

Le pongo toda la fuerza y el peso de mi cuerpo, pero no ocurre nada; no baja ni un poco.

Jared me ve luchando y posa cuidadosamente su cámara sobre mi cama.

Luego, rápidamente me ayuda a acomodar todo bien organizado dentro de la maleta.

Lo observo en silencio, es igual de corpulento que Caleb sólo que es más alto y espigoso. Es increíble que alguien con la complexión de Jared pueda ser tan comedido, cuidadoso y centrado.

El abuelo dice que es un alma vieja, alguien que con solo ver los errores de los demás ha aprendido para beneficio de su propia vida.

Suspiro, recordando que estoy haciendo una maleta contrareloj.

De pronto mi teléfono suena y veo que es un correo de un desconocido.

Al abrirlo, me consigo con horarios de vuelo y además alguna clase de itinerario de viaje en el que se resaltan en colores palabras como Maine, Cancún y Canadá, con los respectivos nombres de los clientes que visitaremos.

Debe ser el correo del asistente del abuelo.

—Visitaremos Maine primero, luego nos vamos a Cancún y después a Canadá... ¡Cómo me gustaría que viajaras conmigo, Jar!— susurro dándole una mirada triste. Él me mira fingiendo que no está muy interesado, pero sé que se muere por viajar.

Su estúpido pensamiento de que es un adefesio lo mantiene encerrado entre éstas veintitantas paredes.

—Algún día, Jared, saldrás de aquí a fotografiar al mundo. Tu trabajo es magnífico y si para ti el problema es tu tartamudez, pues créeme que tus fotografías transmiten más que mil palabras.— digo y lo veo doblar mi ropa cuidadosamente, fingiendo que no está conmovido.

Su mente debe ser un hervidero de pensamientos negativos ahora mismo.

De pronto, alguien toca la puerta de mi habitación. Jared dice “Adelante” y Caleb se asoma desde detrás de la puerta (luciendo apenado) y veo cómo observa el interior de la habitación con curiosidad antes de mirarme.

—¿Estás lista? El vuelo es en una hora. Ya es tarde, debemos irnos.—dice y yo asiento.

Con los vuelos siempre se debe estar más de una hora antes de la hora de vuelo asignada. Jared termina de ayudarme a empacar y yo organizo en mi bolso de mano todas mis herramientas de trabajo.

¡Mi Kinddle!

Me apresuro a buscarlo, y veo cómo Jared lo sostiene en su mano sonriente.

—P-Para que te diviertas…— dice burlón y yo le arranco el kinddle de las manos, sonrojada.

Tonto.

Me aseguro de llevar todo, y Caleb toma la maleta para ayudarme.

—Avísale a Jhyn del viaje repentino y dile que en cuanto llegue le escribiré.—le digo a Jared, dándole un pequeño abrazo.

Él asiente y yo corro tras Caleb.

Lo alcanzo cuando está llegando a las escaleras que bajan al recibidor de la mansión.

—Pasaremos la noche en las habitaciones de hotel que nos reservó el secretario del abuelo.— me dice Caleb bajando las escaleras, mientras yo no puedo evitar observar cómo ondulan los músculos de su espalda por el movimiento.

¿Por qué no dejo de notar éste tipo de cosas, Dios?

—Está bien, ¿tienes la dirección?— pregunto curiosa, desbloqueando mi teléfono para acceder al mapa.

—Sí, la tengo, señorita perfecta a la que le gusta tener todo bajo control.— dice y yo siento que puedo oírle poniendo los ojos en blanco.

—Entonces, como tienes todo bajo control, me relajaré y disfrutaré del viaje.— digo apagando la pantalla del teléfono y guardándolo en mi equipaje ligero.

—Esa es la actitud, dulce.— dice y me da una sonrisa rápida sobre su hombro.

Siento mariposas en el estómago y me indigno.

Dulce.

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