Decidida, escojo no pensarlo mucho.
Las mejores cosas suceden sin planearse, ¿no?
Me pongo de rodillas sobre la cama y siento cómo Caleb se tensa.
Con mis manos toco su cuello y ubico sus labios.
—Perdón, Caddie, yo…—comienza a decir contra mis dedos, pero rápidamente sustituyo mis dedos por mis labios en la oscuridad.
¡Por fin estoy besando a Caleb!
Nuestro primer beso.
Esto es mejor de lo que imaginé.
Caleb se sorprende y suelta un jadeo contra mi boca.
Aprovecho la oportunidad de saborearlo y él gime mientras sus manos encuentran mi cuello y me acercan a él.
Nos besamos por mucho tiempo y de pronto me doy cuenta que el beso se tornó un poco salado.
La vergüenza de haber estado llorando me aborda, pero siento cómo Caleb suspira y luego sorbe por la nariz.
¿También estaba llorando?
—¿Qué estamos haciendo, Caddie?—pregunta con la voz estrangulada.
—Caleb, yo sólo quería…—comienzo a decir.
Besarte.
—No juegues conmigo, porque hay más cosas en juego aquí que sólo mis emociones. — dice y su voz suena autoritaria. —Si me besas de nuevo, lo tomaré como que sientes lo mismo que yo… y te juro, que no me va a importar nada.—susurra, sus dedos acariciando suavemente mis labios mientras une nuestras frentes.— Sólo tenerte conmigo, Dulce.—termina de decir.
Suspiro, sintiendo cómo el aire se atasca en mis pulmones a causa de la adrenalina que me recorre el cuerpo en este momento.
Sintiéndome tímida, acaricio su nariz con mi nariz, reúno el valor y le doy un pequeño beso. Él se queda congelado.
—Dulce, te dije que no juegues con… —comienza a decir y aprovecho la oportunidad para besarlo de verdad.
Lo beso con fuerza y siento que en esta oportunidad él sólo se deja hacer, me deja besarlo a mi antojo.
Con mis manos, lo acerco más a mí, uniendo nuestros pechos.
El me abraza, pasando sus brazos por mi espalda, fijándome contra su pecho con un agarre de hierro y siento cómo me derrito un poco en sus brazos.
Nos besamos por una eternidad, hasta que de pronto intento quitarle la parte superior del pijama a Caleb.
Se petrifica contra mí y deja de besarme.
—Tiempo fuera, bebé. — dice y lo siento bajarme de su pecho (donde estaba sentada hace unos segundos), haciéndome caer acostada a su lado.
Suspiro ruidosamente al caer boca arriba sobre la cama.
Siento como si millones de cosquillas viajaran por todo mi cuerpo, haciendo a mis miembros hormiguear.
¿Estoy drogada de besos?
¿Eso siquiera existe?
No puedo imaginar qué se sentirá tener sexo.
—Antes de que pienses que te estoy alejando o algo por ese estilo… no. Nada qué ver con eso.—murmura Caleb a mi lado, su voz suena como si acabara de correr en una maratón.
Wow, no soy la única afectada, ¿eh?
—Ni siquiera logro pensar nada… ahora mismo no puedo pensar.—digo y él suelta unas pequeñas carcajadas, dándome un beso en la sien y abrazándome de lado.
—Lo sé, nena… No puedo imaginar qué será cuando…— comienza a decir y yo le cubro la boca antes de que termine sus palabras.
Lo siento reír a mi lado y retiro mi mano de su boca.
—Fueron los besos más dulces, amor. Pero por esta noche debemos parar…— dice y yo asiento, comprendiendo el mensaje subliminal en sus palabras.
No quiere que nuestra primera vez juntos sea así.
Y yo tampoco me siento muy cómoda perdiendo mi virginidad en un viaje de negocios.
—Está bien, entiendo y sé que es lo mejor.— murmuro, sintiendo que ya mi corazón se está calmando.
Caleb nos cubre con la manta y me abraza por detrás, quedando en una perfecta cucharita.
De pronto, lo siento acariciarme el cabello y el sueño comienza a llamarme.
Algunas horas después.
Me despierto con un sonido estridente.
Mi teléfono suena y sorprendida, veo que son las dos de la mañana.
¿Qué sucede?
Extendiendo mi brazo, lo alcanzo y le bajo el volumen al tono de llamada.
Noto que es un número desconocido y mis alarmas se encienden.
Intento salir de la cama para atender la llamada, pero de pronto me doy cuenta que estoy inmovilizada entre el colchón y el peso de Caleb.
Siento cómo el fuego de un sonrojo me calienta las mejillas y el cuello, al darme cuenta de que estamos en una posición comprometedora mi trasero muy cerca de su ingle.
Con cuidado escapo de mi cárcel humana y salgo al pasillo con teléfono en mano.
—¿Hola?—atiendo insegura de qué me encontraré al otro lado de la línea.
—Cadence, por fin… ¡Gracias a Dios!—escucho una voz familiar y pienso en quién me habla, sin identificarlo.
—Perdone, ¿quién habla?—pregunto nerviosa.
—Oh, m****a. Cierto… —dice la voz al otro lado y suspira.—Soy Jhonathan, ¿me recuerdas? Soy el hombre del avión.— dice y todo en mi memoria hace click, encajando.
¿Cómo consiguió mi número?
¿Qué razones tiene para hacerme una llamada a esta hora, si él también está aquí en Cancún?
—¿Qué sucede, Jhonathan? Discúlpame, pero es muy tarde… perdón, muy temprano para una llamada amistosa.— corrijo, un poco malhumorada.
—Bien, no estás de humor para presentaciones lentas… Soy el asistente del señor Matthew Dryden, él es el jefe del que te hablé que me regaló unas vacaciones en Cancún, la verdad es que me enviaron como un comodín por si Caleb y tú tenían algún problema… soy como el encargado de asegurarme de que no se maten, ¿entiendes?... ¡pero eso no es lo importante!…—dice apresuradamente.
Espera, ¿qué?
—¿Que no es lo importante dices?— gruño enojada, interrumpiéndolo.—Y a ti ¡¡¿por qué rayos te enviaron con nosotros?!!—pregunto ofuscada.
—Cadence, que eso no es lo importante, tenemos una situación aquí con…—sigue diciendo y yo gruño.
—¡Ni siquiera puedes hacer reservaciones de habitaciones de la manera correcta, idiota!—grito.
Aunque la verdad, no es que me queje mucho de su idiotez, pero él no debe saber eso.
—¡Que todo era parte de un plan, joder! Que no me confundí en nada, al contrario me encargué de que todo saliera a pedir de boca. Lo cierto es que se me ocurrió bajar por una manta extra y que me consigo…— gruñe sonando irritado.
—¿Plan de quién?—disparo rápidamente, interrumpiéndolo una vez más.
Lo escucho gruñir.
—Te lo explicaré todo, pero necesito que ahora mismo despiertes a Caleb… Porque él tiene que dejar pasar a alguien que lo está buscando aquí en recepción… Que la deje pasar ahora mismo, o ésta mujer se encargará de hacer una escena y en tres minutos el heredero de Dryden Company será trending topic a nivel mundial.— amenaza y yo siento cómo las alarmas se encienden en mi mente.
¿La?
¿Es una mujer?
¿Qué puede querer hablar una mujer a estas horas con Caleb?
Siento un mal presentimiento que se me asienta en el fondo del estómago.
Corro al interior de la habitación.
Enciendo la luz nada más entrar.
—Caleb.— gruño en su dirección, zarandeándolo.
Se despierta y lo veo ponerse de pie rápidamente, saltando fuera de la cama.
—¿Dulce? ¿Qué pasa, amor?—pregunta tiernamente y sus palabras dulces de pronto me saben ácidas.
Tomo el teléfono de la habitación y marco a recepción.
—Diles que dejen pasar a las personas que te buscan abajo. —gruño, tirándole el teléfono en el pecho.
Caleb frunce el ceño en mi dirección, pero sabiamente, hace lo que le ordeno.
Mientras lo escucho dar su permiso a la recepcionista, me dejo caer de espaldas en la cama, anhelando que todo sea una pesadilla.
Cierro los ojos y pienso que en de seguro no es nada malo.
Mente positiva, Caddie.
Mente positiva.
Escucho cómo Caleb encaja el teléfono en su base.
—Amor, ¿podrías decirme qué sucede? No entiendo nada.— pregunta Caleb y siento cómo la cama se hunde a mi lado con su peso.
Abro los ojos, y me siento recta.
—Yo tampoco entiendo, pero supongo que estamos por enterarnos.— digo en respuesta y lo observo.
Tiene una mirada preocupada en el rostro mientras me observa fijamente.
De pronto tocan insistentemente a la puerta y siento cómo mi estómago da un vuelco.
Caleb se pone de pie en un salto, su curiosidad me alcanza a mí también.
Él abre la puerta y veo a Jhonathan entrar con unas maletas.
Trae una cara de pocos amigos que dice lo mal que la pasa a estas horas de la mañana.
Estoy por burlarme de él, cuando de pronto, la mujer que entra después me quita el habla.
¿Qué m****a?
¿Estamos en alguna clase de reality show de dobles o qué?
—¡¿Qué se supone que haces tú aquí?!—ruge Caleb enojado.
Pero yo ni siquiera le presto atención a su ira.
Lo único en lo que puedo fijarme es en la mujer que luce congelada frente a mí.
Su boca ligeramente abierta en asombro.
Entiendo totalmente el sentimiento, pienso al observar con mucha atención a un cuerpo, un cabello, un rostro y unos ojos que son idénticos a los míos.
CALEBMierda.Esto no puede estar pasando, aquí y ahora.La recuerdo con claridad, porque cuando amanecí junto a ella no podía creer que parecido con Cadence, aunque obviamente para mí las diferencias eran bastante obvias.Donde Rachel tenía curvas casi exageradas, Cadence era un cisne elegante.Los lunares de Rachel me parecían mal ubicados, mientras que las pecas de Caddie me parecían una lluvia de estrellas.Y los ojos, jamás ningún par de ojos me penetró el alma como los de mi Dulce.Una pesadilla, eso es lo que es Rachel.Una de las mujeres con las que tuve sexo en el pasado está frente a mí, mirando a la mujer de mi vida como si fuera su reflejo.Evaluándola como si tuviera algo que ella pudiera siquiera soñar con tener.De pronto qu
CADENCEEscucho a Jhonathan maldecir y no puedo evitar preguntarme qué tanto sabe de la historia familiar… Considerando que es el asistente personal del abuelo Matthew (al cual nunca llegamos a conocer), me imagino que debe saber todo.Me impactan totalmente las palabras de Rachel.¿La mamá de Caleb? ¡Pero si ésa señora está desaparecida en acción desde que yo tenía diez años!—Tu madre piensa que debemos darle una familia feliz a este bebé. Así que me ayudó a encontrarte.—dice orgullosamente Rachel, de seguro sintiéndose apoyada por la arpía de la mamá de Caleb.—No me interesa qué ideas se le ocurren a la cabeza fundida de mi progenitora, Rachel, que te quede claro.— responde él en un tono de voz contenido, que parece más amenazante que otra cosa. Y me sorprend
CADENCE Su calor me envuelve de una forma que pone a llorar a mis ovarios, si eso es posible de alguna manera. —Dios, tu olor… te extrañé tanto, Dulce.—gimotea en mi cuello y lo siento dejar pequeños besos allí.—Sé que no quieres hablar de nada aún, pero… quiero que sepas que no pienso dejarte ir, nada hará que me aleje de ti de nuevo.— susurra y lo escucho bostezar. —Eres la mujer perfecta… la mujer perfecta para mí, Cadence. No voy a perderte, ni a mirarte desde lejos de nuevo.— termina y yo no puedo contener las lágrimas. Las siento correr por mis mejillas. Me giro, escondiendo mi rostro en su cuello y lo escucho respirar con dificultad. —No, amor. No llores que me partes el corazón.— susurra y lo escucho sorber por la nariz. Su mano me acaricia el cabello, va y viene masajeando mi cuero cabelludo. —Caleb…—intento hablar con un nudo en la garganta, pero el sisea, callándome. —Perdóname, porque
FLASHBACK (CADENCE, 8 AÑOS) Tenía ocho años cuando me pasó. Jared está al fondo de la habitación, recitando una y otra vez los sonidos con los que más se traba. Cuando se vuelve a equivocar, resopla e inicia desde cero. Escuché al señor John decirle a Jhyn que quiere llevarlo al doctor, está preocupado porque aun cuando Jared sabe escribir perfectamente, se traba cuando habla. Pobre Jared. Jhyn salió hace unos minutos a ordenar que hagan la cena y yo estoy jugando con Caleb a los soldaditos. Estoy feliz, porque casi nunca parece estar de ánimos para jugar conmigo. Jared hace como que sus soldados están cayendo desde un avión y yo río cuando hace el sonido de caída. —Espera, ¿Qué tal si…?—comienzo a preguntar, poniéndome de pie camino hacia Caleb. ¡CRACK! De pronto, siento algo crujir bajo mis pies y las alarmas del peligro se encienden. Miro hacia abajo
MATTHEW DRYDEN No puedo creer que mi plan sí funcionó. De haberlo sabido, mucho antes los enviaba de viaje. Contento de haber hablado con mis nietos, decido ir a mi oficina. Tengo muchas cosas qué hacer. Es momento de que haga mi testamento e incluya a Caddie en él. Saliendo de la oficina, me encuentro con Jhyn. —Hija, ¿tienes algo qué hacer durante la tarde?— la veo retorcer nerviosamente sus manos en el delantal que siempre usa sobre su uniforme. —No, Sr. Matthew… ¿En qué le puedo ayudar?—pregunta amablemente. — ¿Podrías acompañar a este humilde viejo a la empresa?—pregunto divertido. Ella ríe, achinando los ojos. — ¡Por supuesto, sólo déjeme cambiar mi ropa!— exclama y la veo correr por el pasillo. Ay, Jhyn… Creo que has sido la más lastimada de todo lo que ha sucedido en esta mansión. Siempre ha sido tan inocente, llena de esa chispa tan human
Para mi sorpresa, de pie en la entrada del hotel, veo a un Duncan Faye muy sonriente. Está usando lentes de sol, una camisa blanca con un short caqui y sandalias de caballero. Su cabello luce tan negro como el carbón, está húmedo como si acaba de darse un baño. Es mucho más de lo que asumí por videollamada, más alto, más ancho (es muy robusto) y sin duda se siente más autoritario y jocoso de lo que recordaba. Wow, es muchísimo más guapo en persona. ¿Dudé de sus encantos? Porque ni siquiera recuerdo bien haber dudado. Y si lo hice, retiro totalmente lo dicho. Duncan se acerca sonriente. Veo cómo se aparta unos mechones de color carbón que le caen en la frente. En su muñeca tiene una pulsera tejida con un dije de ancla. Jamás pensé que una pulsera se viera así de varonil. —Estás más guapa en persona, Cadence. — dice sin disimulos y yo pongo los ojos en blanco.
JOHN DRYDEN (PRESENTE, SAN FRANCISCO) Muevo mi vaso de vino blanco, haciendo que su contenido se mueva en círculos dentro del vaso. Los recuerdos llegan a mi mente como flashes. Vi cómo Zareck tomó el libro que le entregué y frunció el ceño con incomodidad. —Pero, papá…— comienzó a refutar y escuché a Jhyn reír detrás de mí. —¿Qué? ¿No eres capaz de aceptar un reto?—preguntó ella y sin girarme, pude sentir cómo se burló de él con la mirada. —Claro que sí. Yo puedo con todo, Jhyn. — murmuró y rápidamente salió enfurruñado del despacho. Cuando vi la puerta del despacho cerrarse, solté una carcajada. —¿Cómo es que los conoces tanto?... Esa terquedad suya de seguro que le traerá problemas. Menudo terco. — dije divertido, la vi caminar y sentarse frente a mí, en la silla del otro lado de mi escritorio. Aguanté la respiración de forma involuntaria al ver cómo se movía. Era imposible no pensar
Gimoteo, ahogado con un gigantesco nudo en la garganta y de pronto Caddie tose. Dios mío. Oh, gracias. Gracias. La giran sobre su costado y de su boca salen borbotones de agua y algo que parece ser vómito. La ayudan a sentarse y veo cómo continúan examinándola. Ella luce un poco desubicada. Siento cómo mi estómago sube por mi garganta y como puedo me arrastro a la orilla de la lancha. Una vez allí, vacío el contenido de mi estómago en el mar. Arcada tras arcada me drenan la energía. Siento como si después de tanta adrenalina, un camión me hubiese arrollado. —¿Cómo te sientes?— escucho preguntar a Duncan y me giro, sentándome en el suelo.— Los doctores dicen que está bien, que solo fue el susto.— susurra y me da una palmada en el hombro. IDIOTA. IMBÉCIL. MENUDO PEDAZO DE… Aparto mi hombro de él, mirándolo con todo el odio que me produce ahora mism