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CAPÍTULO 10: IDÉNTICOS A LOS MÍOS.

Decidida, escojo no pensarlo mucho.

Las mejores cosas suceden sin planearse, ¿no?

Me pongo de rodillas sobre la cama y siento cómo Caleb se tensa.

Con mis manos toco su cuello y ubico sus labios.

—Perdón, Caddie, yo…—comienza a decir contra mis dedos, pero rápidamente sustituyo mis dedos por mis labios en la oscuridad.

¡Por fin estoy besando a Caleb!

Nuestro primer beso.

Esto es mejor de lo que imaginé.

Caleb se sorprende y suelta un jadeo contra mi boca.

Aprovecho la oportunidad de saborearlo y él gime mientras sus manos encuentran mi cuello y me acercan a él.

Nos besamos por mucho tiempo y de pronto me doy cuenta que el beso se tornó un poco salado.

La vergüenza de haber estado llorando me aborda, pero siento cómo Caleb suspira y luego sorbe por la nariz.

¿También estaba llorando?

—¿Qué estamos haciendo, Caddie?—pregunta con la voz estrangulada.

—Caleb, yo sólo quería…—comienzo a decir.

Besarte.

—No juegues conmigo, porque hay más cosas en juego aquí que sólo mis emociones. — dice y su voz suena autoritaria. —Si me besas de nuevo, lo tomaré como que sientes lo mismo que yo… y te juro, que no me va a importar nada.—susurra, sus dedos acariciando suavemente mis labios mientras une nuestras frentes.— Sólo tenerte conmigo, Dulce.—termina de decir.

Suspiro, sintiendo cómo el aire se atasca en mis pulmones a causa de la adrenalina que me recorre el cuerpo en este momento.

Sintiéndome tímida, acaricio su nariz con mi nariz, reúno el valor y le doy un pequeño beso. Él se queda congelado.

—Dulce, te dije que no juegues con… —comienza a decir y aprovecho la oportunidad para besarlo de verdad.

Lo beso con fuerza y siento que en esta oportunidad él sólo se deja hacer, me deja besarlo a mi antojo.

Con mis manos, lo acerco más a mí, uniendo nuestros pechos.

El me abraza, pasando sus brazos por mi espalda, fijándome contra su pecho con un agarre de hierro y siento cómo me derrito un poco en sus brazos.

Nos besamos por una eternidad, hasta que de pronto intento quitarle la parte superior del pijama a Caleb.

Se petrifica contra mí y deja de besarme.

—Tiempo fuera, bebé. — dice y lo siento bajarme de su pecho (donde estaba sentada hace unos segundos), haciéndome caer acostada a su lado.

Suspiro ruidosamente al caer boca arriba sobre la cama.

Siento como si millones de cosquillas viajaran por todo mi cuerpo, haciendo a mis miembros hormiguear.

¿Estoy drogada de besos?

¿Eso siquiera existe?

No puedo imaginar qué se sentirá tener sexo.

—Antes de que pienses que te estoy alejando o algo por ese estilo… no. Nada qué ver con eso.—murmura Caleb a mi lado, su voz suena como si acabara de correr en una maratón.

Wow, no soy la única afectada, ¿eh?

—Ni siquiera logro pensar nada… ahora mismo no puedo pensar.—digo y él suelta unas pequeñas carcajadas, dándome un beso en la sien y abrazándome de lado.

—Lo sé, nena… No puedo imaginar qué será cuando…— comienza a decir y yo le cubro la boca antes de que termine sus palabras.

Lo siento reír a mi lado y retiro mi mano de su boca.

—Fueron los besos más dulces, amor. Pero por esta noche debemos parar…— dice y yo asiento, comprendiendo el mensaje subliminal en sus palabras.

No quiere que nuestra primera vez juntos sea así.

Y yo tampoco me siento muy cómoda perdiendo mi virginidad en un viaje de negocios.

—Está bien, entiendo y sé que es lo mejor.— murmuro, sintiendo que ya mi corazón se está calmando.

Caleb nos cubre con la manta y me abraza por detrás, quedando en una perfecta cucharita.

De pronto, lo siento acariciarme el cabello y el sueño comienza a llamarme.

Algunas horas después.

Me despierto con un sonido estridente.

Mi teléfono suena y sorprendida, veo que son las dos de la mañana.

¿Qué sucede?

Extendiendo mi brazo, lo alcanzo y le bajo el volumen al tono de llamada.

Noto que es un número desconocido y mis alarmas se encienden.

Intento salir de la cama para atender la llamada, pero de pronto me doy cuenta que estoy inmovilizada entre el colchón y el peso de Caleb.

Siento cómo el fuego de un sonrojo me calienta las mejillas y el cuello, al darme cuenta de que estamos en una posición comprometedora mi trasero muy cerca de su ingle.

Con cuidado escapo de mi cárcel humana y salgo al pasillo con teléfono en mano.

—¿Hola?—atiendo insegura de qué me encontraré al otro lado de la línea.

—Cadence, por fin… ¡Gracias a Dios!—escucho una voz familiar y pienso en quién me habla, sin identificarlo.

—Perdone, ¿quién habla?—pregunto nerviosa.

—Oh, m****a. Cierto… —dice la voz al otro lado y suspira.—Soy Jhonathan, ¿me recuerdas? Soy el hombre del avión.— dice y todo en mi memoria hace click, encajando.

¿Cómo consiguió mi número?

¿Qué razones tiene para hacerme una llamada a esta hora, si él también está aquí en Cancún?

—¿Qué sucede, Jhonathan? Discúlpame, pero es muy tarde… perdón, muy temprano para una llamada amistosa.— corrijo, un poco malhumorada.

—Bien, no estás de humor para presentaciones lentas… Soy el asistente del señor Matthew Dryden, él es el jefe del que te hablé que me regaló unas vacaciones en Cancún, la verdad es que me enviaron como un comodín por si Caleb y tú tenían algún problema… soy como el encargado de asegurarme de que no se maten, ¿entiendes?... ¡pero eso no es lo importante!…—dice apresuradamente.

Espera, ¿qué?

—¿Que no es lo importante dices?— gruño enojada, interrumpiéndolo.—Y a ti ¡¡¿por qué rayos te enviaron con nosotros?!!—pregunto ofuscada.

—Cadence, que eso no es lo importante, tenemos una situación aquí con…—sigue diciendo y yo gruño.

—¡Ni siquiera puedes hacer reservaciones de habitaciones de la manera correcta, idiota!—grito.

Aunque la verdad, no es que me queje mucho de su idiotez, pero él no debe saber eso.

—¡Que todo era parte de un plan, joder! Que no me confundí en nada, al contrario me encargué de que todo saliera a pedir de boca. Lo cierto es que se me ocurrió bajar por una manta extra y que me consigo…— gruñe sonando irritado.

—¿Plan de quién?—disparo rápidamente, interrumpiéndolo una vez más.

Lo escucho gruñir.

—Te lo explicaré todo, pero necesito que ahora mismo despiertes a Caleb… Porque él tiene que dejar pasar a alguien que lo está buscando aquí en recepción… Que la deje pasar ahora mismo, o ésta mujer se encargará de hacer una escena y en tres minutos el heredero de Dryden Company será trending topic a nivel mundial.— amenaza y yo siento cómo las alarmas se encienden en mi mente.

¿La?

¿Es una mujer?

¿Qué puede querer hablar una mujer a estas horas con Caleb?

Siento un mal presentimiento que se me asienta en el fondo del estómago.

Corro al interior de la habitación.

Enciendo la luz nada más entrar.

—Caleb.— gruño en su dirección, zarandeándolo.

Se despierta y lo veo ponerse de pie rápidamente, saltando fuera de la cama.

—¿Dulce? ¿Qué pasa, amor?—pregunta tiernamente y sus palabras dulces de pronto me saben ácidas.

Tomo el teléfono de la habitación y marco a recepción.

—Diles que dejen pasar a las personas que te buscan abajo. —gruño, tirándole el teléfono en el pecho.

Caleb frunce el ceño en mi dirección, pero sabiamente, hace lo que le ordeno.

Mientras lo escucho dar su permiso a la recepcionista, me dejo caer de espaldas en la cama, anhelando que todo sea una pesadilla.

Cierro los ojos y pienso que en de seguro no es nada malo.

Mente positiva, Caddie.

Mente positiva.

Escucho cómo Caleb encaja el teléfono en su base.

—Amor, ¿podrías decirme qué sucede? No entiendo nada.— pregunta Caleb y siento cómo la cama se hunde a mi lado con su peso.

Abro los ojos, y me siento recta.

—Yo tampoco entiendo, pero supongo que estamos por enterarnos.— digo en respuesta y lo observo.

Tiene una mirada preocupada en el rostro mientras me observa fijamente.

De pronto tocan insistentemente a la puerta y siento cómo mi estómago da un vuelco.

Caleb se pone de pie en un salto, su curiosidad me alcanza a mí también.

Él abre la puerta y veo a Jhonathan entrar con unas maletas.

Trae una cara de pocos amigos que dice lo mal que la pasa a estas horas de la mañana.

Estoy por burlarme de él, cuando de pronto, la mujer que entra después me quita el habla.

¿Qué m****a?

¿Estamos en alguna clase de reality show de dobles o qué?

—¡¿Qué se supone que haces tú aquí?!—ruge Caleb enojado.

Pero yo ni siquiera le presto atención a su ira.

Lo único en lo que puedo fijarme es en la mujer que luce congelada frente a mí.

Su boca ligeramente abierta en asombro.

Entiendo totalmente el sentimiento, pienso al observar con mucha atención a un cuerpo, un cabello, un rostro y unos ojos que son idénticos a los míos.

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