Subo al avión con Caleb pisándome los talones.
Desde que salimos del hotel, he intentado con todas mis fuerzas no babear sobre él.
Está usando su chaqueta de cuero negra, la que tanto me encanta cómo le queda.
La que usa cuando sale en su Harley Davidson.
Ya no pienses en él, Cadence.
Observo los asientos y consigo el mío.
112-A
¿Qué onda con ese número?
Siento que me persigue el 112.
—Caddie.— llama Caleb, lo ubico a unas filas de distancia, levantando una mano para llamar mi atención e indicándome que consiguió su asiento. Asiento y de pronto un pecho sólido aparece frente a mis ojos.
—¿Te ayudo?— pregunta amablemente una voz ronca y le veo el rostro a un hombre moreno de ojos verdes.
Sin esperar mi respuesta, me ayuda con mi equipaje de mano y al moverse, me deja ver de lejos a un Caleb que luce perplejo detrás de él.
Caleb me frunce el ceño, y yo me encojo de hombros, restándole importancia.
Sin más, Caleb se sienta y yo sin entender su actitud, hago lo mismo.
¿Qué más da?
—Perdona por abordarte así, pero me pareces muy guapa… ¿me permites invitarte una gaseosa?—pregunta y le hace señas a una azafata.
Me siento un poco feliz de saber que le atraigo a cualquier hombre y encima guapo.
Toma eso, Caleb.
—Sí, pero sólo si viene sellada.— digo de forma clara.
Él me mira luciendo asombrado y de pronto inclina el rostro hacia arriba y suelta una sonora carcajada.
—Eres muy inteligente…Tranquila, que mi intención es halagarte, no drogarte.—dice y me sonríe tiernamente. — Además estoy seguro de que el guardián tamaño XXXXL (que me mira como si quisiera comerse mis sesos) no permitirá que intente algo más allá de la gaseosa.— murmura graciosamente, dándole una mirada a Caleb.
Quien resulta habernos estado mirando, y al notar que lo observamos, se acomoda en su asiento ignorándonos.
¿Caleb está celoso?
De pronto siento mi rostro calentarse y me muerdo los labios, ocultando una sonrisa boba que quiere abrirse paso.
Ni siquiera lo intenté y ya parece que logré el siguiente paso.
Paso 2 de la operación “Mujer”: Dar celos.
La voz del capitán de vuelo inunda el espacio desde los altavoces y yo suspiro contenta.
Cada vez más cerca de Cancún.
—Soy Jhonathan, por cierto.— dice y me ofrece su mano.
La estrecho y me sonríe amistosamente.
Hablamos un rato (sobre las vacaciones que él tendrá gracias a su generoso jefe y cómo espera disfrutar de su viaje a Cancún), mientras terminan de subir los demás pasajeros.
De pronto Jhonathan se disculpa y como si hubiese visto un fantasma, sale despavorido en dirección al baño.
Pasan cinco minutos y al ver que no regresa, mi mente comienza a crear los posibles escenarios.
El avión despega y doy un vistazo en la dirección en la que se encuentra Caleb.
Tiene los audífonos puestos y muerdo una sonrisa en mis labios.
Si está celoso, debe estar enojado.
Siento una pequeña turbulencia y me siento en una posición más cómoda.
Una vez que he conseguido el lugar correcto, comienzo a sentir mucho sueño.
Doy unos sorbos a la gaseosa y me pongo cómoda para tomar una siesta.
Siento cómo el sueño me domina y me dejo llevar.
Quince horas y veintidós minutos después
—Caddie.— escucho la voz de Caleb y me despierto un poco asustada.
¿Qué sucede?
—¿Huh?—logro murmurar, saliendo de mi ensoñación y rápidamente verifico no tener las mejillas llenas de baba.
—Llegamos. Parecías muerta durante todo el vuelo…—murmura, y lo siento desabrocharme el cinturón de seguridad.
Me ayuda a poner en pie y yo me siento bastante mareada.
—¿Y Jhonathan?— pregunto observando que el asiento junto al mío está vacío.
—Ése idiota estaba muy asustado, se me acercó jurando que no te había drogado. Estaba tan asustado que me pidió que te hiciera ver de un doctor nada más llegar.— dice y lo veo sonreír un poco.—Tienes malos gustos, porque terminó siendo muy cobarde el galancete.— agrega y yo lo ignoro.
Me da igual lo que diga, ya obtuve la reacción que quería.
—Estaba muy cansada. No entiendo cómo pude dormir tanto, Caleb.— digo dándole un vistazo a mi reloj.
—Ni yo, estamos hablando de quince horas de vuelo, nena. —susurra dramáticamente.
Nena.
Sorpresivamente, Caleb toma mi mano, entrelazando nuestros dedos, mientras con su otra mano sostiene nuestro equipaje ligero.
Al salir del avión, nos apresuramos a buscar nuestras maletas.
Caleb no me suelta la mano en ningún momento y yo comienzo a temer por la salud de mi corazón, que no ha dejado de latir a diez mil kilómetros por hora.
Una vez que recuperamos nuestras maletas, Caleb deja ir mi mano y tomamos un taxi en dirección al hotel en el cual nos alojaremos.
Hoy dormiremos aquí en el hotel y mañana bien temprano tomamos el ferry hacia Isla Mujeres.
Hotel que por cierto, es propiedad de nuestro cliente.
Duncan Faye.
Moreno, musculoso, un alma viajera y encima, un pequeño derrochador de dinero.
El heredero de la cadena hotelera más famosa del mundo entero.
Nacido en cuna de oro, y el fanfarrón más grande de la historia.
Intentó ligar conmigo por videollamada, no le funcionó, pero el muy idiota aseguró que en cuanto lo viera face to face caería rendida ante sus pies.
Veamos cómo le va con eso.
Lamentablemente llevo más de seis años enamorada del mismo hombre… no creo que eso cambie sólo por él.
Sorprendentemente, alega requerir de nuestros servicios, aunque Duncan sólo tiene inversiones en el mercado hotelero. Lo cual me causa bastante curiosidad.
¿Qué podría necesitar él de una empresa naviera?
Espero que no sea por mí su interés, porque perderá el tiempo.
Cancún es hermoso, muy exótico por donde quiera que observes.
Me encanta.
Caleb parece tener la misma curiosidad que yo, porque no para de mirar por la ventana.
El taxi se detiene fuera de un hotel que sin duda luce como uno de cinco estrellas. Bajamos y Caleb vuelve a encargarse de las maletas mientras me acerco a la recepción del hotel.
El lobby es un ensueño con decoraciones de caracolas en la pared, cuadros del mar, sillas tejidas que cuelgan del techo y me encuentro soñando con vivir en un lugar así.
—Hi, we have reservations in the name of Cadence Monroe and Caleb Dryden.— digo en inglés y la recepcionista me sonríe amablemente.
—Hello, let me see.— responde perfectamente y me guiña un ojo.—Sí, aquí está, una reservación en la suite premiun.— dice en español y mis alegría aumenta. Ella me entrega la llave y yo le agradezco.
¿De nuevo juntos en la misma habitación?
Caleb va a caer en mis redes, porque va a caer.
—¿Lista?—pregunta Caleb llegando detrás de mí.
Finge estar disgustada, Cadence. Tú puedes.
—No entiendo qué clase de descerebrado es el asistente del abuelo.— gruño y pongo mi mejor rostro de enfadada.
—¿Qué sucede?— pregunta él, curioso, se acerca a mí y le muestro la llave que me entregó la chica.
—De nuevo tenemos una reservación para los dos.—explico y la recepcionista asiente, reafirmando mis palabras.
Caleb mira dramáticamente al cielo y suspira.
Mantengo mi rostro apacible por fuera, aunque por dentro estoy muriendo de la risa.
¿Por qué nadie me dijo que una mujer podía sentirse tan poderosa?
Sin duda esto es algo que debemos disfrutar lentamente.
Ciertamente el poder de una mujer es inigualable… hasta que un hombre se determina a ser un caballero.Ya conozco al Caleb caballero, el que te abre la puerta, te sostiene el paraguas, carga las cosas pesadas por ti, el que siempre se preocupa por tu bienestar, el que no soporta que pases un mal rato y el que jodidamente cierra los ojos cuando no debe verte.Lo disfruté por cuatro años en la secundaria.Actualmente no lo disfruto tanto.Está intentando distraerse del hecho de que sí le llamo la atención, de que ha sentido celos y encima está obligado a compartir cama conmigo.Desde que llegamos a la habitación Caleb se mantiene saliendo y entrando de ella. Sus viajes a la recepción mantienen la cama llena de cosas.Ahora tenemos toallas de distintos tamaños, variedad de jabones, shampoos (con sus respectivos acondicionadores) y mantas hi
Decidida, escojo no pensarlo mucho.Las mejores cosas suceden sin planearse, ¿no?Me pongo de rodillas sobre la cama y siento cómo Caleb se tensa.Con mis manos toco su cuello y ubico sus labios.—Perdón, Caddie, yo…—comienza a decir contra mis dedos, pero rápidamente sustituyo mis dedos por mis labios en la oscuridad.¡Por fin estoy besando a Caleb!Nuestro primer beso.Esto es mejor de lo que imaginé.Caleb se sorprende y suelta un jadeo contra mi boca.Aprovecho la oportunidad de saborearlo y él gime mientras sus manos encuentran mi cuello y me acercan a él.Nos besamos por mucho tiempo y de pronto me doy cuenta que el beso se tornó un poco salado.La vergüenza de haber estado llorando me aborda, pero siento cómo Caleb suspira y luego sorbe por la nariz.¿Tamb
CALEBMierda.Esto no puede estar pasando, aquí y ahora.La recuerdo con claridad, porque cuando amanecí junto a ella no podía creer que parecido con Cadence, aunque obviamente para mí las diferencias eran bastante obvias.Donde Rachel tenía curvas casi exageradas, Cadence era un cisne elegante.Los lunares de Rachel me parecían mal ubicados, mientras que las pecas de Caddie me parecían una lluvia de estrellas.Y los ojos, jamás ningún par de ojos me penetró el alma como los de mi Dulce.Una pesadilla, eso es lo que es Rachel.Una de las mujeres con las que tuve sexo en el pasado está frente a mí, mirando a la mujer de mi vida como si fuera su reflejo.Evaluándola como si tuviera algo que ella pudiera siquiera soñar con tener.De pronto qu
CADENCEEscucho a Jhonathan maldecir y no puedo evitar preguntarme qué tanto sabe de la historia familiar… Considerando que es el asistente personal del abuelo Matthew (al cual nunca llegamos a conocer), me imagino que debe saber todo.Me impactan totalmente las palabras de Rachel.¿La mamá de Caleb? ¡Pero si ésa señora está desaparecida en acción desde que yo tenía diez años!—Tu madre piensa que debemos darle una familia feliz a este bebé. Así que me ayudó a encontrarte.—dice orgullosamente Rachel, de seguro sintiéndose apoyada por la arpía de la mamá de Caleb.—No me interesa qué ideas se le ocurren a la cabeza fundida de mi progenitora, Rachel, que te quede claro.— responde él en un tono de voz contenido, que parece más amenazante que otra cosa. Y me sorprend
CADENCE Su calor me envuelve de una forma que pone a llorar a mis ovarios, si eso es posible de alguna manera. —Dios, tu olor… te extrañé tanto, Dulce.—gimotea en mi cuello y lo siento dejar pequeños besos allí.—Sé que no quieres hablar de nada aún, pero… quiero que sepas que no pienso dejarte ir, nada hará que me aleje de ti de nuevo.— susurra y lo escucho bostezar. —Eres la mujer perfecta… la mujer perfecta para mí, Cadence. No voy a perderte, ni a mirarte desde lejos de nuevo.— termina y yo no puedo contener las lágrimas. Las siento correr por mis mejillas. Me giro, escondiendo mi rostro en su cuello y lo escucho respirar con dificultad. —No, amor. No llores que me partes el corazón.— susurra y lo escucho sorber por la nariz. Su mano me acaricia el cabello, va y viene masajeando mi cuero cabelludo. —Caleb…—intento hablar con un nudo en la garganta, pero el sisea, callándome. —Perdóname, porque
FLASHBACK (CADENCE, 8 AÑOS) Tenía ocho años cuando me pasó. Jared está al fondo de la habitación, recitando una y otra vez los sonidos con los que más se traba. Cuando se vuelve a equivocar, resopla e inicia desde cero. Escuché al señor John decirle a Jhyn que quiere llevarlo al doctor, está preocupado porque aun cuando Jared sabe escribir perfectamente, se traba cuando habla. Pobre Jared. Jhyn salió hace unos minutos a ordenar que hagan la cena y yo estoy jugando con Caleb a los soldaditos. Estoy feliz, porque casi nunca parece estar de ánimos para jugar conmigo. Jared hace como que sus soldados están cayendo desde un avión y yo río cuando hace el sonido de caída. —Espera, ¿Qué tal si…?—comienzo a preguntar, poniéndome de pie camino hacia Caleb. ¡CRACK! De pronto, siento algo crujir bajo mis pies y las alarmas del peligro se encienden. Miro hacia abajo
MATTHEW DRYDEN No puedo creer que mi plan sí funcionó. De haberlo sabido, mucho antes los enviaba de viaje. Contento de haber hablado con mis nietos, decido ir a mi oficina. Tengo muchas cosas qué hacer. Es momento de que haga mi testamento e incluya a Caddie en él. Saliendo de la oficina, me encuentro con Jhyn. —Hija, ¿tienes algo qué hacer durante la tarde?— la veo retorcer nerviosamente sus manos en el delantal que siempre usa sobre su uniforme. —No, Sr. Matthew… ¿En qué le puedo ayudar?—pregunta amablemente. — ¿Podrías acompañar a este humilde viejo a la empresa?—pregunto divertido. Ella ríe, achinando los ojos. — ¡Por supuesto, sólo déjeme cambiar mi ropa!— exclama y la veo correr por el pasillo. Ay, Jhyn… Creo que has sido la más lastimada de todo lo que ha sucedido en esta mansión. Siempre ha sido tan inocente, llena de esa chispa tan human
Para mi sorpresa, de pie en la entrada del hotel, veo a un Duncan Faye muy sonriente. Está usando lentes de sol, una camisa blanca con un short caqui y sandalias de caballero. Su cabello luce tan negro como el carbón, está húmedo como si acaba de darse un baño. Es mucho más de lo que asumí por videollamada, más alto, más ancho (es muy robusto) y sin duda se siente más autoritario y jocoso de lo que recordaba. Wow, es muchísimo más guapo en persona. ¿Dudé de sus encantos? Porque ni siquiera recuerdo bien haber dudado. Y si lo hice, retiro totalmente lo dicho. Duncan se acerca sonriente. Veo cómo se aparta unos mechones de color carbón que le caen en la frente. En su muñeca tiene una pulsera tejida con un dije de ancla. Jamás pensé que una pulsera se viera así de varonil. —Estás más guapa en persona, Cadence. — dice sin disimulos y yo pongo los ojos en blanco.