⤝MILA⤞
Axel se detiene bruscamente, sus dedos metidos entre sus alborotados cabellos están congelados y sus ojos se abren por completo, con un brillo peligroso en ellos. —Es lo más absurdo que he escuchado. No puedo arriesgarme a contratar a una mujer para que se haga pasar por mi novia y luego por mi esposa. ¡Nada me garantiza que no hablará sobre el acuerdo! Es una espada de doble filo, Mila. Lo sé muy bien. —Entonces, será mejor que pienses en una solución y que sea rápido. Tu abuelo no va a esperarte sentado, te apuesto lo que quieras a que en este momento debe estar organizando una fiesta para invitar a todas las solteras de San Antonio. Axel gruñe en respuesta, sabe que tengo toda la razón. —Para tener una amiga como tú, prefiero una enemiga —murmura en tono bajo. —Lo siento, prefiero ser sincera y si eso te hiere, perdóname —respondo con una sonrisa al verlo achicar los ojos que, me recuerdan a un felino grande y peligroso. —¿En qué diablos estaba pensando cuando te acepté como amiga? —cuestiona, devolviéndome la sonrisa. Me encojo de hombros. Siempre me he hecho la misma pregunta y, hasta el día de hoy, no sé exactamente cómo sucedió. —Cálmate y piensa muy bien las cosas. —No tengo nada que pensar, Mila. Tienes razón —pronuncia. Lo miro a los ojos, parpadeando varias veces, mostrando mi desconcierto. —¿Sobre qué tengo razón? —pregunto. He hablado tanto y le he dicho muchas cosas en los últimos minutos que no sé exactamente a lo que se refiere. —Sobre qué tengo que elegir una esposa antes de que mi abuelo lo haga por mí o estaré perdido. Sus palabras rompen mi corazón; sin embargo, me siento mejor. No deseo que Axel sea infeliz y si es obligado a casarse con una mujer a la que no ama, es lo que pasará. Tengo el honor y el placer de conocer a su abuelo no solo por lo que Axel me ha contado, sino de manera personal. Durante los últimos tres años, he asistido a varios eventos familiares. Conozco la paciencia de Daxton Ridley. Axel es una versión suya en ese sentido, ambos tienen un carácter explosivo y los dos creen tener la razón en una discusión. Lo que es un gran problema. Así que, por mucho que me duela, es mejor que Axel elija por su cuenta a la mujer que llevará al altar, es su única oportunidad para ser feliz y de no repetir un matrimonio como el de sus padres. —¿No dices nada? —pregunta, sacándome de mis cavilaciones. El corazón se me oprime con fuerza dentro del pecho, es como si una mano apretara sobre mi tráquea y me robara el aire por completo; sin embargo, hago un esfuerzo sobrehumano para encontrar mi voz. —¡Ese es mi chico! —exclamo con una alegría que no siento. Un matrimonio será el final de nuestra amistad, lo sé; sin embargo, no soy yo quien importa, no se trata de mí, sino de él. Conozco a Axel desde nuestro primer día en la universidad y desde entonces, forjamos un lazo especial que con el tiempo se ha ido fortaleciendo. Conozco sus fortalezas y debilidades. Sé cuántas veces ha sufrido por amor, pero ninguna relación lo dejó tan devastado como cuando descubrió a Piper Sinclair en brazos de uno de nuestros profesores durante el último año de la carrera. Aquel momento cambió su vida y no para bien. Verlo tan mal y a punto de destruirse me hizo consciente de mis sentimientos hacia él. Me dolieron cada una de las lágrimas que derramó por ella, pero me destrozó por completo ver cómo el chico bueno, dulce y romántico se convertía en un playboy. Un hombre a quien no le importaba romper un corazón. No, no quedaba ni la sombra del joven que conocí y, aun así, no pude evitar que mi amor por él creciera. —¿Eso es todo lo que dirás? —pregunta, y de nuevo me obligo a apartar mis pensamientos y me centro en nuestra conversación. —Bueno, si ya has decidido qué hacer. Lo que diga está de más, Axel —respondo. Me muevo solo por hacer algo y no parecer una estatua. Mi corazón duele y la opresión en mi garganta no desaparece; sin embargo, me obligo a sonreírle. —Tú eres el único que conoce el tipo de mujer que prefiere. Quizá no tiene que ser una chica con las que has salido antes. Podrías intentar cortejar a la hija de alguno de tus socios o amigos de la familia —digo, sintiendo que, con cada palabra, mi corazón se rompe. —¿Quieres ayudarme? —pregunta, aunque, en el fondo, siento que es una orden. No debo olvidar que nuestra amistad no debe interferir con nuestro trabajo. —Si no me queda otro remedio—hago una pausa—. Puedo prepararte una lista con los nombres de algunas chicas con edad para casarse. Podríamos intentarlo con la hija del señor Beckett Harlow —ofrezco, ignorando las punzadas en mi pecho. —¿Estás loca? Esa niña apenas acaba de cumplir la mayoría de edad. No tengo intención de terminar de criar a nadie —replica con molestia. —Descartada —pronuncio, camino hacia mi silla y tomo una hoja en blanco, un lápiz y en completo silencio, anoto varios nombres en la lista. Conozco a varios personajes importantes de la sociedad de San Antonio y sus familias, por lo que no se me hace difícil y en menos de quince minutos tengo veinte candidatas. La mirada de Axel ha estado puesta sobre mí todo este tiempo, puedo sentirlo, incluso puedo escuchar su respiración. Aun estando ciega, podría reconocerlo en cualquier lugar. —¡Lo tengo! Él enarca una ceja y se cruza de brazos. —¿No quieres echarle un ojo? —pregunto. Me levanto de la silla y me acerco con el papel entre los dedos, muevo la mano deliberadamente para que no pueda notar el temblor en ella. —Dije que podía encontrar una mujer por mi cuenta, Mila —me reprocha. —Entonces, no deberías estar sentado como si el mundo no estuviera a punto de desmoronarse a tu alrededor, deberías salir y buscarla —respondo con una pisca de agresividad. Axel se pone de pie y estoy a nada de pedirle que se quede, no obstante, no abandona la oficina, estira la mano y me arrebata el listado. En un silencio casi aterrador, lee los nombres, uno a uno y en voz alta. Cuando termina, su mirada oscura se clava en mis ojos. —Ninguna de ellas es perfecta para lo que necesito —asegura. La molestia en su voz me hace estremecer ligeramente. —Hice lo que pude —refuto, sin apartar mis ojos de los suyos. Un escalofrío me recorre la columna vertebral ante su intensa mirada. Sus pupilas se dilatan un poco y el brillo en sus ojos hace que dé un paso atrás. ¿Por qué tengo la extraña sensación de que estoy a punto de caer por el precipicio más alto de la ciudad? —Lo hiciste bien, Mila; sin embargo, ya he elegido a la mujer perfecta. Mi corazón se desquebraja al escucharlo. Si ya lo tenía todo pensado, ¿por qué vino a mí? ¿Cuál era la m*****a necesidad de que me enterara de lo que ocurría? ¿A caso sospechaba de mis sentimientos? ¡No! Eso es imposible, no hay manera de que lo haya descubierto. Este es un secreto que guardo en lo más profundo de mi ser. La caricia sobre mi mejilla me arranca de golpe de mis pensamientos. Axel está tan cerca que nuestras narices casi se rozan. Él sonríe. —Cásate conmigo, Mila…⤝MILA⤞Mi corazón se detiene por un breve momento al escuchar su propuesta. Y de repente, es como si una locomotora corriera dentro de mi pecho. El miedo de que Axel haya descubierto los sentimientos que guardo celosamente termina por cerrar mi garganta mientras un gran vacío se me abre en la boca del estómago. ¿Era una broma? Tiene que serlo, y una muy cruel.—Es la solución perfecta, Mila. ¿Qué te parece mi gran idea? —pregunta. Los ojos de Axel brillan llenos de esperanza y mi estómago se revuelve.—Me parece… una verdadera locura —respondo con la boca seca—. ¿Quién en su sano juicio querría tenerte como esposo? —pregunto, intentando bromear cuando todo lo que quiero es salir corriendo de allí y alejarme de Axel y su fatídica propuesta. Él no tiene idea del daño que me hace. Lo peor es que no puedo culparlo, Axel es totalmente ajeno a mis sentimientos y eso duele mucho más.—¡Ninguna locura, Mila! Si hay alguien en quien confío ciegamente, esa eres tú —responde sin vacilar—. No pue
⤝AXEL⤞Hago un esfuerzo sobrehumano para no correr detrás de Mila y suplicarle que acepte mi plan. Sé muy bien que mi petición la ha tomado por sorpresa y que necesita tiempo para procesarlo, pero no es ninguna mentira cuando digo que es ella la única mujer en quien puedo confiar ciegamente, sé que jamás va a fallarme. Me lo ha demostrado durante los siete años que llevamos juntos. Y aunque suene egoísta, es la mujer perfecta para engañar a mi abuelo.Mila ha sido mi ancla y mi puerto seguro durante tanto tiempo que sin ella estaría perdido.Mis ojos no han dejado de ver la puerta por donde se ha marchado. Doy un paso y me acerco al minibar, tomo la botella y me sirvo un vaso casi lleno. Es un whisky de colección y mi favorito.Vuelvo sobre mis pasos y me siento en el sillón, bebo un sorbo. El líquido me quema la garganta, pero lo ignoro. Los pensamientos se arremolinan en mi cabeza y cada segundo que pasa se arraiga en mí el deseo de que Mila se convierta en mi esposa. Si ella acepta
⤝MILA⤞No he dejado de pensar en las palabras de Axel y menos en su descabellada propuesta. He tratado de apartarla de mi cabeza, pero es como un mantra que se repite una y otra vez.A lo lejos, escucho el sonido insistente del celular; sin embargo, no estoy para sostener ningún tipo de conversación y lo más probable es que se trate de Axel. Dispuesta a continuar ignorando el sonido infernal del aparato, abro la llave y dejo que el agua aclare mis pensamientos.Me cierro por completo y respiro varias veces para tranquilizar los alocados latidos de mi corazón. Esto solo es un juego de poder de Axel y aunque, quiero ayudarle a mantener el control de su empresa por la que ha trabajado incansablemente desde que tomó la dirección, no puedo acceder a su petición.Giro la llave y el agua deja de caer, tomo una toalla y una de las batas que he dejado preparadas y es hasta entonces que escucho el sonido del timbre. Parece que alguien está desesperado y por un breve momento pienso en Axel. Aunq
⤝MILA⤞Nuestros ojos siguen fijos, el uno en el otro, la tentación de cerrarlos es tan abrumadora y el deseo de probar sus labios lo es aún mucho más. Solo tengo que dejarme llevar, basta un segundo para tener lo que siempre he anhelado y deseado. El sabor de su prohibida boca.Mi cuerpo se tensa como la cuerda de un violín y un atisbo de lucidez se cuela en mi cabeza. ¿En qué diablos estoy pensando? Me separo ligeramente del cuerpo de Axel, lo suficiente para romper la tensión que se ha creado entre nosotros.Me pregunto si alguien más lo ha notado o solo he sido yo.—Mila —susurra, acercándose de nuevo.Un nudo se instala en mi garganta.—Ni se te ocurra —murmuro en respuesta y tan bajito, solo para sus oídos. Él me sonríe y se aleja un poco. Dejo escapar el aire que no sé que estoy reteniendo mientras siento las mejillas de mi rostro calientes. Ha sido un momento… incómodo.—Qué sorpresa, primo. Siempre muy bien acompañado —pronuncia Zane a manera de saludo—. Mila, un placer
⤝MILA⤞El sonido de la puerta al abrirse y cerrarse con un golpe sordo hace que levante la mirada. Frunzo el ceño al encontrarme con el rostro desencajado de mi jefe y mejor amigo. Axel Ridley.Con calma y sin ninguna maldita prisa, cierro la carpeta con los documentos que revisaba antes de la abrupta interrupción.—¿Se puede saber el motivo por el que irrumpes en mi oficina sin llamar? —pregunto, prestándole toda mi atención.Axel es un tipo hermoso, como si al nacer los dioses lo hubieran llenado de gracia, elegancia y un maldito carácter de mierda. Afortunadamente, siempre estoy en el lado opuesto de su furia.¡Ah! Se me olvidaba mencionar que, también es todo un playboy y un jodido imán para los escándalos que tienen a su abuelo al borde de un ataque cardiaco. Y no dudo que sea el mismo motivo por el cual esté en mi oficina.Axel da tres vueltas, como un perro rabioso, e ignora mi pregunta. Me levanto de la silla y camino unos pocos pasos, recargo la cadera contra la fina madera d