Inicio / Romance / PERFECTA MENTIRA / 02. ¿Quieres ayudarme?
02. ¿Quieres ayudarme?

⤝MILA⤞

Axel se detiene bruscamente, sus dedos metidos entre sus alborotados cabellos están congelados y sus ojos se abren por completo, con un brillo peligroso en ellos.

—Es lo más absurdo que he escuchado. No puedo arriesgarme a contratar a una mujer para que se haga pasar por mi novia y luego por mi esposa. ¡Nada me garantiza que no hablará sobre el acuerdo! Es una espada de doble filo, Mila.

Lo sé muy bien.

—Entonces, será mejor que pienses en una solución y que sea rápido. Tu abuelo no va a esperarte sentado, te apuesto lo que quieras a que en este momento debe estar organizando una fiesta para invitar a todas las solteras de San Antonio.

Axel gruñe en respuesta, sabe que tengo toda la razón.

—Para tener una amiga como tú, prefiero una enemiga —murmura en tono bajo.

—Lo siento, prefiero ser sincera y si eso te hiere, perdóname —respondo con una sonrisa al verlo achicar los ojos que, me recuerdan a un felino grande y peligroso.

—¿En qué diablos estaba pensando cuando te acepté como amiga? —cuestiona, devolviéndome la sonrisa.

Me encojo de hombros. Siempre me he hecho la misma pregunta y, hasta el día de hoy, no sé exactamente cómo sucedió.

—Cálmate y piensa muy bien las cosas.

—No tengo nada que pensar, Mila. Tienes razón —pronuncia. Lo miro a los ojos, parpadeando varias veces, mostrando mi desconcierto.

—¿Sobre qué tengo razón? —pregunto. He hablado tanto y le he dicho muchas cosas en los últimos minutos que no sé exactamente a lo que se refiere.

—Sobre qué tengo que elegir una esposa antes de que mi abuelo lo haga por mí o estaré perdido.

Sus palabras rompen mi corazón; sin embargo, me siento mejor. No deseo que Axel sea infeliz y si es obligado a casarse con una mujer a la que no ama, es lo que pasará.

Tengo el honor y el placer de conocer a su abuelo no solo por lo que Axel me ha contado, sino de manera personal. Durante los últimos tres años, he asistido a varios eventos familiares.

Conozco la paciencia de Daxton Ridley. Axel es una versión suya en ese sentido, ambos tienen un carácter explosivo y los dos creen tener la razón en una discusión. Lo que es un gran problema.

Así que, por mucho que me duela, es mejor que Axel elija por su cuenta a la mujer que llevará al altar, es su única oportunidad para ser feliz y de no repetir un matrimonio como el de sus padres.

—¿No dices nada? —pregunta, sacándome de mis cavilaciones. El corazón se me oprime con fuerza dentro del pecho, es como si una mano apretara sobre mi tráquea y me robara el aire por completo; sin embargo, hago un esfuerzo sobrehumano para encontrar mi voz.

—¡Ese es mi chico! —exclamo con una alegría que no siento.

Un matrimonio será el final de nuestra amistad, lo sé; sin embargo, no soy yo quien importa, no se trata de mí, sino de él.

Conozco a Axel desde nuestro primer día en la universidad y desde entonces, forjamos un lazo especial que con el tiempo se ha ido fortaleciendo. Conozco sus fortalezas y debilidades.

Sé cuántas veces ha sufrido por amor, pero ninguna relación lo dejó tan devastado como cuando descubrió a Piper Sinclair en brazos de uno de nuestros profesores durante el último año de la carrera. Aquel momento cambió su vida y no para bien.

Verlo tan mal y a punto de destruirse me hizo consciente de mis sentimientos hacia él. Me dolieron cada una de las lágrimas que derramó por ella, pero me destrozó por completo ver cómo el chico bueno, dulce y romántico se convertía en un playboy. Un hombre a quien no le importaba romper un corazón.

No, no quedaba ni la sombra del joven que conocí y, aun así, no pude evitar que mi amor por él creciera.

—¿Eso es todo lo que dirás? —pregunta, y de nuevo me obligo a apartar mis pensamientos y me centro en nuestra conversación.

—Bueno, si ya has decidido qué hacer. Lo que diga está de más, Axel —respondo. Me muevo solo por hacer algo y no parecer una estatua.

Mi corazón duele y la opresión en mi garganta no desaparece; sin embargo, me obligo a sonreírle.

—Tú eres el único que conoce el tipo de mujer que prefiere. Quizá no tiene que ser una chica con las que has salido antes. Podrías intentar cortejar a la hija de alguno de tus socios o amigos de la familia —digo, sintiendo que, con cada palabra, mi corazón se rompe.

—¿Quieres ayudarme? —pregunta, aunque, en el fondo, siento que es una orden. No debo olvidar que nuestra amistad no debe interferir con nuestro trabajo.

—Si no me queda otro remedio—hago una pausa—. Puedo prepararte una lista con los nombres de algunas chicas con edad para casarse. Podríamos intentarlo con la hija del señor Beckett Harlow —ofrezco, ignorando las punzadas en mi pecho.

—¿Estás loca? Esa niña apenas acaba de cumplir la mayoría de edad. No tengo intención de terminar de criar a nadie —replica con molestia.

—Descartada —pronuncio, camino hacia mi silla y tomo una hoja en blanco, un lápiz y en completo silencio, anoto varios nombres en la lista.

Conozco a varios personajes importantes de la sociedad de San Antonio y sus familias, por lo que no se me hace difícil y en menos de quince minutos tengo veinte candidatas.

La mirada de Axel ha estado puesta sobre mí todo este tiempo, puedo sentirlo, incluso puedo escuchar su respiración. Aun estando ciega, podría reconocerlo en cualquier lugar.

—¡Lo tengo!

Él enarca una ceja y se cruza de brazos.

—¿No quieres echarle un ojo? —pregunto. Me levanto de la silla y me acerco con el papel entre los dedos, muevo la mano deliberadamente para que no pueda notar el temblor en ella.

—Dije que podía encontrar una mujer por mi cuenta, Mila —me reprocha.

—Entonces, no deberías estar sentado como si el mundo no estuviera a punto de desmoronarse a tu alrededor, deberías salir y buscarla —respondo con una pisca de agresividad.

Axel se pone de pie y estoy a nada de pedirle que se quede, no obstante, no abandona la oficina, estira la mano y me arrebata el listado.

En un silencio casi aterrador, lee los nombres, uno a uno y en voz alta. Cuando termina, su mirada oscura se clava en mis ojos.

—Ninguna de ellas es perfecta para lo que necesito —asegura. La molestia en su voz me hace estremecer ligeramente.

—Hice lo que pude —refuto, sin apartar mis ojos de los suyos. Un escalofrío me recorre la columna vertebral ante su intensa mirada. Sus pupilas se dilatan un poco y el brillo en sus ojos hace que dé un paso atrás. ¿Por qué tengo la extraña sensación de que estoy a punto de caer por el precipicio más alto de la ciudad?

—Lo hiciste bien, Mila; sin embargo, ya he elegido a la mujer perfecta.

Mi corazón se desquebraja al escucharlo. Si ya lo tenía todo pensado, ¿por qué vino a mí? ¿Cuál era la m*****a necesidad de que me enterara de lo que ocurría? ¿A caso sospechaba de mis sentimientos? ¡No! Eso es imposible, no hay manera de que lo haya descubierto. Este es un secreto que guardo en lo más profundo de mi ser.

La caricia sobre mi mejilla me arranca de golpe de mis pensamientos. Axel está tan cerca que nuestras narices casi se rozan. Él sonríe.

—Cásate conmigo, Mila…

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP