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05. Necesito ganar tiempo

MILA

No he dejado de pensar en las palabras de Axel y menos en su descabellada propuesta. He tratado de apartarla de mi cabeza, pero es como un mantra que se repite una y otra vez.

A lo lejos, escucho el sonido insistente del celular; sin embargo, no estoy para sostener ningún tipo de conversación y lo más probable es que se trate de Axel. Dispuesta a continuar ignorando el sonido infernal del aparato, abro la llave y dejo que el agua aclare mis pensamientos.

Me cierro por completo y respiro varias veces para tranquilizar los alocados latidos de mi corazón. Esto solo es un juego de poder de Axel y aunque, quiero ayudarle a mantener el control de su empresa por la que ha trabajado incansablemente desde que tomó la dirección, no puedo acceder a su petición.

Giro la llave y el agua deja de caer, tomo una toalla y una de las batas que he dejado preparadas y es hasta entonces que escucho el sonido del timbre. Parece que alguien está desesperado y por un breve momento pienso en Axel. Aunque, dudo mucho que me haya seguido a casa.

Por otra parte, también puede tratarse de Zaria, mi prima quien recientemente acaba de llegar de Nueva York. Ante la insistencia del timbre, me doy prisa y salgo del cuarto de baño. La fina tela de la bata se amolda a mi cuerpo como una segunda piel, pero si se trata de Zaria, no hay ningún problema.

Maldigo mientras camino hacia la puerta, quien sea que toca de esa manera va a escucharme. Sin embargo, cuando giro el pomo y abro, lo primero que veo es el rostro de Axel.

Sus ojos se quedan clavados en los míos y un ligero escalofrío me recorre de pies a cabeza cuando desliza su mirada de mi rostro a mi cuerpo. Un nudo se instala en mi garganta y una bandada de aves aterriza en mi estómago.

—¿Qué demonios haces aquí? —pregunto. No es mi intención que mi voz suene tan dura, pero es esto o que Axel descubra que ya no solo tengo el cuerpo mojado.

Su mirada despierta un deseo ardiente en mi interior, algo prohibido e imposible.

—Necesitamos hablar —pronuncia. Su tono es ronco, como si tuviese algo atorado en la garganta.

—Creo que dejamos las cosas claras en la oficina. No voy a acceder a tu absurda petición, Axel. ¿En qué idioma lo entenderías? —cuestiono. No me muevo de la puerta, no tengo ninguna intención de dejarlo entrar, pero él se acerca tanto que puedo sentir su respiración sobre mi rostro y su cálido aliento golpea mi nariz cuando abre la boca.

—Déjame entrar —pide. Da un paso al frente, obligándome a retroceder dos.

—No deberías estar aquí —insisto, cuando Axel ya está adentro.

—No voy a insistir para que te cases conmigo. De repente he comprendido que es una total locura.

No sé como tomar sus palabras, hay un ligero malestar en mi pecho y no sé si de alivio o de desilusión.

—Entonces, ¿a qué has venido? —pregunto, alejándome.  Un ligero frío me sacude y recuerdo que no estoy debidamente vestida—. Ya que insistes, dame unos minutos, voy a cambiarme —pronuncio antes de que diga nada.

Mis pasos son lentos, las piernas me tiemblan, pero llego a mi habitación sin que se me note el maldito nerviosismo. Escojo las prendas al azar, no es como si vaya a salir. Luego de que Axel se marche, solo me espera la cama.

Dejo de divagar y me doy prisa para volver a la sala para encontrar a Axel en el mismo lugar que lo dejé.

—¿Lista? —pregunta y asiento con un movimiento de cabeza.

—Cuéntame —pido para terminar con esto de manera limpia y rápida.

—El abuelo espera que asista a la cena de esta noche. Knox vino a mi oficina luego de que te marchaste para ponerme sobre aviso.

—Te lo dije. Daxton no es alguien que pierda el tiempo —respondo, me siento en el sillón incapaz de continuar de pie.

—Claro, pero el viejo pretende aplicármela. No llamará para invitarme, ¿cómo se supone que interprete eso? —pregunta—. Claramente, está dándole ventajas a Zane.

—Ha decidido jugar rudo y la culpa es tuya. No había necesidad de tantos escándalos, Axel. ¿Qué es lo que pretendes demostrar? ¿O es que estás enviando señales a alguien en específico?

Piper es un tema que Axel prefiere mantener en el baúl de los recuerdos, pero hace diez meses se ha casado y desde entonces, las cosas se fueron a la m****a con Axel.

—No digas tonterías. Soy un hombre libre y puedo hacer lo que se me venga en gana.

—¡Maldición! Si es como piensas, ¿por qué te quejas tanto?

Los ojos de Axel se detienen y me escanean con sumo cuidado e interés.

—Lo acepto, he sido un descuidado de m****a y también soy el responsable de que Daxton Ridley esté pensando en Zane como heredero. ¿Eso quieres escuchar? —me pregunta con recriminación.

Sin embargo, esa es la verdad.

—Axel.

—Cumpliré con lo que mi abuelo pide, pero no será a su manera. Ven conmigo a esa cena.

—Y, ¿en calidad de qué quieres que te acompañe? —le cuestiono—. No puedo llegar siendo tu asistente.

—Eres mi amiga e irás como tal. Necesito ganar tiempo, Mila. Entiendo que no quieras arriesgarte con lo primero, pero, ¿esto? Esto si puedes hacerlo por mí…

Si tan solo Axel tuviera una mínima idea de lo que sus peticiones causan en mí, quizá no las haría o tal vez, se alejaría. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?

—Por favor, Mila.

Respiro profundo. No tengo voluntad para negarme. Además, no me está pidiendo nada del otro mundo, tampoco es la primera vez que voy a una cena familiar como su amiga.

—Bien, deja que me ponga decente y por favor, Axel. No me salgas con sorpresas —pido con seriedad.

—Te lo prometo —murmura con una sonrisa en los labios. Una sonrisa que debió bastarme para saber que algo estaba cocinándose en su cabeza.

No demoro y en quince minutos vuelvo a la sala. No hay más intercambio de palabras entre nosotros. Axel toma mi cintura de forma posesiva, como si temiera que en cualquier momento fuese a escaparme.

Un silencio sepulcral se instala desde que subimos al coche y se extiende durante todo el trayecto. La tensión inunda el poco espacio y cuando finalmente llegamos, doy un respiro de alivio que llama la atención de Axel.

—No tienes que hacer o decir nada. Solo sé mi acompañante.

—Tu escudo —le corrijo y él sonríe.

Si no estuviera en esta situación, juro que habría terminado con las bragas mojadas; sin embargo, por primera vez, me he convertido en un manojo de nervios.

—Vamos —dice, empuja ligeramente mi espalda y caminamos juntos.

Los lujos de la residencia no me sorprenden, pero si lo hace la presencia de cuatro hermosas mujeres en la sala, acompañadas por sus respectivas familias.

—¿Mila? —la voz de Daxton deja en claro que no me esperaba. No puedo culparlo, si alguien es responsable, no es otro que Axel Ridley.

—Hola, Daxton, un placer volver a verte —digo. Tonta, como si hubiera pasado meses sin verlo—. Creo que no es un buen momento para visitas —pronuncio, obligándome a sonreír.

—De ninguna manera, es el momento indicado. Necesito a alguien imparcial para que no se me acuse de ser un hombre injusto.

La persona menos imparcial en este momento soy precisamente yo; sin embargo, no respondo, gracias a la llegada de Zane, quien viene acompañado de una hermosa y joven dama. La mujer sonríe cuando se acerca a Daxton, es claro que, quiere impresionarlo.

La tensión en la habitación se puede cortar con el filo de una navaja. El cuerpo de Axel se tensa cuando Zane le sonríe con burla.

—Contrólate —le susurro al oído.

Axel gira el rostro para mirarme y nuestros labios quedan tan cerca que puedo recoger el olor de la menta y el whisky en su aliento. La mezcla es perfecta, me marea un poco y todo parece desaparecer, lamo mi labio mientras la garganta se me seca, ¿acaso piensa besarme?

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