Siente tristeza, siente dolor, siente impotencia. Los recuerdos golpean su mente de manera atroz. Nunca había temblado tanto antes, incluso en esa primera noche que vio a Rebecca después de años.Julieta se olvida de todo lo que existió o vivió porque ahora, después de ver a Bianca tras años de desaparición, existe un antes y un después.Retrocede por instinto, creyendo estar viendo un espectro del pasado que la atormentará de por vida, pero ese rostro lo conoce y no puede ser una memoria borrosa de su vida. Es BiancaLo único que obtiene de Bianca es una expresión de sorpresa.—Bianca, eres tú —tartamudea Julieta. El dolor comienza a aparecer—, eres tú, Bianca. ¿Cómo es posible?Pero Bianca tan sólo cierra sus labios y la forma en la que ya la está observando le dice de manera indirecta que a diferencia de Julieta, no está del todo contenta. Es la misma de siempre, con cabello rojo y piel nívea, y en su hombro lleva su cartera. Julieta se da cuenta de su teléfono en el piso y lo rec
No le ha contado a Román la verdad de su pasado, la realidad que la hizo más miserable.No será capaz de contarlo ahora. Bianca tiene sus ojos abiertos observando tanto a Lizzie como a Román, y aunque ella conoce muy bien a Román porque mantuvo con él una estricta relación en el pasado, verlo ahora hace que se congele.Román la observa.—¿Bianca Romanov? —pregunta Román dejando a Lizzie en el suelo—, ¿No es usted la mujer que hablaba con mi ex-esposa?—Eh —balbucea Bianca sin saber qué decir ahora mismo y mucho menos en ésta situación. Es la única que sabe la verdad de Julieta, y quien conoce a la verdadera madre de la niña que carga Román. La pregunta es ¿Ellos conocen la verdad?—, señor McGrey, es un placer volver a verlo. Y ver a la niña. Lo lamento, pero ya tengo que irme. Ha sido un completo placer encontrarmelos, tenga una hermosa y feliz tarde.Lizzie corre hacia los brazos de Julieta y de una vez la carga entre sus brazos tragándose las palabras porque no quiere discutir dela
Julieta tiene que sentarse un momento, colocar las manos en su cabeza y ahogar los sollozos en su garganta. Un sentimiento de rabia que no puede ser diferenciada de la decepción o de la furia. Todo está unido.—Si resulta verdad ella pagará —Román se agacha hacia ella para buscar su rostro—, mírame, hey…—Tenía sospechas pero deseaba con todas mis fuerzas que no fuera así —Julieta siente los dedos de Román en su rostro—, ¿Por qué haría algo así? Mi papá la quería mucho, mucho…—Papi —pronuncia Lizzie acercándose a los dos—, ¿Por qué mami llora…?Julieta rápidamente se limpia sus mejillas al notar a Lizzie y Román se levanta para dejar que sea Julieta quien la tome en sus piernas.—No estoy llorando, linda. Sólo estoy un poco triste. Sabes que cuando estamos tristes reaccionamos así —Julieta deja salir un balbuceo que controla para no preocupar a Lizzie. Sube sus ojos—, sé que todo se solucionará pero no quiero perder el tiempo, hay que arreglar esto cuanto antes. Tiene todo de mí, se
Julieta alisa su vestido y finge una sonrisa a Rebecca antes de que esta se acerque a besarle la mejilla. También lo hace con Román y su esposo por simple cortesía le corresponde el saludo.—¿Lo ves? Ya todo se solucionó, Margot, sobrina. Espero que este malentendido sólo sea un tedioso recuerdo —Rebecca coloca su mano en el hombro de Julieta—, no dejes que los periodistas te atormenten con sus tontas preguntas y espero que ésta noche sirva para arreglar nuestras indiferencia. ¿Qué dices?Julieta prefiere mirarla un momento en silencio. Y no da una sonrisa, sino que desliza una mueca fingida en su rostro.—No tengo problema con eso —finalmente contesta para darle a entender que no está siendo afectada por sus palabras, incluso cuando hay una bomba de tiempo que explotará si Julieta no se apresura en demostrar la clase de persona que es Rebecca.Rebecca alza la copa de champagne y ahora se gira para ver a Román.—¿Te molesta si me quedo con ellas unos instantes? —pregunta Rebecca. Lo
—¿Papá…? Sus palabras se quedan estancadas en su garganta, demasiado dolorosas como para pensarlas una vez más. Díficil de creer, de pensar que es cierto, y de tratarse de una alucinación Julieta vuelve a buscar la manilla de la puerta para salir incluso cuando el carro ya está en movimiento. —Esto no puede ser verdad. No, no. ¡Quiero bajarme! ¡Detén el auto! —Julieta… —¡No, por Dios! No. Me volví loca, no estoy pensando con claridad, no, no. No es de ésta manera…—balbucea cuando oye una vez más el sonido de lo imposible, de lo que no puede ser. Golpea la puerta del auto para tratar salir, dando fuertes golpes al vidrio—, ¡Quiero salir…! —Soy yo, Julieta. Como si un rayo hubiese caído en su cuerpo, destrozando cada parte que necesita para sobrevivir como la estado haciendo durante cuatro años, Julieta deja la manilla de la puerta y lleva todo su cuerpo a la puerta con tal de alejarse lo más posible de aquella figura que por el tono de la voz indica que es masculina, y comienza
—¡Atrás! ¡Todos atrás! —es lo que indicaba el polícia a la multitud anonada que había visto el revuelo ocasionado por Margot Peterson, como aparece ahora en las noticias.Román está perdiendo la cabeza cada segundo que pasa porque en un abrir y cerrar de ojos su esposa ya no está a su lado. Ahora observa la televisión frente a sus ojos en la casa presidencial donde ha llevado a Lizzie desde que salió con ella la noche anterior.La había seguido. Siguió a Julieta entre la multitud, llamándola porque él era el único lugar a donde Julieta tenía que llegar y buscar. Creyó que alguien la había secuestrado cuando la vio desaparecer tras el gentío. Por tal razón, al ver que el auto se había marchado con ella, el mundo se volvió oscuro. Apartaban a Julieta de su lado. Pero no quiso quedarse de brazos cruzados esperando una respuesta que sabía que no llegaría, y tomó el carro montándose sin importarle algo más que no fuese tener devuelta a Julieta, porque pese a gritarle que se detuviera, n
Julieta observa la hora en su teléfono antes de que su padre le pide que se lo entregue rápidamente. —Tíralo al mar, o sino nos descubrirán —Marcus poco a poco se va a acercando hacia la orilla—, pudieron haberte rastreado. Julieta se levanta del asiento y aunque con mucho pesar, arroja el télefono al mar, retrocediendo con asombro. —Está todo bien, hija. Ahora apresuremonos. No tenemos mucho tiempo antes de que se acerquen hasta aquí. No confío en que no hayan usado tu télefono para saber dónde estamos. Marcus es el primero en bajar y luego la ayuda a tocar la arena y el agua tibia del mar acaricia su cuerpo. Han navegado cerca de la costa y ahora mismo ya el sol está en su punto más alto. El vestido que lleva está mojado y pesa cuando se acerca hacia la orilla. Por lo que ve su padre atraca el pequeño yate hasta que ya no puede seguir. —¿Lo dejarás aquí? —pregunta Julieta anonada. —Ya no nos sirve. Ahora necesitamos un coche —Marcus la ayuda a llegar a la tierra y sintiendo la
La arena en sus pies es reemplazada por el frío del suelo y tan rápido como la mente procesa cada información en un tiempo determinado Julieta grita:—¡Papá! Recorre con desesperación parte de los cuartos de ésta pequeña casa de un sólo piso. No sabe cuánto tiempo le queda y qué tanto durará sin encontrarse con alguien y Julieta ya no siente paz; todo su cuerpo busca con desasosiego a su padre, y al final del pasillo sin parar de llamarlo se mueve rápido hasta doblar a la derecha. La iluminación de la cocina es poca pero es recompensada por la luz marítima del sol entrando por la ventana y que la guían a ver al instante a Marcus, observando por la ventana.Marcus hace una señal de silencio y el eco del sonido del transporte estremece aquel sentido que no está ni un momento en paz. Tiene que ponerse a su lado en puntillas porque incluso cree que podrán oír sus pasos. Cualquier posibilidad que ahora el cuerpo detecta como peligro envía una corriente de adrenalina, y cuando toma el bra