Isaac había regresado al lado de Aita, quien se encontraba en la feria, con la mirada perdida en las bellas flores que adornaban la bajada de los huertos cercanos.
—He avisado a los criados de tu llegada para que atiendan todas tus necesidades —le dijo él con una convicción que la dejó aturdida—. Considera que en unas pocas semanas será tu casa.
Aita lo observó, sorprendida. ¿Quién le había dicho que ella había aceptado por completo ese matrimonio? Era una observación generosa, pero no del todo cierta. A diferencia de Isaac, esa tierra no formaba parte del acuerdo; le pertenecía exclusivamente a él.
—Más tarde haremos un pícnic —sugirió él, como si hubiera percibido su malestar. Pero, incluso mientras lo decía, su mirada se desvió hacia un caballo que pastaba a lo lejos. Aita sintió una punzada
Isaac la miró por un instante antes de decirle __"¿sabes montar?", murmuró él, sin salir de su asombro. Sin aceptar las riendas, siguió a medio galope por el camino hasta los árboles.__ "Parece que cuando llegas al claro, ahí esperame", le ordenó.Ella asintió con determinación y se lanzó a galopar, dejando atrás el filo del camino. Al llegar al claro, él la alcanzó y se desmontó de un salto, extendiendo los brazos para que ella hiciera lo mismo. __"¿Sabes montar?" le repitió él, sacudiendo la cabeza absolutamente maravillada.Ella volvió a reír ampliamente, maravillada.__ "Te mentí, cuando te dije que daba miedo los caballos, la verdad es que me gusta mucho",__ confesó.Él la tomó en sus brazos, olvidándose de las apariencias, y enterró la cara en su cuello.__ "Eres perfecta, lo sabía al verte al lomo de un caballo", gimió con deleite y la depositó con cuidado en el suelo, sin hacerle daño.__"¿No estás enfadado?",__ preguntó ella. Él cayó encima de ella y la besó en la boca con una
Lo observó respirando profundamente mientras se acomodaba sobre él, separando las piernas para sentarse a horcajadas. Las faldas formaron una cortina alrededor de ellos, pero eso no importaba, no necesitaba ver nada. Lo que deseaba hacer estaba claro en su mente, y no iba a detenerse. La incertidumbre no duró mucho, apenas lo tocó, supo lo que quería. Quería usarlo sin pudor, sin rescato, quería avivar el calor que la consumía por dentro.Se movió contra su carne, buscando más, buscando sentirlo completamente. Se colocó en posición, sintiendo un momento de resistencia, seguido de una sensación de plenitud que la recorrió por completo. Lo montó como a un caballo desbocado, sintiendo la sacudida de sus cuerpos. Presionó sus manos en su pecho, moviéndose con total libertad y desenfreno. Aceleró el ritmo, cayendo hacia adelante para entrelazar sus lenguas en un baile frenético, tan frenético como el que interpretan sus cuerpos.Aitana descubrió que podía endurecer los muslos y controlar l
El sol brillaba con fuerza, disipando la morriña del invierno, y el ambiente se llenaba de un aire festivo. Los hombres del pueblo se habían reunido para celebrar un concurso de tiro con arco, y la emoción era palpable. Se colocaron bancos para la audiencia, y aunque Gaetano no se ofreció para llevar las apuestas, milagrosamente apareció un gran barril de cerveza, que prometía alegrar aún más la jornada.Las sirvientas, que habían logrado escapar de sus tareas diarias, salieron a contemplar el evento. Dolores ocupó su lugar entre las espectadoras, y detrás de ella, Ivonne se cruzó de brazos, mostrando una mezcla de interés y escepticismo. Incluso Miranda, a pesar de los vientos fríos, salió de su recámara bien envuelta en pieles de invierno, consciente de que su atuendo realzaría su belleza.El concurso comenzó con gran alboroto. Los participantes usaban arcos largos, muy apreciados por su precisión, velocidad y la larga trayectoria de las flechas. Cada competidor debía disparar seis
La risa de la multitud aún resonaba en los oídos de Dolores mientras se apartaba del blanco, su corazón latiendo con fuerza. La victoria había sido dulce, y la sensación de haber sorprendido a todos, especialmente a Nicolás, la llenaba de una satisfacción indescriptible. Con las mejillas sonrojadas por la emoción, se volvió hacia él, que la observaba con una mezcla de admiración y asombro.__“¿Así que ahora soy la experta en arquería?”, bromeó, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Nicolás, aún atónito, no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo.__“Definitivamente, has demostrado ser mucho más de lo que esperaba, milady,” respondió, su tono lleno de complicidad. “No solo has ganado la apuesta, sino que has dejado a todos boquiabiertos.”Dolores sintió un cosquilleo de orgullo al escuchar sus palabras. La conexión entre ellos, que había comenzado como una simple alianza política, se estaba transformando en algo más profundo. Mientras la multitud seguía celebrando, ella se dio cuenta
La noche había sido cálida y llena de promesas. Dolores se despertó con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas, iluminando su habitación con un resplandor dorado. A su lado, Nicolás aún dormía, su rostro sereno y relajado. Ella sonrió al recordarlo, sintiendo una oleada de felicidad recorrerla. Desde su victoria en el concurso de tiro con arco, su relación había cambiado de maneras que nunca había imaginado.Mientras se levantaba de la cama, un ligero susurro de emoción la acompañaba. Se sentía diferente, más fuerte y más segura de sí misma. La sensación de ser valorada y respetada por Nicolás le daba alas. Se vistió con un vestido de lino ligero, que acentuaba su figura y reflejaba su nuevo estado de ánimo. Al mirarse en el espejo, notó cómo su sonrisa brillaba con una energía renovada.Cuando Nicolás despertó, la vio y su rostro se iluminó. __"Buenos días, milady," __dijo con una voz suave, estirándose como un gato. __"Hoy pareces radiante."__"Gracias, mi lord. Me sien
Verónica se encontraba encerrada en su aposento, la luz del sol apenas se filtraba por las pesadas cortinas que cubrían las ventanas. El castigo impuesto por su madre, la reina, era una carga que la oprimía, pero no podía dejar que eso la detuviera. Con una determinación renovada, decidió que debía averiguar cómo estaban las cosas en el palacio.__“¡Livia!” llamó, y su doncella entró rápidamente, con una expresión de preocupación en su rostro.__“¿Qué deseas, mi señora?” preguntó Livia, inclinándose levemente.__“Necesito que vayas a ver qué sucede en el palacio. Pregunta por el príncipe Faruq y la princesa Valeria. Debo saber cómo se desarrollan los eventos,” __ordenó Verónica, sintiendo cómo la rabia crecía dentro de ella. La idea de que Valeria se casara con Faruq la consumía.__“Sí, mi señora. Iré de inmediato,” __respondió Livia, saliendo con rapidez.Verónica se quedó sola, su mente llena de pensamientos oscuros. La boda de Valeria era un eve
El palacio seguía animado, resonando con ecos de risas y música que aún parecían flotar en el aire. Dolores se despertó temprano, el sol brillando a través de las ventanas, llenando su habitación de luz. Después de un desayuno ligero, donde conversó con la reina, sobre los eventos recientes, la reina le pidió que visitara a la princesa Valeria. Sabía que las dos tenían mucho de qué hablar, y la reina deseaba que su prima se sintiera apoyada en estos momentos de cambio.Nicolás, como duque de Ghrand y un enlace del rey Exol, también se interesó en la reunión. Era un hombre astuto y sabía que las conexiones entre las familias reales eran cruciales en estos tiempos inciertos.Dolores, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo, partió hacia los aposentos de Valeria. Al llegar, encontró a la princesa en su patio, regando flores con esmero. El jardín era un espectáculo de colores vibrantes y fragancias dulces. Cuando le anunciaron que Dolores venía, Valeria dejó sus tare
El bullicio del banquete había disminuido, y el jardín del palacio estaba en calma. Valeria y Dolores se encontraban bajo la luz de la luna, rodeadas de flores que brillaban tenuemente.“¿Te imaginas lo que Faruq y Nicolás están discutiendo?” preguntó Dolores, mirando hacia el salón.“Espero que encuentren una solución,” respondió Valeria, su voz cargada de preocupación. “No puedo dejar de pensar en lo que Verónica podría estar planeando.”Dolores frunció el ceño. “¿Por qué haría algo así? Es tu hermana.”“Lo sé,” dijo Valeria, suspirando. “Pero desde que Takeq llegó, las cosas han cambiado. Verónica siempre ha querido el poder.”Un sirviente se acercó corriendo. “Su Alteza, el príncipe Faruq solicita su presencia en el salón principal. Es urgente.”Ambas se miraron, y Valeria asintió. “Vamos.”Al entrar al salón, la atmósfera era tensa. Faruq y Nicolás estaban al centro, rodeados de nobles que murmuraban.“Gracias por venir,” comenzó Faruq, su voz grave. “Tenemos un problema serio. V