Capítulo 2

Andrew

Maldigo el día en que mi padre me obligó a casarme con esta niña malcriada. Su manera tan irrespetuosa de hablarme me molesta, así como sus juegos y su forma de hacerme enfadar. No la soporto.

—Quiero a todos en la sala de reuniones en cinco minutos —Mi secretaria asiente y se retira.

Busco los documentos necesarios que voy a necesitar. Deseaba finalizar la negociación pendiente con la empresa D Clores, aunque no deseo tener cerca al arrogante de Leonardo, no puedo hacer más que soportarlo. Sé de su vínculo con Angelina, por esa razón no lo quiero cerca de ella. Puedo soportar todo de ella, menos que me sea infiel con un niño mimado. Tocan a la puerta y mi secretaria entra.

—Todos están en la sala de reuniones, señor Andrew.

—Está bien, adelántate. Necesito hacer unas llamadas antes.

Llamo a la casa y ordeno a mi ama de llaves que prepare todo para la cena y se encargue de que Angelina esté lista a tiempo. Lo último que quiero es que la cena sea un escenario desastroso debido a ella. Cuelgo y abandono la oficina.

Al entrar todos están listos, lo cual es perfecto, odio la impuntualidad. Hablamos de diversos proyectos que llevaremos a cabo en unos meses fuera de México. Nos especializamos en la fabricación de los muebles más prestigiosos del país, con telas importada de diversos países.

Durante este año, hemos llevado a cabo diversos talleres en Inglaterra, Dubái, España y Argentina. Nuestro nombre ha sido galardonado con diversos premios que respaldan la excelencia de nuestros diseños. Sin embargo, deseo mas. Mi madre falleció hace unos años de un ataque al corazón. Su sueño más grande era que la empresa familiar fuera una de las más prestigiosas del mundo y lo estamos logrando. Artistas, fotógrafos, ejecutivos y empresarios vienen a nosotros para mejorar sus hogares con nuestros innovadores muebles. Es un éxito. Me hubiera encantado que mi madre estuviera presente para contemplar su sueño hecho realidad.

La reunión termina, tomo mis pertenencias y salgo de la sala de juntas. Al observar la hora en mi teléfono, falta poco para la cena. Le doy indicaciones a mi secretaria y me retiro. El chófer me abre la puerta y subo al auto. Reviso mi correo electrónico mientras nos dirigimos a casa. Espero que Angelina se comporte como una esposa ejemplar. No quiero un disgusto, y mucho menos ante mis invitados. No se lo perdonaría.

Llegamos a la casa y me bajo del coche. La sirvienta abre la puerta y entro. Ella coge mi chaqueta y subo las escaleras, necesito saber si Angelina está lista. Paso por su habitación y la encuentro en el tocador arreglando su cabello con la ayuda de su nana. No puedo negar que es la mujer más hermosa. Su cabello rubio y delicado, sus rasgos angelicales y su cuerpo... Cuando la conocí mis deseos por ella y por tocar su cuerpo aumentaron. Sin embargo, no puedo otorgarme ese gusto. No obstante, lo que me cautiva son sus ojos azules, tan hermosos como el mar. Pero toda belleza tiene su infierno y el de ella, es su boca, las barbaridades que salen no concuerdan con su angelical rostro.

Carraspeo y abro la puerta. Ella me observa fijamente.

—Llegarán dentro de media hora, no te demores —Sin esperar una respuesta, me dirijo a mi habitación

Mi baño está preparado y listo como me gusta. La ropa está perfectamente ordenada en mi cama. Busco mi celular y pongo música para relajarme. Angelina me hace sacar canas verdes con sus imprudencias. Voy al baño y me voy quitando la ropa y la ordeno. Sí, soy un maniático de la limpieza y el orden, no me agrada que las cosas estén fuera de su lugar, me enferma. Me meto en la ducha y es lo más relajante. Me tardo un poco más de lo previsto. Al salir, me sujetó la toalla alrededor de la cintura y salgo del baño, la puerta se abre y una imprudente Angelina entra. Sus ojos examinan con atención mi abdomen y luego detiene su mirada en mi.

—Sabes muy bien que me molesta que accedas a mi habitación sin tocar —Cruzo los brazos.

—Pensé que estabas listo, pero veo que la orden no aplica para ti. —Respira profundamente.

—Es mi casa y puedo hacer lo que... —Se aproxima a mi y coloca sus delicadas manos en mis labios.

—Nuestra querido —una sonrisa aparece en sus labios. —Aunque sea una tortura estar casada contigo, todo lo que te pertenece es mio, no te olvides de eso.

Sale de mi habitación. No puedo negar que mi cuerpo se enciende al verla actuar de forma tan desafiante. Dejo de pensar en ella y comienzo a vestirme. Al estar preparado, accedo a la sala de visitas y ahí están mis socios. Angelina junto al ama de llaves, los están atendiendo, me acerco a mi esposa y depósito mi mano en su cintura. Ella se asusta y yo dejo un beso en su mejilla.

—Tienes una esposa encantadora, Andrew —Manifesta Diego, un extranjero propietario de una cadena hotelera en Francia.

—Soy el hombre más afortunado, amigo—Respondo con entusiasmo.

—Y yo la mujer más feliz, cada día oro a Dios por este hombre —Manifiesta Angelina.

No puedo evitar la risa que sale de mí. Angelina como siempre, siendo sarcastica.

La cena transcurrió de manera natural, como si nuestro matrimonio fuera feliz, cuando en realidad es todo lo contrario. Una auténtica mentira. Angelina ordena preparar café y seguimos conversando de negocios. Observó a Angelina conversar con Federico, el único de todos los invitados que no me agrada, lo invité porque es el hermano de Diego, es un mujeriego y no me agrado que estuviera cerca de mi esposa.

Los sirvientes traen los cafés y los sirven a cada uno. Llamo a Angelina y, al tenerla cerca, la atraigo hacia mi regazo. Ella intenta levantarse, pero le hago saber que no lo haga. Suspira y permanece ahi. Seguimos conversando y escucho a Angelina opinar en la parte de contaduría. Su padre me había comunicado que Angelina había estudiado dicha carrera, pero jamás pensé que fuera una experta en ese tema. Me impresiona mucho.

«Qué más ocultas, mi querida esposa»

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