Capítulo 5

Andrew

Mi mirada no puede apartarse de Angelina. ¿Cómo se le ocurrió salir de casa? La escucho quejarse en susurros. Abro la puerta y entramos, la llevo a la sala y la ayudo a sentarse.

—¿Te duele mucho? —Le pregunto mientras, al mismo tiempo, me inclino a revisar su tobillo.

—No tienes que molestarte en ser amable conmigo —se queja.

—Por que no haces silencio y me permites revisar —Tiene las orejas rojas por la rabia, pero para mi sorpresa, no dice nada.

El ambiente se vuelve un poco incómodo. Muevo su tobillo de un lado a otro y masajeo la parte afectada. La miro a los ojos y veo que sus mejillas están rojas.

—¿En qué estás pensando? —le pregunto.

Ella abre los labios, pero no dice nada. Simplemente me observa, y realmente me molesta. Carraspea y se acomoda en el mueble.

—¿Está todo bien? —Miro su tobillo.

—Sí.

Me levanto y Angelina intenta hacer lo mismo, pero el dolor es intenso, y antes de que ella caiga al mueble, la sostengo en mis brazos.

Nuestros rostros están a solo centímetros, y mis ganas de satisfacerme en ella llegan con más fuerza. Llevo mis manos a su mejilla mientras su respiración es pausada, y me gusta el efecto que tengo en ella. Mi mano baja hasta llegar a su cuello.

—Me gustan estos momentos contigo —susurro. Llevo mi mano detrás de su cuello y la acerco un poco más.

—No pienso lo mismo.

Me río.

Sus ojos están llenos de ira, pero hay algo más. Algo que me motiva a seguir buscándola de esta manera, y sin esperar una respuesta de su parte, la beso. Intenta alejarse, pero soy más fuerte y la aprieto contra mi pecho. Sin embargo, Angelina busca la manera de alejarse de mí. Se aleja y su respiración es acelerada.

—¡Te odio! —exclama.

La miro a los ojos, ella me agarra de la chaqueta que tengo puesta y lleva sus labios a los míos. Al principio me sorprende, pero no permito que eso me distraiga, solo quiero disfrutar de ella. Llevo mis manos a su cintura y me encanta tenerla así, nuestras lenguas danzan de manera exquisita. Retrocedemos y juntos caemos sobre el mueble, pero eso no importa, lo único que importa en este momento es el deseo que sentimos. Acaricio sus piernas y ella gime en mi boca, provocando que una oleada de deseo se propague por todo mi cuerpo. ¡Esta mujer me va a volver loco! Pero no todo es perfecto, de repente escuchamos un carraspeo. Aparto mis labios de los de Angelina y levanto la mirada. El ama de llaves.

—Disculpe que los interrumpa —aclara su garganta— El abogado de la familia lo espera en su despacho. Dice que es urgente.

Llevo mis manos a mi cabello, molesto y excitado. Angelina tiene las mejillas enrojecidas de la verguenza. Me levanto y la ayudo a ponerse de pie.

—Está bien —digo. Mi mirada vuelve a mi esposa—.Tú y yo hablaremos después.

La dejo sola, sin permitirle que me diga una sola palabra. Mientras camino hacia el despacho, acomodo mi ropa, respiro varias veces y obligo a mi mente a dejar de pensar en Angelina. Abro la puerta del despacho y me encuentro a mi abogado con la persona que más detesto en esta vida: la hermana de mi madre, Carolina Greys. Ella es la persona más molesta e hipócrita, fue la amante de mi padre durante varios años sin importarle el dolor que mi madre estaba sintiendo en ese momento al ver lo que su esposo y su hermana le estaban haciendo. Terminaron su relación cuando mi madre murió.

—¿Qué hace esta mujer aquí? —le pregunto a mi abogado en tono bastante molesto.

—Soy tu tía —Carolina me mira—. Me debes respeto.

—¿El mismo que le diste a mi madre? —La encaro—. No seas falsa.

—Es mejor que nos sentemos. No vinimos aquí a discutir —Interviene mi abogado.

Cruzo mis brazos y me quedo de pie, ignorando el comentario de mi abogado.

—Necesito dinero... —dice Carolina— Tengo varios problemas en el país y quiero irme, necesito tu ayuda, Andrew.

—¿Por qué debería ayudarte? —exclamé— No mereces nada en esta vida.

—Voy a ignorar lo que acabas de decir. —Se sienta— Si no me ayudas, todo el mundo va a saber sobre la relación que tuvimos tu padre y yo. Sé que no te gustan los escándalos y menos si perjudican a nuestra familia.

Tiene razón, no puedo permitir que mi madre quede ante todo el mundo como la engañada que tuvo que soportar todo, aunque sea verdad.

—Está bien —Carolina me sonríe. Miro a mi abogado —Dale todo lo que necesite.

Mi abogado asiente y salen de mi oficina. Cierro los ojos y un dolor de cabeza se hace presente.

Estoy cansado de tener que cargar con los pecados de mi padre. Él debería estar solucionando esta situación. Me levanto y ajusto mi chaqueta antes de salir de mi despacho. No deseo pasar ni un minuto más en esta casa. Cojo las llaves que dejé en la mesa de la sala y camino hacia la salida. Escucho unos pasos, me giro y me encuentro con la mirada de Angelina.

Mi mente recuerda el día en que la conocí y jamás podré olvidar los hermosos ojos que me dejaron sin palabra, como en este momento. No puedo permitir que el deseo que estoy empezando a sentir por ella me atrape. Aparto la mirada de ella y salgo de la casa. El aire llena mis pulmones y paso mis manos por mi cara. Necesito tomar el control de toda esta situación, hasta que todo empeore. El chófer se acerca y me abre la puerta. Subo y enciendo el auto, alejándome del pecado que quiere arrastrarme.

Llevo dos horas sin saber qué hacer, pero estoy seguro de que no quiero regresar. Estaciono mi coche frente a un bar, bajo del auto y le entrego las llaves al encargado antes de entrar. Las luces me molestan y los ojos codiciosos de las mujeres no se apartan de mí, pero no me molesta, sé el efecto que causo en la población femenina. Me siento y le pido al camarero que me traiga una copa de whisky. El asiento a mi lado es ocupado y fijo mi mirada en la persona que se sienta. Una morena me mira.

—Espero no molestar. —dice. Cruza sus piernas y no puedo negar que me encanta esa provocación.

—Claro que no. —Una sonrisa aparece en sus labios.

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