Angelina
No soporto esta vida. —¿Serás tan estúpida como para atentar contra tu vida, Angelina? No deberías arruinarlo todo por una pataleta —Me acerco a él. —¡Mi vida se arruinó desde que acepté ser tu esposa! —grito— ¡Te odio! —Es la primera vez que estamos de acuerdo en algo —anuncio—. Al menos trato de llevar todo con calma cuando se refiere a esta matrimonio —Agarra su maletín y se levanta— Deja de comportarte como una niña y madura de una vez por todas. Dejándome un sabor amargo, abandona la casa. Mis lágrimas comienzan a salir y tengo la sensación de que mi mundo se desvanecerá cada día, sin encontrar una solución a todo lo que estoy experimentando. Odio a Andrew y detesto a mis padres por no liberarme de esta condena. Me levanto y me dirijo a mi habitacion. Entro y me tumbo en la cama, cierro los ojos y me imagino libre de esta tortura matrimonial, siendo feliz y alejada de las personas que hacen de mi vida un infierno. Mi teléfono suena y observo su nombre en la pantalla, mi estómago se contrae. Mi madre no ha dejado de enviarme mensajes desde esta mañana. Nuestra relación se ha ido deteriorando desde el momento en que me casé, y aunque ha tratado de arreglar nuestra conexión de madre e hija, no lo ha logrado. Ella destruyó todo. No le importó vender a su propia hija y nunca la perdonaré. Estrello el teléfono contra la pared y escucho unos pasos que se acercan. La puerta se abre y es Denis. —El cuarto teléfono, Angelina —murmura Denis. —Debemos estar felices de que tengo un marido millonario que puede comprarme lo que desee —Mi sarcasmo es evidente—. Es la única manera de molestarlo, malgastado su dinero. —No juegues con fuego mi niña. ¿Por qué no intentas mejor...? —No le permito continuar. —No se te ocurra seguir hablando, Denis —La observo fijamente—. Mejor ve y prepárate, saldremos de compras. Sin pronunciar una sola palabra, Denis abandona mi habitación. Me cambio de ropa y optó por un vestido veraniego y unos zapatos color rojo. Agarro mi bolso y salgo de mi habitación. —Limpia mi habitación —Le ordeno a la sirvienta. —Cómo ordene, Señora —Responde antes de marcharse. Tomo la mano de Denis y abandonamos la casa. El chófer nos abre la puerta y subimos al auto. El centro comercial se encuentra a una hora de mi residencia. Aunque somos sumamente ricos, mi vida siempre ha sido el campo. Mi familia me regaló al cumplir los dieciocho años una haciendo a las fuera de la ciudad. En aquel momento, me sentía molesto con ellos por comprometerme con un hombre que no amaba, pero no podía rechazar ese regalo, era un sueño. Tras casarme, mi vida cambió y tuve que trasladarme a la capital junto a Andrew. No he regresado a la hacienda, pero dispongo de personas que la cuidan. Mi nana me saca de mi ensoñación y me indica que ya llegamos, con un suspiro bajamos del auto. Una sonrisa que mi nana sabe diferenciar aparece en mi rostro, compro de todo. Gasto una suma considerable en cosas que sé que jamás usaré, pero sé causarán molestias en Andrew. Las horas trascurren y mis guardaespaldas no pueden con todas las bolsas, ya es tiempo de regresar. Mientras acomodan todo en el vehículo, el chófer nos abre la puerta y nos dirigimos a la residencia. Estoy satisfecha conmigo misma, uno de mis trabajos es poner de mal humor a Andrew. El es sumamente cuidadoso con el dinero desperdiciado, según él, no podemos estar gastando dinero en cosas innecesarias. No entiendo esa estupidez. ¡El hombre sumamente rico! ¿Qué le importa unos dólares menos? Por esta razón, le resulta molesto cuando gasto más de lo necesario, como hoy. A él le gusta querer ser de mí, una esposa digna y yo disfruto siendo todo lo contrario. El teléfono comienza a sonar. Era Zoe. Nos habíamos conocido en un viaje que hice a Inglaterra junto a Andrew por negocios. Era conciente de lo que deseaba: su primo llegaba hoy y quería que fuera con ella al aeropuerto a darle la bienvenida. No podía. No quería soportar el humor de mi querido esposo si se enteraba de que estuve con Leonardo. Tenía a quince guardaespaldas cuidando de mí, quienes le contaban hasta el más mínimo detalle de lo que hacía. Eso me molestaba. El teléfono había dejado de sonar, así que fui directamente a Mensajería. Mensaje para Zoe: Sabes que no puedo. Saludame a Leonardo y que lo lamento mucho. No espero que me responda, sé que no lo hará. Debe estar molesta, pero no deseo despertar más a la bestia. El auto se detiene y el chófer me abre la puerta. Salgo y camino hasta la casa junto a mi nana, visitar todos los almacenes me dejó agotada, así que me quito los zapatos y camino con ellos en las manos hasta mi habitación. —No es propio de una dama estar descalza en la casa —Esa voz. Cuando mis ojos se encuentran con los suyos, veo una pizca de burla en su mirada. ¡Cuánto lo odio! —El día que acepté ser tu esposa, la Dama que había en mí desapareció —Me acerco— No toleraré más tus juegos, Andrew. —La niña sacó sus garras —se ríe— Hoy vienen unos amigos socios de la empresa. Aunque te moleste la idea, quiero que te comportes como una señora casada. —Como ordene su majestad —Me inclino. Verlo enfadado es mi alegría. Sin esperar una respuesta, subo las escaleras. Abro la puerta de mi habitación y entro. Dejo los zapatos en algún lugar y me acuesto en la cama. Siento la puerta abrirse y es mi nana. Le hago seña de que se acueste a mi lado y ella lo hace, sus delicadas manos tocan mi cabello. —¿Por qué mis padres permitieron todo esto, Nana? Siempre es la misma pregunta, siempre lo ha sido durante años. —Cuando seas madre, entenderás el sacrificio que tenemos que hacer como padres. Me quedo de esta manera, recibiendo el amor que nunca he recibido de mi madre. Siempre fui un maniquí que ella podía mostrar y expresar: ¡Qué hermosa es! Nunca recibí una frase "eres importante" o "te amamos mucho". Creo que eso fue lo que me produjo más dolor, la indiferencia con la que me trataban. Comprendí que para ellos solo fue el premio gordo, no más. Y me inquietó darme cuenta de eso demasiado tarde.AndrewMaldigo el día en que mi padre me obligó a casarme con esta niña malcriada. Su manera tan irrespetuosa de hablarme me molesta, así como sus juegos y su forma de hacerme enfadar. No la soporto.—Quiero a todos en la sala de reuniones en cinco minutos —Mi secretaria asiente y se retira.Busco los documentos necesarios que voy a necesitar. Deseaba finalizar la negociación pendiente con la empresa D Clores, aunque no deseo tener cerca al arrogante de Leonardo, no puedo hacer más que soportarlo. Sé de su vínculo con Angelina, por esa razón no lo quiero cerca de ella. Puedo soportar todo de ella, menos que me sea infiel con un niño mimado. Tocan a la puerta y mi secretaria entra.—Todos están en la sala de reuniones, señor Andrew.—Está bien, adelántate. Necesito hacer unas llamadas antes.Llamo a la casa y ordeno a mi ama de llaves que prepare todo para la cena y se encargue de que Angelina esté lista a tiempo. Lo último que quiero es que la cena sea un escenario desastroso debido a
Angelina No podía soportar más estar en su regazo; me sentía incómoda. No obstante, no quería iniciar una discusión, y mucho menos delante de sus socios. Ya era tarde y sus deseos de continuar la noche no se evaporaban; mis ojos se cerraban. —Puedes irte a descansar —me susurró Andrew al oído. Asiento y me levanto. Me despido de sus amigos y camino hacia mi habitación. Los ojos se me cerraban solos y no tenía fuerzas. Si no fuera por mi nana que me ayudó, me habría quedado dormida en las escaleras. Ella me ayudó a ponerme el pijama, me metí en mi cama y cerré los ojos. Solo sentí un beso en mi mejilla y ya no tuve conocimiento de más.**** Las ventanas fueron abiertas y me quejé. Aun era temprano y quería seguir descansando.—Angelina es hora de levantarse —Me gire y le di la espalda—. Sabes que me molesta cuando haces eso. —Lo lamento, tengo mucho sueño. Andrew me tuvo despierta hasta muy tarde con sus estúpidos amigos —exclame.—Lo comprendo —dice mi nana—. Pero los niños del
AngelinaSu voz me produjo un escalofrío. Odio lo qué me hace sentir cuando está cerca.—Eh... —¿Qué debo hacer? Es mejor decir la verdad, no tengo opción— Estaba en el orfanato.—¿Cómo? —Se cruza los brazos y siento que me sofoco.—Todos los sabados llevo regalos y comida a los niños del orfanato —digo. Tratando de que mi voz suene fuerte. Andrew me sonríe.—Está bien —responde con firmeza— Estaré en el despacho, no quiero que me molesten.Asiento, respiro varias veces y observo a mi nana. Está impactada, no puede creer que allá tomado también que le haya mentido con respecto a mis salidas al orfanato. Tomo la mano de mi nana y subimos a mi habitación, me asomo por la ventana que está en mi cuarto y miro al cielo.—¿Qué estás haciendo? —dice mi nana.—No hay tiempo de lluvia —Sigo mirando.—No seas ridícula —Se ríe.—¿No lo escuchaste? ¡No me dijo nada! —exclame. Aún no lo superó.—Estuve presente si no recuerdas —Mira mi armario y escucho como se queja— ¿Es enserio?—¡No es mi culp
AndrewMi mirada no puede apartarse de Angelina. ¿Cómo se le ocurrió salir de casa? La escucho quejarse en susurros. Abro la puerta y entramos, la llevo a la sala y la ayudo a sentarse.—¿Te duele mucho? —Le pregunto mientras, al mismo tiempo, me inclino a revisar su tobillo.—No tienes que molestarte en ser amable conmigo —se queja.—Por que no haces silencio y me permites revisar —Tiene las orejas rojas por la rabia, pero para mi sorpresa, no dice nada.El ambiente se vuelve un poco incómodo. Muevo su tobillo de un lado a otro y masajeo la parte afectada. La miro a los ojos y veo que sus mejillas están rojas.—¿En qué estás pensando? —le pregunto.Ella abre los labios, pero no dice nada. Simplemente me observa, y realmente me molesta. Carraspea y se acomoda en el mueble.—¿Está todo bien? —Miro su tobillo.—Sí.Me levanto y Angelina intenta hacer lo mismo, pero el dolor es intenso, y antes de que ella caiga al mueble, la sostengo en mis brazos.Nuestros rostros están a solo centímet
Angelina No durmió en casa. Me la pasé en vela durante toda la noche, esperando que Andrew apareciera. Mi nana entra en mi habitación, abre las ventanas y cruza los brazos con mucha molestia mientras me mira fijamente. —No deseo un sermón y mucho menos a esta hora de la mañana —digo.—¿Desde cuándo amaneces pendiente de un hombre como Andrew? —Es mi esposo —afirmo, saliendo de la cama.—Sabes de lo que te hablo, Angelina —Mi nana me recrimina—. No debes estar pendiente de lo que haga o deje de hacer.—¿Por qué estás molesta? —le pregunto— Siempre has dicho que debo arreglar mi matrimonio y tratar de llevarme bien con Andrew, ahora sales con esto y la verdad no comprendo tu actitud está mañana.—No deseo que tengas sentimientos por él y te lastime.Al mirar sus ojos, confirmo que me dice la verdad. Me acerco y agarro sus manos.—No lo amo, y nunca lo haré —exclamo— Solo deseo llevarme bien con él y dejar las discusiones a un lado. —Está bien —Besa mi frente y sale de mi habitación
Andrew La copa que tengo en mis manos refleja la lujuria que tengo por Angelina. Esa mujer con un carácter de mierda, está acabado con mi estabilidad y dejando en mi sensaciones que jamás pensé tener por una mujer como ella. Me levanto y llevo mis manos a mi cabello con desespero, logrando que varios rizos caigan de manera natural por mi frente, la puerta se abre y entra Cecilia. Una sonrisa seductora aparece en sus labios y se a lo que ha venido. Lleva años trabajando para mi, nos hemos acostado con frecuencia, es buena en la cama y, por esa razón ha sido mi amante durante todo este tiempo, le pasa el seguro a la puerta y camina hasta estar a centímetros de mi. Coloca sus manos en mi pecho y se inclina para besarme, se lo permito por un breve instante.—Mi cama te extraña —susurra. —Dime algo que no sepa —Muerdo su oreja y un gemido se escapa—. Pero no puedo permitir que Angelina se entere. —Es tan tonta que jamás vera lo que pasa entre nosotros —Me molesta la manera que habla d
Andrew Pase la noche en el Bar. Karina me dejó su habitación y se fue a la casa de una amiga, se lo agradecia, no quería regresar a casa y continuar discutiendo con Angelina. Observó la hora en mi reloj y ya es tarde, enciendo el teléfono y recibo diversos mensajes de Cecilia. Me levanto y despeino mi cabello, la puerta se abre y entra Katrin con el desayuno, lo deja en la cama. —¿Dormiste bien? —Si, muchas gracias por escucharme. —Eres mi amigo, Andrew —Comienzo a desayunar. —¿Saldrás? —La miro y está más arreglada de lo normal. —Si, tengo asuntos que resolver. No tengo nada que decir, aunque nos conocemos de años, su vida siempre ha sido privada delante de mis ojos, y respeto eso, es su mundo y no tengo derecho a nada.Termino de comer y me levanto. —Ora por mi para que la fiera que está en casa no me mate hoy —Le digo en broma. —Solo vete y trata de arreglar las cosas con tu esposa. Salgo del club y el chófer espera por mi. —¡Buenos Días, señor! —¡Buenos Días!Abre la
AndrewMe levanto de la silla y salgo detrás de Angelina. Cuando quiero que las cosas entre nosotros se arreglen, suceden estas cosas. La tomo del brazo y la acerco a mi pecho.—Déjame explicarte, nada ha sucedido.—No la quiero aquí —me exige.—Sabes en la situación en la que está Cecilia, prometí cuidarla y estar pendiente de ella.—Entonces me iré yo.—Dame unos días para solucionar todo —digo—. Pero tú... —Agarro su mentón— Informa a Leonardo que no lo quiero ver en mi casa esta noche.Una sonrisa aparece en el rostro de Angelina y con una reverencia que me molesta, se marcha.Paso mis manos por mi cabello. ¿Ahora qué voy a hacer? Clemencia, la madre de Cecilia y mi nana por muchos años, me hizo prometerle antes de morir que la ayudaría a su hija en todo lo que necesitara. Nos veíamos a diario, ya que Cecilia pasaba la mayoría del tiempo en casa de mis padres, ayudando a su madre. Al cumplir los dieciocho años, viajé a Francia por estudios y me quedé unos años allá. Al regresar, y