17: Snowball

Snowball

Al abrir la caja veo una bola peluda durmiente de color blanco y nariz rosa, que me llena de ternura, nunca antes había visto un hurón albino. Esto es estupendo, siempre quise tener una mascota, pero el Rey Magnussen no permitía la entrada de animales al castillo y por eso mi madre nunca me dejó tener ni siquiera un perrito.

Eufórica, lo tomo con cuidado para no asustarlo y lo acuno en mis brazos como si fuera un bebé, sorprendentemente, la alargada bola de pelos, no se molesta en despertarse, solo se acomoda, libera un bostezo y sigue durmiendo como si nada.

—¿Cómo lo consiguieron?— Pregunto sorprendida.

—El alfa lo encontró ayer atrapado en una trampa en el bosque, a punto de morir, así que lo rescató, lo llevo con el veterinario y, decidió regalártelo. Quizá solo quería darte un poco de felicidad, se veía algo triste cuando me pidió que te lo diera. Digo… aún tiene su cara de enojado, pero la mirada en sus ojos, demuestra que no se siente bien; además de que estos días
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