CAPÍTULO 38. Demasiado tarde

El calor era agradable… agradable y extraño, y podía cambiar en un solo segundo mientras Marianne sentía a Gabriel ronronear contra su espalda. Se giró despacio y vio que todavía dormía profundamente, así que se levantó en el mayor silencio. En el momento en que sus manos dejaron de tocarla, sintió aquel extraño vacío dentro de ella.

Se envolvió en una manta y se acercó a la chimenea. Le dolía el cuerpo, pero de una forma que no tenía nada que ver con calmarla o hacerla sentir mejor. Era el dolor cansado después de una noche feliz… y Marianne se dio cuenta de que era la primera noche feliz que podía recordar en mucho tiempo.

Se acercó a la ventana, corrió la pequeña cortina y vio que estaba amaneciendo. Se dio una ducha rápida, agradeciendo que el agua estaba caliente, y encontró chocolate para preparar en la cocina.

Gabriel no supo si fue el olor, o simplemente la sensación de frío a su costado, pero se levantó sobresaltado y la primera palabra que salió de su boca fue aquel nombre:

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