Capítulo 39

Aunque en el intento se quedara sordo por el ruido, entrara en un tumulto a aguantar empujones y uno que otro borracho, hoy no se le iba a despegar por nada del mundo. El lugar era todo lo imaginado por Fabrizio: música a todo volumen, luces parpadeantes y mucha gente alrededor. Los colores neón reflejaban en sus ojos, creando sombras en su rostro. Fabrizio tomó asiento al lado de Gabriella y, aunque trató de estar relajado y con la mejor actitud, su figura imponente y su postura rígida lo hacían parecer intimidante.

Gabriella no pudo evitar notar cómo los hombros de Fabrizio se tensaban al ritmo de la música estridente. A diferencia de Nicola, que emanaba alegría y amabilidad, Fabrizio se mantenía con una expresión seria y una mirada penetrante que alejaban a cualquiera que quisiera acercarse a Gabriella. No había bailado la primera canción desde que llegaron, y cada vez que intentaba

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