Capítulo 58

Las palabras pronunciadas por Fabrizio mientras sus labios descienden por el cuello de Gabriella sonaron como un ronroneo que le erizó la piel; gradualmente, sus besos se convirtieron en pequeños mordiscos que de seguro dejarán marcas en su piel.

—Por favor, donde no se vean. Dijo ella, tapándole la boca para interrumpir su acción en la frágil piel de su cuello.

Él asintió y siguió su camino hasta tocar sus senos por encima de la blusa.

Las manos de Gabriella trabajan arduamente desabotonando la camisa de él, e inevitablemente se posan en el fuerte pecho acariciándolo como si quisieran grabar cada milímetro de su recorrido. Ella no tenía que hablar; él solo siente como su mirada ardiente le quema la piel. La ropa de ella fue retirada con prisa, revelando su blanca piel y esos pezones erectos que indecentemente le hacían una invitación. Su boca lo

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