El celular de Zia y Fabrizio avisó al mismo tiempo de la llegada de un mensaje y fue Fabrizio quien abrió primero la notificación. ¡Oh, sorpresa! Zia solo notó cómo a su hermano se le puso la cara roja y tiró su teléfono a un lado sin emitir una palabra.
"Nicola, eres un idiota, ¿cómo se te ocurre enviar esa foto?", pensó Zia, que prefirió callar y no hacer ningún comentario. Ella conocía muy bien a Fabrizio y sabía que lo último que deseaba era escuchar una excusa para salvar al tonto de Nicola.
Por la cabeza de Fabrizio pasaban toda clase de teorías: Gabriella estaba en Alemania y no lo mencionó cuando hablaron hace dos días; ella sabía que él estaba allá, pudieron encontrarse y volver juntos, pero prefirió ir y no verlo. Eso reafirmaba que cada vez se hacía m&aac
Al contacto de sus miradas, las mariposas que creía muertas revoloteaban, queriendo salir por la boca. La sonrisa amable de Pierre y su cara de niño bueno le recordaron todos los bellos momentos que habían compartido durante más de un año. Las cosas entre ellos terminaron sin traumas; ambos tenían sueños que alcanzar, encontrar su propio camino, aunque Gabriella pensó que ese sueño lo podían alcanzar juntos. Él quería volar solo y ella le dio la libertad que quería cuando tuvo que volver a Argentina. Entonces la distancia hizo su mejor trabajo y se encargó de soltar el débil hilo que los unía.No había tenido noticias suyas en los últimos años; solo para su cumpleaños aparecía una felicitación en su Facebook y nada más. Desde que ella volvió a Argentina, no hablaban.—Hola, Pierre... qué sor
De ahí en adelante solo tenía noticias suyas en cada cumpleaños, cuando una felicitación aparecía en su FB acompañada de una foto de cualquier lugar del mundo. “Feliz cumpleaños, Gaby,” decía el mensaje, y ella nunca se molestó en seguir una conversación.—Gabriella, te necesitan en la cocina, —escuchó a su espalda la voz que la trajo al presente. Se giró lentamente, parpadeando para alejar los recuerdos que aún flotaban en su menteLa tarde siguiente, Pierre llegó puntual a su cita con Gabriella; al verla, una sonrisa iluminó su rostro. Todos estos años solo le enviaba un escueto saludo de cumpleaños, sintiendo a veces una punzada de tristeza por haberla dejado ir.“¿Fui un cobarde en ese momento?”, sepreguntaba, aunque no se arrepent&iacu
Previamente, habló con Nicola, entonces ya sabía que todos estaban en la oficina; claro que a Nicola le dio la excusa de que deseaba enviarle a Elisa las muestras de unas tartaletas para llevar a Génova.Gabriella llegó al edificio de Bioingeniería Falco, estacionó su auto y se dirigió al ascensor con varios paquetes en la mano. Nicola, al verla, se acercó rápidamente.—Señorita Monti, qué bueno que se deja ver; me tiene abandonado —reclamó Nicola con una sonrisa, mientras ambos se dirigían al ascensor.—Amigo mío, he estado muy ocupada y además recibí la visita inesperada de un amigo al que no veía hace años —respondió ella, tratando de explicar su ausencia.—O sea que me cambiaste por otro. ¿Y quién es ese amigo que te robó y no te dejó ir al partido del sába
Las cinco personas salieron a comer a un restaurante cerca de la oficina. Una vez allí, Gabriella se sentó al lado de Fabrizio; la secreta marcación de territorio comenzó desde que fueron presentadas, así que a Gemma no le quedó más que sentarse junto a Nicola. Durante la comida, los temas de conversación variaron y Gemma dijo algunas cosas acerca de ser "cocinero", como llamó a Gabriella, pero esa manera de llamar a su profesión no la molestó; al contrario, le dejó claro a Gemma lo satisfactoria y rentable que era ser cocinero.El momento de ir al baño para las mujeres llegó al finalizar la comida. La primera en ir fue Gabriella y en la zona de lavamanos se encontró con Gemma, que no perdió la oportunidad para aclarar la duda que tiene desde que le presentaron a Gabriella.—¿Fabrizio y tú son novios? —preguntó la españ
Los ojos de Fabrizio brillaron, su corazón se regocijó de alegría; hacía mucho tiempo que su congelado corazón no se sentía cálido, se sentía tan feliz. Llevaba tiempo muriéndose de ganas por tenerla de nuevo en sus brazos por acariciarla y sentir toda su pasión. La aceptación de Gabriella lo adentraba a un mundo desconocido para él.La mano de Fabrizio atrajo la cara de Gabriella hacia él, sus labios atraparon con hambre la boca de Gabriella, para luego deslizarse por su cuello. Ella metió sus manos por debajo de la camisa, frotando los músculos de su espalda, sintiendo su piel caliente como llamas. Esa sensación fue suficiente para irse en un viaje sin regreso; no hubo advertencias ni provocaciones, solo la pasión de los dos que hacía tiempo había sido reprimida. Sin dejar de tocarse, con pasos erráticos llegaron hasta la habitaci&oacut
Saliendo hacia el sur, el paisaje era sencillamente espectacular: el verdor de sus campos, la brisa que traía el frescor del aire impregnado del aroma del campo de girasoles que acababan de pasar las dos personas en un auto blanco, que corría a una velocidad considerable. En días pasados, Gabriella había manifestado la necesidad de conseguir un proveedor de productos orgánicos; quería ingredientes frescos y de buena calidad para su negocio y por eso Fabrizio le sugirió visitar unas granjas al sur especializadas en ese tipo de cultivos. Fue por ella muy temprano para llevarla a su destino.—Ya casi llegamos; en unos quince minutos estaremos entrando a las granjas —le dijo Fabrizio mientras tomaba su mano y la besaba suavemente.Esas demostraciones de afecto enternecían el corazón de Gabriella, y pensó que quizás era el mejor momento para hablar de sus próximos planes: primero
En casa de los Falco, los padres de Fabrizio les dieron la bienvenida. Elisa tomó a Gabriella de la mano, llevándola hacia la cocina, dejando a Fabrizio con su padre.—Ven conmigo y hablemos un rato mientras la comida está lista —dijo Elisa, ofreciéndole una copa de vino.—Déjame ayudarte con la comida; me siento incómoda sin hacer nada —dijo Gabriella, mirando a su alrededor.—Olvídalo, Gabriella, ya todo está listo. Solo espero que la preparación del horno esté para servir la cena, pero mejor cuéntame cómo les fue, si encontraste todo lo que buscabas —respondió Elisa, con una sonrisa cálida.—Sí, fuimos a unas granjas al sur, “Nonno” se llaman y tienen de todo, me encantaron —dijo Gabriella, emocionada.—Ah, entonces fueron a las granjas de productos orgánicos que tiene F
La puerta del baño se encontraba abierta. Fabrizio entró abrazándola desde atrás; al instante en que ella lo siente cerca, su cuerpo se tensó. El toque cálido de su aliento rozando su cuello acelera su pulso—Buenos días, novia.Hola, novio, buenos días. Apenas terminó la frase, una mano intrépida se abre camino a través de la abertura de la bata, acariciando suavemente sus senos.—Fabrizio, deja de... uhmm…La suave sensación de esa mano acariciándola se hace cada vez más difícil de tolerar sin jadear.—Sshh... —respondió él mientras su boca recorre el cuello de Gabriella y ella disfruta cada toque de esa lengua caliente. La imagen reflejada en el espejo enciende mucho más a Fabrizio, que suelta el lazo de la bata, dejando a Gabriella desnuda y a su merced.Ughh... La voz de Gabriel