En casa de los Falco, los padres de Fabrizio les dieron la bienvenida. Elisa tomó a Gabriella de la mano, llevándola hacia la cocina, dejando a Fabrizio con su padre.
—Ven conmigo y hablemos un rato mientras la comida está lista —dijo Elisa, ofreciéndole una copa de vino.
—Déjame ayudarte con la comida; me siento incómoda sin hacer nada —dijo Gabriella, mirando a su alrededor.
—Olvídalo, Gabriella, ya todo está listo. Solo espero que la preparación del horno esté para servir la cena, pero mejor cuéntame cómo les fue, si encontraste todo lo que buscabas —respondió Elisa, con una sonrisa cálida.
—Sí, fuimos a unas granjas al sur, “Nonno” se llaman y tienen de todo, me encantaron —dijo Gabriella, emocionada.
—Ah, entonces fueron a las granjas de productos orgánicos que tiene F
La puerta del baño se encontraba abierta. Fabrizio entró abrazándola desde atrás; al instante en que ella lo siente cerca, su cuerpo se tensó. El toque cálido de su aliento rozando su cuello acelera su pulso—Buenos días, novia.Hola, novio, buenos días. Apenas terminó la frase, una mano intrépida se abre camino a través de la abertura de la bata, acariciando suavemente sus senos.—Fabrizio, deja de... uhmm…La suave sensación de esa mano acariciándola se hace cada vez más difícil de tolerar sin jadear.—Sshh... —respondió él mientras su boca recorre el cuello de Gabriella y ella disfruta cada toque de esa lengua caliente. La imagen reflejada en el espejo enciende mucho más a Fabrizio, que suelta el lazo de la bata, dejando a Gabriella desnuda y a su merced.Ughh... La voz de Gabriel
De sus futuras relaciones no supo nadie y la más duradera alcanzó la tercera cita y eso era todo. Su actitud fría e impenetrable le valió muchos comentarios, pero no fue obstáculo para que las mujeres no dejaran de intentar robar su corazón."Gabriella es diferente, no se te olvide," se repitió a sí mismo mientras comía el último bocado de su zuccotto.Esa noche pasaría por ella al café; aún no se resignaba a no verla por una semana y mucho menos saber con quién iba a estar.Fabrizio llegó al café y le dijeron que Gabriella estaba en la cocina. Al entrar, habló, pero ella parecía no escuchar; estaba de espaldas y sus oídos estaban tapados por un par de audífonos. Fabrizio solo observó cómo bamboleaba su cabeza de lado a lado. "Debe estar escuchando música," pensó é
Los días que faltaban para el regreso de Gabriella no fueron distintos en la vida de Fabrizio. Cuando tuvo la oportunidad de hablar con ella, no mencionó nada sobre las fotos que le mostró Nicola; se convenció a sí mismo de que era lo mejor, no quería parecer un novio posesivo y desconfiado, aunque por dentro estaba que moría. En sus conversaciones, ella sí hizo algunos comentarios sobre algunas salidas que hizo en compañía de Pierre por la ciudad; al escucharla, solo pensaba en aparecer por arte de magia en París y ser él quien recorra la ciudad con ella.En París, Gabriella aprovechaba cada minuto de su estadía en el restaurante de Pierre. En varias ocasiones fue uno de sus chefs y sus creaciones fueron del agrado de los comensales. Pierre se portaba, como ella lo recordaba, el hombre que no deja que tu vida sea monótona. Ahora debía pensar bien si aceptaba la soc
Gabriella sentía como si el mundo se desmoronara a su alrededor. Al escuchar la noticia del infarto de su padre, su corazón se hundió en una mezcla de miedo y desesperación. La imagen de su madre, que había fallecido hace años, surgió en su mente, recordándole el dolor insuperable de perder a un ser querido. No podía soportar la idea de perder también a su padre, el único pilar que le quedaba en su vida.Mientras el taxi avanzaba lentamente por las congestionadas calles de Río, su mente se llenó de recuerdos: las risas y los abrazos de su madre, la forma en que su padre siempre había estado allí para ella, apoyándola en cada paso de su vida. ¿Cómo podía enfrentar la posibilidad de perderlo también? Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas mientras observaba los autos pasar, sintiéndose impotente y asustada.
En Florencia, Fabrizio pasó un día atormentado sin noticias de Gabriella y temeroso de que le hubiera pasado algo. Durante la noche dio vueltas en su cama por un largo rato sin poder conciliar el sueño, hasta que, quién sabe a qué horas, buscó noticias sobre accidentes aéreos temiendo lo peor. Hasta que se quedó dormido gracias al cansancio.El teléfono no tuvo que sonar dos veces porque Fabrizio contestó inmediatamente.—Hola, ¿dónde estás? —sus palabras estaban cargadas de angustia.—Hola, Fabrizio, estoy en Brasil.—¡¿En Brasil?! —la sorpresa y el alivio se mezclaban en su voz.Gabriella le dio todas las explicaciones a Fabrizio; también se disculpó por no llamarlo y decirle que iba a Brasil, pero todo fue tan caótico que ella solo tenía cabeza para su padre. El sentimiento de pé
Era de noche y aún faltaban varias horas para la llegada de Gabriella. Fabrizio conducía a casa de sus padres; necesitaba consultar la opinión de su padre acerca de una propuesta de negocios.—La cena está servida y ya saben que no quiero oír de sus negocios durante la comida —dijo Elisa al entrar al estudio.Sus padres preguntaron por Gabriella y la salud de su padre; Fabrizio les contó lo que sabía y también que ella regresaba esa noche.—Tienes que venir con Gabriella lo antes posible; dile que esperamos verla pronto —comentó Elisa.Fabrizio asintió y un rato más tarde salió camino al aeropuerto en busca de su novia.Desde lejos, Gabriella podía ver al hombre impaciente que miraba el reloj y su corazón comenzó a latir tan fuerte que podía escucharlo. Apresuró su paso para salir a su encuentro.Sus
Las palabras pronunciadas por Fabrizio mientras sus labios descienden por el cuello de Gabriella sonaron como un ronroneo que le erizó la piel; gradualmente, sus besos se convirtieron en pequeños mordiscos que de seguro dejarán marcas en su piel.—Por favor, donde no se vean. Dijo ella, tapándole la boca para interrumpir su acción en la frágil piel de su cuello.Él asintió y siguió su camino hasta tocar sus senos por encima de la blusa.Las manos de Gabriella trabajan arduamente desabotonando la camisa de él, e inevitablemente se posan en el fuerte pecho acariciándolo como si quisieran grabar cada milímetro de su recorrido. Ella no tenía que hablar; él solo siente como su mirada ardiente le quema la piel. La ropa de ella fue retirada con prisa, revelando su blanca piel y esos pezones erectos que indecentemente le hacían una invitación. Su boca lo
Lunes, un día de mucho movimiento en el café y más aún después de una semana de ausencia. Desde Brasil pudo dar vía libre a algunas cosas, pero cocinar no se podía hacer remotamente y había que cumplir con varios pedidos esta semana. Aunque estaba atiborrada de trabajo, en su cabeza todavía daba vueltas la historia de Fabrizio y su plantón en la iglesia; el cuento parecía una de esas telenovelas que veía su madre. Ahora las palabras de Elisa tomaban sentido, así como también muchas de las actitudes de Fabrizio; no había duda de que ese acontecimiento había marcado de alguna manera su vida. Ese día, ella sintió que no era apropiado revolver más el pasado de Fabrizio y no hizo más preguntas, pero había alguien que sí podía saciar su curiosidad con el tema y ese era Nicola; la próxima vez que lo viera iba a ser muy inter