Capítulo 35

Gabriella se asomó varias veces para ver de lejos al hombre que permanecía sentado como si el mundo a su alrededor no existiera. A veces alguna mesera iba y le preguntaba si necesitaba algo más, pero él solo alzaba la cabeza y decía que no, con una sonrisa amable pero decidida.

Cuando Gabriella supuso que ya había pasado bastante tiempo y que sus labores en la cocina habían terminado, decidió que era momento de enfrentar la situación que había postergado. Se quitó el delantal y el gorro, fue al baño para arreglar un poco su aspecto y luego caminó hasta el fondo del café, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.

Al acercarse a la mesa, Gabriella notó que Fabrizio estaba concentrado en su trabajo, pero al sentir su presencia, levantó la mirada. Sus ojos se encontraron, y por un instante, el mundo pareció detenerse.

—Hola, Fabrizio, no sabía que estabas aquí —dijo Gabriella, tratando de mantener una expresión neutral mientras se sentaba frente a él.

—¿De verdad no sabías? Pensé que me
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