Gabriella había encontrado en el baile la mejor manera de quitarse el estrés y hacer nuevos amigos. Después de hablar con Zia acerca del evento de beneficencia y que esta pusiera todo su empeño para convencerla de que participara como bailarina, terminó aceptando. Además, una visita inesperada la sorprendió hace una semana cuando Aimara Dos Santos, su “hermana prestada”, llegó al café huyendo del acoso de la prensa. Aunque ese es el precio que pagas cuando te conviertes en figura pública, Aimara siempre encontraba la forma de mantener una actitud positiva.Aimara, la hermana de su hermana Alicia, estaba en Florencia y con ella nada era calmado. Pero lo mejor llegó cuando conoció a Becca y esta terminó aceptando la propuesta de aimara de hacer un espectáculo con ritmos de diferentes países del mundo. Todos estuvieron muy entusiasmados en mostrar su talento como bailarines. Ahora aimara también hace parte de los instructores y bailarines que se juntaron para el espectáculo de la Academi
Al salir, Gabriella se encuentra con Dante, que está de pie en la puerta que comunica la oficina de Zia y Nicola, siendo testigo de explosión de rabia de Gabriella.— Hola Dante y disculpa el espectáculo — y así mismo siguió su camino lejos de ahí.Nicola volteó para ver a Fabrizio a la cara y guardando la compostura, dijo— ¡¿Ya estás contento?! Y ruega a Dios que pueda arreglar este desastre —Nicola salió tras Gabriella.Dante trataba de asimilar lo que vio y oyó, ¿acaso los hermanos Falco estaban enfrentados por una mujer? — Fabrizio, ¿estás bien? ¿Qué acabó de pasar aquí? ¿Y por qué Gabriella te dijo todo eso?— ¿Entendiste lo que dijo?— Sí, llevo años aprendiendo el español que se habla en Argentina y te diré que no fueron halagos lo que dijo, pero no entiendo ¿tú y ella tienen algo?Fabrizio hizo un gesto de negación y dijo— Eso supuse, que no fue precisamente cariñosa en lo que dijo, así como que creo me mandó a la Patagonia. Tienes tiempo para escuchar una historia.Fabrizio
Por la noche, Fabrizio intentó en repetidas ocasiones llamar a Gabriella para decirle que lo sentía, que había exagerado las cosas y se había dejado llevar, pero no lo hizo. En la soledad de su apartamento, terminaba la segunda copa de vino cuando el timbre de la puerta sonó. Su corazón dio un vuelco al ver en la pantalla el rostro de Nicola.Nicola entró con paso firme y se dejó caer en el sillón junto a la ventana.—Dame de lo que estás tomando —dijo Nicola, extendiendo la mano con una sonrisa cómplice pero seria.Fabrizio, con una mezcla de nerviosismo y resignación, sirvió otra copa. —Toma, supongo que vienes a que te dé una explicación por lo de esta tarde —dijo, evitando el contacto visual.Nicola tomó la copa y, observando a su hermano con una mirada penetrante, respondió: —Más que una explicación, quiero que seas sincero conmigo.Fabrizio suspiró, sabía que no podría evadir la conversación. —Gabriella ya tuvo que haberte contado, no sé qué más decir.Nicola negó con la cabeza,
En su habitación, Gabriella trataba de encontrar la mejor manera de ir al cumpleaños de los hijos de Zia. La cama estaba llena de prendas y zapatos, un claro reflejo de su indecisión.—¿Para dónde dijiste que ibas? —preguntó Aimara, entrando en la habitación y viendo el reguero de ropa.—Ya te dije que para el cumpleaños de los hijos de Zia, ¿por qué? —respondió Gabriella, con un tono de exasperación.Aimara levantó una ceja y sonrió con picardía. —Y por eso has sacado medio armario y te has cambiado cinco veces. ¿Acaso queremos impresionar al tío de los niños?Gabriella de repente tomó conciencia de lo dicho por Aimara: llevaba más de dos horas tratando de decidir qué ponerse para ir a un cumpleaños, ¡por Dios! Es solo el cumpleaños de unos niños, no una fiesta de gala.—¡Claro que no! —respondió rápidamente, sintiendo sus mejillas enrojecer. —Es que no quiero parecer muy informal o demasiado formal.Aimara sonrió con complicidad. —Creo que tengo algo que te puede servir para todos l
Ante el asombro de toda su familia, que dejó a un lado lo que estaba haciendo, Fabrizio corría como un niño detrás de Gabriella. Ella hacía su mejor esfuerzo para evadir los ataques y responder cuando tenía la mejor oportunidad de acertar un tiro. Las risas y los gritos de emoción envolvían el jardín, creando un ambiente de alegría contagiosa.Como en toda guerra, cuando se acaban las municiones, solo queda un camino: rendirse al enemigo. Gabriella, jadeando y riendo, finalmente levantó las manos en señal de rendición, con una gran sonrisa en el rostro.Fabrizio, también riendo, se acercó y, con voz suave pero firme, dijo: —Rendido, pero no derrotado.Gabriella lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y complicidad. —Veremos, Fabrizio. Veremos.—¡Alto! ¡Alto! Me rindo —dijo Gabriella con los brazos arriba, su respiración entrecortada y una sonrisa en los labios.Fabrizio, con una sonrisa traviesa, amenazó con lanzar su última munición. —¿Qué me das a cambio de tu vida?Ga
Gabriella se asomó varias veces para ver de lejos al hombre que permanecía sentado como si el mundo a su alrededor no existiera. A veces alguna mesera iba y le preguntaba si necesitaba algo más, pero él solo alzaba la cabeza y decía que no, con una sonrisa amable pero decidida.Cuando Gabriella supuso que ya había pasado bastante tiempo y que sus labores en la cocina habían terminado, decidió que era momento de enfrentar la situación que había postergado. Se quitó el delantal y el gorro, fue al baño para arreglar un poco su aspecto y luego caminó hasta el fondo del café, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.Al acercarse a la mesa, Gabriella notó que Fabrizio estaba concentrado en su trabajo, pero al sentir su presencia, levantó la mirada. Sus ojos se encontraron, y por un instante, el mundo pareció detenerse.—Hola, Fabrizio, no sabía que estabas aquí —dijo Gabriella, tratando de mantener una expresión neutral mientras se sentaba frente a él.—¿De verdad no sabías? Pensé que me
Mientras bebían, sus miradas se cruzaban y una sonrisa juguetona se dibujaba en sus rostros. La conversación fluía con naturalidad, y poco a poco, las barreras emocionales se desvanecían, permitiendo que la cercanía y la conexión entre ellos florecieran.Nadie podía negar que la tensión sexual entre ellos aumentó al mil por ciento, ninguno de los dos se movió un ápice, Gabriella solo ve como en cámara lenta la boca de Fabrizio acercarse a sus labios, el sabor del vino se mezcló con la pasión de los dos, su cuerpo atrapado entre el mesón de la cocina y la corpulenta humanidad de Fabrizio, libraba una batalla feroz por no caer.Un beso lento, pero apasionado, los mantuvo unidos por lo que pareció una eternidad, sus labios buscaban saciedad, para calmar el deseo que los rondaba desde hacía mucho rato. Se separaron cuando respirar fue una necesidad, con lo
Viernes 8 p. m., Academia La Ballerina Rosa. Evento de beneficencia: “Ritmos del mundo.”El lugar estaba casi lleno en su totalidad y todavía seguían entrando los últimos espectadores. En primera fila, frente al escenario, había una mesa ocupada por los trillizos Basile y los hermanos Falco, y otra por los padres de ellos, Becca y su esposo. La tarima al fondo, preparada para recibir a los bailarines que hoy demostrarían todas sus habilidades.Fabrizio seguía pensando en Gabriella. Momentos atrás le preguntó a Nicola si sabía algo de ella, pero este solo le dijo que ella tenía un evento hoy. La incertidumbre lo carcomía y su mente estaba en otro lado, aunque intentaba concentrarse en el espectáculo.La academia había preparado un espectáculo inspirado en ritmos musicales de diferentes partes del mundo, y a cada uno se le hacía una introdu