Capítulo 18

El sonido del celular distrajo a Gabriella por un instante. Un número desconocido llamaba. Dudó en contestar, pero pensó que podía ser algún nuevo cliente.

—Aló —dijo Gabriella, con cautela.

—Gabriella, necesitamos hablar. ¿Estás en casa? —Esa voz paralizó su corazón. ¿Fabrizio?

—Sí, pero...

—Estoy afuera. Abre la puerta. —La petición sonó como una orden para ser cumplida de inmediato.

¡Oh por Dios! ¿Por qué está aquí? ¿Cómo diablos consiguió mi número? Este pibe está loco y yo más por dejarlo entrar. La emoción invadió su cuerpo y el tiempo que duró en llegar hasta la puerta le pareció una eternidad. En su mente repetía, una y otra vez, “Calmada, que su cara de dios griego no te afecte,” como si fuera fácil, cuando lo único que ha querido desde que lo volvió a ver es tenerlo como dios lo trajo al mundo. Y era completamente consciente de que, si él le ponía una mano encima, sería su perdición.

Sin más escapatoria, fue a abrir la puerta.

—Hola, ¿puedo pasar? —preguntó Fabrizio, con una
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