Fabrizio llegó directo a encerrarse en su oficina. Marcia solo vio pasar a su jefe, que escasamente contestó a su saludo, e inmediatamente supo que no estaba de buen humor. ¡Qué humor iba a tener!, si había escuchado a Nicola decir que le gustaba alguien y todo apuntaba a que era Gabriella. Fabrizio sentía que el aire se volvía denso, casi irrespirable.—¡Maldita sea! —gritó Fabrizio, tirando un montón de papeles al suelo con una fuerza que mostraba su frustración contenida.Afuera, Marcia escuchó un ruido estrepitoso proveniente de la oficina de Fabrizio y salió pronto a ver qué sucedía. Sus pasos apresurados resonaron en el pasillo.Los ojos de Marcia recorrieron el lugar. Había cosas esparcidas por todo el piso y su jefe estaba apoyado con las manos temblorosas sobre el escritorio, su rostro descompuesto por la ira y la desesperación.—Señor Falco, ¿pasa algo? ¿Necesita que le traiga un vaso con agua? —preguntó Marcia, preocupada, con el ceño fruncido y los ojos abiertos de par en
Nicola encontró la mirada intensa de su hermano y supo que no podría evadir la pregunta.—Con Gabriella —respondió Nicola, con una expresión neutral, pero su tono firme.“Esto no puede ser cierto,” pensó Fabrizio, sintiendo un torrente de emociones conflictivas.—¿Vas con Gabriella? ¿Por qué? ¿Por qué con ella? ¿Qué pasa entre ustedes? ¿Y el viaje a Sicilia, dónde quedó? —Las preguntas de Fabrizio salieron una tras otra, su rostro pasaba con facilidad de la ansiedad a la desesperación.Nicola respiró hondo, manteniendo la calma ante la avalancha de preguntas.—De todo lo que preguntaste, ¿qué quieres que te responda primero? —respondió Nicola, mirándolo con paciencia y firmeza.Fabrizio no contestó, solo se limitó a mirar a Nicola en espera de una respuesta que pudiera calmar su alma.—No sé cuál es tu interés, pero te diré que voy con Gabriella porque ella tiene un evento allá y, como no conoce el área, me ofrecí acompañarla. En cuanto al viaje a Sicilia, ya hablé con Alonzo y quedam
En el café, Gabriella tenía un día de locos. Su negocio recibía cada día más clientela, y las solicitudes para eventos privados marchaban muy bien. Su nombre poco a poco se había ido colando entre la sociedad de Florencia. Sus clientes adinerados no escatimaban en gastos a la hora de contratar sus servicios como chef privado. Nunca pensó que el evento en la casa de los Falco fuera tan beneficioso. Sobre todo, no tuvo que invertir un peso en publicidad. Todo había sido por recomendación. Los clientes llegaban al café para conocerla, probaban los productos y se hacían una idea de lo bueno que estaban consumiendo. Pero era la personalidad cálida y el profesionalismo de Gabriella lo que convencía a sus clientes de contratar sus servicios. Su sueño siempre fue tener un restaurante, pero la vida le mostró otro camino para mostrar su talento, y lo iba a aprovechar al máximo.Cuando al fin tuvo un respiro, uno de los meseros le dijo que el cliente de la mesa cinco quería hablar con ella si er
Muy temprano en el café, Gabriella, Vito y un nuevo integrante del equipo terminaron de alistar todo en la camioneta para salir rumbo a Siena. Aunque hubo un ligero cambio de planes, al final no afectó su itinerario. Además, contaban con un buen equipo y Salvatore, el otro ayudante, era oriundo de esa región, así que llegarían a su destino sin perder tiempo.Las miradas de las personas en la recepción del edificio de Bioingeniería Falco se posaron en el hombre que cruzaba la puerta, vestido de forma casual, con un pantalón que se adhería en los lugares justos, los dos primeros botones de la camisa sin abrochar y gafas de sol. Las mujeres murmuraban una vez que pasó rumbo al ascensor.—Buenos días —dijo una voz en la sala de las oficinas de la presidencia.—Buenos... —Malena se quedó sin habla por un momento, sus ojos se abrieron de par en par. —¿Señor Falco? —Malena parpadeó repetidas veces, buscando aclarar su visión, ya que creía estar ante una ilusión.—Malena, venga a la oficina.
Un auto blanco se estacionó en la acera opuesta de la cafetería. Un hombre alto, vestido de blanco y azul, cruzó la calle. Algunos transeúntes no pudieron evitar mirar al hombre con lentes de sol y caminar altivo. La puerta del café se abrió, anunciando la entrada de un cliente que se acercó a la barra a preguntar por Gabriella, bajo la mirada atónita de las empleadas.—Lo siento, señor, la señorita Gabriella no está.Él insistió en saber a dónde fue exactamente Gabriella, pero la empleada del café fue muy categórica al decir que no podía revelar esa información y que, si deseaba hablar con ella, volviera otro día.Fabrizio sintió una mezcla de frustración e impaciencia. Sabía que tenía que encontrar una manera de alcanzar a Gabriella antes de que fuera demasiado tarde.Fabrizio respiró hondo y se retiró del café, planeando su siguiente movimiento. Sabía que no podía rendirse tan fácilmente. Tenía que encontrar a Gabriella y asegurarse de que estuviera a salvo.Entonces, intentó llama
Gabriella había encontrado en el baile la mejor manera de quitarse el estrés y hacer nuevos amigos. Después de hablar con Zia acerca del evento de beneficencia y que esta pusiera todo su empeño para convencerla de que participara como bailarina, terminó aceptando. Además, una visita inesperada la sorprendió hace una semana cuando Aimara Dos Santos, su “hermana prestada”, llegó al café huyendo del acoso de la prensa. Aunque ese es el precio que pagas cuando te conviertes en figura pública, Aimara siempre encontraba la forma de mantener una actitud positiva.Aimara, la hermana de su hermana Alicia, estaba en Florencia y con ella nada era calmado. Pero lo mejor llegó cuando conoció a Becca y esta terminó aceptando la propuesta de aimara de hacer un espectáculo con ritmos de diferentes países del mundo. Todos estuvieron muy entusiasmados en mostrar su talento como bailarines. Ahora aimara también hace parte de los instructores y bailarines que se juntaron para el espectáculo de la Academi
Al salir, Gabriella se encuentra con Dante, que está de pie en la puerta que comunica la oficina de Zia y Nicola, siendo testigo de explosión de rabia de Gabriella.— Hola Dante y disculpa el espectáculo — y así mismo siguió su camino lejos de ahí.Nicola volteó para ver a Fabrizio a la cara y guardando la compostura, dijo— ¡¿Ya estás contento?! Y ruega a Dios que pueda arreglar este desastre —Nicola salió tras Gabriella.Dante trataba de asimilar lo que vio y oyó, ¿acaso los hermanos Falco estaban enfrentados por una mujer? — Fabrizio, ¿estás bien? ¿Qué acabó de pasar aquí? ¿Y por qué Gabriella te dijo todo eso?— ¿Entendiste lo que dijo?— Sí, llevo años aprendiendo el español que se habla en Argentina y te diré que no fueron halagos lo que dijo, pero no entiendo ¿tú y ella tienen algo?Fabrizio hizo un gesto de negación y dijo— Eso supuse, que no fue precisamente cariñosa en lo que dijo, así como que creo me mandó a la Patagonia. Tienes tiempo para escuchar una historia.Fabrizio
Por la noche, Fabrizio intentó en repetidas ocasiones llamar a Gabriella para decirle que lo sentía, que había exagerado las cosas y se había dejado llevar, pero no lo hizo. En la soledad de su apartamento, terminaba la segunda copa de vino cuando el timbre de la puerta sonó. Su corazón dio un vuelco al ver en la pantalla el rostro de Nicola.Nicola entró con paso firme y se dejó caer en el sillón junto a la ventana.—Dame de lo que estás tomando —dijo Nicola, extendiendo la mano con una sonrisa cómplice pero seria.Fabrizio, con una mezcla de nerviosismo y resignación, sirvió otra copa. —Toma, supongo que vienes a que te dé una explicación por lo de esta tarde —dijo, evitando el contacto visual.Nicola tomó la copa y, observando a su hermano con una mirada penetrante, respondió: —Más que una explicación, quiero que seas sincero conmigo.Fabrizio suspiró, sabía que no podría evadir la conversación. —Gabriella ya tuvo que haberte contado, no sé qué más decir.Nicola negó con la cabeza,