En los días siguientes, en su oficina, Fabrizio no mantenía su acostumbrada concentración. De su mente no podía apartar los recuerdos de la noche pasada con Gabriella. Pasó lo que él creía imposible: volverla a ver, volver a tocar su cuerpo; fue lo que anheló por meses.—Fabrizio, ¿qué opinas de la propuesta que se les enviará a los viñedos de España? Creo que con eso están cubiertas todas las solicitudes del cliente —dijo Nicola, esperando la respuesta de su hermano.Nicola notó que Fabrizio lucía un poco distraído, algo que había notado en esta semana. Algo debía estarle pasando porque él no era de los que se distraía, y mucho menos cuando se trataba de negocios.Al ver que no había respuesta por parte de Fabrizio, Nicola llamó su atención golpeando su brazo.—Nicola, ¡qué te pasa, por qué me pegas!—Porque parece que estoy hablando con la pared. ¿Repite lo último que dije?Fabrizio buscó en su cabeza y no encontró la respuesta. Su mente en ese momento estaba ocupada por los pensami
Había llegado el día en que Gabriella visitó a Zia. En la cocina, los hijos de Zia llevaban pequeños delantales y sus caras estaban sucias de harina, mientras Gabriella les enseñaba a cortar galletas en forma de dinosaurios. Zia tomó varias fotografías como recuerdo del momento divertido de sus hijos, porque hasta Adriano reía, y subió una al chat familiar.Chat familiar:Elisa: [[¿Gabriella está en tu casa? Parece que la están pasando muy bien.]]Nicola: [[Yo quiero de lo que están cocinando.]]Zia: [[El que quiera tiene que venir. Vengan y cenen en mi casa, están invitados.]]Elisa: [[Ya voy.]]Nicola: [[Yo también.]]Al cabo de un rato, a la casa de Zia llegaron los invitados a comer. En la amplia cocina se respiraba un ambiente cálido y familiar. Gabriella se sentía tan cómoda con todos ellos, era como si los conociera de siempre. Pero la verdad, le faltaba algo, aunque no sabía qué.Fabrizio leyó todos los mensajes del chat familiar una vez terminó una reunión con unos clientes.
Fabrizio llegó directo a encerrarse en su oficina. Marcia solo vio pasar a su jefe, que escasamente contestó a su saludo, e inmediatamente supo que no estaba de buen humor. ¡Qué humor iba a tener!, si había escuchado a Nicola decir que le gustaba alguien y todo apuntaba a que era Gabriella. Fabrizio sentía que el aire se volvía denso, casi irrespirable.—¡Maldita sea! —gritó Fabrizio, tirando un montón de papeles al suelo con una fuerza que mostraba su frustración contenida.Afuera, Marcia escuchó un ruido estrepitoso proveniente de la oficina de Fabrizio y salió pronto a ver qué sucedía. Sus pasos apresurados resonaron en el pasillo.Los ojos de Marcia recorrieron el lugar. Había cosas esparcidas por todo el piso y su jefe estaba apoyado con las manos temblorosas sobre el escritorio, su rostro descompuesto por la ira y la desesperación.—Señor Falco, ¿pasa algo? ¿Necesita que le traiga un vaso con agua? —preguntó Marcia, preocupada, con el ceño fruncido y los ojos abiertos de par en
Nicola encontró la mirada intensa de su hermano y supo que no podría evadir la pregunta.—Con Gabriella —respondió Nicola, con una expresión neutral, pero su tono firme.“Esto no puede ser cierto,” pensó Fabrizio, sintiendo un torrente de emociones conflictivas.—¿Vas con Gabriella? ¿Por qué? ¿Por qué con ella? ¿Qué pasa entre ustedes? ¿Y el viaje a Sicilia, dónde quedó? —Las preguntas de Fabrizio salieron una tras otra, su rostro pasaba con facilidad de la ansiedad a la desesperación.Nicola respiró hondo, manteniendo la calma ante la avalancha de preguntas.—De todo lo que preguntaste, ¿qué quieres que te responda primero? —respondió Nicola, mirándolo con paciencia y firmeza.Fabrizio no contestó, solo se limitó a mirar a Nicola en espera de una respuesta que pudiera calmar su alma.—No sé cuál es tu interés, pero te diré que voy con Gabriella porque ella tiene un evento allá y, como no conoce el área, me ofrecí acompañarla. En cuanto al viaje a Sicilia, ya hablé con Alonzo y quedam
En el café, Gabriella tenía un día de locos. Su negocio recibía cada día más clientela, y las solicitudes para eventos privados marchaban muy bien. Su nombre poco a poco se había ido colando entre la sociedad de Florencia. Sus clientes adinerados no escatimaban en gastos a la hora de contratar sus servicios como chef privado. Nunca pensó que el evento en la casa de los Falco fuera tan beneficioso. Sobre todo, no tuvo que invertir un peso en publicidad. Todo había sido por recomendación. Los clientes llegaban al café para conocerla, probaban los productos y se hacían una idea de lo bueno que estaban consumiendo. Pero era la personalidad cálida y el profesionalismo de Gabriella lo que convencía a sus clientes de contratar sus servicios. Su sueño siempre fue tener un restaurante, pero la vida le mostró otro camino para mostrar su talento, y lo iba a aprovechar al máximo.Cuando al fin tuvo un respiro, uno de los meseros le dijo que el cliente de la mesa cinco quería hablar con ella si er
Muy temprano en el café, Gabriella, Vito y un nuevo integrante del equipo terminaron de alistar todo en la camioneta para salir rumbo a Siena. Aunque hubo un ligero cambio de planes, al final no afectó su itinerario. Además, contaban con un buen equipo y Salvatore, el otro ayudante, era oriundo de esa región, así que llegarían a su destino sin perder tiempo.Las miradas de las personas en la recepción del edificio de Bioingeniería Falco se posaron en el hombre que cruzaba la puerta, vestido de forma casual, con un pantalón que se adhería en los lugares justos, los dos primeros botones de la camisa sin abrochar y gafas de sol. Las mujeres murmuraban una vez que pasó rumbo al ascensor.—Buenos días —dijo una voz en la sala de las oficinas de la presidencia.—Buenos... —Malena se quedó sin habla por un momento, sus ojos se abrieron de par en par. —¿Señor Falco? —Malena parpadeó repetidas veces, buscando aclarar su visión, ya que creía estar ante una ilusión.—Malena, venga a la oficina.
Un auto blanco se estacionó en la acera opuesta de la cafetería. Un hombre alto, vestido de blanco y azul, cruzó la calle. Algunos transeúntes no pudieron evitar mirar al hombre con lentes de sol y caminar altivo. La puerta del café se abrió, anunciando la entrada de un cliente que se acercó a la barra a preguntar por Gabriella, bajo la mirada atónita de las empleadas.—Lo siento, señor, la señorita Gabriella no está.Él insistió en saber a dónde fue exactamente Gabriella, pero la empleada del café fue muy categórica al decir que no podía revelar esa información y que, si deseaba hablar con ella, volviera otro día.Fabrizio sintió una mezcla de frustración e impaciencia. Sabía que tenía que encontrar una manera de alcanzar a Gabriella antes de que fuera demasiado tarde.Fabrizio respiró hondo y se retiró del café, planeando su siguiente movimiento. Sabía que no podía rendirse tan fácilmente. Tenía que encontrar a Gabriella y asegurarse de que estuviera a salvo.Entonces, intentó llama
Gabriella había encontrado en el baile la mejor manera de quitarse el estrés y hacer nuevos amigos. Después de hablar con Zia acerca del evento de beneficencia y que esta pusiera todo su empeño para convencerla de que participara como bailarina, terminó aceptando. Además, una visita inesperada la sorprendió hace una semana cuando Aimara Dos Santos, su “hermana prestada”, llegó al café huyendo del acoso de la prensa. Aunque ese es el precio que pagas cuando te conviertes en figura pública, Aimara siempre encontraba la forma de mantener una actitud positiva.Aimara, la hermana de su hermana Alicia, estaba en Florencia y con ella nada era calmado. Pero lo mejor llegó cuando conoció a Becca y esta terminó aceptando la propuesta de aimara de hacer un espectáculo con ritmos de diferentes países del mundo. Todos estuvieron muy entusiasmados en mostrar su talento como bailarines. Ahora aimara también hace parte de los instructores y bailarines que se juntaron para el espectáculo de la Academi