Capítulo 11
Mi mayor temor se había hecho entonces realidad.

¡Mateo estaba en el bar! Y había estado observándome todo este tiempo.

Y las mentiras que le había dicho por celular ahora se sentían como un escupitajo que me cayó directo en la cara.

Mi cuerpo se tensó por completo, era incapaz de moverme.

Mateo me besó con fuerza durante lo que pareció una eternidad antes de soltarme.

Sus dedos largos acariciaron mis labios hinchados, y otra vez, vi esa sonrisa que me helaba la sangre.

—¿Estabas tan dormida que no te diste cuenta que llegaste a un bar? —preguntó, su ironía era punzante. Saber que me había visto todo este tiempo y aun así decidió llamarme para hacerme caer en su trampa me hizo hervir de rabia.

Con un tono poco amable, le respondí:

—¿Si ya sabías que estaba aquí, por qué llamar entonces solo para probarme?

Su sonrisa se amplió, pero seguía siendo igual de indescifrable.

—Pensé que serías honesta conmigo. Incluso te di la oportunidad. Pero no, decidiste mentirme hasta
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