Capítulo 109
Escuché todo lo que dijo:

—Espérame, voy enseguida.

Y sin pensarlo mucho, se apartó de mí como si nada, sin una pizca de culpa, como si ni siquiera importara que yo estuviera ahí.

Ni siquiera se tomó el tiempo de mirarme, se vistió rápido y salió sin voltear.

La puerta se cerró, y el cuarto quedó en completo silencio.

El aire seguía denso, la cama hecha un desastre, y los besos marcados en mi piel solo me recordaban lo patético que fue todo.

Sentí un nudo en la garganta.

Los ojos se me llenaron de lágrimas, y todo se volvió borroso.

Respiré hondo y aguanté las ganas de llorar.

¿Para qué? Ya sabía que la que él amaba era Camila.

Lo que no entendía era por qué, si la quería tanto, todavía me buscaba.

¿Por qué insistía en que yo tuviera un hijo con él?

Tener un hijo duele, agota, es una gran responsabilidad.

¿Le daba miedo que Camila sufriera?

Entre más lo pensaba, más se me revolvía el estómago.

Me levanté como pude, fui al baño y me lavé la cara.

Igual, no pensaba dejar que alguien que
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