La música aún resonaba en mis oídos, miré el reloj y me sobresalté
—Oye, debo irme, tengo clases. Son las cuatro de la madrugada, y la primera es dentro de cuatro horas. Voy a estar durmiendo en clases —sonreí, sintiendo el pánico comenzar a burbujear bajo la superficie.
Sus ojos, ya sin los lentes, se achicaron con una sonrisa mientras se levantaba del piso.
—Puedo acompañarte, ya que es muy tar... temprano para que andes sola por allí —dijo, su voz baja y tranquilizadora.
—No te preocupes, la residencia está muy cerca de acá, así que no es nece...
—... te acompaño —suspiró. Tomó mi bolso con decisión y me siguió en silencio.
El frío de la madrugada hizo que mi cuerpo temblara, y él lo notó. Sin decir una palabra, se quitó su chaqueta y la puso sobre mis hombros, el calor de su prenda hizo que sintiera un inesperado consuelo. Seguimos caminando en silencio, cada paso resonando en las calles vacías.
—La pasé muy bien, hacía mucho tiempo que no me la pasaba así —dijo al llegar a la residencia. Le sonreí, sintiendo mis mejillas enrojecerse. —Eres una chica muy linda, en todos los sentidos —me sonrojé aún más. —Gracias, por dejar que este tonto extraño te animará —agregó, sus palabras sinceras.
—Gracias a ti por animarme. Tienes un don que hace que las personas te tomen confianza rápida —sonrió—. Me olvidé por completo cómo me sentía. Me quité la chaqueta y se la iba a entregar cuando dijo:
—No, quédate con ella, me gusta cómo se ve en ti. Sonreí dándole las gracias. Abrí la puerta de la residencia y, justo cuando coloqué un pie dentro:
—Oye, ¿no me dirás cómo te llamas?
—¿Qué? ¿Ya tan pronto quieres dejar de ser un tonto extraño? —rió—. Ruega que nos volvamos a ver una próxima vez, solo así lo sabrás. —Suspiró.
—Buenas no... madrugada, tonto extraño.
—Buenas madrugadas, tonta extraña.
Me hizo sonreír una vez más. Nunca había sonreído tanto en mi vida como lo hice esta noche.
<<Nahya, por favor, ¿quién se sonroja porque le dicen tonta extraña?>>
Pues yo, o sea tú misma, porque eres mi consciencia.
Terminé de entrar y todo estaba en silencio. Jimena ya estaba durmiendo. Me dirigí a mi habitación, preparé la ducha para darme una caliente y relajante, me coloqué un pijama y me metí entre las sábanas de mi cama. Tomé el celular para colocar la alarma, tenía notificaciones, pero las revisaría en la mañana. Vi la hora, “4:45 am”, lo coloqué en la mesa de noche y me acomodé para dormir unas horas o un instante.
Horas después:
—¡Señorita, Nahya! —me desperté de golpe y vi a la profesora hablándome o gritándome y todos murmurando—. Si tanto le aburre mi clase que se duerme, puede irse y dormir en su casa, allí está la puerta.
Apenada, le dije:
—Disculpe, profesora, no volverá a pasar —asintió y siguió dando su clase. Tomé los apuntes rápidamente.
Terminó la clase y salí hacia el comedor y allí estaban Flor, Jimena, Jason y Mateo. Me senté frente a ellos.
—¿Desde cuándo te duermes en clases? Esta no es mi mejor amiga —lo dijo dramáticamente. Iba a responder cuando Jimena dijo:
—Desde que llega a dormir a las casi cinco de la mañana —lo dijo con gracia. Mat y Jay abrieron los ojos de par en par.
—¡Por fin, Nahya! Ya no eres una aburrida —todos comenzaron a reírse y a mí me dolía mucho la cabeza.
—¿Se pueden callar? —ellos me vieron tratando de hacerlo, pero volví a hablar—. Es que anoche me dio otro ataque de pánico y me sentía muy mal. Flor, tú sabes que fue así. Salí temprano del trabajo, me fui hacia el muelle y allí conocí a alguien. Y estuve toda la noche hablando con ese alguien y es la primera vez en cinco años que no me da un ataque de pánico cuando un chico me toca.
Flor se colocó las manos en la cara, sorprendida. Les conté muy bien con lujos y detalles.
—No puedo creerlo. ¿No te dijo su nombre y tú tampoco le dijiste el tuyo? —Sonreí al recordar y negué rotundamente.
—No, quedamos en que, si nos volvemos a ver, lo sabríamos. Por ahora, somos dos tontos extraños.
Mateo dijo:
—Por fin, ya es hora de sonreír más a menudo, cosita —rodé los ojos, él se comenzó a carcajear y Flor bufó—. Hay un toro bufando por ahí... no, lo siento, me equivoqué, es Flor —por cierto, lo olvidaba. Mateo es mi mejor amigo, él y Flor no se llevan muy bien que digamos.
<<Si supieran tus amigos que has sonreído más anoche que en toda tu vida>> Shss, queda entre nosotros.
<<Claro, claro>>
Vi la hora de mi celular y salí corriendo a mi próxima clase, no sin antes quedar con Flor para irnos juntas a trabajar.
Unas horas después, íbamos Flor y yo caminando hacia el trabajo.
—Oye, Nahy, ¿qué pasa si no se vuelven a ver? —sentí una presión en el estómago, aunque no sé por qué, pero no le presté mucha atención.
—No lo sé, nada creo —Flor me vio y habló haciendo comillas con sus dedos.
—"Crees" —asentí
—. Sí, no lo sé, ¿ok? Flor, piénsalo, no sabemos nada del otro y puede ser solo una casualidad. Solo somos extraños que se toparon y ya, no pasaría nada.
Entramos a la cafetería, saludamos a Mouse, me coloqué el uniforme del trabajo, que es una camisa con el logo del local, una gorra blanca y un delantal. Comenzamos a atender los pedidos de los clientes y así, unas horas después, Francis nos llamó a su oficina.
—Hola, chicas. Las llamé justo para decirles que hoy han llamado para reservar el lugar para una entrevista. Son dos actores jóvenes que debutan en las pantallas Europeas y necesitaban un lugar para llevar a cabo eso. Estaremos trabajando normal, con la diferencia de que los atenderemos a ellos —asentimos—. Eso será la próxima semana, así que, ¿cuento con ustedes?
—Claro que sí, Francis.
Salimos del lugar y Flor iba delirando.
—Un actor, Dios mío, ojalá y sea guapo —Me reí por sus ocurrencias, pero le seguí.
—Esperemos.
La semana pasó lentamente. Haciendo un recuento, me sumergí en mis clases, trabajé y, en los ratos libres, me dedicaba a escuchar música y escribir. Aunque intenté mantenerme ocupada, no podía evitar que mi mente volviera al extraño del muelle. >No es necesario mencionar eso, es algo personal.>Bueno, sí, lo admito. Estuve pensando en él. Pero no en lo que creen, sino en preguntas como: ¿Nos volveremos a ver? ¿Y si no? ¿Qué haría entonces? Demasiadas dudas, ninguna respuesta.Entre pensamientos, seguía escribiendo en mi libreta cuando Jimena abrió de golpe la puerta de la habitación.—¡Fiesta en casa de Mateo! ¿Vienes? —Negué con firmeza.—Vamos, Nahy, no seas tan aburrida. — Rodó los ojos.—Lo siento, Jime, pero no quiero ir. Además, Flor dijo que pasaría a visitarme.—Eso fue antes de que supiéramos de la fiesta. Aunque sea en casa del intenso de tu mejor amigo, sigue siendo una fiesta. —Suspiró—. Así que levántate, ponte algo bonito y vamos.—¡No qu
Esto no me puede estar pasando.Me agaché bajo el mostrador, tratando de pasar desapercibida mientras los gritos de las jóvenes llenaban el lugar. Todo por Tyler Flakertic. Podía escuchar cómo Flor me llamaba, pero le respondí con un silbido que ella conocía perfectamente. Al escucharme, me encontró y se agachó a mi lado.—¿Qué pasa? ¿Qué haces allí? —me preguntó en voz baja.Suspiré y le hice una seña para que guardara silencio.—Es él —dije finalmente.Ella me miró con expresión de desconcierto.—¿Quién o qué? —volvió a preguntar.Puse los ojos en blanco y señalé hacia arriba, hacia el lugar donde estaba sentado.—El actor. Es ese tonto extraño, bueno... ya no tan extraño.Ella abrió los ojos como platos. Se levantó para observarlo más de cerca y luego volvió a bajar, emocionada.—¡No inventes! Es guapísimo. Eres una suertuda.Negué con la cabeza.—No entiendes lo que esto significa —dije en un tono bajo, tratando de calmarme.Ella levantó las manos en un gesto de incredulidad.—Sig
Me senté en el pasillo, con la espalda contra la fría pared, tratando de ordenar mis pensamientos. Las risas y los murmullos de Flor y Mouse seguían retumbando en mi cabeza, y aunque trataba de ignorarlos, las palabras de Flor no me dejaban en paz: “Te gusta el tonto extraño.”¿Era cierto? ¿De verdad me gustaba Tyler Flakertic? Lo conocí hace dos semanas en el muelle, un encuentro tan inesperado como fugaz. Pensé que no lo volvería a ver, que sería un simple extraño en mi vida. Pero ahí estaba, justo frente a mí, y lo peor de todo es que era un actor. Y los actores no se enamoran de personas como yo, ¿verdad? Al menos eso pensaba. Solo somos extraños, me repetía una y otra vez para convencerme de que no valía la pena pensar más en ello. Pero entonces, como un susurro en mi mente, la idea seguía persiguiéndome.Suspiré, mirando el techo, intentando calmar mi corazón acelerado. Si Rachel estuviera aquí, ella sabría qué hacer. Pero no estaba. Estaba sola, y parecía que todo lo que me rod
Nahya (Presente - verano)—¡Nahya! —el grito cortante hizo que levantara la mirada de inmediato, sintiendo un cosquilleo de ansiedad en el pecho. «Solo dos horas más», pensé. Me dirigí a la mesa, y allí estaba, el cliente pesado de toda la semana. Suspiré, tratando de calmarme. Había sido un día estresante y no me sentía del todo bien.—Buenas noches, ¿qué desea ordenar? —Mi voz apenas se escuchó sobre el bullicio del café.—¿Tú otra vez? —dijo, frunciendo el ceño—. ¿Qué... no hay otra persona que me atienda? —Un suspiro pesado escapó de mis labios, pero lo contuve—. Lo mismo de siempre y rápido. Tengo hambre.>Me acerqué a flor, ella sonrió y yo bufé—Un día, un día le voy a dar con una bandeja —sonrió, me dijo.— Te apoyo, ven, preparemos la orden del señor gruñón. puedes preparar el café —asentí, el aroma del café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el murmullo constante de conversaciones y el sonido de las tazas chocando entre sí. Mientras serví