Nahya (Presente - verano)
—¡Nahya! —el grito cortante hizo que levantara la mirada de inmediato, sintiendo un cosquilleo de ansiedad en el pecho. «Solo dos horas más», pensé. Me dirigí a la mesa, y allí estaba, el cliente pesado de toda la semana. Suspiré, tratando de calmarme. Había sido un día estresante y no me sentía del todo bien.
—Buenas noches, ¿qué desea ordenar? —Mi voz apenas se escuchó sobre el bullicio del café.
—¿Tú otra vez? —dijo, frunciendo el ceño—. ¿Qué... no hay otra persona que me atienda? —Un suspiro pesado escapó de mis labios, pero lo contuve—. Lo mismo de siempre y rápido. Tengo hambre.
<<Vamos Nahya si puedes>>
Me acerqué a flor, ella sonrió y yo bufé
—Un día, un día le voy a dar con una bandeja —sonrió, me dijo.
— Te apoyo, ven, preparemos la orden del señor gruñón. puedes preparar el café —asentí, el aroma del café recién hecho llenaba el aire, mezclándose con el murmullo constante de conversaciones y el sonido de las tazas chocando entre sí. Mientras servía el café, no podía dejar de pensar en cómo había llegado a este punto, sintiendo que cada día era una lucha constante contra mi propia ansiedad.
—Nahya, ¿estás bien? — Preguntó.
—Sí, solo creo que estoy un poco agotada —dije, tratando de sonar convincente.
Flor se acercó con una sonrisa, sus ojos llenos de preocupación genuina.
—Nahya, ¿segura que estás bien? — le mostré mi pulgar, en señal de aprobación.
Diez minutos después, llevé la orden a la mesa.
—¡Por fin! Tengo una pregunta para ti, ¿cómo dejan que una persona tan lenta como tú trabaje acá? —Apreté la bandeja con fuerza, mis manos temblando ligeramente mientras trataba de no dejar caer nada.
—Su orden, disfrute, señor —dije, enfatizando "señor".
—Gracias, tortuga —La gota que colmó el vaso. Sentí mi respiración hacerse pesada. Me dirigí al baño con Flor pisándome los talones. En un instante, mi mente regresó a aquel día en el hospital, el olor a desinfectante y la luz fluorescente parpadeando sobre la cama vacía, la presión en mi pecho explotó en un ataque de pánico.
—Nahya, tranquila, respira conmigo... recuerda los ejercicios, vamos, no otra vez —Flor me guió hasta que poco a poco recuperé la respiración. Las lágrimas no tardaron en aparecer.
—Lo siento... no pude, Flor —lloré.
—Todo va a estar bien, estoy contigo —me abrazó.
<<Gracias, justo en el momento adecuado>>.
Creo que es momento de presentarme, Soy Nahya, tengo 20 años y sufro de ataques de pánico desde los 16. Hoy se cumplen 2 años desde que mi mundo se volvió un caos sentimentalmente. —Los recuerdos de ese día regresaron, respiré tranquilamente al escuchar a Flor entrar nuevamente con un vaso de agua.
—Toma, un poco de agua. ¿Te sientes mejor? —asentí. — ¿Tomaste la medicación? —suspiré y negué lentamente su mirada de desaprobación lo decía todo.
—¿Sabes qué día es hoy, cierto? —asintió—. Ya son 2 años desde que Rachel no está conmigo. Era mi única familia y se fue. La extraño mucho. —Una lágrima se deslizó por mi mejilla y Flor la limpió, abrazándome.
—Amiga, no hay palabras para expresar tu dolor. Si te sientes muy mal, habla con Francis. Y recuerda, yo también soy tu familia.
—Lo sé, gracias. Te quiero.
Salimos de allí y pasamos a la oficina de Francis, toqué y escuchamos un “¡Pase!”
—Hola, Francis —sonreí débilmente.
—Hola, Nahya, ¿qué tal? —le hice una mueca.
—No muy bien, ¿puedo irme temprano hoy? No me siento bien.
—Claro, linda. Descansa un poco o distráete. — Agradecida, tomé mis cosas y me despedí de Flor. De camino a casa, me desvié al muelle. Me acerqué al barandal, observando el mar. El mar ante mí parecía tan agitado como mis pensamientos, cada ola rompiendo en la orilla con la misma intensidad que sentía en mi pecho.
La gente a mi alrededor reía, bailaba y los niños correteaban. Todos eran felices, ¿por qué yo no? Puse "Fix You" de Coldplay y dejé que los recuerdos fluyeran. Todavía recuerdo ese día, donde mi hermana corría por toda la casa buscando las llaves del auto, ¿Por qué tuvo que conseguirlas?
En otra vida, no salió a trabajar y no hubo un choque, ambulancia, hospital, un "Lo siento señorita, no pudimos hacer nada." Una lágrima rebelde se deslizó por mi mejilla, con el dorso de mi mano la sequé, alguien me tocó el hombro.
—Lo siento, por asustarte —una voz interrumpió mis pensamientos. Me quité los auriculares y volteé—. Te vi llorando y quise preguntar si te sientes bien.
—Hola, solo estaba pensando en algo... pero sí, me siento bien, gracias.
—Pensar, es muy relajante —asentí. Volteé hacia los músicos en el muelle.
—Sé que no me conoces, pero ¿quieres hablar? —dijo el desconocido.
<<Nahya, ni se te ocurra>>.
—Solo que en mi trabajo me hicieron sentir mal. Y hoy se cumplen 2 años desde que perdí a mi hermana. Ha sido una semana estresante y hoy fue mi límite.
—Lo siento mucho... de verdad... yo también estoy prófugo del trabajo, necesitaba escapar.
A pesar de mí misma, reí.
—Eso explica tu atuendo. ¿Quién usa gorra y lentes de sol de noche?
—Es complicado —se bajó un poco los lentes—. ¿En serio no sabes quién soy?
—No —respondí, un poco asustada.
—No soy un loco, tranquila.
Eso espero, pensé.
—Ok, supongamos que no pasó nada —dije, escuchando "Destino o Casualidad" por los parlantes. El desconocido tomó mi mano, y no sentí pánico ¿Por qué no sentí pánico?
—¿Me harías el honor de dejarme hacerte sentir mejor y bailar conmigo? —Sonreí.
"Dos extraños bailando bajo la luna, se convierten en amantes al compás"
¿Cómo debería sentirme en este momento? ¿Feliz? Sí, creo que sí, en dos años, no me había sentido tan feliz, el chico me atrajo a su cuerpo y mientras bailábamos, sentí una mirada sobre mi, busqué y en una esquina una figura familiar apareció a lo lejos, su sombra proyectándose bajo la luz de la luna. Mi corazón dio un vuelco. ¿Podía ser él?
La música aún resonaba en mis oídos, miré el reloj y me sobresalté—Oye, debo irme, tengo clases. Son las cuatro de la madrugada, y la primera es dentro de cuatro horas. Voy a estar durmiendo en clases —sonreí, sintiendo el pánico comenzar a burbujear bajo la superficie.Sus ojos, ya sin los lentes, se achicaron con una sonrisa mientras se levantaba del piso.—Puedo acompañarte, ya que es muy tar... temprano para que andes sola por allí —dijo, su voz baja y tranquilizadora.—No te preocupes, la residencia está muy cerca de acá, así que no es nece...—... te acompaño —suspiró. Tomó mi bolso con decisión y me siguió en silencio.El frío de la madrugada hizo que mi cuerpo temblara, y él lo notó. Sin decir una palabra, se quitó su chaqueta y la puso sobre mis hombros, el calor de su prenda hizo que sintiera un inesperado consuelo. Seguimos caminando en silencio, cada paso resonando en las calles vacías.—La pasé muy bien, hacía mucho tiempo que no me la pasaba así —dijo al llegar a la res
La semana pasó lentamente. Haciendo un recuento, me sumergí en mis clases, trabajé y, en los ratos libres, me dedicaba a escuchar música y escribir. Aunque intenté mantenerme ocupada, no podía evitar que mi mente volviera al extraño del muelle. >No es necesario mencionar eso, es algo personal.>Bueno, sí, lo admito. Estuve pensando en él. Pero no en lo que creen, sino en preguntas como: ¿Nos volveremos a ver? ¿Y si no? ¿Qué haría entonces? Demasiadas dudas, ninguna respuesta.Entre pensamientos, seguía escribiendo en mi libreta cuando Jimena abrió de golpe la puerta de la habitación.—¡Fiesta en casa de Mateo! ¿Vienes? —Negué con firmeza.—Vamos, Nahy, no seas tan aburrida. — Rodó los ojos.—Lo siento, Jime, pero no quiero ir. Además, Flor dijo que pasaría a visitarme.—Eso fue antes de que supiéramos de la fiesta. Aunque sea en casa del intenso de tu mejor amigo, sigue siendo una fiesta. —Suspiró—. Así que levántate, ponte algo bonito y vamos.—¡No qu
Esto no me puede estar pasando.Me agaché bajo el mostrador, tratando de pasar desapercibida mientras los gritos de las jóvenes llenaban el lugar. Todo por Tyler Flakertic. Podía escuchar cómo Flor me llamaba, pero le respondí con un silbido que ella conocía perfectamente. Al escucharme, me encontró y se agachó a mi lado.—¿Qué pasa? ¿Qué haces allí? —me preguntó en voz baja.Suspiré y le hice una seña para que guardara silencio.—Es él —dije finalmente.Ella me miró con expresión de desconcierto.—¿Quién o qué? —volvió a preguntar.Puse los ojos en blanco y señalé hacia arriba, hacia el lugar donde estaba sentado.—El actor. Es ese tonto extraño, bueno... ya no tan extraño.Ella abrió los ojos como platos. Se levantó para observarlo más de cerca y luego volvió a bajar, emocionada.—¡No inventes! Es guapísimo. Eres una suertuda.Negué con la cabeza.—No entiendes lo que esto significa —dije en un tono bajo, tratando de calmarme.Ella levantó las manos en un gesto de incredulidad.—Sig
Me senté en el pasillo, con la espalda contra la fría pared, tratando de ordenar mis pensamientos. Las risas y los murmullos de Flor y Mouse seguían retumbando en mi cabeza, y aunque trataba de ignorarlos, las palabras de Flor no me dejaban en paz: “Te gusta el tonto extraño.”¿Era cierto? ¿De verdad me gustaba Tyler Flakertic? Lo conocí hace dos semanas en el muelle, un encuentro tan inesperado como fugaz. Pensé que no lo volvería a ver, que sería un simple extraño en mi vida. Pero ahí estaba, justo frente a mí, y lo peor de todo es que era un actor. Y los actores no se enamoran de personas como yo, ¿verdad? Al menos eso pensaba. Solo somos extraños, me repetía una y otra vez para convencerme de que no valía la pena pensar más en ello. Pero entonces, como un susurro en mi mente, la idea seguía persiguiéndome.Suspiré, mirando el techo, intentando calmar mi corazón acelerado. Si Rachel estuviera aquí, ella sabría qué hacer. Pero no estaba. Estaba sola, y parecía que todo lo que me rod