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CAPÍTULO 3: ¡NO PUEDE SER!

La semana pasó lentamente. Haciendo un recuento, me sumergí en mis clases, trabajé y, en los ratos libres, me dedicaba a escuchar música y escribir. Aunque intenté mantenerme ocupada, no podía evitar que mi mente volviera al extraño del muelle.

<< ¿Pensaste en él?> >

No es necesario mencionar eso, es algo personal.

<< ¡Ajá! >>

Bueno, sí, lo admito. Estuve pensando en él. Pero no en lo que creen, sino en preguntas como: ¿Nos volveremos a ver? ¿Y si no? ¿Qué haría entonces? Demasiadas dudas, ninguna respuesta.

Entre pensamientos, seguía escribiendo en mi libreta cuando Jimena abrió de golpe la puerta de la habitación.

—¡Fiesta en casa de Mateo! ¿Vienes? —Negué con firmeza.

—Vamos, Nahy, no seas tan aburrida. — Rodó los ojos.

—Lo siento, Jime, pero no quiero ir. Además, Flor dijo que pasaría a visitarme.

—Eso fue antes de que supiéramos de la fiesta. Aunque sea en casa del intenso de tu mejor amigo, sigue siendo una fiesta. —Suspiró—. Así que levántate, ponte algo bonito y vamos.

—¡No quiero! —Pero Jimena y Flor se miraron, y antes de que pudiera defenderme, se abalanzaron sobre mí para sacarme de la cama.

Una hora después, me encontraba en un lugar donde definitivamente no quería estar. Era mi día libre del trabajo, y lo estaba desperdiciando en una fiesta a las siete de la noche.

Entramos a casa de Mat, que era un completo caos. La música retumbaba por todas partes, y me sentía pequeña e incómoda en medio de tanta gente. Nos abrimos paso entre la multitud hasta que Mat nos vio.

—¡Nahy, viniste! —Me abrazó emocionado, y Jay hizo lo mismo. Son los únicos chicos que me tocan y no me siento pánica.

<< ¿Y el extraño?>>

No pensé en él... bueno, tal vez un poco.

—No sé qué hago aquí. Esto me estresa, y mañana hay clases y trabajo.

Flor me agarró del brazo y me gritó por encima del ruido.

—¡No te preocupes! Nos iremos temprano, te lo prometo.

Flor se unió a los chicos, mientras yo me quedé sola en el sofá. Saqué mi teléfono y comencé a revisar mis redes sociales. Noté un comentario en mi última publicación de I*******m:

@Ramsescritor: "Excelentes escritos, amo tu contenido. Te invito a visitar mi página, encontrarás contenido motivacional. Saludos."

Sonreí un poco, pero mi tranquilidad fue interrumpida cuando un chico ebrio se acercó.

—Eres hermosa. — Me alejé, pero él siguió acercándose hasta que quedó demasiado cerca. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Mis manos temblaban, mi respiración se agitaba.

—¿Por qué tan nerviosa? —preguntó, sonriendo de manera desagradable.

Fue como si una avalancha de recuerdos me golpeara. Su voz, su cercanía, todo me llevaba de regreso a aquella noche...

<< ¿Por qué tan nerviosa, chiquilla?>>

Me cubrí la cabeza con las manos, buscando protegerme. Intenté llamar a Flor y a los chicos, pero la música era demasiado fuerte. Sentí que el aire me faltaba, la habitación giraba. Estaba al borde del colapso cuando, de repente, Mat y Jason llegaron. Mat apartó al chico mientras yo perdía el conocimiento.

Desperté en un lugar frío, extraño. Me costó un poco enfocar la vista, pero vi a Mat sentado con la cabeza entre las manos, Flor recostada en su hombro, Jimena en las piernas de Jason, y él dormido.

—¿Qué hago aquí? —Pregunté, alarmada. Mat se incorporó de inmediato.

—Cosita, tranquila. Tuviste otro ataque de pánico, pero esta vez te desmayaste, así que te trajimos al hospital. —Flor lloraba.

—Es mi culpa, yo te obligué a ir. —Negué débilmente.

Entró una doctora, sonriente, pero con tono serio.

—Hola, Nahya. ¿Cómo te sientes? —Asentí—. Todo está bien. Pero, ¿estás viendo a un psicólogo regularmente? —Negué otra vez—. Es necesario, querida. Los ataques de pánico no son cosa menor.

—Estoy tomando antidepresivos— murmuré, evitando su mirada—, pero no he ido a terapia. Mi médico los recetó hace meses.

—Es fundamental que combines la medicación con apoyo terapéutico. Los antidepresivos pueden estabilizarte, pero necesitas trabajar en lo que los causa. —Su mirada era compasiva—. Por favor, considera hacerlo.

Recomendó sesiones regulares para cuidar mi salud mental, algo que nunca había considerado seriamente. Luego, nos dio el alta.

Hoy es la entrevista con el actor en la cafetería. Pasamos toda la mañana en clases. Yo estaba en mi última clase del día, literatura clásica, cuando Flor, emocionada, salió a buscarme al salón apenas terminó.

Una hora después, nos encontrábamos en la entrada de la cafetería. Al llegar, unos hombres vestidos de negro, de aproximadamente dos metros de altura, no nos querían dejar entrar. Tuvimos que mostrar el uniforme y el carnet de la cafetería para pasar. Dentro había camarógrafos, periodistas y chicas bien vestidas, con tacones, colocando posters de la película.

—Es algo importante, por lo que veo —dijo Flor, asintiendo. Nos colocamos el uniforme y comenzamos a trabajar. Francis se acercó.

—Hola, chicas. ¿Cómo les va? —Asentimos—. Traigo las instrucciones. Esto comenzará a partir de las 4 p. m., cuando lleguen los jóvenes.

Flor y yo nos miramos sorprendidas.

—Flor, te toca cubrir las mesas de los periodistas. Hay alrededor de 15 mesas. Antes de que comience el evento, encárgate de esto —le entregó una lista—. Ya Mouse sabe qué preparar. Nahya, te toca la parte de arriba, donde estarán los productores y los jóvenes actores.

—¿Qué? —pregunté, sorprendida—. ¿Yo?

—Sí, querida, ¿acaso ves otra Nahya? —Suspiré.

—Bueno, chicas, manos a la obra. ¡Suerte!

—Oye, Francis —ella volteó—. ¿Sabes cómo se llama el chico?

—Tyler, Tyler Flakertic. La película es buena —me guiñó un ojo y sonrió.

Me dirigí a la cocina.

—¡Hola, Mouse! —Él me sonrió. Cualquiera que lo viera saldría corriendo, pero es un amor. Es alto, con un cuerpo muy trabajado, siempre con una expresión seria y una voz gruesa. Sin embargo, hace las mejores hamburguesas del mundo.

—Nahya, ¿estarás bien atendiendo a esas personas? No quiero que te pase lo mismo de anoche, no otra vez. —Asentí—. Bueno, pero ¡qué emoción! Te toca atender a los actores.

Hice una mueca.

—Mouse me contó que el chico parece de unos 22 años. ¿Es guapo, Mouse? —Él se encogió de hombros.

—¿Viste su película? —pregunté. Mouse asintió.

—¿Es buena? —insistí. Él me miró otra vez.

—Ujum.

Me reí y decidí molestarlo un poco más.

—Mouse —él volteó y suspiró—, ¿“ujum” de “sí, Nahya, es buena” o “ujum” de “más o menos, Nahya”?

—Es buena, pero muy juvenil para mi gusto —respondió.

Flor estalló en carcajadas, y yo me contagié.

—Son muy divertidas y las quiero un montón, pero necesito concentrarme para hacer bien mi trabajo. ¿Pueden salir de mi cocina, chicas? —Nos sonrió. Lo miramos con fingido enojo y salimos.

Ayudamos a las chicas de tacones a colocar los pósters. Me detuve a mirar uno: la portada mostraba dos figuras en blanco y negro frente a un atardecer en un prado hermoso. En la parte inferior aparecían los nombres de los actores principales: Tyler Flakertic y Lía Thompson.

Cuando los bocadillos estuvieron listos y colocados en las mesas, todo estaba preparado. Solo quedaba esperar a los actores y productores. Afuera, una multitud de chicas con pancartas gritaba emocionada.

Escuché sus gritos cuando dos grandes camionetas negras se estacionaron en la entrada. Bajaron más hombres vestidos de negro, seguidos de cuatro personas mayores y dos jóvenes, que saludaban y firmaban autógrafos.

Todo pasó en cámara lenta.

—¡No puede ser! —grité, escondiéndome.

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