La semana pasó lentamente. Haciendo un recuento, me sumergí en mis clases, trabajé y, en los ratos libres, me dedicaba a escuchar música y escribir. Aunque intenté mantenerme ocupada, no podía evitar que mi mente volviera al extraño del muelle.
<< ¿Pensaste en él?> >
No es necesario mencionar eso, es algo personal.
<< ¡Ajá! >>
Bueno, sí, lo admito. Estuve pensando en él. Pero no en lo que creen, sino en preguntas como: ¿Nos volveremos a ver? ¿Y si no? ¿Qué haría entonces? Demasiadas dudas, ninguna respuesta.
Entre pensamientos, seguía escribiendo en mi libreta cuando Jimena abrió de golpe la puerta de la habitación.
—¡Fiesta en casa de Mateo! ¿Vienes? —Negué con firmeza.
—Vamos, Nahy, no seas tan aburrida. — Rodó los ojos.
—Lo siento, Jime, pero no quiero ir. Además, Flor dijo que pasaría a visitarme.
—Eso fue antes de que supiéramos de la fiesta. Aunque sea en casa del intenso de tu mejor amigo, sigue siendo una fiesta. —Suspiró—. Así que levántate, ponte algo bonito y vamos.
—¡No quiero! —Pero Jimena y Flor se miraron, y antes de que pudiera defenderme, se abalanzaron sobre mí para sacarme de la cama.
Una hora después, me encontraba en un lugar donde definitivamente no quería estar. Era mi día libre del trabajo, y lo estaba desperdiciando en una fiesta a las siete de la noche.
Entramos a casa de Mat, que era un completo caos. La música retumbaba por todas partes, y me sentía pequeña e incómoda en medio de tanta gente. Nos abrimos paso entre la multitud hasta que Mat nos vio.
—¡Nahy, viniste! —Me abrazó emocionado, y Jay hizo lo mismo. Son los únicos chicos que me tocan y no me siento pánica.
<< ¿Y el extraño?>>
No pensé en él... bueno, tal vez un poco.
—No sé qué hago aquí. Esto me estresa, y mañana hay clases y trabajo.
Flor me agarró del brazo y me gritó por encima del ruido.
—¡No te preocupes! Nos iremos temprano, te lo prometo.
Flor se unió a los chicos, mientras yo me quedé sola en el sofá. Saqué mi teléfono y comencé a revisar mis redes sociales. Noté un comentario en mi última publicación de I*******m:
@Ramsescritor: "Excelentes escritos, amo tu contenido. Te invito a visitar mi página, encontrarás contenido motivacional. Saludos."
Sonreí un poco, pero mi tranquilidad fue interrumpida cuando un chico ebrio se acercó.
—Eres hermosa. — Me alejé, pero él siguió acercándose hasta que quedó demasiado cerca. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Mis manos temblaban, mi respiración se agitaba.
—¿Por qué tan nerviosa? —preguntó, sonriendo de manera desagradable.
Fue como si una avalancha de recuerdos me golpeara. Su voz, su cercanía, todo me llevaba de regreso a aquella noche...
<< ¿Por qué tan nerviosa, chiquilla?>>
Me cubrí la cabeza con las manos, buscando protegerme. Intenté llamar a Flor y a los chicos, pero la música era demasiado fuerte. Sentí que el aire me faltaba, la habitación giraba. Estaba al borde del colapso cuando, de repente, Mat y Jason llegaron. Mat apartó al chico mientras yo perdía el conocimiento.
Desperté en un lugar frío, extraño. Me costó un poco enfocar la vista, pero vi a Mat sentado con la cabeza entre las manos, Flor recostada en su hombro, Jimena en las piernas de Jason, y él dormido.
—¿Qué hago aquí? —Pregunté, alarmada. Mat se incorporó de inmediato.
—Cosita, tranquila. Tuviste otro ataque de pánico, pero esta vez te desmayaste, así que te trajimos al hospital. —Flor lloraba.
—Es mi culpa, yo te obligué a ir. —Negué débilmente.
Entró una doctora, sonriente, pero con tono serio.
—Hola, Nahya. ¿Cómo te sientes? —Asentí—. Todo está bien. Pero, ¿estás viendo a un psicólogo regularmente? —Negué otra vez—. Es necesario, querida. Los ataques de pánico no son cosa menor.
—Estoy tomando antidepresivos— murmuré, evitando su mirada—, pero no he ido a terapia. Mi médico los recetó hace meses.
—Es fundamental que combines la medicación con apoyo terapéutico. Los antidepresivos pueden estabilizarte, pero necesitas trabajar en lo que los causa. —Su mirada era compasiva—. Por favor, considera hacerlo.
Recomendó sesiones regulares para cuidar mi salud mental, algo que nunca había considerado seriamente. Luego, nos dio el alta.
…
Hoy es la entrevista con el actor en la cafetería. Pasamos toda la mañana en clases. Yo estaba en mi última clase del día, literatura clásica, cuando Flor, emocionada, salió a buscarme al salón apenas terminó.
Una hora después, nos encontrábamos en la entrada de la cafetería. Al llegar, unos hombres vestidos de negro, de aproximadamente dos metros de altura, no nos querían dejar entrar. Tuvimos que mostrar el uniforme y el carnet de la cafetería para pasar. Dentro había camarógrafos, periodistas y chicas bien vestidas, con tacones, colocando posters de la película.
—Es algo importante, por lo que veo —dijo Flor, asintiendo. Nos colocamos el uniforme y comenzamos a trabajar. Francis se acercó.
—Hola, chicas. ¿Cómo les va? —Asentimos—. Traigo las instrucciones. Esto comenzará a partir de las 4 p. m., cuando lleguen los jóvenes.
Flor y yo nos miramos sorprendidas.
—Flor, te toca cubrir las mesas de los periodistas. Hay alrededor de 15 mesas. Antes de que comience el evento, encárgate de esto —le entregó una lista—. Ya Mouse sabe qué preparar. Nahya, te toca la parte de arriba, donde estarán los productores y los jóvenes actores.
—¿Qué? —pregunté, sorprendida—. ¿Yo?
—Sí, querida, ¿acaso ves otra Nahya? —Suspiré.
—Bueno, chicas, manos a la obra. ¡Suerte!
—Oye, Francis —ella volteó—. ¿Sabes cómo se llama el chico?
—Tyler, Tyler Flakertic. La película es buena —me guiñó un ojo y sonrió.
Me dirigí a la cocina.
—¡Hola, Mouse! —Él me sonrió. Cualquiera que lo viera saldría corriendo, pero es un amor. Es alto, con un cuerpo muy trabajado, siempre con una expresión seria y una voz gruesa. Sin embargo, hace las mejores hamburguesas del mundo.
—Nahya, ¿estarás bien atendiendo a esas personas? No quiero que te pase lo mismo de anoche, no otra vez. —Asentí—. Bueno, pero ¡qué emoción! Te toca atender a los actores.
Hice una mueca.
—Mouse me contó que el chico parece de unos 22 años. ¿Es guapo, Mouse? —Él se encogió de hombros.
—¿Viste su película? —pregunté. Mouse asintió.
—¿Es buena? —insistí. Él me miró otra vez.
—Ujum.
Me reí y decidí molestarlo un poco más.
—Mouse —él volteó y suspiró—, ¿“ujum” de “sí, Nahya, es buena” o “ujum” de “más o menos, Nahya”?
—Es buena, pero muy juvenil para mi gusto —respondió.
Flor estalló en carcajadas, y yo me contagié.
—Son muy divertidas y las quiero un montón, pero necesito concentrarme para hacer bien mi trabajo. ¿Pueden salir de mi cocina, chicas? —Nos sonrió. Lo miramos con fingido enojo y salimos.
Ayudamos a las chicas de tacones a colocar los pósters. Me detuve a mirar uno: la portada mostraba dos figuras en blanco y negro frente a un atardecer en un prado hermoso. En la parte inferior aparecían los nombres de los actores principales: Tyler Flakertic y Lía Thompson.
Cuando los bocadillos estuvieron listos y colocados en las mesas, todo estaba preparado. Solo quedaba esperar a los actores y productores. Afuera, una multitud de chicas con pancartas gritaba emocionada.
Escuché sus gritos cuando dos grandes camionetas negras se estacionaron en la entrada. Bajaron más hombres vestidos de negro, seguidos de cuatro personas mayores y dos jóvenes, que saludaban y firmaban autógrafos.
Todo pasó en cámara lenta.
—¡No puede ser! —grité, escondiéndome.
Esto no me puede estar pasando.Me agaché bajo el mostrador, tratando de pasar desapercibida mientras los gritos de las jóvenes llenaban el lugar. Todo por Tyler Flakertic. Podía escuchar cómo Flor me llamaba, pero le respondí con un silbido que ella conocía perfectamente. Al escucharme, me encontró y se agachó a mi lado.—¿Qué pasa? ¿Qué haces allí? —me preguntó en voz baja.Suspiré y le hice una seña para que guardara silencio.—Es él —dije finalmente.Ella me miró con expresión de desconcierto.—¿Quién o qué? —volvió a preguntar.Puse los ojos en blanco y señalé hacia arriba, hacia el lugar donde estaba sentado.—El actor. Es ese tonto extraño, bueno... ya no tan extraño.Ella abrió los ojos como platos. Se levantó para observarlo más de cerca y luego volvió a bajar, emocionada.—¡No inventes! Es guapísimo. Eres una suertuda.Negué con la cabeza.—No entiendes lo que esto significa —dije en un tono bajo, tratando de calmarme.Ella levantó las manos en un gesto de incredulidad.—Sig
Me senté en el pasillo, con la espalda contra la fría pared, tratando de ordenar mis pensamientos. Las risas y los murmullos de Flor y Mouse seguían retumbando en mi cabeza, y aunque trataba de ignorarlos, las palabras de Flor no me dejaban en paz: “Te gusta el tonto extraño.”¿Era cierto? ¿De verdad me gustaba Tyler Flakertic? Lo conocí hace dos semanas en el muelle, un encuentro tan inesperado como fugaz. Pensé que no lo volvería a ver, que sería un simple extraño en mi vida. Pero ahí estaba, justo frente a mí, y lo peor de todo es que era un actor. Y los actores no se enamoran de personas como yo, ¿verdad? Al menos eso pensaba. Solo somos extraños, me repetía una y otra vez para convencerme de que no valía la pena pensar más en ello. Pero entonces, como un susurro en mi mente, la idea seguía persiguiéndome.Suspiré, mirando el techo, intentando calmar mi corazón acelerado. Si Rachel estuviera aquí, ella sabría qué hacer. Pero no estaba. Estaba sola, y parecía que todo lo que me rod
NahyaLos camarógrafos fueron los últimos en irse. Miré la hora en mi reloj: 11:30 p. m. Estaba completamente agotada. Lo único que me mantenía en pie era el consuelo de que mañana sería sábado. ¡Por fin! Sábados y domingos, días libres, al fin y al cabo. No obstante, mientras terminábamos de limpiar y dejar todo en orden, había algo que no podía quitarme de la mente: lo que había pasado hoy. ¡Casi me besa!Inconscientemente, me llevé los dedos a los labios, reviviendo el momento. Su cercanía, su mirada, y el modo en que el mundo pareció detenerse… No podía evitar preguntarme cómo habría sido si no nos hubieran interrumpido.FlashbackLo vi dirigirse hacia la puerta y suspiré. Flor, quien siempre estaba atenta a mis reacciones, me miró con expresión dudosa. Pero yo sólo podía pensar en una cosa: ¿Por qué me afectaba tanto no haberme despedido de él? Estaba por irme a la cocina cuando el carraspeo de Flor me detuvo.Al girarme, lo vi de nuevo. Me quedé en un pequeño trance, incapaz de r
Allí estaba él, allí estaba yo y, por supuesto, también estaban Flor y Jimena, ambas sonriéndole de forma coqueta. La atmósfera en la sala era peculiar, casi surrealista.—Hola, actor loco que necesitas leer más libros de princesas —se carcajeó, cuando hablé rompiendo el hielo con un comentario tan casual como inesperado.Jimena carraspeó, aparentemente buscando su momento para entrar en escena.—Ah, ella es...—...Jimena. Un gusto, bueno, un gusto no, un placer, un honor. ¡Por Dios! ¡Amo tus películas! ¡Son las mejores! —La velocidad de sus palabras supera todo lo que había presenciado antes. «¿La calidez en sus ojos es real o simplemente parte de su habilidad actoral?», me pregunté, tratando de ignorar el nudo en mi estómago.Luego de un profundo suspiro, Tyler la miró, un tanto asombrado por el entusiasmo.—Eh... hola. Un gusto y muchas gracias, Jimena —contestó con una sonrisa nerviosa.Jimena suspiró, como si acabara de cumplir un sueño. Yo, por mi parte, me limité a rodar los o
¿Qué fue todo eso?, me separé rápidamente. Jimena me dirigió una mirada disculpándose, pero yo todavía seguía sin olvidar lo que acaba de ocurrir, le agradezco (solo un poco) por sacarme de esa incómoda situación.«No lo crees ni tú misma.»—Nahya, te dije que hicieras tortitas, no que destruyeran la cocina —suspiró—. Además, deben mirarse, están todo llenos de harina —se acercó a la mesa, tomó dos tortitas y se las comió rápidamente—. Tomaré el bolso, me voy a trabajar. Ah, en la habitación de huéspedes hay ropa de Jason y Matt. Préstale por ahora. —Asentí—. Adiós, Tyler, fue un placer. —Salió, pero volvió a entrar—. Te sigo en Instagram, es justo que también lo hagas, ya sabes, por destruir mi cocina. —Abrí los ojos en par.—¡Jimena! —se encogió de hombros y se fue. Nos acercamos a la mesa en silencio, aunque cómodo. Comenzamos a comer.—Nuevo desayuno favorito —sonreí—. ¿Puedo hacerte una pregunta?—Ya la estás haciendo —rodó los ojos. Me reí—. Bueno, ya, ok, habla.—¿Quién es Matt
Tyler FlakerticDesde que la vi en ese muelle, quedé completamente encantado con ella, y no me arrepiento ni un poco de haberme escapado del preestreno, aunque tuve problemas con Greicy. Como dije, no me arrepiento. He conocido a muchas chicas, pero ella… Ella es diferente. Hay algo en ella que me atrae, no sabría explicar si es el color avellano de sus ojos o su piel, su cabello corto, sus lindos y rosados labios me encantan y me tientan, pero siempre que quiero besarlos, algo o alguien nos interrumpe, la verdad no lo sé, pero hay algo que me conecta con ella.Daba mil vueltas en la cama sin poder dormir, pensando en ella. Y no solo hoy, esto me pasa desde el primer día que la vi. Tomé mi celular y verifiqué la hora: 4:30 a. m. Decidí escribirle a Flor, la amiga de Nahya.Yo: Hola, soy Tyler Flakertic, tal vez no te acuerdes de mí... Pero necesito un favor, ¿estás? Sé que son las 4:30 a. m., pero...Coloqué mi celular a un lado, rogando que esta chica me respondiera. Y unos minutos de
Nahya y Flor estaban caminando por los pasillos del centro comercial, las luces brillando sobre ellas mientras reían y bromeaban, disfrutando del momento que tanto habían esperado. Habían llegado temprano, aprovechando la tarjeta de su padre, la cual le había sido uno de los tantos miedos que había tenido Nahya, al comenzar a usar la tarjeta puede, solo puede que su padre comience a buscarla y es algo que Nahya no ha dejado de pensar. Pero mientras Flor seleccionaba ropa y probaba diferentes combinaciones en los probadores, Nahya no podía dejar de sentirse observada. Las miradas parecían seguirla, susurrando a sus espaldas, y esa sensación que siempre había tratado de evitar la invadía con fuerza.—¿Te pasa algo? —preguntó Flor al notar la expresión de incomodidad en su rostro.Nahya intentó sonreír, pero fue una sonrisa forzada. Miró alrededor, sintiendo cómo los ojos ajenos la examinaban. No le gustaba esa sensación, no le gustaba estar en el centro de atención.—Siento que todos me
Caminábamos en silencio por las calles iluminadas de Sídney, dejando atrás el coche que Tyler había estacionado a un lado del camino. En una de sus manos llevaba una canasta de picnic, y con la otra sujetaba la mía con delicadeza, como si temiera que me soltara y desapareciera en la noche. Me sorprendía lo natural que se sentía su tacto, como si nuestras pieles hubieran nacido para encontrarse en ese instante.—¿A dónde vamos? —pregunté con curiosidad, tratando de dejar atrás la sensación de opresión que aún latía en mi pecho después del ataque de pánico.Tyler sonrió con un aire de misterio y señaló al frente.—A un lugar especial —respondió—. Un parque donde solía ir cuando quería pensar. Es tranquilo, creo que te gustará.Seguí su paso, dejando que la brisa nocturna acariciara mi rostro. Las luces de la ciudad parecían titilar en la distancia como estrellas caídas, y por un momento me sentí parte de algo más grande, más significativo. Cuando llegamos al parque, la hierba se extendí