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CAPÍTULO 4: ¿ESTÁS BIEN? ESTÁS PÁLIDA.

Esto no me puede estar pasando.

Me agaché bajo el mostrador, tratando de pasar desapercibida mientras los gritos de las jóvenes llenaban el lugar. Todo por Tyler Flakertic. Podía escuchar cómo Flor me llamaba, pero le respondí con un silbido que ella conocía perfectamente. Al escucharme, me encontró y se agachó a mi lado.

—¿Qué pasa? ¿Qué haces allí? —me preguntó en voz baja.

Suspiré y le hice una seña para que guardara silencio.

—Es él —dije finalmente.

Ella me miró con expresión de desconcierto.

—¿Quién o qué? —volvió a preguntar.

Puse los ojos en blanco y señalé hacia arriba, hacia el lugar donde estaba sentado.

—El actor. Es ese tonto extraño, bueno... ya no tan extraño.

Ella abrió los ojos como platos. Se levantó para observarlo más de cerca y luego volvió a bajar, emocionada.

—¡No inventes! Es guapísimo. Eres una suertuda.

Negué con la cabeza.

—No entiendes lo que esto significa —dije en un tono bajo, tratando de calmarme.

Ella levantó las manos en un gesto de incredulidad.

—Significa que tienes que atender al chico que conociste, que ahora resulta ser un actor famoso. —Aplaudió emocionada. —¿Manos a la obra?

—Manos a la obra —respondí, resignada.

Flor comenzó a repartir café entre los entrevistadores, mientras yo me refugiaba en la cocina. Desde una pequeña ventanilla, podía observar todo. O más bien, podía observarlo a él.

Tyler estaba sentado, mientras una rubia trataba de captar su atención, pero él no parecía interesado en lo más mínimo. Tenía que llevarles café y chocolate, pero sentía que cada paso que daba me pesaba más que el anterior. Ahora todo encajaba.

El ambiente en el café estaba cargado de energía. Las luces cálidas iluminaban las mesas llenas de gente y los murmullos de las conversaciones se mezclaban con el sonido de la máquina de café. Sin embargo, para mí, el resto del mundo se había desvanecido. Sólo podía pensar en él.

Flashback

—Lo siento mucho... de verdad... yo también estoy prófugo del trabajo, necesitaba escapar.

A pesar de mí misma, reí.

—Eso explica tu atuendo. ¿Quién usa gorra y lentes de sol de noche?

—Es complicado —se bajó un poco los lentes—. ¿En serio no sabes quién soy?

—No —respondí, un poco asustada.

—No soy un loco, tranquila.

Fin del flashback

Ahora entendía perfectamente cuán complicado era.

<<Pero mira el lado bueno, es guapo y te gusta>>

No, no me gusta.

Dejé de hablar conmigo misma cuando sentí que alguien me tocaba el hombro. Me sobresalté. Era Mouse.

—Nahya, ¿puedes decirme qué tienes y por qué hablas sola? —me preguntó.

Lo miré boquiabierta. Había estado pensando en voz alta sin darme cuenta.

—Nada, Mouse. Solo recordaba algo —respondí, tratando de sonar convincente.

Él me miró con una ceja levantada.

—Bueno, tienen un receso de cinco minutos. Aprovecha para llevarles el café, el chocolate y... —Buscó una bandeja y colocó una tasa llena de galletas. —Esto. ¡Suerte!

Mi cuerpo temblaba. Mis manos sudaban. Mi corazón latía descontrolado. Cerré los ojos y comencé a hacer ejercicios de respiración para calmarme. Poco a poco, me acerqué a la mesa, evitando mirarlo directamente, pero podía sentir su mirada sobre mí. Cuando finalmente lo miré, conecté con esos ojos color miel que me transmitieron sorpresa, confusión y algo que no podía identificar.

La productora me hizo señas para acercarme completamente a la mesa. Sentía su mirada fija en mí, vigilando cada paso que daba. Cuando terminé de servir, me alejé rápidamente hacia la mesa de bocadillos.

—Tyler, te están hablando —dijo una voz femenina. Supuse que era su productora.

Él reaccionó y volvió a la entrevista justo cuando le repetían una pregunta.

—Tyler, ¿tienes novia? ¿O algún amor secreto?

Acomodé lo que quedaba en la mesa y estaba a punto de regresar a la cocina cuando escuché su respuesta.

—No, aún no —respondió con seguridad. Luego, miró directamente hacia mí. Sentí un cosquilleo en el estómago y mis manos comenzaron a sudar más. —Hay alguien. —Mi respiración se detuvo. —La conocí hace poco. Aún somos dos tontos extraños, pero uno nunca sabe qué está preparando el destino para cada quien.

La chica rubia a su lado lo miró y siguió la dirección de su mirada hasta encontrar la mía. Aparté la vista rápidamente y entré a la cocina. Sus palabras retumbaban en mi cabeza:

“Uno nunca sabe qué está preparando el destino para cada quien”.

<<Pero, ¿y si tiene razón?>>

El eco de sus palabras me hizo recordar la noche en que hablamos. Cada detalle volvía a mi mente: cómo su risa apagaba mis nervios, cómo nuestras conversaciones fluían sin esfuerzo. Pero eso no significaba nada, ¿verdad? No era posible que algo tan breve pudiera ser tan significativo.

Mouse se acercó a mí, notando mi expresión agitada.

—Nahya, ¿estás bien? Estás pálida.

Asentí, pero luego lo llamé antes de que se fuera.

—Mouse, ¿crees que es muy cursi coincidir con alguien, hablar toda la noche, que te acompañe a casa sin saber su nombre y que dos semanas después, cuando crees que no lo volverás a ver, aparezca así, por mera casualidad, y sientas un cosquilleo en el estómago solo con verlo?

Mouse quedó aturdido por la pregunta. Abría la boca para responder, pero la cerraba de inmediato.

—Eso, mi querida Nahya, es el principio de muchas cosas. Y la primera es que te gusta.

—¿Qué? ¡No puede ser! Ni siquiera nos conocemos. —Mi voz sonaba desesperada.

Él se encogió de hombros y me guiñó un ojo.

—Pueden conocerse. Además, mientras más lo niegues, más seguro es.

Lo miré mal, pero él simplemente sonrió y dijo:

—Yo solo digo.

En ese momento entró Flor.

—¿De qué hablan? —preguntó curiosa.

Mouse sonrió traviesamente.

—De que Nahya gusta de un chico.

Flor me miró impactada, mientras yo abría los ojos como platos y lanzaba una mirada fulminante a Mouse.

—¿Qué? —exclamó Flor, con un tono que solo auguraba más problemas.

—No es lo que parece —me apresuré a decir, pero sabía que ellos no me lo iban a poner fácil. Flor ya estaba sonriendo como si tuviera la noticia del año.

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