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3: Visitas Familiares

[FRANCO]

[Horas más tarde]

Después de la muerte de Tamara, aprendí muchas cosas acerca de la vida, y la más importante de todas es que debo disfrutar de cada momento de felicidad como si pudiese ser el último. Es exactamente eso lo que hago cada día con Brisa, disfruto de cada instante, incluso caminar hoy de su mano por la playa ha sido un disfrute total. Sé perfectamente que los dos tenemos miedo, y ahora claro… se han multiplicado por dos, pero no quiero que esos miedos nos hagan dejar de vivir las cosas hermosas que hay en el mundo.

—Ya estoy lista— Escucho su voz mientras que cocino para la cena con mi hermano.

Me doy vuelta para verla, y me muero de amor al ver que ese precioso vestido ajustado a su cuerpo que lleva puesto hace resaltar ese pequeño abdomen que cada día que pasa se hace notar más —Te ves hermosa, y ni hablar de este pequeño bulto— Comento cuando esta frente a mí y llevo mi mano sobre su abdomen —¿Tratando de lucir el embarazo?— Pregunto y se mira a ella misma.

—¿Ya se nota? ¿No?— Averigua y asiento.

—Ahora entiendo porque con tan solo diez semanas ya se empezaba a ver— Señalo sonriente y asiente.

—Si todo sale bien, tendré una panza enorme… ¿me querrás igual?— Me pregunta sonriente y me acerco a sus labios.

—Todo saldrá bien, y no, no te querré igual— Respondo y hago una pausa haciendo que ella me mire con dudas —Te querré más que nunca— Continuo y me da un leve golpe en el hombro.

—Me asustaste, creí que me abandonarías aquí en Marsella— Bromea.

Inmediatamente tomo su rostro entre mis manos y la beso —Jamás te dejare— Le aseguro y nuestro pequeño romántico momento, se ve interrumpido cuando alguien llama a la puerta y supongo que es mi hermano —Iré a abrir, ya la comida esta lista, solo falta sacarla del horno— Le explico y asiente —Ven, démosle la bienvenida— Le pido tomándola de la mano y vamos juntos hacia el salón. Ella de queda allí mientras que yo voy a la puerta y al abrir, allí está mi hermano sonriéndome y dándome uno de esos abrazos que solo un hermano te puede dar.

—Como te extrañaba— Me dice mientras que mis brazos lo rodean.

—Yo a ti Saíl, de verdad que te extrañaba muchísimo— Le respondo mientras que de a poco nos vamos separando y me sorprendo con su pelo un poco más largo de lo usual —Oye, te queda increíble el pelo así— Le digo sincero y sonríe.

—Gracias, tú también te ves bien ¿eh? Parece que el matrimonio te asintió bien—Habla entre risas.

—Estoy muy feliz, pero ven, te quiero presentar a tu cuñada— Le explico y hago que pase para cerrar la puerta detrás de nosotros y luego ir hasta el salón.

—Brisa, mi amor, te presento a mi hermano Saíl— Le dejo saber y luego miro a mi hermano —Tu cuñada Brisa y tus futuros sobrinos— Comento extremadamente feliz y mi hermano me mira con dudas.

—¿Cómo que mis futuros sobrinos?— Averigua confundido y rio.

—Son mellizos— Le cuento finalmente y la sorpresa en su rostro es digna de una fotografía.

—¡Es una locura!— Exclama entre risas y me abraza fuerte antes de ir a saludas a mi esposa —Vaya, felicidades… de verdad que estoy muy feliz por ustedes dos— Nos dice entusiasmado y el cariño es tan sincero que nos abraza a los dos haciendo que Brisa sonría.

—Siento que no nos hayamos conocido antes, las cosas se complicaron un poco— Se excusa ella y mi hermano niega con la cabeza.

—No te preocupes, me contaron todo y a pesar de que no entiendo mucho todo lo que sucedió, si entiendo que hayan querido salvaguardar su relación y proteger a su bebé… bueno, bebés— Expresa sonriente —Yo vine porque estaba en casa de unos amigos pasando navidad y aproveché para visitar a mi hermano, de verdad que lo extrañaba mucho— Le cuenta y me mira.

—Yo también te extrañe hermanito— Le respondo sonriente.

—Necesito algunos consejos tuyos, ¿te parece si después de la cena hablamos un poco?— Me pide y asiento.

—Claro que sí, pero ven que te tengo un regalo de navidad— Le pido y Brisa sonríe.

—Iré a terminar de encargarme de la comida, le aviso cuando este todo en la mesa— Indica.

—Gracias preciosa— Respondo y mi hermano me mira mientras que ella se aleja.

—Ahora entiendo tu matrimonio tan fugaz e irte lejos de todo. Es muy bonita y te mira con muchísimo amor— Comenta haciéndome sonreír.

—La adoro, pero ¿porque no me cuentas tú como va ese corazón?— Le sugiero y una picara sonrisa se dibuja en su rostro.

—Mejor después de la cena, es una larga historia— Sugiere y me encanta saber que mi hermano ha venido a verme para seguir siendo el de siempre y no para tratar de convencerme de que vuelva a Florida y mucho menos para intervenir por mis padres.

—Está bien, pero me contaras todo— Le advierto y ríe.

—Todo— Asegura.

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